EL ESPÍRITU
SANTO ES NUESTRO DIOS CONSOLADOR.
Nuestro
Consolador.
Os conviene
que yo me vaya, porque si no me voy, el Consolador no vendrá a vosotros; pero
si me voy, os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de
justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por
cuanto voy al Padre y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de
este mundo ha sido ya juzgado. Juan 16:7-11.
Nuestro
Consolador, es el Espíritu Santo, a quien el Padre envió para que nos recuerde
y enseñe todas las cosas que Jesús hizo y las que están escritas en su Palabra.
Él es quien nos guía a toda verdad, Él es nuestro maestro.
Como hijos
de Dios, cada día debemos anhelar ser guiados por el Espíritu Santo y no por
nuestras emociones y sentimientos, para dar testimonio de lo que Él está
haciendo en nuestras vidas.
Tengamos
siempre presente que el Espíritu Santo nos ayuda cuando somos débiles e
intercede por nosotros con gemidos indecibles, conforme a la voluntad de Dios.
(Romanos 8:26-27).
Él está
listo para darnos aliento, coraje, fuerza, sabiduría y gracia en todo momento.
Él puede proveer al corazón humano la paz y el consuelo que nadie más puede
hacerlo.
El Espíritu
Santo llegará a ser tu amigo más íntimo, tu consejero, tu guía, tu consolador,
el compañero de toda tu vida cuando tú se lo permitas.
Autora.
Brisna Bustamante S.
Sub
Coordinadora Call Center.
“La lámpara
del cuerpo es el ojo; cuando tu ojo es bueno, también todo tu cuerpo está lleno
de luz; pero cuando tu ojo es maligno, también tu cuerpo está en tinieblas”
(Lucas 11:34).
EL TRABAJO
ESPECÍFICO DEL ESPÍRITU SANTO.
El capítulo
14 de Josué nos cuenta algo muy interesante sobre un hombre llamado Caleb. Tres
veces el Espíritu Santo dice que Caled “cumplidamente siguió a Jehová Dios”
(vs.8, 9, 14). Cada onza de Caleb estaba dedicada al Señor. Esta es la clase de
corazón que deberíamos tener si es que nos identificamos como creyentes. El
diablo va a intimidar a un hombre de corazón débil. Y sólo hay una forma de
pararse contra el diablo: entregándose totalmente a Jesucristo. Por cierto,
Dios no acepta “devoción a medias”. Sería mucho mejor para usted decir que Dios
no existe, que decir que Dios no significa mucho para usted, o que Él no hace
ninguna diferencia en su vida, o que no le provoca amarlo.
Lea
Apocalipsis 3:14-18. ¿Puede usted sacar aplicaciones para su vida de esta
admonición dada a la iglesia de Laodicea?
3:14 Y
escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y
verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto:
3:15 Yo
conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente!
3:16 Pero
por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.
3:17 Porque
tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad;
y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.
3:18 Por
tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas
rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de
tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas.
“En Él
también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra
salvación, y habiendo creído en Él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de
la promesa” (Efesios 1:13).
¿Qué
significa que usted está “sellado con el Espíritu Santo”?
1. Primero, el sello es una marca de
autenticidad. Si el Espíritu Santo no está en usted, entonces usted es falso.
Primera Juan 3:24 dice: “Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y
Dios en él. Y en esto sabemos que Él permanece en nosotros, por el Espíritu que
nos ha dado.”
2. Segundo,
el sello es una marca de propiedad (como la marca en una res). Usted le
pertenece. Romanos 8:9 dice: “Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es
de Él.”
3. Tercero,
el sello es una marca de seguridad. En Ester 8:8 leemos acerca de este tipo de
sello “que no puede ser revocado por ningún hombre”. La razón por la cual
permanecemos salvos, no perdemos nuestra salvación, es porque Dios nos ha
sellado.
Alabe a Dios
porque le ha salvado, le ha sellado y le ha asegurado por toda la eternidad.
Regocíjese cantando el himno: “¡Aleluya, qué Salvador!”, de Philip Bliss.
“Así que,
hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros
cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto
racional” - (Romanos 12:1).
SOMOS UNA
OFRENDA VIVA A DIOS.
En el
Antiguo Testamento, el sacerdote ofrecía un animal, en sacrificio a Dios. ¿Qué
es lo que los creyentes ofrecen hoy? Romanos 12:1 nos dice que debemos ofrecer
“nuestros cuerpos como sacrificios vivos”. Y en la misma forma como en los
altares antiguos había dos ganchos para evitar que el sacrificio se resbalara
del altar, nosotros tenemos dos ganchos que mantienen nuestros cuerpos ahí:
disciplina y devoción. En el Antiguo Testamento, los sacerdotes quemaban
incienso como una ofrenda fragante al Señor. ¿Qué es lo que hacemos nosotros
hoy? Hebreos 13:15 dice que “debemos continuamente ofrecer sacrificio de alabanza”.
Nuestro incienso de alabanza debe salir de nuestro cuerpo, porque somos templos
del Espíritu Santo. Primera Corintios 3:16: “¿No sabéis que sois templo de
Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?”
¿Está usted
practicando la disciplina y devoción en forma íntima, como un sacrificio vivo
para la gloria de Dios? Póngase usted mismo en el altar de Dios hoy, como
sacrificio vivo. Pídale a Dios que le dé la fortaleza para ser 100%
disciplinado, y devoto a su causa y para su gloria.
“Hermanos, yo
mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando
ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo
a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” -
(Filipenses 3:13-14).
Hay dos días
que pueden robar el gozo y la realización de hoy. Uno es el mañana, y el otro
es el ayer. Ambos son días en los cuales el creyente debe negarse a vivir.
Muchos de nosotros nunca hemos aprendido cómo separarnos del ayer. Todavía lo
arrastramos con nosotros, y está robando nuestro gozo. Pablo pudo haber vivido
así, en el plano de la culpa, pero él rehusó hacerlo. Tal vez usted, como Pablo
y muchos otros, ha cometido algunos horribles pecados. Pero, mi amigo, aquello
que Dios lo llama limpio, ningún hombre puede llamarlo sucio. Si usted ha
confesado su pecado y se lo ha entregado a Dios, ese pecado está enterrado
profundamente. No deje que contamine su día. ¡Aprenda a vivir en el presente!
EL ESPÍRITU
SANTO CONVENCE DE PECADO, NO CONDENA.
Si usted
está experimentando culpabilidad por un pecado no confesado, entonces
confiéselo y arrepiéntase. Si usted experimenta culpa por un pecado confesado,
rechace esa culpa. El Espíritu Santo convence, no condena. Romanos 8:1: “Ahora,
pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no
andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.”
“Por tanto,
nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del
Señor, somos TRANSFORMADOS de gloria en gloria en la MISMA IMAGEN, como por el
Espíritu del Señor” - (2 Corintios 3:18).
Somos
cambiados “de gloria en gloria” por el PODER del Espíritu Santo. Eso no
significa que esto sucede “de la noche a la mañana”, sino UN PASO A LA VEZ. Hoy
usted debería tener un poquito más de gloria que ayer. Hoy usted debería ser un
poquito más como Jesús, que lo que fue ayer. Y mañana, usted deberá ser aún más
como Jesús. ¿Está usted llegando a ser como Jesús? No, si es que no está en su
Palabra. ¿No cree que ya sea tiempo de que esta generación considere seriamente
la Palabra de Dios?
Ponga aparte
un tiempo y un lugar para estar a solas con Jesús, hoy, y ore y medite el Salmo
119:18: “ABRE mis ojos, y MIRARÉ las maravillas de tu ley.”
“Pero cuando
venga el Consolador, a quien Yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el
cual procede del Padre, Él dará testimonio acerca de Mí” - (Juan 15:26).
El Espíritu
Santo tiene un deber: testificar del Señor Jesucristo. Eso es todo lo que tiene
en mente. Él no está interesado en hacer diez cosas por Dios, sino sólo una.
Hay muchos que se concentran en el Espíritu Santo, enfocándose en lo que Él
hace por medio de milagros, sanidades, lenguas y otras cosas más. Amigo,
cuídese de aquellos que hacen del Espíritu Santo la figura central de su fe. El distintivo de un hombre o mujer llenos del
Espíritu Santo es que siempre estarán hablando acerca de Jesucristo. No pueden
hacer nada más. No pueden hacer nada menos.
Haga esta
promesa delante de Dios: “Entrego todo lo que soy y tengo (esto quiere decir:
talentos, negocios, educación, tiempo, recursos, hogar) por la causa de Cristo.
Tan sólo una cosa hago ―viva o muera― Jesús será glorificado en mi vida hoy y
cada día de mi existencia.”