MÁS FE MÁS
FRUTOS MÁS SERVICIO MÁS GOZO MÁS LIBERTAD EN CRISTO.
Más Fe y más
de sus Frutos.
Leer: Salmo
119:17-24
Pues tus
testimonios son mis delicias y mis consejeros. —Salmo 119:24
La Palabra
de Dios nos llega de muchas maneras. Las predicaciones bíblicas, la lectura,
las canciones, los grupos de estudio y los artículos devocionales nos presentan
las verdades del Señor contenidas en las Escrituras. Sin embargo, no podemos
pasar por alto la lectura y el estudio personal.
Hace poco,
mi corazón se conmovió con un estudio minucioso y párrafo por párrafo de
Deuteronomio en paralelo con el Sermón del monte, en Mateo 5–7. Ambos pasajes
contienen códigos de fe: los Diez Mandamientos (Deuteronomio 5:6-21) y las
Bienaventuranzas (Mateo 5:3-12). Deuteronomio nos muestra el antiguo pacto: la
ley que Dios quería que siguiera su pueblo. En Mateo, Jesús nos muestra cómo
vino Él a cumplir esa ley y establecer los principios del nuevo pacto, el cual
nos libera del peso de la ley. Deuteronomio repasa la Ley, porque el pueblo
tiene la tendencia a olvidarla. Mateo nos muestra a Aquel que cumplió, vivió y
practicó la ley más difícil, la Ley del Amor.
Cuando
estudiamos la Biblia, recordemos que el Espíritu Santo nos ministra por la
Palabra de Dios para enseñarnos, darnos poder, instruirnos, convencernos y
purificarnos. El resultado es entendimiento, arrepentimiento, guía, iluminación,
renovación, restauración y crecimiento en Cristo. Un teólogo y escritor
escribió: «Cuanto más a gusto estemos con la Palabra de Dios, tendremos más fe
y más de sus frutos». Oremos con el salmista: «Abre mis ojos, y miraré las
maravillas de tu ley» (Salmo 119:18), para que podamos poner estas cosas en
práctica en nuestra vida.
Cuando la
Palabra de Dios está en nuestro interior, fluye a través nuestra vida y produce
frutos para la Gloria de Dios.
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