jueves, 4 de octubre de 2012

CONFESAR NUESTRO PECADO A DIOS Y RESTITUIR EL DAÑO

«NO SÉ DE QUÉ MANERA DECÍRSELO [A MI FAMILIA]»
por Carlos Rey


«Soy casado hace casi seis años, y tengo una hija preciosa que amo con todo mi corazón; pero también tengo algo que me atormenta, y es una hija que nació antes de casarme con mi pareja actual.... Nunca pude ser lo suficientemente hombre para reconocer mi falla, y ahora siento que el peso es muy grande.
»Mi familia no sabe nada, y no sé de qué manera decírselo. ¿Tengo aún una oportunidad de que Dios me perdone?»
Este es el consejo que le dio mi esposa:
«Estimado amigo:
»Sí, Dios lo perdonará. Él perdona a todo el que se arrepiente sinceramente y le pide perdón. Juan el apóstol afirmó que “si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad”.1Muchos creen que arrepentirse sólo quiere decir lamentar lo que uno ha hecho. Sin embargo, arrepentirse también significa que uno cambia su actitud y su conducta, y que compensa el daño que ha causado. A menos que uno esté dispuesto a hacer restitución, su actitud en realidad no ha cambiado con relación a lo que hizo.
»El peso que usted siente es el de su conciencia actuando conforme a la manera en que Dios la diseñó para que procediera. Su conciencia le está recordando su pecado y la consecuencia de ese pecado. En el caso suyo, la consecuencia es una niñita que no conoce a su papá. ¿Hizo ella algo malo? No. ¿Merece tener un padre que la ame? Sí. ¿Quién es la única persona que puede darle eso que necesita y merece? Usted.
»No hay ninguna manera buena de confesarle ese pecado a su familia. No hay palabras mágicas que curen las heridas emocionales que habrán de sentir. Dígaselo primero a su esposa, y pídale perdón. Es probable que ella sienta que usted la ha engañado al mantener en secreto algo tan importante, y que arremeta contra usted a causa de su enojo. Así que recuerde que usted se lo merece. Y no espere que ella se sobreponga a la decepción y al enojo que siente ni que puedan hablar con calma acerca de la situación antes de que pasen algunos días y tal vez hasta algunas semanas.
»Entonces, junto con su esposa, póngase en contacto con la madre de su hija y pídale perdón por su conducta pasada. Explíquele que quiere ayudarla económicamente y que quiere comenzar a cultivar una relación con su hija. Si su hija aún es muy joven, será fácil ganarse su afecto; si ya es una adolescente, le llevará mucho tiempo lograrlo.
»Si su esposa tiene madurez emocional, llegará a comprender que usted puede tener una relación con su otra hija sin tener una relación con la madre de esa hija. Sin embargo, no obstante la madurez que tenga, a su esposa le resultará aún más difícil aceptar que usted debe aportar económicamente al sustento de otra hija. ¡Habría sido muchísimo mejor si ella hubiera sabido acerca de esto antes de casarse con usted!
»Aún así, usted puede tener la conciencia tranquila, libre de ese peso tan grande que ha sentido, y su hijita puede tener un papá. Es usted quien decide.»


11Jn 1:9

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