Dios quiere que su familia tenga éxito y prospere, y Él le ha dado el plano para que la felicidad de su familia sea posible. La Biblia contiene principios sólidos como la roca sobre los cuales usted puede construir una familia fuerte.
Romanos 12:2: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”
TESORO BÍBLICO:
El que muere con el mayor número de juguetes es el que gana. ¿Es eso tener éxito? ¿O que se cumplan sus sueños? ¿Tener todo lo que quiere? ¿Ganar suficiente dinero para no tener que trabajar más? ¿Podemos decirle lo que es tener éxito? Y lo decimos sin titubeo alguno. Éxito es la realización progresiva de la voluntad de Dios llevada a cabo en su vida. Eso es el éxito. No es la cantidad de dinero que tenga, ni lo famoso que usted sea, ni qué tan sano esté, ni el número de amigos que tenga, ni la cantidad de juguetes que posea. El éxito es, nada menos y nada más, que la realización progresiva de la voluntad de Dios en su vida.
PUNTO DE ACCIÓN:
¿Desea conocer la voluntad de Dios? ¿Quiere que el deseo de su corazón se convierta en realidad? Lea Miqueas 6:8. ¿Qué es lo que requiere Dios de usted? Lea Salmo 37:4. ¿Qué le está llamando Dios a hacer?
LOS CIMIENTOS DE UNA FAMILIA
Note el cimiento que Dios puso para la familia. En la creación, Dios formó a Eva de una de las costillas de Adán, para que sea su ayuda y su complemento. Luego Dios ofició la primera ceremonia matrimonial y bendijo la unión de por vida de un hombre y una mujer.
Génesis 2:18 dice: “Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él.” Y así lo hizo, pronunció los primeros votos matrimoniales: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2:24).
Sépalo en forma precisa y clara: ¡Dios es el arquitecto del hogar! Si su familia va a enfrentar las tormentas que vendrán, debe anclarse firmemente a la Palabra de Dios y sus promesas y mandatos para su hogar.
Me gusta el Salmo 127:1 que dice: “Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican.” Construir un hogar es un asunto muy complicado que requiere mucho más que ingenio y sabiduría humanos para lograrlo. Usted necesita un plan divino y un Constructor divino para construir un hogar cristiano feliz, fructífero y próspero. El Constructor y ese plan son Jesucristo y su Palabra.
LA FLEXIBILIDAD DE UNA FAMILIA
¿Sabía que el largo del gran Puente “Golden Gate”, en San Francisco, California, oscila como veinte pies o seis metros? Las dos torres de ese puente están sólidamente ancladas; sin embargo ese puente suspendido se puede mover un poco y mantener su fortaleza.
¡Qué hermoso cuadro de un hogar cristiano feliz y saludable! Su familia necesita alguna flexibilidad, espacio para moverse. No estoy hablando de no tener reglas. Estoy hablando de la familia que ríe y se divierte junta: un hogar en donde sus integrantes no “hacen montañas de un grano de arena”, y en donde una palabra de perdón está siempre a flor de labios.
Primera Corintios 13:4-8 tiene mucho que decir que se aplica al amor que necesitamos mostrar en nuestras familias:
“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.”
¿Desea un matrimonio feliz? ¿Quiere tener una familia exitosa? Entonces aprendan a amarse los unos a los otros, a ser generosos dadores de gracia. Elimine algo del estrés de usted mismo, de su cónyuge y de sus hijos. Haga de su hogar un lugar de amor y de alegría.
EL FRUTO DE LA FAMILIA
Hay tres verdades muy importantes en el Salmo127 acerca de la felicidad que traen los hijos al hogar. Primero, los hijos son deseados. Salmo 127:3 dice: “He aquí, herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre.”
Segundo, los hijos son manejables. Salmo 127:4: “Como saetas en mano del valiente, así son los hijos habidos en la juventud.” Y cuando son criados, nutridos y amonestados por el Señor, esos hijos son confiables. Salmo 127:5: “Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos; no será avergonzado cuando hablare con los enemigos en la puerta.”
Los hijos no son una carga, sino una bendición. Feliz es el hogar donde los niños son bienvenidos y amados, como si diéramos la bienvenida y amáramos al Señor Jesucristo mismo. Mateo 18:5 dice: “Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a Mí me recibe.”
Debemos empezar hoy mismo a recuperar nuestras familias. De otra manera el mundo llegará a ser el padre de nuestros hijos. Usted puede empezar hoy con estos principios. Y oro para que su familia tenga éxito y para que la Palabra de Dios traiga avivamiento y una renovada entrega de usted y los suyos.
La vida espiritual de los hijos...
Nuestros hijos necesitan conocer la Biblia. Deben alimentarse de ella a diario así como se alimentan físicamente, mediante la lectura personal y familiar. De lo contrario, llegan a ser endebles espiritualmente.
Así mismo, nuestros hijos necesitan ejercitarse en la oración. Ésta también forma parte de nuestra dieta espiritual cotidiana. Al igual que la lectura de la Biblia, debe practicarse tanto en privado como en familia.
Por último, nuestros hijos se fortalecen espiritualmente y se mantienen fuertes si combinamos el estudio de la Palabra de Dios con la oración. A esto algunos lo llaman un tiempo devocional, y otros, el altar familiar. Durante estos tiempos espirituales, de ser posible todos los días, la familia entera se reúne unos minutos para leer y comentar un pasaje de la Biblia, seguido de oración en conjunto. No debemos preocuparnos tanto por que estas reuniones sean largas como por ir creando una tradición espiritual en nuestro hogar. Es más, tal vez sea mejor que las abreviemos, no sea que arriesguemos innecesariamente la continuidad de la tradición.
Recordemos que fue Dios quien estableció la magna institución que conocemos como la familia. Si no lo hemos hecho, entreguémosle nuestra vida y nuestro hogar a Él para que nos ayude a contrarrestar la desintegración familiar que está plagando todas las sociedades del mundo. Cristo no sólo quiere ser el Señor y Salvador de nuestra vida, sino que desea posesionarse como Señor y Salvador de nuestra familia y de nuestro hogar (Hechos 16:31). Basta con que le pidamos que lo haga para que suceda, y así reine en nuestro hogar en pro de una familia íntegra.
Cómo fortalecer los vínculos familiares y mantenerlos fuertes...
El primer vínculo familiar que debemos fortalecer es horizontal: el del matri-monio. De él depende toda la familia. Debemos, pues, acercarnos a nuestro cónyuge, manifestándole amor y comprensión. El esposo debe amar y cuidar a su esposa, y la esposa debe aceptar al esposo como cabeza del hogar (Efesios 5:33; Colosenses 3:18-19). La armonía conyugal es algo que obtenemos con esfuerzo. Viene cuando determinamos hacer a un lado el egoísmo.
El segundo vínculo que hay que fortalecer es vertical: el de los hijos. Tenemos que aprender a mostrarles amor y a imponerles disciplina de una manera equilibrada. Nuestros hijos necesitan saber que no los amamos por lo que hacen sino porque son nuestros hijos. Y necesitan aprender que hay que respetar ciertas leyes, y que mamá y papá tienen la responsabilidad de imponer la disciplina, por amor y con amor, cuando lo consideran necesario.
El tercer y último vínculo que nos urge fortalecer por ser el más importante es vertical al igual que el segundo. Se trata del vínculo espiritual, el que establece que en nuestro hogar Dios ocupa el primer lugar. Si fortalecemos este vínculo, nos ayuda a mantener fuertes los otros dos. En cambio, si lo descuidamos, corremos el riesgo de que se debiliten.
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