EN EL JUICIO
DELANTE DEL GRAN TRONO BLANCO ALLÍ ESTAREMOS.
¿QUIÉN
CONDUCE HOY SU VIDA?
No podemos
aventurarnos y permitir que cualquiera guíe nuestra vida.
Qué bueno es
recordar lo precaria que es nuestra vida y por eso lo importante que es tener a
un experto conductor capaz de llevarnos sanos y salvos a nuestro destino final.
Más vale que reconozcamos que el único Conductor que tiene la experiencia
necesaria para salvarnos de naufragar es Jesucristo, el Hijo de Dios. Porque si
lo confundimos con cualquier otro guía, señor o maestro, entonces en El Juicio
del Gran Trono Blanco Él, como Rey de reyes, se verá obligado a decirnos: «
¡Apártate de mí! ¡Tú no me conociste, y yo jamás te conocí!» En cambio, si lo
reconocemos como el que nos salvó de las aguas contaminadas de pecado y nos
perdonó de una vez y para siempre, entonces Él con gusto nos dirá: « ¡Ven!
¡Disfruta del reino preparado para ti desde la creación del mundo!»3.
3 Sal. 48: 14. Porque este Dios es Dios
nuestro eternamente y para siempre;
Él nos
guiará aún más allá de la muerte.
Is. 48:17. Así ha dicho Jehová, Redentor tuyo,
el Santo de Israel: Yo soy Jehová Dios tuyo, que te enseña provechosamente, que
te encamina por el camino que debes seguir.
Is.58:11. Jehová te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu
alma, y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de riego, y como manantial
de aguas, cuyas aguas nunca faltan.
Mt. 6:24. Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al
uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis
servir a Dios y a las riquezas.
Mt. 7:21-23.
No todo el que me dice: Señor,
Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi
Padre que está en los cielos.
7:22 Muchos
me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu
nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?
7:23 Y
entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.
Mt. 8:23-27. Y entrando él en la barca, sus discípulos le
siguieron.
8:24 Y he
aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la
barca; pero él dormía.
8:25 Y
vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que
perecemos!
8:26 Él les
dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a
los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza.
8:27 Y los
hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y
el mar le obedecen?
Mt. 25:31-34. Cuando el Hijo del Hombre venga
en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su
trono de gloria,
25:32 y
serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los
otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos.
25:33 Y pondrá
las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.
25:34
Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad
el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.
Mr. 4:35-41. Aquel día, cuando llegó la noche, les dijo: Pasemos al
otro lado.
4:36 Y
despidiendo a la multitud, le tomaron como estaba, en la barca; y había también
con él otras barcas.
4:37 Pero se
levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal
manera que ya se anegaba.
4:38 Y él
estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron:
Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?
4:39 Y
levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el
viento, y se hizo grande bonanza.
4:40 Y les dijo:
¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis Fe?
4:41
Entonces temieron con gran temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién es éste,
que aun el viento y el mar le obedecen?
Jn. 14:6.
Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre,
sino por.
Ro. 14:10-12. Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también,
¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el
tribunal de Cristo.
14:11 Porque
escrito está:
Vivo yo,
dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla,
Y toda lengua
confesará a Dios.
14:12 De
manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí.
1Ti. 6: 11-15. Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y
sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre.
6:12 Pelea
la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo
fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos.
6:13 Te
mando delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Jesucristo, que dio
testimonio de la buena profesión delante de Poncio Pilato,
6:14 que
guardes el mandamiento sin mácula ni reprensión, hasta la aparición de nuestro
Señor Jesucristo,
6:15 la cual
a su tiempo mostrará el bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes, y Señor
de señores,
6:16 el
único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de
los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio
sempiterno. Amén.
Stg. 4:13-17.
¡Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá
un año, y traficaremos, y ganaremos;
4:14 cuando
no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es
neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece.
4:15 En
lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto
o aquello.
4:16 Pero
ahora os jactáis en vuestras soberbias. Toda jactancia semejante es mala;
4:17 y al
que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado.
Ap. 17:14. Pelearán contra el Cordero, y el
Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que
están con él son llamados y elegidos y fieles.
AP. 19:16.
Y en su vestidura y en su muslo
tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.
AP.
20:11-15. Y vi un gran
trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la
tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos.
20:12 Y vi a
los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron
abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron
juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según
sus obras.
20:13 Y el
mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los
muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras.
20:14 Y la
muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda.
20:15 Y el
que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.
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