sábado, 26 de marzo de 2011

VALÍA LA PENA

Cuando trajeron al joven soldado a la sala de cirugía, el doctor Kenneth Swan movió la cabeza. Dudaba sinceramente que valiera la pena tratar de salvarle la vida. Tenía ambas piernas destrozadas. El pecho lo tenía hundido. Había perdido un ojo, y el otro estaba mal herido. «Si vive
—pensó el médico—, será infeliz toda su vida.» ¿Valdrá la pena operarlo? Sin embargo, lo operó.

Veintitrés años después se encontraron el doctor Swan y Kenneth McGarity, el joven que había sido herido en el campo de batalla. Sucedió en Fort Benning, Georgia, cuando el gobierno le otorgaba cuatro condecoraciones al veterano de Vietnam.

El médico y el veterano se dieron la mano. McGarity estaba lisiado y, además, ciego. Pero había cursado estudios de universidad, se había casado, tenía dos hijos y tocaba magistralmente el piano. Kenneth McGarity era un hombre entero, feliz y útil a la sociedad. «He aprendido una gran lección —dijo el doctor Kenneth Swan—. Nunca debo dudar de la validez de una operación.»

Este caso tiene dos capítulos. El primero fue la explosión de una bomba que destrozó a Kenneth McGarity en la guerra de Vietnam, y el médico que lo operó porque algo, como quiera, había que hacer. El segundo capítulo tuvo lugar veintitrés años después, cuando el médico pudo contemplar el valor de su decisión.

¿Valía la pena hacer todo lo posible por poner en orden el cuerpo destrozado de ese joven? ¡Seguro que sí! Hubo que amputarle ambas piernas. Hubo que extraerle los dos ojos. Hubo que coserlo por todas partes, y reacondicionar pecho, rostro, brazos y manos. Pero valió la pena. Tras veintitrés años de lucha tenaz, Kenneth McGarity llegó a ser un hombre completo y feliz.

¿Qué tal si damos rienda suelta a la imaginación? Un día Dios el Padre y Jesucristo su Hijo conversaban acerca del hombre, que había caído en las garras de Satanás y estaba totalmente destrozado por el pecado. El Padre preguntó: «¿Vale la pena salvar a este despreciable ser humano?» Y el Hijo respondió: «Sí, vale la pena. Tengo esperanza en él. Daré mi vida por él, y con mi sacrificio lo regeneraré y transformaré.» Así pudo haber transcurrido la conversación.

Lo que sabemos sin tener que imaginárnoslo es que Cristo vino a este mundo. Murió en la cruz del Calvario, y resucitó para confirmar el valor de ese sacrificio. A los ojos de Dios, todos somos de inmenso valor. Por eso entregó Dios a su Hijo. Y es por ese sacrificio que nosotros podemos gozar de una vida plena, abundante y digna. A eso la Biblia lo llama salvación.

¡Peor Imposible!
"Me probará, y saldré como oro" Job 23:10
Cuando enseñaba en una escuela bíblica en una ciudad muy grande, a veces corregía las tareas de los alumnos en un patio de comidas, mientras esperaba el tren para ir a casa. Un día, golpeé accidentalmente mi taza de café, y todo el contenido cayó dentro de mi portafolio. En la mayoría de las grandes ciudades, donde están las personas que viajan diariamente a sus trabajos, hay un lugar reservado y tranquilo, sin embargo, el ruido del café al caer fue tan tremendo que no pasó desapercibido, entonces, un hombre que estaba sentado cerca, dijo bien alto: "¡Peor imposible!".
Desde luego, ese comentario fue exagerado. Sin embargo, todos le tememos a algún tema en particular, como a la decadencia económica, la muerte de un hijo o de un cónyuge, el cáncer o cualquier otra pérdida o dificultad. El libro de Job es un ejemplo de "peor imposible" No obstante, Job evaluó sabiamente la función de Dios en medio de las pruebas relacionadas con pérdidas y una salud quebrantada: Mas él conoce mi camino; me probará, y saldré como oro» (Job 23:10). Esta sabia declaración nos enseña tres lecciones importantes:
(1) Aquello que nos sucede o que tememos que suceda puede ser usado para probar nuestro carácter.
(2) Aquello que nos sucede o que tememos que suceda puede ser usado para fortalecernos.
(3) Dios proveerá la fuerza y el consuelo necesarios para que salgamos adelante. No importa cuan difícil o imposibles nos parezca aquello por lo que atravesamos.
Un consejo en momentos difíciles, aférrate a Dios. Él prometió obrar a tu favor, aun cuando todo se torne peor imposible. Recuerda Dios nunca esta en contra tuyo, permite pruebas, circunstancias o situaciones para que seas mejor y mas parecido a Cristo.

Reflexión: "Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? Ro. 8:31"

Autor: Editores de Nuestro Pan Diario.

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