martes, 26 de noviembre de 2013

LA GRANDEZA DEL SERVICIO: JESUCRISTO MI MÁS GRANDE SERVIDOR.

LA GRANDEZA DEL SERVICIO: JESUCRISTO MI MÁS GRANDE SERVIDOR.
 INTRODUCCIÓN: Lucas 10: 25- 37.

Nos dice la escritura que había un hombre que buscaba el agrado de Jesús, quien vino a él, haciéndole una pregunta en mente: ¿Qué debo hacer para heredar la vida eterna? Puesto que Jesús conocía su necesidad de Dios, lo confronta y le contesta con otra pregunta: ¿Qué es lo que está escrito en la ley, qué es lo que has leído? Y aquel hombre, que conocía bien la ley, puesto que era un estudioso de la ley, sabía que aparte de amar a Dios con todo el corazón y con todas sus fuerzas, debía amar también su prójimo. Este hombre tenía la respuesta correcta, pero él no hacía lo que era correcto. Así que quería que Jesús lo aprobara por lo que sabía. Tal vez pensó que lo único importante era amar a Dios y no tener problemas con ninguna persona. Sin embargo, Jesús le dice que no es necesario solamente saber, sino demostrar con la vida. Así que tratando de justificarse, puesto que sabía que estaba mal, pregunta: Bueno, y ¿quién es mi prójimo?.
UN SAMARITANO LLAMADO JESÚS.
Un hombre desciende de Jerusalén a Jericó. Yo descendí de la inocencia al pecado.
Porque la paga del pecado es muerte: más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro. Romanos 6:23.
El hombre cayó en manos de ladrones y le dejaron medio muerto. Yo caí en manos de Satanás y me trajo muerte espiritual.
El ladrón no viene sino para hurtar, y matar, y destruir: Juan 10:10ª.
El sacerdote y el levita no le ayudaron. Nadie ni aún los religiosos me podían ayudar.
Un samaritano viendo su condición tuvo misericordia y le ayudó. Jesús viendo mi condición perdida tuvo misericordia de mí y me ayudó.
Porque el Hijo del hombre ha venido para salvar lo que se había perdido. Mateo 18:11.
Un samaritano era una persona despreciada por los judíos.. Jesús fue despreciado y desechado por los hombres, y los escribas le llamaron endemoniado y samaritano.
El que es de Dios, las palabras de Dios oye: por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios. Respondieron entonces los judíos, y dijeron: ¿No decimos bien nosotros, que tú eres Samaritano, y tienes demonio? Respondió Jesús: Yo no tengo demonio, antes honro a mi Padre; y vosotros me habéis deshonrado. Juan 8:47-49.
Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto: y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Isaías 53:3.
El samaritano se acercó al hombre asaltado. Jesús se acercó a mí cuando estaba muerto en mis pecados y delitos.
Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; Y salvará a los contritos de espíritu. Salmos 34:18.
El buen samaritano vendo sus heridas con aceite y vino. Jesús sanó las heridas de mi vida.
Y saliendo Jesús, vio un gran gentío, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos había enfermos. Mateo 14:14.
El buen samaritano lo echó en su cabalgadura porque no podía caminar. Jesús me cargó en sus hombros porque yo no podía.
¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si perdiere una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va a la que se perdió, hasta que la halle? Y hallada, la pone sobre sus hombros gozosos; Y viniendo a casa, junta a los amigos y a los vecinos, diciéndoles: Dadme el parabién, porque he hallado mi oveja que se había perdido. Lucas 15:4-6.
El buen samaritano llevó a este hombre a un mesón para que se recuperara. Jesús me trajo a la iglesia para que me recuperara.
Que nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo; Col 1:13
El samaritano le encargó al mesonero que le cuidara hasta que él regresara. Jesús dejó a su Santo Espíritu para que me cuide hasta que el venga.
Empero yo os digo la verdad: Os es necesario que yo vaya: porque si yo no fuese, el Consolador no vendría a vosotros; mas si yo fuere, os le enviaré. Juan 16:7.

El samaritano pagó por el hombre. Jesús pagó con su sangre mi redención. El cual se dio a sí mismo en precio del rescate por todos, para testimonio en sus tiempos: 1 Timoteo 2:6.
El samaritano prometió volver. Mi Señor Jesús también. El que da testimonio de estas cosas, dice: Ciertamente, vengo en breve. Amén, sea así. Ven: Señor Jesús. Apocalipsis 22:20.
LA ORDEN DEL SEÑOR ES CLARA: VE TÚ Y HAZ LO MISMO:
APRENDAMOS A SER UN BUENOS SAMARITANOS Y NO PERSONAS INDIFERENTES!.
LAS ACTITUDES DEL CORAZÓN ESTAN POR ENCIMA DE MI RELIGIOSIDAD.
NO IMPORTA QUIÉN ES TU PRÓJIMO, SOLO SE UN BUEN SAMARITANO: PIADOSO Y MISERICORDIOSO.
Conocedor estricto de la Ley de Moisés, que el amor no es un tema de discusión teórico, sino algo que tiene que ver lo práctico y con el diario vivir de cada uno de nosotros.
Este es el dilema de los religiosos de siempre, queriendo creer que cumplir los reglamentos, cumplir los ritos y cumplir lo que me imponen es importante, pero no nos damos cuenta que hemos estado enfrascados en hacer esas cosas y pasar por alto lo más importante que es la misericordia mostrada hacia los demás.
Es por eso que Jesucristo utiliza a un hombre sin religión, a un hombre sin compromiso con ninguna forma de creencia y les demuestra que ese hombre hizo lo que se debía de hacer en casos de desventaja de aquel que es mi prójimo.
Explicar las diferencia y fricciones entre los judíos y los samaritanos! Odio entre ellos…
Vamos a ver ésta noche, algunas de las actitudes de los diferentes personajes del pasaje hacia el hombre que estaba herido y despojado;  cada uno de nosotros debemos de adoptar una postura y ser en verdad la persona que Cristo quiere que seamos ante aquellas personas que son menos afortunadas que nosotros.
EL SACERDOTE. Tenían tres deberes esenciales que cumplir:
El servicio en el santuario. El predicador
La enseñanza de la Ley al pueblo. El maestro
Consultar a Jehová por el pueblo. El encargado de la oración
Por lo tanto eran mediadores entre Dios y Su pueblo.
Ahí tenemos el pésimo ejemplo de un hombre que se suponía encargado de parte de Dios para tener compasión y amor hacia los demás, haciendo todo lo contrario a su llamamiento y oficio.
EL LEVITA. Los levitas provenían de la tribu de Leví, pero no eran descendientes de Aarón, que también lo era. Los levitas ayudaban a los sacerdotes en las labores del templo.
Los dos religiosos vieron al herido, usando de la imaginación, posiblemente uno de los judíos que habría estado en el templo adorando el día anterior, y los dos religiosos ministrando el altar, y decimos, viéndolo, hicieron como que no lo habían visto – pero a Dios nada se le escapa.
Posiblemente, los dos religiosos tenían prisa en llegar a casa porque estaban cansados de ministrar en el templo y querían descansar; cosa muy legítima.
A veces el momento en el que demostrar amor real, es el más inconveniente e inoportuno, pero es cuando hay que hacerlo. Ese judío herido, necesitaba en ese momento ayuda práctica, que cada uno de ellos pudiera haberle brindado, pero se la negaron, porque no estaba en sus prioridades el hacerlo. A veces nuestras prioridades personales no van de acuerdo con la llamada a actuar en amor.
 EL SAMARITANO. “Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia”:
En primer lugar, Jesús no quiere decirnos aquí que todos los sacerdotes y levitas eran malos y que todos los samaritanos eran buenos. Jesús nos da aquí un ejemplo especial para entender una verdad importante, y es esta: “De quien menos se podía esperar – de un extranjero samaritano – llegó la ayuda para un judío”.
No era usual que un samaritano anduviera por ese camino, porque se arriesgaba, no sólo a ser atacado por ladrones, sino también a ser tratado con hostilidad por parte de otros viajeros, presumiblemente judíos.
El samaritano también iba por el mismo camino, también vio al herido, pero a diferencia de los otros dos, éste se conmovió y actuó en consecuencia. Además, actuó no sólo conforme a su bondadoso sentimiento, sino conforme a la Palabra de Dios:
(Proverbios 25: 21) “Si el que te aborrece tuviere hambre, dale de comer pan,
 y si tuviere sed, dale de beber agua”.
Cosa que no sólo ese sacerdote y el levita habían olvidado, sino también el fariseo que tenía a Jesús delante.
LOS CUIDADOS DEL SAMARITANO.
“y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él.”
El judío herido, nada podía hacer por sí mismo, se encontraba a la merced de cualquiera, y en este caso, a merced de un enconado enemigo: un samaritano.
Pero lejos de mostrarse hostil, el samaritano obró como un cristiano debiera obrar; hizo todo lo que estaba en su mano hacer:
“Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.” (Gálatas 6: 10).
Es probable que la mayoría de viajeros llevaran aceite y vino en pequeñas cantidades, como especie de primeros auxilios – como hoy en día cuando salimos de viaje llevamos un botiquín- El vino era antiséptico y el aceite ayudaba a mitigar y sanar heridas.
No sólo el samaritano le hizo los primeros auxilios, sino que después de haber vendado sus heridas, lo montó en su propia cabalgadura (y por tanto él fue a pie), y lo llevó al hospital (en este caso a un mesón), cuidando de él.
Para el samaritano, que seguramente iba también con ganas de llegar a su casa, en Jericó, optó en seguir la senda del amor sacrificial, antes que su propia apetencia.
EL SAMARITANO HIZO LA OBRA COMPLETA.
“Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese.”:
El día en que ya debía partir, el samaritano pagó con anticipación al mesonero, porque le dio dos denarios, posiblemente mucho más de lo que iba ser el costo real. No obstante, estaba dispuesto a pagar más si era necesario. Dos denarios era el salario de dos días de trabajo.
La pregunta de obvia respuesta, hecha a la persona correcta:
“¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?”: Jesús invirtió la pregunta original del intérprete de la ley, y esa pregunta es fulminante. De un tajo corta con toda conjetura, actuación justificativa, o cuento. Era obvia la respuesta, y esa respuesta la dio el mismo que hizo aquella insulsa y escapista pregunta, “¿quién es mi prójimo?”.
Como digo, lo bueno del caso es que él mismo, el fariseo, se respondió. Esa es la sabiduría de Jesús, un joven despreciado por aquellos fariseos que se creían sabios en sí mismos.
La lección de Jesús fue magistral. En un momento le llevó a un punto en el cual el mismo fariseo se respondió: “Él dijo: El que usó de misericordia con él.”
Nótese que ese fariseo – como todos ellos que se creían buenos en sí mismos – ni siquiera pronunció la palabra samaritano. Su actitud de experto, traicionó su falta de amor.
“...Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo.”:
El fariseo había aprendido por fin que el prójimo es cualquier ser humano, y el bien hay que hacerlo en especial con aquellos que padecen de alguna necesidad y está en nuestra mano el ayudarles.//.
LAS BUENAS OBRAS PREPARADAS POR DIOS CON ANTERIORIDAD PARA SER EJECUTADAS POR LOS BUENOS SAMARITANOS.
UN PRINCIPIO DE OPORTUNIDAD PARA SERVIR: UN ESTILO DE VIDA.

La mayoría de las oportunidades para servir a otros ocurren en el ámbito de la vida cotidiana. Las «buenas obras» no se refieren a un programa o una institución, sino más bien a un estilo de vida. El samaritano no había salido por el camino a Jericó buscando a algún necesitado con el objetivo de realizar su «buena acción del día». Más bien, iba a Jericó para atender algún asunto que tenía que ver con su familia o los negocios en que estaba involucrado. Esto nos demuestra que el que aspira a estar involucrado en buenas obras deberá saber que las mejores oportunidades no se planifican, sino que vienen sobre la marcha de la vida.
EL PRINCIPIO DEL ACERCAMIENTO. VER EL PROBLEMA SIN INDIFERENCIA.
Es necesario que transitemos por los mismos caminos que los necesitados. Resulta difícil involucrarse con las personas desde atrás de un escritorio o encerrado en una oficina. Por eso tenemos que estar dispuestos a ir a las «plazas, las esquinas de las calles y las puertas de la ciudad», moviéndonos en el ambiente donde más probablemente vamos a encontrar a los necesitados. En la mente de muchos pastores «buenas obras» se refiere a la interminable sucesión de reuniones cuyos únicos destinatarios son los mismos miembros de la iglesia que ya han sido alcanzados por el Gran Médico. La mayoría de los necesitados, sin embargo, no vendrá a nosotros: tenemos que encontrarla nosotros.
EL PRINCIPIO DE VERLO TODO. LA VISIÓN DEL CRISTIANO.
Los que vivimos en las grandes urbes sabemos cuan fácil es «ver, sin ver nada». Todos los días, millones de personas viajan en buses, trenes y otros medios de transporte, miran por las ventanillas, pero no ven lo que está pasando frente a sus ojos. Están perdidos en sus propias preocupaciones, o han desarrollado la clase de mecanismos que les permite atravesar, con miradas de indiferencia, a las multitudes sufrientes a su alrededor. Las buenas obras, sin embargo, requieren que andemos por la vida con los ojos «bien abiertos». Es decir, tenemos que tomar cuenta la situación de los que están a nuestro alrededor.
EL PRINCIPIO DE LA MISIÓN Y DEL ACTUAR AHORA. CORAZÓN ENDURECIDO O CORAZÓN COMPASIVO.
El texto de Lucas 10 nos indica que tanto el sacerdote como el levita vieron al hombre tirado al costado del camino y seguramente ambos sintieron una momentánea incomodidad al verlo. Habrán sentido en sus espíritus esa fugaz inquietud que nos puede indicar que aún nosotros mismos guardamos algo de los rasgos del Creador. Ambos, sin embargo, endurecieron el corazón y siguieron el camino. Nosotros también tenemos nuestras maneras de «endurecer» el corazón, apaciguando la conciencia con la impermeable lógica de los egoístas: «Son tantos los necesitados; ¿qué puedo hacer yo? Además, si está en estas condiciones, por algo debe ser». El hacedor de buenas obras, no obstante, permite que su corazón sea conmovido por la compasión que viene de lo alto, la misma que tantas veces impulsó a Jesús a involucrarse con la gente.
EL PRINCIPIO DE LA SOLIDADRIDAD: ESE PROBLEMA NO ES MÍO O DEJEME AYUDARLO.
Podríamos experimentar misericordia en nuestro interior, sin que esto nos movilice. Muchas personas cuyo corazón aún no ha sido anestesiado a las necesidades de los que están a su alrededor, experimentan a diario momentos de tristeza al ver la desdichada condición de los que sufren. No obstante, este sentimiento podría bien producir en nosotros un menear de la cabeza, el comentario de que «alguien debería hacer algo al respecto», o una indignada denuncia contra los gobiernos corruptos que permiten la existencia de este tipo de situaciones. Empero, el samaritano se acercó al hombre herido, para ver de qué manera podía ayudarlo. Es en este instante que la compasión comienza a traducirse en buena obra.

LOS PRINCIPIOS DEL " JUSTO A TIEMPO". MANOS A LA OBRA Y ACTUAR.ESTE ES EL TRABAJO DE LA IGLESIA DE JESUCRISTO.
VISITAR A LAS VIUDAS, ENFERMOS Y PRESOS.
Las buenas obras son, esencialmente, prácticas; es decir, no se miden tanto con las palabras como con los hechos. No es que las primeras no tengan su lugar, pues hay palabras que dichas en el momento justo pueden ser más valiosas que cualquier piedra preciosa. Los necesitados, sin embargo, con frecuencia requieren de algo más tangible que la palabra: un abrazo, una caricia, un medicamento, una visita, una llamada, un plato de sopa, un par de zapatos, unas monedas para viajar. En este caso, el samaritano se prestó a atender las necesidades más inmediatas que tenía el herido, tomando de sus propias posesiones para socorrerlo.
LAS MISIONES SON UN MINISTERIO PARA EXTENDER EL REINO DE DIOS.
Es muy difícil ayudar a otros si no estamos dispuestos a salir de nuestra propia comodidad. No hay nada de malo en bajar la ventanilla del carro para darle a un mendigo una moneda. ¡Definitivamente es mejor que no hacer nada! El problema es que requiere tan poco de nosotros, apenas la molestia de dejar entrar momentáneamente al carro el aire viciado de la ciudad. La verdadera buena obra requiere que estemos dispuestos a salir de nuestro lugar de comodidad, para socorrer al necesitado. El samaritano sacrificó el lujo de andar en su cabalgadura para que el hombre herido pudiera montar en ella.
LOS PROYECTOS PERSONALES, MIS PROPIAS EXPERIENCIAS SON EJEMPLO DE VIDA PARA OTROS, PODEMOS CREAR AMBIENTES PARA MEJORAR LA CALIDAD DE VIDA DE OTROS.
Rara vez será posible cumplir con la buena obra si no estamos dispuestos a desviarnos de nuestros propios caminos, y es muy difícil ayudar cuando uno tiene la vista puesta exclusivamente en sus propios proyectos, como lo demuestran el levita y el sacerdote. Vaya uno a saber qué actividad religiosa los tenía tan apurados; el hecho es que ninguno de los dos estaba dispuesto a abandonar su proyecto para ayudar al herido, aun cuando este presentaba heridas de cierta gravedad. El samaritano por su parte, suspendió su propio viaje y se desvió hacia un mesón, donde se dedicó a ayudar al hombre a recuperar sus fuerzas.
ENSANCHEMOS EL TERRITORIO Y PONGAMOS EL GRANITO DE ARENA PARA CONSTRUIR VIDA EN CRISTO JESÚS.
Las buenas obras requieren, eventualmente, que se involucren otros en el proceso. Quizás no estemos dispuestos a asumir mayor compromiso con los necesitados porque tenemos cierto temor de que vamos a quedar «enganchados» con ellos y no podremos darles el seguimiento adecuado. Sin embargo, los mejores proyectos son aquellos donde la carga no reposa sobre los hombros de un solo individuo, sino más bien sobre la comunidad. Así lo ha deseado el Señor y por eso ha dado instrucciones a su pueblo de que se ocupe de la viuda, el huérfano y el extranjero. El samaritano no podía quedar indefinidamente con el hombre herido, pero sí realizó los arreglos necesarios para que otro se incluyera en la labor.
LOS PRINCIPIOS APLICADOS HOY VAN A DEJAR HUELLA E INVITARAN A OTROS A SEGUIR EL MISMO CAMINO: SER BUENOS SAMARITANOS.
Cuando Jesús concluyó, dejó bien claro que esta no era, simplemente, una historia. Al escriba le dijo: «Ve y haz tú lo mismo». ¿Será que nos sigue dando esas mismas instrucciones a cada uno de nosotros?.
LOS NUEVOS SAMARITANOS VAN A CONTINUAR LA OBRA DE CRISTO EN LA TIERRA.
Por último, las buenas obras que dejan una contribución perdurable en el tiempo, requieren de un compromiso a largo plazo. Si deseamos ver la transformación de las personas con las que estamos involucrados, deberemos estar dispuestos a caminar con ellos en un proceso que durará un tiempo. Quizás este es el problema más difícil de resolver en la iglesia, pues las personas rara vez reciben un acompañamiento prolongado luego del contacto inicial. Empero, el samaritano no solamente se comprometió a volver, sino a seguir cubriendo los gastos que engendraran el proceso de recuperación. Aunque él no podía permanecer en el lugar, no se desentendió del asunto, sino que continuó demostrando interés en el bienestar del rescatado.

La belleza de bendecir a otros 

¿Te cuesta trabajo amar a tu prójimo? ¿Evitas a personas con las que es difícil convivir? Lamentablemente, la mayoría de las personas son incapaces de amar a su prójimo porque no han aprendido a amarse a sí mismos. Como puedes ver, amar a nuestro prójimo así como a nosotros mismos debería ser la prioridad número uno en nuestra vida.
¿Quién es mi prójimo? ¿Se podrá amar así? Descubre qué tipo de actitudes y acciones necesitamos cultivar en nuestras vidas para amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos y así cumplir con este mandamiento tan importante.





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