¿POR QUÉ AMO LA RESURRECCIÓN? – Segunda Parte
... y a Sus ovejas llama por nombre, y las saca. Y cuando ha sacado fuera todas las propias,
va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen Su voz. -- San Juan 10:3-4
... y a Sus ovejas llama por nombre, y las saca. Y cuando ha sacado fuera todas las propias,
va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen Su voz. -- San Juan 10:3-4
Hno. Juan con Maria
La resurrección es más preciosa para mí en cada año que pasa. Espero que entiendas por qué.
Ciertamente, es el fundamento de nuestra fe. Si Cristo no resucitó, vuestro fe es vana; aún estáis en vuestros pecados (1 Co. 15:17). Y en un nivel muy personal, amo la resurrección debido a la relación de amor vivo que disfruto con mi amado Pastor. Él me llama hacia sí mismo de manera nueva cada día por mi nombre. Nadie me conoce como lo hace Jesús. Estoy aprendiendo a apreciar lo valioso que soy para Él.
Pero cuando se trata del ministerio, hay otra razón especial por la que la resurrección ha tomado tanto significado para mí. Amo la resurrección porque he descubierto lo cuidadosamente que Él me guía cada día. ¡Nunca voy solo! Nosotros siempre vamos juntos. Y saber eso me da confianza y consuelo.
Él nunca me envía solo. Como si fuera un pequeño niño corriendo a hacer un encargo de su madre. ¡No! Él me guía, y disfrutamos el viaje juntos, siendo la sal y la luz en un mundo muy oscuro.
¡Él es quien está a cargo! Él es mi modelo, mostrándome cómo servir. Él prepara el camino. Mi guía. Mi consejero. Mi consolación. Mi rabino y maestro.
Jesús vino a buscar y a salvar lo que se había perdido (Lc. 19:10). No vino para ser servido, sino para servir y para dar Su vida en rescate por muchos (Mr. 10:45). Y quiere que yo haga lo mismo, con Él.
Permíteme compartir tres simples formas en que mejorarás tu ministerio, bajo Su guía.
Escucha Su voz. Temprano por la mañana, mientras Él te llama por tu nombre, también te hace conocer lo que Él quiere que hagas. La gente te vendrá a la memoria. Y también las llamadas telefónicas que debes hacer; y los lugares que debe visitar. Las palabras de exhortación que Él quiere que hables entrarán en tu mente. Y conforme “sales” durante el día – puede ser a verte con tu cónyuge, con tu familia o a través del mar, escucha. Él te hablará. Jesús nunca hizo nada diferente a la voluntad de Su Padre. Él siempre estuvo escuchando. Si queremos ser representantes efectivos de Él, debemos escuchar también.
Enfóquese en la gente y sus necesidades. Es fácil distraerte por tus problemas, tus programas y tus planes. Jesús nunca permitió que Su agenda lo controlara. Cuando Jesús escuchaba un hombre ciego llamándole, Él se detenía (Mr. 10:46-52). Cuando conoció a un recaudador de impuestos tramposo, anhelando el perdón, Él lo llamó por su nombre (Lc. 19:1-9). Cuando encontró a una mujer sorprendida en adulterio, Él no la juzgó. Él le dio gracia y perdón (Jn. 8:1-11). La gente con necesidad, dolor y pecado son el enfoque de nuestro Pastor. ¡Necesitamos recordar eso! La gente llena de dolor, desilusionada, confundida y sin rumbo que nos rodea. Nuestro Pastor viviente nos guía hacia ellos.
Obsérvalo preparar el camino para ti. Jesús, no tú, abrirá las puertas al ministerio. Él te guiará a la gente que Él quiere que tu sirvas. Él te recordará acerca de personas con dolor en tu casa, tu trabajo, y tu iglesia que necesitan cuidados e interés. Él te dará las palabras para hablar el domingo por la mañana mientras predicas. O mientras compartes un devocional en tu grupo celular. ¡Es Su trabajo, no el tuyo! Recuerda, Separados de mi nada podéis hacer (Jn 15:5).
Es la temporada de resurrección. ¡Regocíjate! Tu Pastor está vivo. Él está vivo para afirmarte y darte a conocer lo precioso que eres para Él. Vive para llenarte con Su gozo, mientras te usa a ti y a mí para ser Su canal de gracia, misericordia, amor y perdón.
Amo la resurrección. ¡Yo celebraré! ¡En verdad lo haré! Porque la resurrección significa que tenemos un Maestro, un Mentor y un Poderoso Amigo. Jesús nos tiene. Nosotros lo tenemos a Él. Y mientras más lo experimento – vivo – cada día, más me doy cuenta que Él es todo lo que necesito. ¡Todo lo que necesitaré por siempre! ¡Por siempre!
Ciertamente, es el fundamento de nuestra fe. Si Cristo no resucitó, vuestro fe es vana; aún estáis en vuestros pecados (1 Co. 15:17). Y en un nivel muy personal, amo la resurrección debido a la relación de amor vivo que disfruto con mi amado Pastor. Él me llama hacia sí mismo de manera nueva cada día por mi nombre. Nadie me conoce como lo hace Jesús. Estoy aprendiendo a apreciar lo valioso que soy para Él.
Pero cuando se trata del ministerio, hay otra razón especial por la que la resurrección ha tomado tanto significado para mí. Amo la resurrección porque he descubierto lo cuidadosamente que Él me guía cada día. ¡Nunca voy solo! Nosotros siempre vamos juntos. Y saber eso me da confianza y consuelo.
Él nunca me envía solo. Como si fuera un pequeño niño corriendo a hacer un encargo de su madre. ¡No! Él me guía, y disfrutamos el viaje juntos, siendo la sal y la luz en un mundo muy oscuro.
¡Él es quien está a cargo! Él es mi modelo, mostrándome cómo servir. Él prepara el camino. Mi guía. Mi consejero. Mi consolación. Mi rabino y maestro.
Jesús vino a buscar y a salvar lo que se había perdido (Lc. 19:10). No vino para ser servido, sino para servir y para dar Su vida en rescate por muchos (Mr. 10:45). Y quiere que yo haga lo mismo, con Él.
Permíteme compartir tres simples formas en que mejorarás tu ministerio, bajo Su guía.
Escucha Su voz. Temprano por la mañana, mientras Él te llama por tu nombre, también te hace conocer lo que Él quiere que hagas. La gente te vendrá a la memoria. Y también las llamadas telefónicas que debes hacer; y los lugares que debe visitar. Las palabras de exhortación que Él quiere que hables entrarán en tu mente. Y conforme “sales” durante el día – puede ser a verte con tu cónyuge, con tu familia o a través del mar, escucha. Él te hablará. Jesús nunca hizo nada diferente a la voluntad de Su Padre. Él siempre estuvo escuchando. Si queremos ser representantes efectivos de Él, debemos escuchar también.
Enfóquese en la gente y sus necesidades. Es fácil distraerte por tus problemas, tus programas y tus planes. Jesús nunca permitió que Su agenda lo controlara. Cuando Jesús escuchaba un hombre ciego llamándole, Él se detenía (Mr. 10:46-52). Cuando conoció a un recaudador de impuestos tramposo, anhelando el perdón, Él lo llamó por su nombre (Lc. 19:1-9). Cuando encontró a una mujer sorprendida en adulterio, Él no la juzgó. Él le dio gracia y perdón (Jn. 8:1-11). La gente con necesidad, dolor y pecado son el enfoque de nuestro Pastor. ¡Necesitamos recordar eso! La gente llena de dolor, desilusionada, confundida y sin rumbo que nos rodea. Nuestro Pastor viviente nos guía hacia ellos.
Obsérvalo preparar el camino para ti. Jesús, no tú, abrirá las puertas al ministerio. Él te guiará a la gente que Él quiere que tu sirvas. Él te recordará acerca de personas con dolor en tu casa, tu trabajo, y tu iglesia que necesitan cuidados e interés. Él te dará las palabras para hablar el domingo por la mañana mientras predicas. O mientras compartes un devocional en tu grupo celular. ¡Es Su trabajo, no el tuyo! Recuerda, Separados de mi nada podéis hacer (Jn 15:5).
Es la temporada de resurrección. ¡Regocíjate! Tu Pastor está vivo. Él está vivo para afirmarte y darte a conocer lo precioso que eres para Él. Vive para llenarte con Su gozo, mientras te usa a ti y a mí para ser Su canal de gracia, misericordia, amor y perdón.
Amo la resurrección. ¡Yo celebraré! ¡En verdad lo haré! Porque la resurrección significa que tenemos un Maestro, un Mentor y un Poderoso Amigo. Jesús nos tiene. Nosotros lo tenemos a Él. Y mientras más lo experimento – vivo – cada día, más me doy cuenta que Él es todo lo que necesito. ¡Todo lo que necesitaré por siempre! ¡Por siempre!
Gustad, y ved que es bueno Jehová; Dichoso el hombre, que confía en él. -- Sal. 34:8
-- Dr. Juan Jauchen
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