El premio no se lo lleva siempre el que más se lo merece.
Irena Sendler
Durante la 2ª Guerra Mundial, Irena consiguió un permiso para trabajar en el Ghetto de Varsovia como especialista de alcantarillado y tuberías.
Pero sus planes iban más allá... Sabía cuales eran los planes de los nazis para los judíos (siendo alemana)
Irena sacaba niños escondidos en el fondo de su caja de herramientas y llevaba un saco de arpillera en la parte de atrás de su camioneta (para niños de mayor tamaño). También llevaba en la parte de atrás un perro al que entrenó para ladrar a los soldados nazis cuando salía y entraba del Ghetto. Por supuesto, los soldados no querían tener nada que ver con el perro y los ladridos ocultaban los ruidos de los niños.
Mientras estuvo haciendo esto consiguió sacar de allí y salvar 2500 niños
Los nazis la cogieron y le rompieron ambas piernas, los brazos y la pegaron brutalmente
El año pasado Irena fue propuesta para recibir el Premio Nobel de la Paz... Pero no fue seleccionada
Al Gore won, for a slide show on Global Warming.
Se lo llevó Al Gore, por unas diapositivas sobre el Calentamiento Global
Powerful message, especially the "cartoon." Let us never forget!
Gran mensaje, especialmente en la viñeta. ¡No permitamos que se olvide nunca!
63 years later
In Memoriam - 63 años después
Por favor, leed atentamente la viñeta, es impactante. Luego leed los comentarios del final.
Estoy aportando mi granito reenviando este mensaje. Espero que consideres hacer lo mismo
Traducción de las viñeta:
Niña:Tengo que decirle, señor... Lleva en su brazo un tatuaje mortalmente aburrido. Es sólo un montón de números
Señor: Bueno, tendría tu edad cuando me lo hicieron. Lo mantengo como un recordatorio
Niña: Oh! ... Un recuerdo de días más felices
Señor: No, de un tiempo en el que el mundo se volvió loco
"Imagínate a ti misma en un país en el que tus compatriotas siguen la voz de un político extremista al que no le gusta tu religión.
Imagínate que te quitan todo, que a toda tu familia la envían a un campo de concentración para trabajar como esclavos, y ser asesinados sistemáticamente. En este sitio te quitan hasta tu nombre para ser sustituido por un número tatuado en tu brazo.
Se llamó El Holocausto, cuando millones de personas perecieron sólo por sus creencias..."
Niña: Entonces lo lleva para acordarse el peligro de las políticas extremistas
Señor: No, cariño. Para recordártelo a ti.
Han pasado más de 60 años desde que terminó la 2ª Guerra Mundial en Europa. Este e-mail se está reenviando como una cadena conmemorativa, en memoria de los 6 millones de judíos, 20 millones de rusos, 10 millones de cristianos y 1.900 sacerdotes católicos que fueron asesinados, masacrados, violados, matados de hambre y humillados con los pueblos de Alemania y Rusia mirando al otro lado
Ahora, más que nunca, con Iraq, Irán y otros proclamando que el Holocausto es un mito, es imperativo asegurarse de que el mundo nunca olvide, porque hay algunos a los que les gustaría hacerlo de nuevo
miércoles, 29 de junio de 2011
martes, 28 de junio de 2011
EL RATING DE FULANEZ
A Fulanez lo acaba de favorecer con altas cifras el rating, poderoso dios de la televisión. Como el que tiene alto rating, es decir, más audiencia, puede convertirse de la noche a la mañana en genio, no es de sorprenderse que a Fulanez lo llamen a la presidencia del Canal y lo inviten a cenar en el restaurante más caro de la ciudad. Todos los ejecutivos lo felicitan y lo tratan como gran persona. El presidente le dirige la palabra:
—Dígame, Fulanez, ¿cómo están su esposa y sus hijos?
—Perdone, señor, pero yo soy soltero.
Los ejecutivos se ríen y dicen:
—¡Qué gracioso! Este Fulanez, ¡siempre el mismo!
Terminada la celebración, Fulanez se dirige a su casa para festejar el logro con toda la familia. No bien ha comenzado cuando el presidente recibe la terrible noticia de que los números del dios rating se los dieron invertidos. ¡Fulanez, en vez de subir, había bajado!
—¡Echen a Fulanez por inservible! —ordena el presidente.
Fulanez recibe el urgente telegrama, lo lee, cae fulminado de un ataque cardíaco y va a parar en la unidad de cuidados intensivos del hospital. El presidente se entera y dice imperturbable:
—¡Qué mala suerte tiene este muchacho Fulanez!
Pero luego recibe un fax de Europa en el que le informan que se ha hecho acreedor al premio más alto que otorgan los periodistas y críticos, gracias a la actuación de Fulanez en representación de dicho Canal.
—¡Los voy a echar a todos! —grita enojado—. ¿Quién fue el imbécil que dio la orden de echar a Fulanez?
—¡Usted, señor! —le responden todos al unísono.
—¡Rápido! —ordena el presidente—. Hagan un nuevo contrato y vamos al hospital. ¡Hay que salvar a Fulanez! ¡Ese muchacho es un genio!1
Así ameniza Jorge Porcel su evaluación del rating en su autobiografía titulada Risas, aplausos y lágrimas. Lo cierto es que, en calidad de artista de televisión, conoce bastante bien al tal dios rating que critica. Pero el argentino Porcel también llegó a conocer al único Dios verdadero, el Dios invariable. Según el apóstol Santiago, Dios «no cambia como los astros ni se mueve como las sombras».2 A Él no lo impresionamos con nuestros logros sino con la fidelidad y la constancia. Cuando lo representamos fielmente, no importa que otros no nos aprecien, porque Él nos señala y dice con orgullo: «¡Ese es mi hijo!» Y nos vitorea: «¡Buena esa, hijo mío!»
Más vale que en vez de buscar la aprobación de los hombres, busquemos la aprobación de Dios.3 Así, tanto en la cumbre del éxito como en el valle del fracaso, podremos contar con un Jefe que nos conoce a fondo4 y sin embargo siempre saca la cara por nosotros. Y por si eso fuera poco, ya tiene planes para otorgarnos el premio más alto que jamás pueda recibir un ser humano.5
1 Jorge Porcel, Risas, aplausos y lágrimas (EE.UU.: Editorial Caribe, 1998), pp. 99-101.
2 Stg 1:17
3 Gá 1:10
4 Mt 10:30; Lc 12:7
5 Mt 5:12; Jn 14:2-3
—Dígame, Fulanez, ¿cómo están su esposa y sus hijos?
—Perdone, señor, pero yo soy soltero.
Los ejecutivos se ríen y dicen:
—¡Qué gracioso! Este Fulanez, ¡siempre el mismo!
Terminada la celebración, Fulanez se dirige a su casa para festejar el logro con toda la familia. No bien ha comenzado cuando el presidente recibe la terrible noticia de que los números del dios rating se los dieron invertidos. ¡Fulanez, en vez de subir, había bajado!
—¡Echen a Fulanez por inservible! —ordena el presidente.
Fulanez recibe el urgente telegrama, lo lee, cae fulminado de un ataque cardíaco y va a parar en la unidad de cuidados intensivos del hospital. El presidente se entera y dice imperturbable:
—¡Qué mala suerte tiene este muchacho Fulanez!
Pero luego recibe un fax de Europa en el que le informan que se ha hecho acreedor al premio más alto que otorgan los periodistas y críticos, gracias a la actuación de Fulanez en representación de dicho Canal.
—¡Los voy a echar a todos! —grita enojado—. ¿Quién fue el imbécil que dio la orden de echar a Fulanez?
—¡Usted, señor! —le responden todos al unísono.
—¡Rápido! —ordena el presidente—. Hagan un nuevo contrato y vamos al hospital. ¡Hay que salvar a Fulanez! ¡Ese muchacho es un genio!1
Así ameniza Jorge Porcel su evaluación del rating en su autobiografía titulada Risas, aplausos y lágrimas. Lo cierto es que, en calidad de artista de televisión, conoce bastante bien al tal dios rating que critica. Pero el argentino Porcel también llegó a conocer al único Dios verdadero, el Dios invariable. Según el apóstol Santiago, Dios «no cambia como los astros ni se mueve como las sombras».2 A Él no lo impresionamos con nuestros logros sino con la fidelidad y la constancia. Cuando lo representamos fielmente, no importa que otros no nos aprecien, porque Él nos señala y dice con orgullo: «¡Ese es mi hijo!» Y nos vitorea: «¡Buena esa, hijo mío!»
Más vale que en vez de buscar la aprobación de los hombres, busquemos la aprobación de Dios.3 Así, tanto en la cumbre del éxito como en el valle del fracaso, podremos contar con un Jefe que nos conoce a fondo4 y sin embargo siempre saca la cara por nosotros. Y por si eso fuera poco, ya tiene planes para otorgarnos el premio más alto que jamás pueda recibir un ser humano.5
1 Jorge Porcel, Risas, aplausos y lágrimas (EE.UU.: Editorial Caribe, 1998), pp. 99-101.
2 Stg 1:17
3 Gá 1:10
4 Mt 10:30; Lc 12:7
5 Mt 5:12; Jn 14:2-3
sábado, 25 de junio de 2011
¿HAY ALGO SEGURO? ,NO, SOLO EN DIOS HAY SEGURIDAD
"A los ricos de este siglo manda que no… pongan la esperanza en las riquezas,… sino en el Dios vivo" 1 Timoteo 6:17
Durante la crisis financiera mundial de 2008, una viuda perdió un tercio de sus ingresos cuando las acciones bancarias dejaron de pagar dividendos al fracasar su confiable banco. El periódico Wall Street Journal citó su angustiosa reacción como un ejemplo de los sentimientos de muchas personas que fueron afectadas de manera similar: «Uno simplemente piensa, “No puede ser”. ¿Hay algo seguro?».
Las tragedias y las dificultades siempre sacuden la mente y el corazón. Nuestros mejores planes y esperanzas pueden ser destrozados por acontecimientos que no podemos controlar. En esos momentos de inestabilidad podemos aprender y examinar en lo profundo del corazón, cuáles y qué son los verdaderos valores que tenemos. También apreciamos la ayuda, el apoyo y que por lo menos seamos escuchados por otras personas. Por medio de las palabras de Pablo, Dios nos recuerda que sólo hay una fuente de verdadera seguridad y confianza en un mundo cambiante. Con una visión renovada, consideremos las palabras de Pablo: «A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna» (1 Timoteo 6:17-19).
Cuando nuestros recursos disminuyen no todo se viene abajo, no debemos desesperarnos o como dicen algunas personas “no nos ahoguemos en un vaso de agua”. En esos momentos podemos pensar en otros. Aprendí a través de un pastor la formula para no perder el gozo en difíciles circunstancias y se la comparto: “Cristo” primero, “Otros” segundo y “Yo” al ultimo. Si usted práctica esta formula podrá tener victoria sobre circunstancias económicas difíciles y no perderá el gozo y ayudará a otros.
En los momentos de crisis piense en otros y ayude a otros, recuerde que en esos tiempos podemos enriquecernos haciendo buenas obras, siendo amables, podemos gozarnos en las bendiciones de otros y podemos compartir de aquello que tenemos. Si la estabilidad financiera regresa, no nos aferremos tanto a lo monetario o material, sino confiemos únicamente en Dios, en esto consiste la vida de fe. Recuerde en este mundo de inestabilidad solo “estamos seguros sólo en Él”.
Reflexión: En momentos de incertidumbre, nuestra seguridad está solamente en Dios.
Durante la crisis financiera mundial de 2008, una viuda perdió un tercio de sus ingresos cuando las acciones bancarias dejaron de pagar dividendos al fracasar su confiable banco. El periódico Wall Street Journal citó su angustiosa reacción como un ejemplo de los sentimientos de muchas personas que fueron afectadas de manera similar: «Uno simplemente piensa, “No puede ser”. ¿Hay algo seguro?».
Las tragedias y las dificultades siempre sacuden la mente y el corazón. Nuestros mejores planes y esperanzas pueden ser destrozados por acontecimientos que no podemos controlar. En esos momentos de inestabilidad podemos aprender y examinar en lo profundo del corazón, cuáles y qué son los verdaderos valores que tenemos. También apreciamos la ayuda, el apoyo y que por lo menos seamos escuchados por otras personas. Por medio de las palabras de Pablo, Dios nos recuerda que sólo hay una fuente de verdadera seguridad y confianza en un mundo cambiante. Con una visión renovada, consideremos las palabras de Pablo: «A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna» (1 Timoteo 6:17-19).
Cuando nuestros recursos disminuyen no todo se viene abajo, no debemos desesperarnos o como dicen algunas personas “no nos ahoguemos en un vaso de agua”. En esos momentos podemos pensar en otros. Aprendí a través de un pastor la formula para no perder el gozo en difíciles circunstancias y se la comparto: “Cristo” primero, “Otros” segundo y “Yo” al ultimo. Si usted práctica esta formula podrá tener victoria sobre circunstancias económicas difíciles y no perderá el gozo y ayudará a otros.
En los momentos de crisis piense en otros y ayude a otros, recuerde que en esos tiempos podemos enriquecernos haciendo buenas obras, siendo amables, podemos gozarnos en las bendiciones de otros y podemos compartir de aquello que tenemos. Si la estabilidad financiera regresa, no nos aferremos tanto a lo monetario o material, sino confiemos únicamente en Dios, en esto consiste la vida de fe. Recuerde en este mundo de inestabilidad solo “estamos seguros sólo en Él”.
Reflexión: En momentos de incertidumbre, nuestra seguridad está solamente en Dios.
viernes, 24 de junio de 2011
«NUNCA LEVANTÓ LA VOZ SINO PARA CANTAR»
Vestida de blanco, la niñita de seis años de edad cantó en el culto religioso de la Iglesia Bautista en Filadelfia, Pensilvania. Era el año 1903. Con ese sencillo principio nació una cantante de voz extraordinaria, que conmovió al mundo.
Cantó en los mejores teatros de Europa en la década de 1920. Cantó para varios presidentes en la Casa Blanca de Washington, Estados Unidos. Fue la primera de su raza en cantar en la Casa de la Ópera Metropolitana de Nueva York. Y llenó estadios en todo el mundo, armonizando el espíritu de millones de personas con su hermosa voz.
En abril de 1993, a los noventa y siete años de edad, dio su último canto. Fue un suspiro, el suspiro que la trasladó a la eternidad.
¿Quién era esa extraordinaria mujer con una voz tan excepcional? Era Marian Anderson, la muy notable cantante negra de fama mundial. Entre los muchos comentarios que se hicieron de ella, tal vez el más recordado sea el de Arturo Toscanini, que dijo: «La suya es una voz que se escucha una vez cada cien años.» Pero el comentario más significativo fue el siguiente: «Nunca levantó la voz sino para cantar.»
No puede haber elogio más grande que el decir de alguien que nunca usó la voz sino para elevar el ánimo de los demás, para infundir aliento, para consolar al triste. Entre las causas grandes de esta vida, entre los móviles que mueven al bien, está el de levantar el espíritu del que se siente abandonado.
Al otro extremo está el que sólo habla para maldecir; el que nunca tiene una palabra de consuelo; el que sólo arroja amargura, desagrado, tormento y dolor; el que nunca sonríe, nunca alaba, nunca conforta, nunca alienta.
Jesucristo dijo en cierta ocasión: «De la abundancia del corazón habla la boca» (Mateo 12:34). Marian Anderson cantaba porque todo su corazón era un canto. De su interior salía el canto que animó a medio mundo a lo largo de casi un siglo entero. Su canto era su alma, y su alma era su canto.
Adaptando las palabras de Cristo, podríamos decir: «Del contenido del alma se expresa la voz.» Es decir, lo que tenemos en el corazón determina tanto las palabras que decimos como el tono de voz con que las emitimos.
¿Qué podemos hacer para cambiar nuestras palabras negativas en palabras positivas? Cambiar el contenido de nuestro corazón. A eso se debe que digamos con tanta insistencia que cuando Cristo mora en nuestro corazón, tenemos paz y gozo. Y las palabras que decimos y la actitud que tenemos reflejan ese gozo. Él quiere cambiar nuestra tristeza en paz. Démosle entrada hoy mismo. De hacerlo así, nuestra vida será, en su totalidad, una vida nueva. Dejémoslo entrar.
Cantó en los mejores teatros de Europa en la década de 1920. Cantó para varios presidentes en la Casa Blanca de Washington, Estados Unidos. Fue la primera de su raza en cantar en la Casa de la Ópera Metropolitana de Nueva York. Y llenó estadios en todo el mundo, armonizando el espíritu de millones de personas con su hermosa voz.
En abril de 1993, a los noventa y siete años de edad, dio su último canto. Fue un suspiro, el suspiro que la trasladó a la eternidad.
¿Quién era esa extraordinaria mujer con una voz tan excepcional? Era Marian Anderson, la muy notable cantante negra de fama mundial. Entre los muchos comentarios que se hicieron de ella, tal vez el más recordado sea el de Arturo Toscanini, que dijo: «La suya es una voz que se escucha una vez cada cien años.» Pero el comentario más significativo fue el siguiente: «Nunca levantó la voz sino para cantar.»
No puede haber elogio más grande que el decir de alguien que nunca usó la voz sino para elevar el ánimo de los demás, para infundir aliento, para consolar al triste. Entre las causas grandes de esta vida, entre los móviles que mueven al bien, está el de levantar el espíritu del que se siente abandonado.
Al otro extremo está el que sólo habla para maldecir; el que nunca tiene una palabra de consuelo; el que sólo arroja amargura, desagrado, tormento y dolor; el que nunca sonríe, nunca alaba, nunca conforta, nunca alienta.
Jesucristo dijo en cierta ocasión: «De la abundancia del corazón habla la boca» (Mateo 12:34). Marian Anderson cantaba porque todo su corazón era un canto. De su interior salía el canto que animó a medio mundo a lo largo de casi un siglo entero. Su canto era su alma, y su alma era su canto.
Adaptando las palabras de Cristo, podríamos decir: «Del contenido del alma se expresa la voz.» Es decir, lo que tenemos en el corazón determina tanto las palabras que decimos como el tono de voz con que las emitimos.
¿Qué podemos hacer para cambiar nuestras palabras negativas en palabras positivas? Cambiar el contenido de nuestro corazón. A eso se debe que digamos con tanta insistencia que cuando Cristo mora en nuestro corazón, tenemos paz y gozo. Y las palabras que decimos y la actitud que tenemos reflejan ese gozo. Él quiere cambiar nuestra tristeza en paz. Démosle entrada hoy mismo. De hacerlo así, nuestra vida será, en su totalidad, una vida nueva. Dejémoslo entrar.
miércoles, 22 de junio de 2011
POR COMERSE «EL CUENTO DEL TÍO»
El anciano tomó el billete de lotería en sus manos y pagó lo acordado. Se consideró muy dichoso de haber hecho el negocio, y se felicitó a sí mismo por su audacia. Era un billete de la lotería del estado de Florida, Estados Unidos, premiado con medio millón de dólares. Dos individuos se lo habían vendido en siete mil dólares, diciéndole que ellos no lo podían cobrar por ser inmigrantes ilegales.
Pero cuando Ceferino Cruz, de ochenta y un años de edad, se dirigió a cobrarlo, descubrió que era un billete falso. El anciano había sido engañado, y perdió todos sus ahorros. Con la moral destrozada, Ceferino se lanzó en su auto a un canal de agua, y murió ahogado.
Los llamados «cuentos del tío» abundan en nuestro mundo. Tenemos el del billete premiado, el de la herencia del tío rico, el del reloj Rolex de oro, y miles de cuentos más. Estos ladrones malvados son grandes psicólogos que saben elegir a sus víctimas. Saben apelar a su codicia. La policía de todo el mundo tiene registrados millares de casos como estos.
¿Por qué cae la gente en tales engaños? Por lo que se resume en una sola palabra: «avaricia». La avaricia es el paso que le sigue a la codicia. De todos los males del hombre, tal vez el peor mal es la avaricia. La avaricia impele al hombre a ser malvado, deshonesto, inmoral y criminal.
A nadie se le ocurriría poner la codicia a la par del homicidio, pero Dios sí lo hace. La declaración más fuerte que tenemos del carácter moral de Dios se encuentra en el decálogo, los Diez Mandamientos que Dios mismo le dio a Moisés.
El mandamiento número seis dice: «No matarás», y el número diez dice: «No codiciarás.» La verdad es que estos mismos Diez Mandamientos también dicen: «No tomarás el nombre de tu Dios en vano», «Honra a tu padre y a tu madre» y «No cometerás adulterio.» De modo que en este importantísimo documento divino, que revela el carácter de Dios, tenemos los extremos desde «No matarás» hasta «No codiciarás».
Si la codicia es un problema para nosotros, mientras no la controlemos sufriremos toda la vida a causa de decisiones torcidas. Pidámosle al Señor Jesucristo que sea el dueño de nuestra vida. Que nuestras motivaciones no obedezcan los impulsos de un corazón codicioso sino de un alma llena de la gracia de Dios. Si estamos llenos de su amor divino, tendremos éxito en esta vida. Cristo quiere ser nuestro Señor.
Pero cuando Ceferino Cruz, de ochenta y un años de edad, se dirigió a cobrarlo, descubrió que era un billete falso. El anciano había sido engañado, y perdió todos sus ahorros. Con la moral destrozada, Ceferino se lanzó en su auto a un canal de agua, y murió ahogado.
Los llamados «cuentos del tío» abundan en nuestro mundo. Tenemos el del billete premiado, el de la herencia del tío rico, el del reloj Rolex de oro, y miles de cuentos más. Estos ladrones malvados son grandes psicólogos que saben elegir a sus víctimas. Saben apelar a su codicia. La policía de todo el mundo tiene registrados millares de casos como estos.
¿Por qué cae la gente en tales engaños? Por lo que se resume en una sola palabra: «avaricia». La avaricia es el paso que le sigue a la codicia. De todos los males del hombre, tal vez el peor mal es la avaricia. La avaricia impele al hombre a ser malvado, deshonesto, inmoral y criminal.
A nadie se le ocurriría poner la codicia a la par del homicidio, pero Dios sí lo hace. La declaración más fuerte que tenemos del carácter moral de Dios se encuentra en el decálogo, los Diez Mandamientos que Dios mismo le dio a Moisés.
El mandamiento número seis dice: «No matarás», y el número diez dice: «No codiciarás.» La verdad es que estos mismos Diez Mandamientos también dicen: «No tomarás el nombre de tu Dios en vano», «Honra a tu padre y a tu madre» y «No cometerás adulterio.» De modo que en este importantísimo documento divino, que revela el carácter de Dios, tenemos los extremos desde «No matarás» hasta «No codiciarás».
Si la codicia es un problema para nosotros, mientras no la controlemos sufriremos toda la vida a causa de decisiones torcidas. Pidámosle al Señor Jesucristo que sea el dueño de nuestra vida. Que nuestras motivaciones no obedezcan los impulsos de un corazón codicioso sino de un alma llena de la gracia de Dios. Si estamos llenos de su amor divino, tendremos éxito en esta vida. Cristo quiere ser nuestro Señor.
martes, 21 de junio de 2011
«USTED NO TIENE NINGUNA ENFERMEDAD»
Primero sintió una molesta comezón en casi todo el cuerpo. Pensó que era alergia o picaduras de insectos. Pero la comezón siguió, y se complicó con cansancio y dolores en los brazos y las piernas.
Comenzó entonces para Patricia Delaney una larga e intensa odisea. La vieron veinticinco especialistas en Estados Unidos y Europa. Todos le dijeron lo mismo: «Usted, señora, no tiene ninguna enfermedad.» Pero la realidad era que Patricia sufría del mal de Hodgkin, cáncer glandular. Felizmente, por fin diagnosticaron su mal, y comenzó la etapa de recuperación.
Pero lo que le pasó a esta mujer, consultora industrial, le ocurre a muchas personas. Tienen una debilidad general. A su condición la acompañan fuertes dolores de cabeza y un desgano que no les permite estar activos. Entonces consultan médicos, recorren una ciudad tras otra y van de hospital en hospital, pero todos aseguran lo mismo: «Usted no tiene ninguna enfermedad.»
Esto es triste, y ocurre con más frecuencia de lo que las autoridades médicas están dispuestas a admitir. Pero hay algo que entristece aún más. Es cuando un hombre o una mujer van de un remedio a otro, de un consejero a otro, buscando la paz. Lo consultan todo: el horóscopo, el vaticinio, la adivinación, el augurio. Hasta se van tras religiones extrañas —el vudú, la hechicería, el satanismo—, todo para encontrar satisfacción en la vida. Y su búsqueda no produce más que desengaño.
¿Cuál es el mal universal que acosa al hombre? Es el pecado. Cuando el hombre infringe las leyes morales de Dios, acarrea consecuencias que él no entiende. No entiende por qué está triste. No entiende por qué no puede controlar sus apetitos. No entiende por qué sigue tras lo que lo destruye. Se está muriendo de temor, de confusión, de desesperación, y no comprende qué le está pasando.
Es que el ser humano necesita un Médico supremo, un Médico para la enfermedad universal, que es el pecado. Fuimos creados para funcionar de cierto modo, y cuando no seguimos las instrucciones, todo se vuelve confusión y desorden.
Jesucristo desea ser nuestro Salvador. Él es el Creador, y sabe cuál es nuestro mal y qué necesitamos para vivir en paz. Invitémoslo a que sea nuestro Salvador. Entreguémosle nuestra vida y sometámonos a su divina voluntad. Él nos ama intensamente y tiene la gracia y el poder para sanarnos de ese mal espiritual que nos agobia. Cristo quiere ser nuestro Salvador. Ya no busquemos más. Aceptemos su diagnóstico y la ayuda sobrenatural que nos ofrece.
Comenzó entonces para Patricia Delaney una larga e intensa odisea. La vieron veinticinco especialistas en Estados Unidos y Europa. Todos le dijeron lo mismo: «Usted, señora, no tiene ninguna enfermedad.» Pero la realidad era que Patricia sufría del mal de Hodgkin, cáncer glandular. Felizmente, por fin diagnosticaron su mal, y comenzó la etapa de recuperación.
Pero lo que le pasó a esta mujer, consultora industrial, le ocurre a muchas personas. Tienen una debilidad general. A su condición la acompañan fuertes dolores de cabeza y un desgano que no les permite estar activos. Entonces consultan médicos, recorren una ciudad tras otra y van de hospital en hospital, pero todos aseguran lo mismo: «Usted no tiene ninguna enfermedad.»
Esto es triste, y ocurre con más frecuencia de lo que las autoridades médicas están dispuestas a admitir. Pero hay algo que entristece aún más. Es cuando un hombre o una mujer van de un remedio a otro, de un consejero a otro, buscando la paz. Lo consultan todo: el horóscopo, el vaticinio, la adivinación, el augurio. Hasta se van tras religiones extrañas —el vudú, la hechicería, el satanismo—, todo para encontrar satisfacción en la vida. Y su búsqueda no produce más que desengaño.
¿Cuál es el mal universal que acosa al hombre? Es el pecado. Cuando el hombre infringe las leyes morales de Dios, acarrea consecuencias que él no entiende. No entiende por qué está triste. No entiende por qué no puede controlar sus apetitos. No entiende por qué sigue tras lo que lo destruye. Se está muriendo de temor, de confusión, de desesperación, y no comprende qué le está pasando.
Es que el ser humano necesita un Médico supremo, un Médico para la enfermedad universal, que es el pecado. Fuimos creados para funcionar de cierto modo, y cuando no seguimos las instrucciones, todo se vuelve confusión y desorden.
Jesucristo desea ser nuestro Salvador. Él es el Creador, y sabe cuál es nuestro mal y qué necesitamos para vivir en paz. Invitémoslo a que sea nuestro Salvador. Entreguémosle nuestra vida y sometámonos a su divina voluntad. Él nos ama intensamente y tiene la gracia y el poder para sanarnos de ese mal espiritual que nos agobia. Cristo quiere ser nuestro Salvador. Ya no busquemos más. Aceptemos su diagnóstico y la ayuda sobrenatural que nos ofrece.
lunes, 20 de junio de 2011
UNA ROSA DE AMISTAD
Era en Estados Unidos durante la segunda guerra mundial, y era un botón de rosa lleno de vida, pugnando por abrirse y llegar al máximo de su belleza. La familia Ninomiya, familia japonesa, derramó lágrimas de gratitud.
Conrad Holster, vecino de la familia en las cercanías de San Francisco, California, la había cultivado para darles la bienvenida. Y no sólo había cultivado esa rosa, sino que había cuidado del vivero de los Ninomiya durante los cuatro años que habían pasado en el campo de concentración.
La familia japonesa había comprado tierras cerca de San Francisco. Junto con su vecino, Conrad Holster, un norteamericano, habían cultivado rosas. Cuando estalló la guerra, los japoneses fueron internados en campos de concentración. Conrad, el vecino, cuidó como propio el vivero de ellos.
Lo que hizo de esa rosa todo un símbolo es que floreció en el tiempo en que el Japón había bombardeado a Pearl Harbor, puerto de la ciudad de Honolulu, y la familia Ninomiya era una de muchas familias japonesas bajo sospecha, lamentablemente odiadas por los norteamericanos. Pero este vecino vio más allá de su raza, su cultura y su religión.
«La amistad —dijo alguien metafóricamente— es la rosa con que se enriquece nuestro pobre barro humano.» Y es que la amistad verdadera, cuando es pura y profunda, supera todas las diferencias que nos separan.
El proverbista Salomón expresó algo muy interesante acerca de la amistad: «En todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempo de angustia» (Proverbios 17:17).
Si la amistad que decimos tener distingue entre uno y otro —entre un norteamericano y un japonés, entre un rico y un pobre, entre un letrado y un analfabeto, entre un católico y un protestante—, entonces no es amistad. El que ama sólo a los que están de su lado no tiene más que amor por conveniencia.
Jesucristo dijo: «Ustedes han oído que se dijo: “Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo.” Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen» (Mateo 5:43‑44). Si Cristo exige amor aun hacia el enemigo, ¡cuanto más hacia el que está separado de nosotros sólo por alguna diferencia de opinión!
Si nos falta amor —amor entre esposo y esposa, entre padre e hijo, entre un pueblo y otro, entre una religión y otra—, es porque no tenemos en nosotros el amor puro de Dios. No suframos más con odio. Cristo quiere cambiarnos con su amor.
Conrad Holster, vecino de la familia en las cercanías de San Francisco, California, la había cultivado para darles la bienvenida. Y no sólo había cultivado esa rosa, sino que había cuidado del vivero de los Ninomiya durante los cuatro años que habían pasado en el campo de concentración.
La familia japonesa había comprado tierras cerca de San Francisco. Junto con su vecino, Conrad Holster, un norteamericano, habían cultivado rosas. Cuando estalló la guerra, los japoneses fueron internados en campos de concentración. Conrad, el vecino, cuidó como propio el vivero de ellos.
Lo que hizo de esa rosa todo un símbolo es que floreció en el tiempo en que el Japón había bombardeado a Pearl Harbor, puerto de la ciudad de Honolulu, y la familia Ninomiya era una de muchas familias japonesas bajo sospecha, lamentablemente odiadas por los norteamericanos. Pero este vecino vio más allá de su raza, su cultura y su religión.
«La amistad —dijo alguien metafóricamente— es la rosa con que se enriquece nuestro pobre barro humano.» Y es que la amistad verdadera, cuando es pura y profunda, supera todas las diferencias que nos separan.
El proverbista Salomón expresó algo muy interesante acerca de la amistad: «En todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempo de angustia» (Proverbios 17:17).
Si la amistad que decimos tener distingue entre uno y otro —entre un norteamericano y un japonés, entre un rico y un pobre, entre un letrado y un analfabeto, entre un católico y un protestante—, entonces no es amistad. El que ama sólo a los que están de su lado no tiene más que amor por conveniencia.
Jesucristo dijo: «Ustedes han oído que se dijo: “Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo.” Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen» (Mateo 5:43‑44). Si Cristo exige amor aun hacia el enemigo, ¡cuanto más hacia el que está separado de nosotros sólo por alguna diferencia de opinión!
Si nos falta amor —amor entre esposo y esposa, entre padre e hijo, entre un pueblo y otro, entre una religión y otra—, es porque no tenemos en nosotros el amor puro de Dios. No suframos más con odio. Cristo quiere cambiarnos con su amor.
PRUEBAS Y SUFRIMIENTO
¿Por qué sufrir?
"Bienaventurados los pobres en espíritu" Mateo 5:3
Jesús enseñó que el sufrimiento visto desde la perspectiva de Dios, se inclina a favor del oprimido y produce mucho bien al alma. Hay ciertas situaciones que a veces pensamos que nos ocasionan perdida, pero en realidad traen mucho bien a nuestra vida. Esta enseñanza aparece en el Sermón del Monte y en otras declaraciones del Señor: los primeros serán postreros (Mateo 19:30; Marcos 10:31; Lucas 13:30) y, el que se humilla será enaltecido (Lucas 14:11,18:14). Pero ¿por qué escogería Dios a los oprimidos para brindarles una atención especial? Veamos algunos beneficios:
1. El sufrimiento nos ayuda a darnos cuenta de nuestra imperiosa necesidad de Dios y de la redención.
2. El sufrimiento nos ayuda a experimentar dependencia de Dios e interdependencia con otras personas.
3. El sufrimiento nos ayuda a distinguir entre las necesidades y los lujos.
4. El sufrimiento nos ayuda a invertir tiempo en Su presencia, porque en la desesperación clamamos a Dios.
Aquellos que vemos nuestra pobreza y necesidad, aquellos que lloramos ante la injusticia y sufrimos haciendo la Voluntad de Dios somos bendecidos. Diariamente luchamos con nuestra autosuficiencia. En el momento del sufrimiento, es cuando debemos recurrir a alguien que nos fortalezca. No seamos personas autosuficientes, orgullosas, o altivas que vivimos la vida dependiendo de nuestra capacidad, talento, personalidad, discernimiento o conocimiento, porque todo esto es limitado y humano. Humillémonos y dependamos sobre todo del único Dios, que es Eterno, Altísimo, Todopoderoso, Omnisciente y que como dice el profeta, tiene “planes para lo bueno y no para lo malo, para darnos un futuro y una esperanza” (Jer. 29:11 NTV).
Reflexión: Cuanto más débiles nos sentimos, tanto más nos apoyamos en Dios.
"Bienaventurados los pobres en espíritu" Mateo 5:3
Jesús enseñó que el sufrimiento visto desde la perspectiva de Dios, se inclina a favor del oprimido y produce mucho bien al alma. Hay ciertas situaciones que a veces pensamos que nos ocasionan perdida, pero en realidad traen mucho bien a nuestra vida. Esta enseñanza aparece en el Sermón del Monte y en otras declaraciones del Señor: los primeros serán postreros (Mateo 19:30; Marcos 10:31; Lucas 13:30) y, el que se humilla será enaltecido (Lucas 14:11,18:14). Pero ¿por qué escogería Dios a los oprimidos para brindarles una atención especial? Veamos algunos beneficios:
1. El sufrimiento nos ayuda a darnos cuenta de nuestra imperiosa necesidad de Dios y de la redención.
2. El sufrimiento nos ayuda a experimentar dependencia de Dios e interdependencia con otras personas.
3. El sufrimiento nos ayuda a distinguir entre las necesidades y los lujos.
4. El sufrimiento nos ayuda a invertir tiempo en Su presencia, porque en la desesperación clamamos a Dios.
Aquellos que vemos nuestra pobreza y necesidad, aquellos que lloramos ante la injusticia y sufrimos haciendo la Voluntad de Dios somos bendecidos. Diariamente luchamos con nuestra autosuficiencia. En el momento del sufrimiento, es cuando debemos recurrir a alguien que nos fortalezca. No seamos personas autosuficientes, orgullosas, o altivas que vivimos la vida dependiendo de nuestra capacidad, talento, personalidad, discernimiento o conocimiento, porque todo esto es limitado y humano. Humillémonos y dependamos sobre todo del único Dios, que es Eterno, Altísimo, Todopoderoso, Omnisciente y que como dice el profeta, tiene “planes para lo bueno y no para lo malo, para darnos un futuro y una esperanza” (Jer. 29:11 NTV).
Reflexión: Cuanto más débiles nos sentimos, tanto más nos apoyamos en Dios.
martes, 14 de junio de 2011
«ESTOY HARTO DE... BORGES»
" ESTOY HARTO DE MI MISMO".
(25 Aniversario de la Muerte de Jorge Luis Borges)
Se arrellanó cómodamente en el amplio sillón de cuero, miró a lo lejos con los ojos que sólo veían sombras, y mientras esbozaba una de sus características sonrisas, entre seria y burlona, dijo con voz serena: «Ya he cometido la imprudencia de vivir más de ochenta años. Si es que todavía espero algo, es la muerte, con cierta impaciencia.»
El periodista se quedó mirando extrañado al enigmático personaje que acababa de pronunciar esas palabras, Jorge Luis Borges, uno de los genios literarios del siglo xx. «La idea de que uno va a desaparecer totalmente es agradable, reconfortante —afirmó Borges—. Por lo menos, lo es para mí... Sería horrible seguir siendo, y sobre todo, seguir siendo Borges. Estoy harto de él....
»Hace bastante tiempo que deseché la idea del suicidio; yo creo que, desde que perdí la vista, me interesó tanto haber perdido la vista que... me interesó menos la idea de perder la vida... Antes de mi ceguera pensé muchas veces suicidarme, pero siempre me reservé ese consuelo para más adelante y ahora ya es un poco tarde; yo creo que ya no necesito suicidarme... tengo ya demasiados años —concluyó—: en cualquier momento el tiempo me suicida.»1
No obstante, Borges vivió seis años más. Cuando murió el 14 de junio de 1986, faltaban sólo dos meses para que cumpliera ochenta y siete años.
«He escrito mucho sobre Dios —había expresado—, inclusive he escrito una demostración casi humorística sobre su existencia. Pero al fin de cuentas, no sé si creo en Dios... Yo no entiendo a Unamuno, porque Unamuno escribió que Dios para él era proveedor de inmortalidad, que no podía creer en un Dios que no creyera en la inmortalidad. Yo no veo nada de eso.»2
Ahí está la solución del enigma. Borges confesó que no veía nada. Había perdido no sólo la vista física sino también la espiritual. Estaba convencido de que su destino era morir ciego, pues así habían muerto su padre, su abuela paterna y su bisabuelo.3 Pero si bien habría de morir ciego en lo físico, no tenía por qué morir ciego en lo espiritual. Porque Dios envió a su Hijo Jesucristo al mundo a dar vista a los ciegos4 y a dar su vida por ellos para que no tuvieran que morir ciegos espiritualmente.
A diferencia de Unamuno, a Borges le costó mucho creer que Dios era proveedor de inmortalidad. Es decir, le costó reconocer que a Cristo le costó la vida proveernos vida eterna. Más vale que en ese sentido nos asemejemos a Unamuno y no a Borges. Porque cuando perdemos la fe y la esperanza de vida eterna, nos hartamos de nosotros mismos y nos impacientamos por ver llegar el día de nuestra muerte. En cambio, cuando vibramos con esa fe y esa esperanza, no nos hartamos de nosotros mismos porque tenemos la vista fijada en Cristo, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe,5 y lo que nos impacienta es ver llegar el día en que comenzaremos a vivir con Él eternamente.
1 Esteban Peicovich, Borges, el palabrista (Madrid: Editorial Letra Viva, S.A., 1980), pp. 36,164-65.
2 Ibíd., pp. 43,44.
3 Ibíd., p. 40.
4 Lc 4:18
5 Heb 12:2
(25 Aniversario de la Muerte de Jorge Luis Borges)
Se arrellanó cómodamente en el amplio sillón de cuero, miró a lo lejos con los ojos que sólo veían sombras, y mientras esbozaba una de sus características sonrisas, entre seria y burlona, dijo con voz serena: «Ya he cometido la imprudencia de vivir más de ochenta años. Si es que todavía espero algo, es la muerte, con cierta impaciencia.»
El periodista se quedó mirando extrañado al enigmático personaje que acababa de pronunciar esas palabras, Jorge Luis Borges, uno de los genios literarios del siglo xx. «La idea de que uno va a desaparecer totalmente es agradable, reconfortante —afirmó Borges—. Por lo menos, lo es para mí... Sería horrible seguir siendo, y sobre todo, seguir siendo Borges. Estoy harto de él....
»Hace bastante tiempo que deseché la idea del suicidio; yo creo que, desde que perdí la vista, me interesó tanto haber perdido la vista que... me interesó menos la idea de perder la vida... Antes de mi ceguera pensé muchas veces suicidarme, pero siempre me reservé ese consuelo para más adelante y ahora ya es un poco tarde; yo creo que ya no necesito suicidarme... tengo ya demasiados años —concluyó—: en cualquier momento el tiempo me suicida.»1
No obstante, Borges vivió seis años más. Cuando murió el 14 de junio de 1986, faltaban sólo dos meses para que cumpliera ochenta y siete años.
«He escrito mucho sobre Dios —había expresado—, inclusive he escrito una demostración casi humorística sobre su existencia. Pero al fin de cuentas, no sé si creo en Dios... Yo no entiendo a Unamuno, porque Unamuno escribió que Dios para él era proveedor de inmortalidad, que no podía creer en un Dios que no creyera en la inmortalidad. Yo no veo nada de eso.»2
Ahí está la solución del enigma. Borges confesó que no veía nada. Había perdido no sólo la vista física sino también la espiritual. Estaba convencido de que su destino era morir ciego, pues así habían muerto su padre, su abuela paterna y su bisabuelo.3 Pero si bien habría de morir ciego en lo físico, no tenía por qué morir ciego en lo espiritual. Porque Dios envió a su Hijo Jesucristo al mundo a dar vista a los ciegos4 y a dar su vida por ellos para que no tuvieran que morir ciegos espiritualmente.
A diferencia de Unamuno, a Borges le costó mucho creer que Dios era proveedor de inmortalidad. Es decir, le costó reconocer que a Cristo le costó la vida proveernos vida eterna. Más vale que en ese sentido nos asemejemos a Unamuno y no a Borges. Porque cuando perdemos la fe y la esperanza de vida eterna, nos hartamos de nosotros mismos y nos impacientamos por ver llegar el día de nuestra muerte. En cambio, cuando vibramos con esa fe y esa esperanza, no nos hartamos de nosotros mismos porque tenemos la vista fijada en Cristo, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe,5 y lo que nos impacienta es ver llegar el día en que comenzaremos a vivir con Él eternamente.
1 Esteban Peicovich, Borges, el palabrista (Madrid: Editorial Letra Viva, S.A., 1980), pp. 36,164-65.
2 Ibíd., pp. 43,44.
3 Ibíd., p. 40.
4 Lc 4:18
5 Heb 12:2
sábado, 11 de junio de 2011
EL BAUTISMO : LA ENSEÑANZA CLARA DE LA BIBLIA
PASAJE CLAVE: Mateo 3.15-17 | LECTURAS DE APOYO: Salmo 107.2 | Mateo 28.18-20 | Marcos 8.38; 16.16
Lucas 23.42-43 | Juan 1:12; 3.3 | Hechos 8.35-37; 16.31 | Romanos 6.4-5, 22-23; 10.9 | 1 Corintios 12.13
2 Corintios 5.17 | Efesios 2.8-9; 4.5 | 1 Pedro 1.18
INRODUCCION:
1.¿ Qué es el Bautismo y cuándo celebrarlo ?
2.El bautismo del Señor Jesús
3.El bautismo no equivale a la Salvación
4.¿ Quién debe ser bautizado ?
5.¿ Cómo debemos ser bautizados ?
6.seis razones por las cuales todo creyente debe ser bautizado
7.Conclusión
Lucas 23.42-43 | Juan 1:12; 3.3 | Hechos 8.35-37; 16.31 | Romanos 6.4-5, 22-23; 10.9 | 1 Corintios 12.13
2 Corintios 5.17 | Efesios 2.8-9; 4.5 | 1 Pedro 1.18
INRODUCCION:
1.¿ Qué es el Bautismo y cuándo celebrarlo ?
2.El bautismo del Señor Jesús
3.El bautismo no equivale a la Salvación
4.¿ Quién debe ser bautizado ?
5.¿ Cómo debemos ser bautizados ?
6.seis razones por las cuales todo creyente debe ser bautizado
7.Conclusión
PROYECTO BENDICION
Proyecto de Bendición
"La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros" Col. 3:16
En mayo del 2009, cuando Carlos Hayward murió, a los 87 años, dejó un legado para sus hijos y nietos. Él y su esposa Virginia habían servido fielmente como misioneros en India y en Sudáfrica durante muchos años. De todos modos, cuando cumplió 73 años, él comenzó a seleccionar y memorizar pasajes de la Biblia con el propósito de «acabar bien», con su mente llena de la verdad de Dios. Denominó su proyecto: «Plan de memorización de toda la Biblia». Sus hijos lo llaman: «La lista de Carlos». Escogió un versículo lema (Colosenses 3:16), al menos uno de cada libro del Antiguo Testamento, como mínimo otro de cada libro del Nuevo Testamento, y un versículo o más de cada capítulo de las Epístolas. Comenzó con Génesis 15:6, «y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia», y terminó con Apocalipsis 22:17, «y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente».
En total, Carlos memorizó 239 versículos. Me recuerda al salmista, que escribió: «En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti» (119:11). Al igual que Carlos, el salmista meditaba y se deleitaba en la Palabra de Dios (vs. 15-16). ¿Qué mejor objetivo podríamos tener que llenar nuestras mentes con la verdad del Señor?
Reflexión: “Estudiar y memorizar la Palabra de Dios es como plantar semillas que dan como fruto una vida piadosa, bendecida y recta.”
Autor: Editores de Nuestro Pan Diario.
Oportunidad de Ministerio Voluntario: “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura" Mr.16:15. Este es un mandato para todos y te contamos que predicar el Evangelio es el propósito principal de BBN Chat. ¿Deseas ser parte del proyecto y la bendición? Escríbeme y te ayudaré a ser parte de la Gran comisión y encargo que Jesucristo nos dejo. Proverbios dice: “El que gana almas es sabio…y el testigo verdadero libra las almas” (Pr. 11:30, 14:25)
Necesitamos tu Ayuda: Por favor no te olvides de promocionar el Instituto Bíblico de BBN (www.bbnbi.org - español) para que podamos ayudar a otros a conocer la Palabra de Dios. Cuéntales a tus amigos, familiares, hermanos en Cristo y aun a tu pastor. Todos necesitamos el Tesoro que Dios nos ha dejado en el corazón.
Nueva Posibilidad: ¡Amigos recuerden que la aplicación de BBN para iPhone/iPod está disponible de manera gratuita en el App Store! ¡Con la aplicación de BBN podrán escuchar BBN en vivo! ¡Bendiciones!
"La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros" Col. 3:16
En mayo del 2009, cuando Carlos Hayward murió, a los 87 años, dejó un legado para sus hijos y nietos. Él y su esposa Virginia habían servido fielmente como misioneros en India y en Sudáfrica durante muchos años. De todos modos, cuando cumplió 73 años, él comenzó a seleccionar y memorizar pasajes de la Biblia con el propósito de «acabar bien», con su mente llena de la verdad de Dios. Denominó su proyecto: «Plan de memorización de toda la Biblia». Sus hijos lo llaman: «La lista de Carlos». Escogió un versículo lema (Colosenses 3:16), al menos uno de cada libro del Antiguo Testamento, como mínimo otro de cada libro del Nuevo Testamento, y un versículo o más de cada capítulo de las Epístolas. Comenzó con Génesis 15:6, «y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia», y terminó con Apocalipsis 22:17, «y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente».
En total, Carlos memorizó 239 versículos. Me recuerda al salmista, que escribió: «En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti» (119:11). Al igual que Carlos, el salmista meditaba y se deleitaba en la Palabra de Dios (vs. 15-16). ¿Qué mejor objetivo podríamos tener que llenar nuestras mentes con la verdad del Señor?
Reflexión: “Estudiar y memorizar la Palabra de Dios es como plantar semillas que dan como fruto una vida piadosa, bendecida y recta.”
Autor: Editores de Nuestro Pan Diario.
Oportunidad de Ministerio Voluntario: “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura" Mr.16:15. Este es un mandato para todos y te contamos que predicar el Evangelio es el propósito principal de BBN Chat. ¿Deseas ser parte del proyecto y la bendición? Escríbeme y te ayudaré a ser parte de la Gran comisión y encargo que Jesucristo nos dejo. Proverbios dice: “El que gana almas es sabio…y el testigo verdadero libra las almas” (Pr. 11:30, 14:25)
Necesitamos tu Ayuda: Por favor no te olvides de promocionar el Instituto Bíblico de BBN (www.bbnbi.org - español) para que podamos ayudar a otros a conocer la Palabra de Dios. Cuéntales a tus amigos, familiares, hermanos en Cristo y aun a tu pastor. Todos necesitamos el Tesoro que Dios nos ha dejado en el corazón.
Nueva Posibilidad: ¡Amigos recuerden que la aplicación de BBN para iPhone/iPod está disponible de manera gratuita en el App Store! ¡Con la aplicación de BBN podrán escuchar BBN en vivo! ¡Bendiciones!
viernes, 3 de junio de 2011
UN POETA EN SU TIERRA UNA PALABRA ESPECIAL
UN POETA EN SU TIERRA
por Carlos Rey
Se le vio, caminando entre fusiles,
por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas, de la madrugada.
Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos
no osó mirarle la cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Dios te salva!
Muerto cayó Federico
—sangre en la frente y plomo en las entrañas—.
... Que fue en Granada el crimen
sabed —¡pobre Granada!—, en su Granada...
Estos versos del poema titulado «El crimen fue en Granada» aparecieron por primera vez en el periódico «Ayuda» el 17 de octubre de 1936. Con ellos Antonio Machado ponía el dedo en la llaga que dejó la muerte de su compatriota Federico García Lorca. Éste nació en Fuente Vaqueros, Granada, en 1898. El joven Federico se educó en un colegio jesuita y, ante la insistencia de su padre, a duras penas se licenció en Derecho por la Universidad de Granada. Pero pronto abandonó esa carrera para estudiar lo que lo apasionaba: la literatura, la pintura y la música.
A García Lorca se le llegó a considerar el poeta más genial de la generación «vanguardista» de 1927. Pero su extraordinario éxito como poeta y dramaturgo no evitó que en plena capacidad creadora lo sorprendiera la Guerra Civil de 1936. Fue trágicamente «en su Granada» que lo ejecutaron los nacionalistas por el «crimen» de ser izquierdista, a pesar de que jamás había intervenido en política. Con razón Machado le rindió tributo poético apenas dos meses después de que fuera asesinado. Irónicamente, mientras la fama de García Lorca se extendía por el mundo entero, en España habrían de quedar silenciadas sus obras durante dieciocho largos años.1
Por algo será que dice el refrán: «Nadie es profeta en su tierra.» Es un refrán bíblico que Jesucristo hizo famoso.2 Lo pronunció a modo de predicción porque a Él también lo habrían de ejecutar los suyos, sin razón, en su tierra.3 Pero a diferencia de García Lorca, Cristo no fue ejecutado sin querer. Él se entregó a la muerte para salvar eternamente a todos los que creyeran en él y en sus obras, incluso sus verdugos. Ahora Cristo espera que no lo rechacemos como su amada Jerusalén que mataba a los profetas,4 sino que lo aceptemos como nuestro Salvador.5 Así en nuestro caso su muerte no habrá sido en vano, y sus obras, lejos de quedar silenciadas, serán proclamadas6 a los cuatro vientos por aquellos a quienes salvó con la sangre que vertió en las afueras de su Jerusalén.
1Antonio Machado, «El crimen fue en Granada»: A Federico García Lorca, publicado en Colección Alianza Cien: Arturo Ramoneda, Antonio Machado, Antología poética (Madrid: Alianza Editorial, 1995), pp. 90-91; y Diego Marín, Literatura española, Tomo 2: Época moderna (New York: Holt, Rinehart and Winston, 1968), pp. 360-63.
2Mt 13:57; Mr 6:4
3Mt 20:18-19; Mr 10:33-34; Lc 18:31-33; Jn 1:11
4Mt 23:37; Lc 13:34
51Ti 2:3-4; 4:10; 1Jn 4:14
61P 2:9
www.conciencia.net
por Carlos Rey
Se le vio, caminando entre fusiles,
por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas, de la madrugada.
Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos
no osó mirarle la cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Dios te salva!
Muerto cayó Federico
—sangre en la frente y plomo en las entrañas—.
... Que fue en Granada el crimen
sabed —¡pobre Granada!—, en su Granada...
Estos versos del poema titulado «El crimen fue en Granada» aparecieron por primera vez en el periódico «Ayuda» el 17 de octubre de 1936. Con ellos Antonio Machado ponía el dedo en la llaga que dejó la muerte de su compatriota Federico García Lorca. Éste nació en Fuente Vaqueros, Granada, en 1898. El joven Federico se educó en un colegio jesuita y, ante la insistencia de su padre, a duras penas se licenció en Derecho por la Universidad de Granada. Pero pronto abandonó esa carrera para estudiar lo que lo apasionaba: la literatura, la pintura y la música.
A García Lorca se le llegó a considerar el poeta más genial de la generación «vanguardista» de 1927. Pero su extraordinario éxito como poeta y dramaturgo no evitó que en plena capacidad creadora lo sorprendiera la Guerra Civil de 1936. Fue trágicamente «en su Granada» que lo ejecutaron los nacionalistas por el «crimen» de ser izquierdista, a pesar de que jamás había intervenido en política. Con razón Machado le rindió tributo poético apenas dos meses después de que fuera asesinado. Irónicamente, mientras la fama de García Lorca se extendía por el mundo entero, en España habrían de quedar silenciadas sus obras durante dieciocho largos años.1
Por algo será que dice el refrán: «Nadie es profeta en su tierra.» Es un refrán bíblico que Jesucristo hizo famoso.2 Lo pronunció a modo de predicción porque a Él también lo habrían de ejecutar los suyos, sin razón, en su tierra.3 Pero a diferencia de García Lorca, Cristo no fue ejecutado sin querer. Él se entregó a la muerte para salvar eternamente a todos los que creyeran en él y en sus obras, incluso sus verdugos. Ahora Cristo espera que no lo rechacemos como su amada Jerusalén que mataba a los profetas,4 sino que lo aceptemos como nuestro Salvador.5 Así en nuestro caso su muerte no habrá sido en vano, y sus obras, lejos de quedar silenciadas, serán proclamadas6 a los cuatro vientos por aquellos a quienes salvó con la sangre que vertió en las afueras de su Jerusalén.
1Antonio Machado, «El crimen fue en Granada»: A Federico García Lorca, publicado en Colección Alianza Cien: Arturo Ramoneda, Antonio Machado, Antología poética (Madrid: Alianza Editorial, 1995), pp. 90-91; y Diego Marín, Literatura española, Tomo 2: Época moderna (New York: Holt, Rinehart and Winston, 1968), pp. 360-63.
2Mt 13:57; Mr 6:4
3Mt 20:18-19; Mr 10:33-34; Lc 18:31-33; Jn 1:11
4Mt 23:37; Lc 13:34
51Ti 2:3-4; 4:10; 1Jn 4:14
61P 2:9
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