viernes, 27 de abril de 2012

LA AUTORIDAD- EL CONTROL- LA SUPERVISIÓN


¿SIN AUTORIDAD?
Ve a la hormiga,...y sé sabio; la cual no teniendo capitán,...recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento. - Proverbios 6:6-8.

«¡FÍJATE EN LA HORMIGA!»

El desierto ardía como horno encendido. El sol llameante calcinaba la tierra, y fuertes vientos levantaban olas de arena que ennegrecían el cielo.
En medio del calor una caravana, que cruzaba el Sahara, se vio de pronto rodeada de negras nubes y debió buscar refugio donde lo hubiera. Pasado el simún, la caravana, larga y abatida, miró atentamente al cielo, y con paso firme regresó al rumbo que había perdido.
No eran personas ni eran camellos. Eran hormigas. Hormigas que con sólo mirar a las estrellas sabían cómo encontrar su ruta.
Las hormigas del Sahara tienen un maravilloso instinto de dirección. Si se desvían, con sólo mirar las estrellas vuelven a encontrar su rumbo.
El Dr. Rudiger Wehner, de la Universidad de Zurich, Suiza, lo explicó así: «Esta hormiga, al levantar su mirada a las estrellas, puede ver patrones de luz polarizada. Eso le basta para conducirse a través de la larga travesía.»
La Biblia también habla acerca de la hormiga. En el libro de los Proverbios dice: «¡Fíjate en la hormiga! ¡Fíjate en lo que hace, y adquiere sabiduría» (Proverbios 6:6). La hormiga sabe, por instinto, interpretar las señales de los cielos. Sabe dirigirse a través de vastos desiertos sin perder la dirección. Labora todos los días de su vida y siempre está a la expectativa de algo nuevo. Nunca deja de actuar, nunca deja de trabajar, nunca deja de producir, pase lo que pase.
¿Qué le da ese ánimo? ¿Cómo es que nunca se da por vencida? La respuesta es una lección para todos nosotros. La hormiga se sujeta a leyes. En el caso de la hormiga, esas leyes forman parte de su instinto natural, y sin embargo son leyes. Ahí, precisamente, está la lección.
Muchos en este mundo, incluso algunos llamados sabios, no saben que el verdadero triunfo en la vida, incluyendo el dominio propio, consiste en vivir dentro de los parámetros de las leyes morales de Dios.
Todos los problemas personales y colectivos del ser humano vienen por no reconocer y someterse a los mandamientos morales y espirituales de Dios. Cuando ignora las leyes divinas, se encuentra sin brújula en medio de un desierto de confusiones. Es entonces que se da a las drogas, al alcohol y a la vida desenfrenada, y termina al fin deseando suicidarse.
Regresemos al consejo del proverbista: «¡Fíjate en la hormiga! ¡Fíjate en lo que hace, y adquiere sabiduría.»
-Prov 6:6-11
6 Ve a la hormiga, oh perezoso, Mira sus caminos, y sé sabio; 7 La cual no teniendo capitán, Ni gobernador, ni señor, 8 Prepara en el verano su comida, Y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento. 9 Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño? 10 Un poco de sueño, un poco de dormitar, Y cruzar por un poco las manos para reposo; 11 Así vendrá tu necesidad como caminante, Y tu pobreza como hombre armado.
Cuando el pórtico detrás de mi casa empezó a derrumbarse, me di cuenta de que yo mismo no podría repararlo. Entonces, hice algunas llamadas, me dieron algunos presupuestos y escogí un constructor para que hiciera uno nuevo. Cuando terminó el trabajo, observé detenidamente la obra y vi algunos inconvenientes. Para tener una segunda opinión, llamé al inspector de construcciones local y me encontré con una sorpresa: el hombre había hecho el trabajo sin un permiso de construcción. Al trabajar sin supervisación oficial, había transgredido muchos puntos del código de edificación.
Este incidente me recuerda una verdad importante (que no se refiere a tener el permiso de construcción) "Si no rendimos cuentas a una autoridad, solemos trabajar sin dar lo mejor de nosotros mismos". En las Escrituras, vemos que Jesús explica este principio mediante dos parábolas: Mateo 24:45-51 y 25:14-30, en ambos casos, al menos un trabajador sin supervisación, fracasó cuando el amo no estaba, luego vemos un enfoque diferente en Proverbios 6, donde aparece el ejemplo de la hormiga que trabaja bien sin un supervisor visible, por naturaleza, hace su tarea sin que la controlen.
¿Y qué sucede con nosotros? ¿Solo trabajamos bien cuando alguien nos observa? ¿O reconocemos que todo nuestro servicio es para Dios y, entonces, damos lo mejor todo el tiempo aunque ninguna autoridad humana nos esté vigilando?
Reflexión: ¿Independientemente de quién sea tu jefe, estás trabajando para Dios? ¿Él, cuenta con tu tiempo? ¡Recordemos que falta muy poco para que Cristo venga!


Diez pasos para aprovechar mejor tu tiempo
Pablo nos recuerda: “Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos” (Ef. 5:15-16).
1- Reconoce que la postergación es la asesina de la motivación (Pr. 21:25).
2- Pídele a Dios sabiduría en el manejo de tu tiempo y colócate metas (Ec. 8:6).
3- Manten una agenda con todos tus horarios y con el detalle de aquello que haces. (Ec. 3:17).
4- No inviertas tiempo en lo insignificante. Cada día enumera las cinco tareas más importantes y realízalas en ese orden (Pr. 28:19).
5- Se realista del tiempo que te toma terminar cada proyecto (Lc. 14:28-29).
6- No te sientas culpable, si no puedes completar todas las tareas en un día (He.10:35-36).
7- Evalúa el diálogo que tienes contigo mismo, cuando se estanca en las tareas diarias o cuando no llegas a cumplir tus objetivos (Sal. 19:14).
8- Si no sabes cómo disciplinarte y usar bien tu tiempo, pídale a un amigo o consejero que te ayude, también observa y sige buenos ejemplos (Pr. 12:15).
9- Somete tu vida a Cristo, entrégale el control total de ella (Gá. 2:20).
10- Pida al Señor su provisión de todo cuanto necesitas, vive por fe y así podrás usar más y mejor tiempo para Él (2 P. 1:3-4).

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