SALUDO Y BIENVENIDA:
LECTURA BÍBLICA: LUCAS 10: 23- 37
ORACIÓN:
PREDICACIÓN:¿ QUIÉN ES MI VECINO ?
UNA LECCIÓN DE VIDA: TENER UN CORAZÓN COMPASIVO PARA AYUDAR A NUESTRO VECINO
10:23 Y volviéndose a los discípulos, les dijo aparte: Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis;
10:24 porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.10:25 Y he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna?
10:26 El le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?
10:27 Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.
10:28 Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás.
10:29 Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?
10:30 Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto.
10:31 Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo.
10:32 Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo.
10:33 Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia;
10:34 y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él.
10:35 Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese.
10:36 ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?
10:37 El dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo.
10:24 porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.10:25 Y he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna?
10:26 El le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?
10:27 Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.
10:28 Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás.
10:29 Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?
10:30 Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto.
10:31 Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo.
10:32 Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo.
10:33 Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia;
10:34 y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él.
10:35 Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese.
10:36 ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?
10:37 El dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo.
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El enorme camión de dieciocho ruedas corría velozmente. De repente la parte trasera del camión rozó un pequeño vehículo, y éste, un furgón liviano, saltó de la carretera y cayó a un barranco de veinticinco metros de profundidad. Dentro del vehículo estaba la dueña, una mujer paralítica que manejaba el coche con aparatos especiales. La mujer, Linda Myers, trató de pedir auxilio por medio de la radio en su vehículo. Durante horas estuvo haciendo llamadas de emergencia, y aunque muchos escucharon las llamadas, ninguno hizo caso. Al fin de catorce largas horas, con desesperación ella clamó: «¡Señor, haz que alguien venga a socorrerme!» En ese momento otro camionero, que había oído su llamada, le respondió, y en seguida llamó, también por radio, a la policía. Esa fue su salvación. El camionero y la policía llegaron a su rescate. Linda pudo luego declarar: «Cuando toda comunicación humana falla, siempre queda Dios.» Este caso está lleno de interrogantes. En primer lugar, ¿cómo pudo ese chofer golpear un automóvil, por pequeño que fuera, sin advertir el accidente? Tampoco se explica el oído sordo de tantos otros choferes que oyeron el clamor de angustia de esa pobre mujer sin hacer caso alguno. Es una indicación del egoísmo que existe hoy en el mundo. Nadie piensa en los demás. Pensamos sólo en nosotros mismos y en nuestros propios asuntos. Si el vecino, o nuestros familiares, incluso aun nuestros propios padres, sufren angustia, o dolor, o soledad, y buscan en nosotros algún alivio, nuestros quehaceres personales son más importantes que la aflicción de ellos. Jesucristo cuenta un caso similar. Un hombre, que iba de Jerusalén a Jericó, cayó entre ladrones que lo despojaron de todos sus bienes y lo dejaron herido de muerte. Pasó primero un rabino, y luego un levita, dos hombres de la religión del herido, pero siguieron su camino dejándolo desangrar. Pasó, entonces, un samaritano. Este era un hombre de negocios. Él atendió al herido, llevándolo consigo y dejándolo al cuidado de un mesonero con estas palabras: «Cuídemelo, y lo que gaste usted de más, se lo pagaré cuando yo vuelva» (Lucas 10:35). ¿Cuál es la lección? Que todos somos responsables de cuidar al herido. Este puede ser cualquier persona que está, simbólicamente hablando, tirada en el camino. Nuestro llamado debe ser salvar a ese herido junto al camino. Pidámosle a Dios un corazón compasivo. Nuestras acciones reflejarán lo que hay en nuestro corazón. |
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