LA GRANDEZA DEL SERVICIO: JESUCRISTO MI MÁS GRANDE SERVIDOR.
INTRODUCCIÓN: Lucas
10: 25- 37.
Nos dice la escritura que había un hombre que buscaba el
agrado de Jesús, quien vino a él, haciéndole una pregunta en mente: ¿Qué debo
hacer para heredar la vida eterna? Puesto que Jesús conocía su necesidad de
Dios, lo confronta y le contesta con otra pregunta: ¿Qué es lo que está escrito
en la ley, qué es lo que has leído? Y aquel hombre, que conocía bien la ley,
puesto que era un estudioso de la ley, sabía que aparte de amar a Dios con todo
el corazón y con todas sus fuerzas, debía amar también su prójimo. Este hombre
tenía la respuesta correcta, pero él no hacía lo que era correcto. Así que
quería que Jesús lo aprobara por lo que sabía. Tal vez pensó que lo único
importante era amar a Dios y no tener problemas con ninguna persona. Sin
embargo, Jesús le dice que no es necesario solamente saber, sino demostrar con
la vida. Así que tratando de justificarse, puesto que sabía que estaba mal,
pregunta: Bueno, y ¿quién es mi prójimo?.
UN SAMARITANO LLAMADO JESÚS.
Un hombre desciende de Jerusalén a Jericó. Yo descendí de la
inocencia al pecado.
Porque la paga del pecado es muerte: más la dádiva de Dios
es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro. Romanos 6:23.
El hombre cayó en manos de ladrones y le dejaron medio
muerto. Yo caí en manos de Satanás y me trajo muerte espiritual.
El ladrón no viene sino para hurtar, y matar, y destruir:
Juan 10:10ª.
El sacerdote y el levita no le ayudaron. Nadie ni aún los
religiosos me podían ayudar.
Un samaritano viendo su condición tuvo misericordia y le
ayudó. Jesús viendo mi condición perdida tuvo misericordia de mí y me ayudó.
Porque el Hijo del hombre ha venido para salvar lo que se
había perdido. Mateo 18:11.
Un samaritano era una persona despreciada por los judíos..
Jesús fue despreciado y desechado por los hombres, y los escribas le llamaron
endemoniado y samaritano.
El que es de Dios, las palabras de Dios oye: por esto no las
oís vosotros, porque no sois de Dios. Respondieron entonces los judíos, y
dijeron: ¿No decimos bien nosotros, que tú eres Samaritano, y tienes demonio?
Respondió Jesús: Yo no tengo demonio, antes honro a mi Padre; y vosotros me
habéis deshonrado. Juan 8:47-49.
Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores,
experimentado en quebranto: y como que escondimos de él el rostro, fue
menospreciado, y no lo estimamos. Isaías 53:3.
El samaritano se acercó al hombre asaltado. Jesús se acercó
a mí cuando estaba muerto en mis pecados y delitos.
Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; Y salvará
a los contritos de espíritu. Salmos 34:18.
El buen samaritano vendo sus heridas con aceite y vino.
Jesús sanó las heridas de mi vida.
Y saliendo Jesús, vio un gran gentío, y tuvo compasión de
ellos, y sanó a los que de ellos había enfermos. Mateo 14:14.
El buen samaritano lo echó en su cabalgadura porque no podía
caminar. Jesús me cargó en sus hombros porque yo no podía.
¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si perdiere
una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va a la que se
perdió, hasta que la halle? Y hallada, la pone sobre sus hombros gozosos; Y
viniendo a casa, junta a los amigos y a los vecinos, diciéndoles: Dadme el
parabién, porque he hallado mi oveja que se había perdido. Lucas 15:4-6.
El buen samaritano llevó a este hombre a un mesón para que
se recuperara. Jesús me trajo a la iglesia para que me recuperara.
Que nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y
trasladado al reino de su amado Hijo; Col 1:13
El samaritano le encargó al mesonero que le cuidara hasta
que él regresara. Jesús dejó a su Santo Espíritu para que me cuide hasta que el
venga.
Empero yo os digo la verdad: Os es necesario que yo vaya:
porque si yo no fuese, el Consolador no vendría a vosotros; mas si yo fuere, os
le enviaré. Juan 16:7.
El samaritano pagó por el hombre. Jesús pagó con su sangre
mi redención. El cual se dio a sí mismo en precio del rescate por todos, para
testimonio en sus tiempos: 1 Timoteo 2:6.
El samaritano prometió volver. Mi Señor Jesús también. El
que da testimonio de estas cosas, dice: Ciertamente, vengo en breve. Amén, sea
así. Ven: Señor Jesús. Apocalipsis 22:20.
LA ORDEN DEL SEÑOR ES CLARA: VE TÚ Y HAZ LO MISMO:
APRENDAMOS A SER UN BUENOS SAMARITANOS Y NO PERSONAS
INDIFERENTES!.
LAS ACTITUDES DEL CORAZÓN ESTAN POR ENCIMA DE MI
RELIGIOSIDAD.
NO IMPORTA QUIÉN ES TU PRÓJIMO, SOLO SE UN BUEN SAMARITANO:
PIADOSO Y MISERICORDIOSO.
Conocedor estricto de la Ley de Moisés, que el amor no es un
tema de discusión teórico, sino algo que tiene que ver lo práctico y con el
diario vivir de cada uno de nosotros.
Este es el dilema de los religiosos de siempre, queriendo
creer que cumplir los reglamentos, cumplir los ritos y cumplir lo que me
imponen es importante, pero no nos damos cuenta que hemos estado enfrascados en
hacer esas cosas y pasar por alto lo más importante que es la misericordia
mostrada hacia los demás.
Es por eso que Jesucristo utiliza a un hombre sin religión,
a un hombre sin compromiso con ninguna forma de creencia y les demuestra que
ese hombre hizo lo que se debía de hacer en casos de desventaja de aquel que es
mi prójimo.
Explicar las diferencia y fricciones entre los judíos y los
samaritanos! Odio entre ellos…
Vamos a ver ésta noche, algunas de las actitudes de los
diferentes personajes del pasaje hacia el hombre que estaba herido y
despojado; cada uno de nosotros debemos
de adoptar una postura y ser en verdad la persona que Cristo quiere que seamos
ante aquellas personas que son menos afortunadas que nosotros.
EL SACERDOTE. Tenían tres deberes esenciales que cumplir:
El servicio en el santuario. El predicador
La enseñanza de la Ley al pueblo. El maestro
Consultar a Jehová por el pueblo. El encargado de la oración
Por lo tanto eran mediadores entre Dios y Su pueblo.
Ahí tenemos el pésimo ejemplo de un hombre que se suponía
encargado de parte de Dios para tener compasión y amor hacia los demás,
haciendo todo lo contrario a su llamamiento y oficio.
EL LEVITA. Los levitas provenían de la tribu de Leví, pero
no eran descendientes de Aarón, que también lo era. Los levitas ayudaban a los
sacerdotes en las labores del templo.
Los dos religiosos vieron al herido, usando de la
imaginación, posiblemente uno de los judíos que habría estado en el templo
adorando el día anterior, y los dos religiosos ministrando el altar, y decimos,
viéndolo, hicieron como que no lo habían visto – pero a Dios nada se le escapa.
Posiblemente, los dos religiosos tenían prisa en llegar a
casa porque estaban cansados de ministrar en el templo y querían descansar;
cosa muy legítima.
A veces el momento en el que demostrar amor real, es el más
inconveniente e inoportuno, pero es cuando hay que hacerlo. Ese judío herido,
necesitaba en ese momento ayuda práctica, que cada uno de ellos pudiera haberle
brindado, pero se la negaron, porque no estaba en sus prioridades el hacerlo. A
veces nuestras prioridades personales no van de acuerdo con la llamada a actuar
en amor.
EL SAMARITANO. “Pero
un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a
misericordia”:
En primer lugar, Jesús no quiere decirnos aquí que todos los
sacerdotes y levitas eran malos y que todos los samaritanos eran buenos. Jesús
nos da aquí un ejemplo especial para entender una verdad importante, y es esta:
“De quien menos se podía esperar – de un extranjero samaritano – llegó la ayuda
para un judío”.
No era usual que un samaritano anduviera por ese camino,
porque se arriesgaba, no sólo a ser atacado por ladrones, sino también a ser
tratado con hostilidad por parte de otros viajeros, presumiblemente judíos.
El samaritano también iba por el mismo camino, también vio
al herido, pero a diferencia de los otros dos, éste se conmovió y actuó en
consecuencia. Además, actuó no sólo conforme a su bondadoso sentimiento, sino
conforme a la Palabra de Dios:
(Proverbios 25: 21) “Si el que te aborrece tuviere hambre,
dale de comer pan,
y si tuviere sed,
dale de beber agua”.
Cosa que no sólo ese sacerdote y el levita habían olvidado,
sino también el fariseo que tenía a Jesús delante.
LOS CUIDADOS DEL SAMARITANO.
“y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino;
y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él.”
El judío herido, nada podía hacer por sí mismo, se
encontraba a la merced de cualquiera, y en este caso, a merced de un enconado
enemigo: un samaritano.
Pero lejos de mostrarse hostil, el samaritano obró como un
cristiano debiera obrar; hizo todo lo que estaba en su mano hacer:
“Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos,
y mayormente a los de la familia de la fe.” (Gálatas 6: 10).
Es probable que la mayoría de viajeros llevaran aceite y
vino en pequeñas cantidades, como especie de primeros auxilios – como hoy en
día cuando salimos de viaje llevamos un botiquín- El vino era antiséptico y el
aceite ayudaba a mitigar y sanar heridas.
No sólo el samaritano le hizo los primeros auxilios, sino
que después de haber vendado sus heridas, lo montó en su propia cabalgadura (y
por tanto él fue a pie), y lo llevó al hospital (en este caso a un mesón),
cuidando de él.
Para el samaritano, que seguramente iba también con ganas de
llegar a su casa, en Jericó, optó en seguir la senda del amor sacrificial,
antes que su propia apetencia.
EL SAMARITANO HIZO LA OBRA COMPLETA.
“Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al
mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré
cuando regrese.”:
El día en que ya debía partir, el samaritano pagó con
anticipación al mesonero, porque le dio dos denarios, posiblemente mucho más de
lo que iba ser el costo real. No obstante, estaba dispuesto a pagar más si era
necesario. Dos denarios era el salario de dos días de trabajo.
La pregunta de obvia respuesta, hecha a la persona correcta:
“¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo
del que cayó en manos de los ladrones?”: Jesús invirtió la pregunta original
del intérprete de la ley, y esa pregunta es fulminante. De un tajo corta con
toda conjetura, actuación justificativa, o cuento. Era obvia la respuesta, y
esa respuesta la dio el mismo que hizo aquella insulsa y escapista pregunta,
“¿quién es mi prójimo?”.
Como digo, lo bueno del caso es que él mismo, el fariseo, se
respondió. Esa es la sabiduría de Jesús, un joven despreciado por aquellos
fariseos que se creían sabios en sí mismos.
La lección de Jesús fue magistral. En un momento le llevó a
un punto en el cual el mismo fariseo se respondió: “Él dijo: El que usó de
misericordia con él.”
Nótese que ese fariseo – como todos ellos que se creían
buenos en sí mismos – ni siquiera pronunció la palabra samaritano. Su actitud
de experto, traicionó su falta de amor.
“...Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo.”:
El fariseo había aprendido por fin que el prójimo es
cualquier ser humano, y el bien hay que hacerlo en especial con aquellos que
padecen de alguna necesidad y está en nuestra mano el ayudarles.//.
LAS BUENAS OBRAS PREPARADAS POR DIOS CON ANTERIORIDAD PARA
SER EJECUTADAS POR LOS BUENOS SAMARITANOS.
UN PRINCIPIO DE OPORTUNIDAD PARA SERVIR: UN ESTILO DE VIDA.
La mayoría de las oportunidades para servir a otros ocurren
en el ámbito de la vida cotidiana. Las «buenas obras» no se refieren a un
programa o una institución, sino más bien a un estilo de vida. El samaritano no
había salido por el camino a Jericó buscando a algún necesitado con el objetivo
de realizar su «buena acción del día». Más bien, iba a Jericó para atender
algún asunto que tenía que ver con su familia o los negocios en que estaba
involucrado. Esto nos demuestra que el que aspira a estar involucrado en buenas
obras deberá saber que las mejores oportunidades no se planifican, sino que
vienen sobre la marcha de la vida.
EL PRINCIPIO DEL ACERCAMIENTO. VER EL PROBLEMA SIN
INDIFERENCIA.
Es necesario que transitemos por los mismos caminos que los
necesitados. Resulta difícil involucrarse con las personas desde atrás de un
escritorio o encerrado en una oficina. Por eso tenemos que estar dispuestos a
ir a las «plazas, las esquinas de las calles y las puertas de la ciudad»,
moviéndonos en el ambiente donde más probablemente vamos a encontrar a los
necesitados. En la mente de muchos pastores «buenas obras» se refiere a la
interminable sucesión de reuniones cuyos únicos destinatarios son los mismos
miembros de la iglesia que ya han sido alcanzados por el Gran Médico. La
mayoría de los necesitados, sin embargo, no vendrá a nosotros: tenemos que
encontrarla nosotros.
EL PRINCIPIO DE VERLO TODO. LA VISIÓN DEL CRISTIANO.
Los que vivimos en las grandes urbes sabemos cuan fácil es
«ver, sin ver nada». Todos los días, millones de personas viajan en buses,
trenes y otros medios de transporte, miran por las ventanillas, pero no ven lo
que está pasando frente a sus ojos. Están perdidos en sus propias preocupaciones,
o han desarrollado la clase de mecanismos que les permite atravesar, con
miradas de indiferencia, a las multitudes sufrientes a su alrededor. Las buenas
obras, sin embargo, requieren que andemos por la vida con los ojos «bien
abiertos». Es decir, tenemos que tomar cuenta la situación de los que están a
nuestro alrededor.
EL PRINCIPIO DE LA MISIÓN Y DEL ACTUAR AHORA. CORAZÓN
ENDURECIDO O CORAZÓN COMPASIVO.
El texto de Lucas 10 nos indica que tanto el sacerdote como
el levita vieron al hombre tirado al costado del camino y seguramente ambos
sintieron una momentánea incomodidad al verlo. Habrán sentido en sus espíritus
esa fugaz inquietud que nos puede indicar que aún nosotros mismos guardamos
algo de los rasgos del Creador. Ambos, sin embargo, endurecieron el corazón y
siguieron el camino. Nosotros también tenemos nuestras maneras de «endurecer»
el corazón, apaciguando la conciencia con la impermeable lógica de los egoístas:
«Son tantos los necesitados; ¿qué puedo hacer yo? Además, si está en estas
condiciones, por algo debe ser». El hacedor de buenas obras, no obstante,
permite que su corazón sea conmovido por la compasión que viene de lo alto, la
misma que tantas veces impulsó a Jesús a involucrarse con la gente.
EL PRINCIPIO DE LA SOLIDADRIDAD: ESE PROBLEMA NO ES MÍO O
DEJEME AYUDARLO.
Podríamos experimentar misericordia en nuestro interior, sin
que esto nos movilice. Muchas personas cuyo corazón aún no ha sido anestesiado
a las necesidades de los que están a su alrededor, experimentan a diario
momentos de tristeza al ver la desdichada condición de los que sufren. No
obstante, este sentimiento podría bien producir en nosotros un menear de la
cabeza, el comentario de que «alguien debería hacer algo al respecto», o una
indignada denuncia contra los gobiernos corruptos que permiten la existencia de
este tipo de situaciones. Empero, el samaritano se acercó al hombre herido,
para ver de qué manera podía ayudarlo. Es en este instante que la compasión
comienza a traducirse en buena obra.
LOS PRINCIPIOS DEL " JUSTO A TIEMPO". MANOS A LA
OBRA Y ACTUAR.ESTE ES EL TRABAJO DE LA IGLESIA DE JESUCRISTO.
VISITAR A LAS VIUDAS, ENFERMOS Y PRESOS.
Las buenas obras son, esencialmente, prácticas; es decir, no
se miden tanto con las palabras como con los hechos. No es que las primeras no
tengan su lugar, pues hay palabras que dichas en el momento justo pueden ser
más valiosas que cualquier piedra preciosa. Los necesitados, sin embargo, con
frecuencia requieren de algo más tangible que la palabra: un abrazo, una
caricia, un medicamento, una visita, una llamada, un plato de sopa, un par de
zapatos, unas monedas para viajar. En este caso, el samaritano se prestó a atender
las necesidades más inmediatas que tenía el herido, tomando de sus propias
posesiones para socorrerlo.
LAS MISIONES SON UN MINISTERIO PARA EXTENDER EL REINO DE
DIOS.
Es muy difícil ayudar a otros si no estamos dispuestos a
salir de nuestra propia comodidad. No hay nada de malo en bajar la ventanilla
del carro para darle a un mendigo una moneda. ¡Definitivamente es mejor que no
hacer nada! El problema es que requiere tan poco de nosotros, apenas la
molestia de dejar entrar momentáneamente al carro el aire viciado de la ciudad.
La verdadera buena obra requiere que estemos dispuestos a salir de nuestro
lugar de comodidad, para socorrer al necesitado. El samaritano sacrificó el
lujo de andar en su cabalgadura para que el hombre herido pudiera montar en
ella.
LOS PROYECTOS PERSONALES, MIS PROPIAS EXPERIENCIAS SON
EJEMPLO DE VIDA PARA OTROS, PODEMOS CREAR AMBIENTES PARA MEJORAR LA CALIDAD DE
VIDA DE OTROS.
Rara vez será posible cumplir con la buena obra si no
estamos dispuestos a desviarnos de nuestros propios caminos, y es muy difícil
ayudar cuando uno tiene la vista puesta exclusivamente en sus propios
proyectos, como lo demuestran el levita y el sacerdote. Vaya uno a saber qué
actividad religiosa los tenía tan apurados; el hecho es que ninguno de los dos
estaba dispuesto a abandonar su proyecto para ayudar al herido, aun cuando este
presentaba heridas de cierta gravedad. El samaritano por su parte, suspendió su
propio viaje y se desvió hacia un mesón, donde se dedicó a ayudar al hombre a
recuperar sus fuerzas.
ENSANCHEMOS EL TERRITORIO Y PONGAMOS EL GRANITO DE ARENA
PARA CONSTRUIR VIDA EN CRISTO JESÚS.
Las buenas obras requieren, eventualmente, que se involucren
otros en el proceso. Quizás no estemos dispuestos a asumir mayor compromiso con
los necesitados porque tenemos cierto temor de que vamos a quedar «enganchados»
con ellos y no podremos darles el seguimiento adecuado. Sin embargo, los
mejores proyectos son aquellos donde la carga no reposa sobre los hombros de un
solo individuo, sino más bien sobre la comunidad. Así lo ha deseado el Señor y
por eso ha dado instrucciones a su pueblo de que se ocupe de la viuda, el
huérfano y el extranjero. El samaritano no podía quedar indefinidamente con el
hombre herido, pero sí realizó los arreglos necesarios para que otro se
incluyera en la labor.
LOS PRINCIPIOS APLICADOS HOY VAN A DEJAR HUELLA E INVITARAN
A OTROS A SEGUIR EL MISMO CAMINO: SER BUENOS SAMARITANOS.
Cuando Jesús concluyó, dejó bien claro que esta no era,
simplemente, una historia. Al escriba le dijo: «Ve y haz tú lo mismo». ¿Será
que nos sigue dando esas mismas instrucciones a cada uno de nosotros?.
LOS NUEVOS SAMARITANOS VAN A CONTINUAR LA OBRA DE CRISTO EN
LA TIERRA.
Por último, las buenas obras que dejan una contribución
perdurable en el tiempo, requieren de un compromiso a largo plazo. Si deseamos
ver la transformación de las personas con las que estamos involucrados,
deberemos estar dispuestos a caminar con ellos en un proceso que durará un
tiempo. Quizás este es el problema más difícil de resolver en la iglesia, pues
las personas rara vez reciben un acompañamiento prolongado luego del contacto
inicial. Empero, el samaritano no solamente se comprometió a volver, sino a
seguir cubriendo los gastos que engendraran el proceso de recuperación. Aunque
él no podía permanecer en el lugar, no se desentendió del asunto, sino que
continuó demostrando interés en el bienestar del rescatado.
¿Te cuesta trabajo amar a tu prójimo? ¿Evitas a personas con las que es difícil convivir? Lamentablemente, la mayoría de las personas son incapaces de amar a su prójimo porque no han aprendido a amarse a sí mismos. Como puedes ver, amar a nuestro prójimo así como a nosotros mismos debería ser la prioridad número uno en nuestra vida.¿Quién es mi prójimo? ¿Se podrá amar así? Descubre qué tipo de actitudes y acciones necesitamos cultivar en nuestras vidas para amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos y así cumplir con este mandamiento tan importante.