ORACIÓN EN
MEDIO DEL DOLOR Y LA DESESPERACIÓN.
¿Está usted
plagado (a) de dudas? ¿La depresión, la soledad y la inferioridad se mantienen
sobre usted como una nube tenebrosa? ¿Crea la tensión diaria de la vida un pozo
de ira en lo íntimo de su ser? ¿Se encuentra paralizado (a) por el temor? ¿Está
experimentando la enfermedad de la amargura?
EL APÓSTOL
PABLO PASÓ POR ESTA SITUCIÓN. MIRE LA RESPUESTA DE DIOS.
“Y me ha
dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por
tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose
sobre mí el poder de Cristo” (2 Corintios 12:9).
Cuando está
en angustia existen tres posibles formas de orar. Primero, puede orar que Dios
le dé un escape del dolor. Eso es normal, de hecho, así es como se mantienen
abiertas las farmacias. Segundo, puede orar que Dios le dé la energía para
sobrellevar el dolor. Y esa, asimismo, es una respuesta natural. Si no podemos
escapar al dolor, oramos poder sobrellevarlo. La tercera y última forma de orar
es pedirle a Dios que emplee nuestro dolor en nuestras vidas para nuestro bien
y su gloria. Si oramos escapar a nuestro dolor, entonces vemos el dolor como
nuestro enemigo. Si oramos pidiendo energía para sobrellevar el dolor, entonces
el dolor parece ser un amo. Pero si oramos que nuestro dolor sea empleado o
utilizado, lo vemos como nuestro siervo. Somos capaces de encontrar la gracia
de Dios para gloriarnos en nuestras debilidades, para que el poder de Dios sea
manifestado en nuestras vidas.
¿Está sufriendo
por algo que le sucedió? Órele a Dios que le dé fortaleza para escoger emplear
ese dolor para su bien y la gloria de Dios.
AHORA QUE ES
LIBRE Y SANADO, TRABAJE PARA DIOS.
“Porque
vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la
libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los
otros” (Gálatas 5:13).
Una de las
señales que le indica que usted ha dejado de confiar en Dios es que deja de
funcionar. Usted simplemente deja las actividades de la vida. Usted empieza a
tener temor de esto y aquello; se agobia por una pérdida; es oprimido por el
diablo. ¿Y qué hace usted? Renuncia a todo, cierra las cortinas, se acuesta a
dormir, se levanta tarde. ¿Ha estado alguna vez así? Así afecta la
preocupación. Cuando usted se preocupa, es porque no está confiando en Dios.
Usted quizás diga: “Perdí mi trabajo.” Bueno, ¿qué está haciendo? “Me la paso
sentado en la casa.” ¡Levántese! Usted tiene más oportunidad de servir a Dios.
Haga el bien porque está confiando en el Señor.
¿Está sin
trabajo? Haga lo que tenga que hacer para encontrar un trabajo y cuando lo
logre… ¡haga el bien! Vaya a su iglesia y pídales que le pongan a trabajar.
Vaya a su misión local de voluntario. Corte el pasto de un vecino. Lleve comida
a una persona incapacitada. Escriba una carta a un prisionero.
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