LA SINCERA
GENUINA Y PODEROSA ORACIÓN DE JABES AL DIOS DE ISRAEL Y SU RESPUESTA.
—La persona
más notable de este capítulo es Jabes. No se nos dice Por qué.
Jabes fue
más honorable que sus hermanos, pero hallamos que era hombre de oración.
El camino
para Ser verdaderamente
grande es el de buscar hacer la voluntad de Dios y orar fervorosamente.
Aquí aparece
La oración que él hacía. Jabes
oraba al Dios vivo y verdadero, que es el único que puede oír y responder
la Oración; y, orando lo consideraba
como Dios que tiene un pacto con su pueblo.
Jabes no
expresa promesa alguna;
la deja sobreentendida; temía prometer según su propia fuerza y resolvió
dedicarse por entero a
Dios.
Dios. Sí me
dieras bendición, y me guardaras! Haz lo que quieras conmigo; yo estaré a tus
órdenes y a tu
disposición por siempre. Como
dice el texto, este fue lenguaje del deseo más ardiente y afectuoso.
¡Oh, sí
Me dieras bendición! Jabes oró
por cuatro cosas. —
1. Que Dios verdaderamente le bendijera.
Las Bendiciones espirituales son las mejores: Las bendiciones
de Dios son cosas reales y producen efectos Reales.
2. Que ensanche su territorio.
Que Dios ensanche nuestros corazones y, así, agrande nuestra
Parte en Él, y en la Canaán celestial, tal debiera ser
nuestro deseo y oración.
3. Que la mano de Dios Estuviera con él.
La mano de Dios con nosotros, para guiarnos, protegernos,
fortalecernos y hacer todas Nuestras obras en y para nosotros, es una mano absolutamente suficiente
en todo.
3. Que le guardara del mal.
El mal del pecado, el mal del problema, todo los malos
designios de sus enemigos, para que que no lo Dañen, y no hicieran de Jabes un varón de dolores.
Dios le concedió lo que pidió.
Dios siempre está listo Para oír la oración: Su oído hoy no
está sordo.
Jabes es recordado por un pedido de oración, más que por un
acto heroico. En su
oración, pidió a Dios (1) que
lo bendijera, (2) que lo ayudara en su trabajo («ensancharas mi territorio»), (3) que estuviera
con Él en todo lo que hiciera y (4) que lo guardara del mal y del daño.
Jabes reconoció a Dios como el verdadero centro de su
trabajo.
Cuando oramos
por la bendición de Dios, también debemos pedir que Él tome su posición legítima
como Señor sobre nuestro trabajo, nuestro tiempo en familia y nuestra recreación. Obedecer en las responsabilidades
diarias es heroico.
ES IMPORTANTE RECORDAR LA ORACIÓN DE EZEQUÍAS.
Versículos 1—8. Enfermedad y recuperación de Ezequías. 9—22.
Su acción de gracias.
Vv. 1—8. Cuando oramos en nuestra enfermedad, aunque Dios no
nos mande una respuesta como la que aquí envió a Ezequías, nos insta, por su Espíritu, a tener buen
ánimo, nos asegura que nuestros
pecados son perdonados y que, sea que vivamos o muramos, somos suyos, y no
oramos en vano. Véase 2 Reyes xx, 1–11.
Vv. 9—22. Tenemos aquí la acción de gracias de Ezequías.
Bueno es que recordemos las misericordias que recibimos en la enfermedad. Ezequías narra la condición
en que estaba. Insiste en esto: No veré a JAH. El hombre bueno no desea vivir para ningún otro fin
que poder servir a Dios y tener comunión con Él.
—Nuestra residencia presente es como la de un pastor en su
choza, alojamiento
pobre, bajo y frío, y con un encargo comisionado a nuestra cuenta, como lo tiene
el pastor.
—Cuando estamos enfermos, somos muy buenos para calcular nuestro tiempo, pero aún
tenemos incertidumbre. Debiéramos cuidar más cómo llegar a salvo al otro mundo.
Mientras más saboreemos la paciencia amorosa de Dios más le
amará nuestro corazón y
vivirá para Él.
Cristo libró con amor nuestras pobres almas perecederas. El
perdón no hace que el
pecado deje de ser pecado, si no es castigado como merece.
Agradable es pensar en nuestra recuperación de la enfermedad cuando las vemos fluir
del perdón del pecado.
La oportunidad
de Ezequías para glorificar a Dios en este mundo, la convirtió en la actividad,
placer y finalidad de su
vida.
Estando recuperado, resuelve abundar en alabanzas y servir a
Dios.
—Las promesas
de Dios no son para quitar el uso de los medios, sino para vivificar y
estimular su uso.
La vida
y la salud son dadas para que glorifiquemos a Dios y hagamos el bien.
¿Es tiempo de alegría para ustedes? Oh, que Cristo pueda
sazonar la
Alegría de ustedes e impedir que la intoxicación de las
bendiciones terrenales.
Los aparten de caminar cerca de Él. En la noche del dolor
rueguen para que Él los bendiga, en verdad, no sea que el ajenjo los intoxique
y los
emborrache, no sea que las aflicciones de ustedes los hagan
pensar du- ramente de Él.
Oren por la bendición,
que al recibirla, los hace ricos para todos los
Propósitos de gloria, o que si falta, los hace pobres y
desamparados, aunque su bodega esté completamente llena.
“Si tu presencia no ha
de ir conmigo, no nos saques de aquí.” Pero, “¡Oh, si en verdad me bendijeras!”
LA VIDA DE EZEQUÍAS ES UN EJEMPLO PARA NOSOTROS.
Los que disfrutan del beneficio de un ministerio establecido
no reclamarán por los
gastos que produce. En todo lo que Ezequías intentó para el servicio de Dios,
fue fervoroso y decidido en su enfoque y
dependencia, siendo consecuentemente prosperado.
Sea que se nos haya confiado pocos o muchos talentos, podemos, de este modo,
procurar mejorarlos y estimular a los demás para que hagan lo mismo.
Lo que se emprende con sincera consideración de la gloria de
Dios, triunfará
finalmente para nuestro honor y consuelo.
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