LA NECESIDAD DEL PERDÓN
"Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores" Mateo 6:12
¡Cuando siento que me han tratado injustamente, puedo idear cien razones para no perdonar! “Tiene que aprender una lección”. “Dejaré que sufra por un rato; le hará bien”. “No me corresponde a mí dar el primer paso”… Cuando finalmente me ablando hasta el punto de conceder el perdón, parece que hubiera dado un salto de la lógica dura, a la sensiblería.
Un factor que me motiva a perdonar es que, como cristiano, se me ordena hacerlo, ya que soy el hijo de un Padre que perdona. Jesús dijo:”Perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas” Marcos 11:25.
Pero más allá de eso, puedo identificar tres razones:
Primero, el perdón detiene el ciclo de la culpa y el dolor, rompiendo la cadena de la falta de gracia. Sin perdonar, permanecemos atados a las personas que no hemos perdonado, como en un círculo vicioso.
Segundo, el perdón aminora el dominio de la culpabilidad en el que cometió la falta. Permite la posibilidad de transformación en la parte culpable, aun cuando todavía se requiere un castigo justo.
Tercero, el perdón crea una conexión extraordinaria, colocando al perdonador del mismo lado que la parte que hizo el mal. No somos tan diferentes del malhechor como nos gustaría pensar, por cuanto también nosotros debemos pedirle a nuestro Padre celestial, “… perdónanos nuestras deudas” Mateo 6:12.
Reflexión: Quien no puede perdonar a los demás quema el puente sobre el cual el mismo deberá pasar. –Herbert
Editores de Nuestro Pan Diario
EL ALTO COSTO DE LA FALTA DE PERDÓN
-La falta de perdón nos roba el perdón de Dios. (Marcos 11:25)
-La falta de perdón hace crecer la raíz de amargura. (Hebreos 12:15)
-La falta de perdón abre la puerta de nuestra vida a Satanás. (2 Corintios 2:10–11)
-La falta de perdón nos hace andar en tinieblas. (1 Juan 2:9–11)
-La falta de perdón es del diablo. (Santiago 3:14–15)
-La falta de perdón refleja un corazón sin Dios. (Job 36:13)
-La falta de perdón nos esclaviza al pecado. (Hechos 8:23)
-La falta de perdón entristece al Espíritu de Dios. (Efesios 4:30–32)
DESARROLLO DE LA PREDICACION:
1.--La falta de perdón nos roba el perdón de Dios. (Marcos 11:25)
25 Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas.
2.--La falta de perdón hace crecer la raíz de amargura. (Hebreos 12:15)
15 Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados;
3.--La falta de perdón abre la puerta de nuestra vida a Satanás. (2 Corintios 2:10–11).
10 Y al que vosotros perdonáis, yo también; porque también yo lo que he perdonado, si algo he perdonado, por vosotros lo he hecho en presencia de Cristo, 11 para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones.
4.--La falta de perdón nos hace andar en tinieblas. (1 Juan 2:9–11)
9 El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas. 10 El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo. 11 Pero el que aborrece a su hermano está en tinieblas, y anda en tinieblas, y no sabe a dónde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos.
5.-La falta de perdón es del diablo. (Santiago 3:14–15)
14 Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; 15 porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica.
6.--La falta de perdón refleja un corazón sin Dios. (Job 36:13)
13 Mas los hipócritas de corazón atesoran para sí la ira, Y no clamarán cuando él los atare.
7.--La falta de perdón nos esclaviza al pecado. (Hechos 8:23)
23 porque en hiel de amargura y en prisión de maldad veo que estás.
8.--La falta de perdón entristece al Espíritu de Dios. (Efesios 4:30–32)
Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. 31 Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. 32 Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.
LA RAÍZ DE LA AMARGURA
LA RAÍZ DE LA AMARGURA
Por el pastor Adrián Rogers
La amargura apaga la llama del gozo y deja al alma en oscuridad. Lea lo que dice la Palabra de Dios acerca de la amargura.
LA GERMINACIÓN DE LA AMARGURA
LA DEVASTACIÓN DE LA AMARGURA
LA ERRADICACIÓN DE LA AMARGURA
“Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados” (Hebreos 12:14-15).
Los que rechazan la gracia de Dios ( Hebreos 12:12-17 )
12 Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; 13 y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado. 14 Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. 15 Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados; 16 no sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura. 17 Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas.
EL PERDÓN NO ES UNA OPCIÓN
Fue para Juanita Parker una semana verdaderamente trágica. Primero, su marido tuvo un accidente de trabajo quedando gravemente quemado. Segundo, su hijito recién nacido fue diagnosticado con mononucleosis. Tercero, perdió la casa que habían comprado por falta de pagos. Cuarto, y esto fue lo peor, descubrió que su esposo y su mejor amiga eran amantes. Todo esto le sucedió en el lapso de sólo ocho días.
La agonía moral de Juanita duró cuatro semanas. En su desesperación llegó a la conclusión de que para ella sólo había dos opciones: matarse o perdonar. Por fin hizo lo único que podía darle tranquilidad: perdonó. Perdonó a su marido. Perdonó a su amiga. Y con el perdón sincero y completo, recuperó la paz. Es más, con el alma libre de esa carga, pudo tener la fe para resolver sus demás problemas. El perdonar fue su salvación.
Alguien dijo que el perdón no es una opción. No se puede tener paz si no se perdona. En ese sentido el perdón no es una opción. Es un imperativo.
Cuando alguien nos ha ofendido, haciéndonos daño en el alma, exclamamos: «¡Jamás lo perdonaré! La herida es demasiado grande, el desencanto muy grave, el dolor insoportable. ¡Jamás lo perdonaré!»
El problema mayor es que vivir sin perdonar es lo mismo que llevar una piedra en el estómago. Es igual que echar sal continuamente en una herida abierta. Vivir sin perdonar es nublar el entendimiento, endurecer el corazón, amargar el alma.
¿Cuántas veces no habremos repetido el Padrenuestro? Comienza diciendo: «Padre nuestro que estás en el cielo.» Más adelante dice: «Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores» (Mateo 6:9,12,13). Es decir: «De la misma manera en que yo, Señor, perdono, perdóname tú a mí.» Perdonar no es una opción. Es un mandamiento divino.
Cuando Jesús agonizaba en la cruz, mirando a la multitud, dijo: «Padre, perdónalos» (Lucas 23:34). El que más sufrió, el que fue clavado en una cruz, al referirse a sus verdugos dijo: «Padre, perdónalos.» Así nos enseñó el Maestro.
Así es el perdón divino —gratis, eterno y perfecto—, y sin embargo cualquiera puede ser salvo. Pero eso demanda que también nosotros perdonemos. Así como hemos recibido el perdón de Dios, tenemos que perdonar a los demás. No es una opción; es un mandato. Pero Cristo nos da la fuerza para cumplirlo.
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