viernes, 29 de junio de 2012

EL CORAZÓN SÓLO UN ÓRGANO O TAMBIÉN UN LUGAR DONDE VIVE DIOS

INTRODUCCIÓN:
Cuando se habla de Corazón, también se habla de un Lugar, del Alma, del Espíritu.
Dt 4: 29.
  29  Mas si desde allí buscares a Jehová tu Dios, lo hallarás, si lo buscares de todo tu corazón y de toda tu alma. 
Dt 6: 5.
5  Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. 
1 R 3: 7- 12.


7  Ahora pues, Jehová Dios mío, tú me has puesto a mí tu siervo por rey en lugar de David mi padre; y yo soy joven, y no sé cómo entrar ni salir.  8  Y tu siervo está en medio de tu pueblo al cual tú escogiste; un pueblo grande, que no se puede contar ni numerar por su multitud.  9  Da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo;  porque,  ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande?  10  Y agradó delante del Señor que Salomón pidiese esto.  11  Y le dijo Dios: Porque has demandado esto, y no pediste para ti muchos días, ni pediste para ti riquezas, ni pediste la vida de tus enemigos, sino que demandaste para ti inteligencia para oir juicio,  12  he aquí lo he hecho conforme a tus palabras; he aquí que te he dado corazón sabio y entendido, tanto que no ha habido antes de ti otro como tú, ni después de ti se levantará otro como tú.
1 C 28: 8 -9.
 8  Ahora, pues, ante los ojos de todo Israel, congregación de Jehová, y en oídos de nuestro Dios, guardad e inquirid todos los preceptos de Jehová vuestro Dios, para que poseáis la buena tierra, y la dejéis en herencia a vuestros hijos después de vosotros perpetuamente.  9  Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón perfecto y con ánimo voluntario; porque Jehová escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos. Si tú le buscares, lo hallarás; mas si lo dejares, él te desechará para siempre.
Pro 4: 2o- 23.





 20  Hijo mío, está atento a mis palabras; Inclina tu oído a mis razones.  21  No se aparten de tus ojos; Guárdalas en medio de tu corazón;  22  Porque son vida a los que las hallan, Y medicina a todo su cuerpo.  23  Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida. 
Mt 5: 8.
 8  Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.  
Sal 14: 1.1  Dice el necio en su corazón: No hay Dios.
Sal 24: 1- 5.
1  De Jehová es la tierra y su plenitud; El mundo, y los que en él habitan.  2  Porque él la fundó sobre los mares, Y la afirmó sobre los ríos.  3  ¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo?  4  El limpio de manos y puro de corazón; El que no ha elevado su alma a cosas vanas, Ni jurado con engaño.  5  El recibirá bendición de Jehová, Y justicia del Dios de salvación.
Col 3: 23- 24.
 23  Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres;  24  sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.  




CERCANOS AL CORAZÓN DE DIOS:


Acercándose más a Dios: Aunque Dios está en todas partes se nos invita a "acercarnos", con el fin de desarrollar nuestra confianza en Él, experimentar y disfrutar su presencia. A menudo la Biblia muestra a Dios como alguien que está mas cercano de unos que de otros; a veces Él extiende sus manos y otras esconde su rostro. Es posible que hayamos vivido ambas experiencias. Su interacción con nosotros es personal, a largo plazo y transformadora. Podríamos sentir envidia de Moisés porque habló: “cara a cara con Dios” pero en la época de la Gracia, los privilegios de Moisés pasan a ser los mismos de todo cristiano. 


Características de un Corazón Rendido: Dios desea trabajar en nuestros corazones por eso nos advierte: “Sobre toda cosa guardada guarda tu corazón; Porque de él mana la vida”. (Prov.4:23), también a través del profeta nos dice: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jeremías 17:9) En la Biblia la palabra “corazón”, se refiere normalmente a la mente, como centro del pensamiento y de la razón. Pero incluye también las emociones, la voluntad y con ello todo el ser interior. Ahora todo esto está incluido el la palabra "corazón" y por esa razón debemos cuidarlo y cultivarlo, para ser buenos hijos de Dios y para influenciar a quienes nos rodean. Aprendamos a tener un: Corazón: Abierto, Agradecido, Apasionado, Alegre y Adorador.
Pastoreando el corazón de tus hijos: Enfocado hacia el Hogar Cristiano,  aprenderemos que no podremos entender a nuestros hijos, ni su vida sino conocemos primero su corazón. Como padres estamos muchas veces concentrados en la conducta exterior de nuestro hijo y lo corregimos porque queremos que sea apropiada y correcta; pero Dios dice que nuestra verdadera preocupación debe ser su corazón, porque del corazón mana la vida y su conducta es solo un reflejo de su corazón. La tarea más importante como padres en el tiempo que tenemos a los hijos en el hogar, es pastorear su corazón.






 El cristiano y su intimidad personal: En palabras simples podemos decir que intimidad es aquello que somos cuando nadie nos ve. Cada día cultivamos pensamientos, miradas, sentimientos, relaciones, decisiones que son íntimas, a largo plazo todos estos factores produce frutos de cristianos que glorifican y sirven a Dios, o frustraciones que pueden acabar aun con la vida del cristiano más consagrado. La intimidad con el Señor, es importante porque forjamos el carácter que surge cuando estamos en público. La intimidad es el eje, la médula de la vida.

Cinco mil años de civilización no han podido sacar del corazón humano la bestia primitiva. Detrás del telón de la religión, la cultura, la educación, las buenas maneras, los trajes bien cortados y las joyas, se esconde el Caín, el Nerón, el Calígula, el Gengis Kan de las antiguas crónicas de la humanidad.
Los filósofos y los moralistas se hacen la pregunta: ¿Por qué será la humanidad así? La razón se asemeja al refrán del director del zoológico: «A la fiera la podemos sacar de la selva, pero no podemos sacar la selva de la fiera.»
Al corazón del hombre, desde que cayó en el jardín del Edén, lo ha dominado la ambición, la codicia, el narcisismo, la envidia y el odio. Recubierto de civilización, bulle todavía dentro de él la fiera que habitó las cavernas. El hombre es un empedernido pecador, y no hay remedio humano para él.
Sin embargo, Jesucristo, el Hijo de Dios, puede quitar de ese hombre el corazón de piedra que tiene adentro y poner en su lugar un corazón de carne. Cristo tiene poder para convertir al pecador en una nueva criatura, pues transforma, regenera, corrige y salva. Sólo tenemos que entregarnos a Dios de todo corazón. Cuando hacemos eso, Él nos convierte en una nueva criatura. Esa trasformación puede ser nuestra. Rindámonos hoy mismo a Cristo.
Las obsesiones, las fobias, las pasiones y las ansiedades pueden dominar todo nuestro ser a tal grado que nos hacen inútiles. Los afanes de la vida, cuando controlan la voluntad, se vuelven destructivos.
Tenemos que aprender a matizar nuestra existencia. «Nada con exceso» era la máxima de Epicteto, el estoico filósofo griego del siglo primero de nuestra era. Dios no nos hizo para las obsesiones, las pasiones, los frenesíes y los fanatismos. Nos hizo para la sobriedad, la mesura, el equilibrio, la armonía.
«No se inquieten por nada —escribió el apóstol Pablo—; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias» (Filipenses 4:6). Vivir libres de pasiones y obsesiones es la clave de la vida prudente, moderada y satisfecha. Esa es la vida que Dios quiso que su creación llevara.
Ahora bien, ¿cómo puede el ser humano despojarse de tantas fobias y obsesiones? Entregándole su vida a Cristo. La persona que no tiene a Cristo en el corazón será para siempre víctima de pasiones desorbitadas.
Es que sólo Jesucristo —Señor, Salvador y Maestro perfecto— puede darnos esa estabilidad, ese equilibrio y esa moderación ideal. Cuando Él entra a nuestro corazón, transforma nuestro modo de pensar, y todos nuestros móviles cambian. Sometámonos a su divina voluntad. Él quiere ser nuestro mejor amigo.






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