LO QUE SIGNIFICA EL PECADO DE LA INFIDELIDAD EN TODOS LOS
TIEMPOS.
«UNA SUPERSTICIÓN NAHUA Y UNA ESPAÑOLA»
Por Carlos Rey.
Cuando los conquistadores españoles arribaron a las costas
de Mesoamérica, los nahuas se habían diseminado desde lo que hoy llamamos
México hasta América Central, con asentamientos de importancia en Nicaragua.
Entre aquel grupo de pueblos que tenían en común la lengua náhuatl, había una
superstición muy curiosa que tenía que ver con la infidelidad. Según la
superstición, si los ratones abrían un hoyo en el vestido de una esposa, el
esposo consideraba que era señal de que ella le había sido infiel; en cambio,
si los ratones roían la ropa del esposo, entonces ella lo juzgaba culpable de
infidelidad a él.1.
Ahora bien, para quienes pudieran juzgar, por su parte, que
esa superstición de los nahuas fuera algo inconcebible para los españoles,
presuntamente más civilizados, más vale que vuelvan a pensarlo. Es que había
una tradición española igualmente curiosa que tenía que ver también con la
infidelidad y que tenía como escenario el monumental Colegio de San Ciriaco y
Santa Paula, más conocido como Colegio de Málaga, en Alcalá de Henares. En uno
de los patios del interior de aquel Colegio, hay una gran fuente decorada con
la figura de un monstruo por donde antiguamente salía el agua. Según la
tradición, cuando una mujer dudaba de la lealtad de su amado, lo llevaba a ese
patio y lo obligaba a jurarle amor eterno con la mano derecha metida hasta la
muñeca en la boca del monstruo. Y si el hombre se atrevía a mentir, la figura
de piedra cerraba su gran boca, tragándose la mano del amante infiel.2.
En lo que más se parecen esas supersticiones de los nahuas y
de los españoles es que dan por sentado que la infidelidad es intolerable. Es
un engaño que merece un castigo severo, sobre todo tratándose de personas que
se han jurado lealtad. Y no debiera extrañarnos que dos culturas tan distintas
tuvieran en común esa norma de conducta, si consideramos que los integrantes de
las dos fueron creados por el mismo Dios a su imagen y semejanza. Y conste que
se trata de un Dios que, antes de darnos el mandamiento que prohíbe el
adulterio, nos prohíbe que le seamos infieles adorando ídolos o a otros
presuntos dioses, diciendo textualmente: «Yo, el Señor tu Dios, soy un Dios
celoso».3.
¿Cómo es que se manifiestan esos celos? En el libro del
profeta Oseas, habiendo juzgado que reina la infidelidad entre su pueblo, Dios
decide enseñarle a ese pueblo infiel una lección objetiva. Manda a Oseas que se
case con una prostituta, sabiendo de antemano que ella lo va a engañar, y
cuando la esposa le es infiel, Dios le ordena al pobre profeta que la ame, a pesar
de que es adúltera, tal y como Él ama a su pueblo, a pesar de que éste se ha
vuelto a dioses ajenos. Pero su amor es tal que, en la lección que le enseña a
su pueblo, Dios no se limita a pedirle cuentas por su conducta, como tenemos la
tendencia a hacer nosotros, sino que se dispone a perdonar a todo el que se
vuelva a Él arrepentido.4.
Más vale, entonces, que aprovechemos el perdón que Dios nos
ofrece, y que cultivemos una relación estrecha con Él, agradecidos de que para
Él es tan insoportable que dejemos de amarlo como lo es que dejemos de serle
fieles. Pues si mantenemos esa relación íntima con Él, disfrutaremos del único
amor que es de veras eterno.
1 Daniel G.
Brinton, «Historia del baile del Güegüence», en Baile de El Güegüence o Macho
Ratón (Managua, Nicaragua: Editorial Hispamer, 1998), p. 15.
2 Arsenio
E. Lope Huerta y M. Vicente Sánchez Molto, Leyendas y refranes complutenses
(Madrid, España: Diputación Provincial de Madrid, Delegación de Cultura,
Deportes y Turismo, 1982), p. 136.
3 Ex 20:3, 4,14.
3 No tendrás dioses ajenos delante de mí.
20:4 No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté
arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.
20:14 No cometerás adulterio.
Dt 5:7,8, 9,18. 7 No
tendrás dioses ajenos delante de mí.
5:8 No harás para ti escultura, ni imagen alguna de cosa que
está arriba en los cielos, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la
tierra.
5:9 No te inclinarás a ellas ni las servirás; porque yo soy
Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los
hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,
5:18 No cometerás adulterio.
4 Os 3:1. 3:1
Me dijo otra vez Jehová: Ve, ama a una mujer amada de su compañero, aunque
adúltera, como el amor de Jehová para con los hijos de Israel, los cuales miran
a dioses ajenos, y aman tortas de pasas.
Os 4:1. Oíd palabra de Jehová, hijos de Israel, porque
Jehová contiende con los moradores de la tierra; porque no hay verdad, ni
misericordia, ni conocimiento de Dios en la tierra.
Os 14:1-2. Vuelve, oh Israel, a Jehová tu Dios; porque por
tu pecado has caído.
14:2 Llevad con vosotros palabras de súplica, y volved a
Jehová, y decidle: Quita toda iniquidad, y acepta el bien, y te ofreceremos la
ofrenda de nuestros labios.
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