La renovación diaria que necesitamos“...transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento” Romanos 12:2
Para quienes desean ser escritores, puede ser desalentador que les rechacen sus trabajos vez tras vez. Cuando presentan un manuscrito a un editor, suelen recibir una carta de respuesta con estas palabras: «Gracias, pero su presentación no suple nuestras necesidades en este momento». A veces, esto realmente significa «no suple en este momento… ni nunca». Entonces, prueban con otro editor y, después, con otro más.
He descubierto además que la frase, esto “no suple nuestras necesidades en este momento… ni nunca” puede ser una expresión útil en mi andar cristiano, especialmente para renovar mi mente y enfocar nuevamente mis pensamientos en el Señor. Aquello que quiero decir es lo siguiente, cuando empezamos por ejemplo:
- A preocuparnos podemos recordar: «La preocupación no suple mis necesidades en este momento… ni nunca. Mi corazón necesita confiar en Dios. No estaré ansioso “por nada”» (Filipenses 4:6).
- Cuando envidiamos lo que otra persona tiene o hace, podemos reforzar esta verdad: «La envidia no suple mis necesidades en este momento… ni nunca. Necesito darle gracias a Dios. Su Palabra dice: “la envidia es carcoma de los huesos” (Proverbios 14:30), y “dad gracias en todo” (1 Tesalonicenses 5:18)».
- Cuando tenemos malos pensamientos, podemos decir es “La maldad, el engaño, la codicia, esta perversión o lascivia, no suple, ni suplirá mi necesidad. Necesito erradicar estos pensamientos recordando: “¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra” o “En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti”. Salmo 119:9,11No podemos renovar nuestra mente con pensamientos humanos para andar en santidad debemos usar las armas que recomienda Pablo el dijo: “porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas”. Debemos depender de la obra transformadora de la Palabra de Dios y del Espíritu Santo que vive en nosotros. Repetir mentalmente las verdades de la Escritura puede ayudar a someternos a la obra del Espíritu en nuestro interior.
Recuerde: El Espíritu de Dios renueva nuestra mente cuando repasamos la Palabra de Dios.
EL ARADO ABLANDA
Don Roberto, hombre muy rico, tenía de todo en abundancia. Podía comprar lo que se le antojara. Una tarde tomó en sus brazos a Margarita, su pequeña hija de diez años de edad, y después de juguetear con ella por un momento le preguntó:
—¿Has pensado en lo afortunada que eres por ser hija del hombre más rico de esta ciudad?
—Sí, papá, todos te envidian. ¡Cómo quisieran tener ellos tu felicidad!
Todo le iba bien a don Roberto. Pero la vida tiene sus giros imprevistos, y a los pocos meses Margarita murió en un horrible accidente. Esto era más de lo que Roberto podía sobrellevar, así que se dio a la bebida, al juego y a la vida licenciosa. Con el tiempo perdió todos sus bienes.
Quebrantado de espíritu, dejó la ciudad donde había sido tan popular, y se fue peregrinando en busca de paz y consuelo.
Al pasar por una población, vio que un hombre revolvía el trigo con una gran pala.
—¿Por qué no dejas en paz esos granos? —le preguntó.
—Para que no se pudran —fue la respuesta.
Pasando luego por un campo, vio a otro que araba la tierra con una reja muy aguda.
—¿Por qué cortas tan profundo la tierra? —inquirió.
—Para que sea más blanda, y así se empape bien de lluvia y sol —respondió el campesino.
Mientras pasaba por un viñedo, observó que un obrero cortaba, con tijeras, los sarmientos de las matas.
—Amigo —preguntó Roberto—, ¿por qué atormentas esos sarmientos?
—Para que den una cosecha buena y abundante —contestó el obrero.
Don Roberto se quedó muy pensativo. Caminó hacia la soledad de un bosque cercano, cayó de rodillas, alzó reverentemente los ojos al cielo y exclamó: «¡Señor mío!, yo soy el trigo que has revuelto para que no me pudra. Soy la tierra que has cortado para que me vuelva blando. Y soy el sarmiento que has podado para que dé buen fruto. Ayúdame a someterme a tu mano fuerte para llegar a ser el siervo útil que Tú quieres que sea.»
Don Roberto comprendió que los golpes de la vida producen madurez, fuerza y gracia, y una verdadera paz inundó todo su ser. A pesar de haberlo perdido todo, llegó a comprender que podía ser un hombre verdaderamente feliz.
Feliz es la persona que en medio de la disciplina aprende su lección. La Biblia declara que todas las cosas les ayudan a bien a los que a Dios aman. Pidamos de Dios esa clase de fe, y veremos que cuanto más oscura es la noche, más glorioso es el amanecer. Cristo quiere ser nuestro compañero de viaje en nuestro peregrinaje por este mundo.
«EN CUESTIÓN DE UN AÑO PERDÍ TODO»
«[Hace algunos años] por fortuna me gané un buen dinero de manera honrada, el cual invertí muy mal, pues pensé que el dinero no escasearía jamás. Pero grande fue mi sorpresa cuando de repente, al involucrarme en juegos, vicios, y placeres mundanales, en cuestión de un año perdí todo lo que en principio quise tener por siempre, y tarde me doy cuenta de cuán vano es tener cosas sin sentido. Tuve amigos y mujeres por demás. Hoy en día grande es mi pesar al no tener nada ya: ni amigos, ni mujeres ni familia. Todos me abandonaron al ver que ya nada tengo, y pago las consecuencias de los malos hábitos.
»Ayúdenme, por favor, a encontrar a Dios de manera definitiva, pues sin él, entiendo que nada seré en la vida.»
Este es el consejo que le dimos:
«Estimado amigo:
»Lamentamos mucho que se sienta solo y vacío. Todos necesitamos amigos y familiares que nos animen y nos amen. Creemos que, con el paso del tiempo, sus amigos y sus familiares volverán a buscarlo. Esperamos que pueda perdonarlos por la forma en que lo han tratado, y que ellos puedan perdonarlo a usted por cualquier cosa que les haya dicho.
»En la historia universal, hay un ejemplo de alguien que tuvo una experiencia parecida a la suya. Salomón, el sabio maestro y rey, escribió: “No le negué a mis ojos ningún deseo, ni a mi corazón privé de placer alguno.... Consideré luego todas mis obras y el trabajo que me había costado realizarlas, y vi que todo era absurdo, un correr tras el viento, y que ningún provecho se saca en esta vida.”1 Salomón tenía toda posesión material y todo lujo que había en aquel entonces. Según los documentos históricos, él tuvo además 700 esposas y 300 concubinas.2 Y a pesar de que no perdió ni su dinero ni sus mujeres como le sucedió a usted, llegó a la conclusión de que la felicidad y el contentamiento no se obtienen mediante las posesiones ni las relaciones físicas con mujeres.
»La mayoría de las personas jamás tendrán la oportunidad de aprender de primera mano la lección que usted y Salomón aprendieron: que el tener todas las posesiones materiales que uno pueda imaginarse no produce lo que uno quiere o necesita. Es más, con frecuencia da como resultado una sensación de vacío, de tristeza y hasta de desesperación....
»Usted nos pidió ayuda para encontrar a Dios, y podemos asegurarle que una relación personal con Él es la única manera de llegar a sentirse de veras contento y satisfecho en esta vida. Dios puede darle una razón para vivir y un propósito por el cual levantarse todos los días. Él está cerca de usted ahora mismo. Sólo tiene que orar en sus propias palabras y pedirle que le perdone sus pecados y que forme parte de su vida de hoy en adelante. Pídale que le muestre cómo salir del hoyo en que se encuentra. Lea la Biblia, comenzando con el libro de Eclesiastés, para que vea lo que le pasó a Salomón. ¡También para usted hay esperanza!
»Le deseamos lo mejor,
1Ec 2:10,11
21R 11:3
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