EL ÚNICO Y
VERDADERO EVANGELIO.
El único
evangelio.
Y en ningún
otro hay salvación.
Hechos 4:12
Si usted da
testimonio a otros de que el evangelio de Jesucristo es el único evangelio, el
único camino a Dios, no está proclamando su propio punto de vista de la
religión correcta, sino la revelación de la verdad de Dios. Usted no predica el
evangelio de Cristo sencillamente porque lo conoce, porque se ajusta a su
personalidad o porque quiere ser intolerante y exclusivo. Usted presenta el
evangelio de Cristo porque es el único camino provisto por Dios para que las
personas encuentren la salvación del pecado y de la muerte eterna.
Usted
predica el evangelio de Cristo como el único evangelio porque Él dijo "Yo
soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo" (Jn. 10:9). Usted da
testimonio de ese evangelio porque está de acuerdo con el apóstol Pablo en que
"hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo
hombre" (1 Ti. 2:5).
De modo que
está en buena compañía y tiene un fundamento sólido cuando da testimonio a
quienes no conocen a Jesucristo del único camino de salvación dado por Dios.
JESUCRISTO
EL CAMINO O EL MUNDO ES EL CAMINO.
La puerta
estrecha.
Entrad por
la puerta estrecha.
Mateo 7:13
Muchos han
admirado los principios enseñados en el Sermón del Monte, pero la mayoría no ha
seguido esos principios. Muchos han respetado a Jesús como un gran maestro pero
nunca lo han recibido como Salvador y Señor. Eso es porque no han entrado por
"la puerta estrecha"; la puerta de Dios, la única que lleva a la vida
eterna.
El camino
angosto de la vida cristiana es por la puerta estrecha de Cristo mismo.
"Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie llega al Padre sino por
mí" (Jn. 14:6). ¿Ha entrado usted por la puerta estrecha?.
ENTRAD POR
LA PUERTA CORRECTA.
Entrar por
la puerta.
Nos salvó,
no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su
misericordia.
Tito 3:5
Cuando usted
entra por la puerta estrecha de la salvación, tiene que pasar solo. Tal vez una
puerta de torniquete represente mejor el concepto de la puerta estrecha. Solo
una persona a la vez, sin equipaje, puede pasar por una puerta de torniquete.
Dios ha ordenado que las personas entren en su reino individualmente, no en
grupos. Usted no puede aprovecharse de lo que haya logrado su iglesia, su
familia o sus amigos, sin que importe cuán espirituales sean.
La puerta de
Dios es tan angosta que además de pasar por ella solo, tiene que ir desnudo. No
puede pasar por la puerta vestido de pecado y terquedad. Como dijera el himno
"Nada en la mano llevo, sino que a tu cruz me aferro". Ese es el
camino de la cruz, que es el evangelio. Y el evangelio es la puerta estrecha,
que implica negación de sí mismo. Jesús dijo "Si alguno quiere venir en
pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que
quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de
mí, la hallará" (Mt. 16:24-25).
JESUCRISTO
ES SUFICIENTE PARA LLENAR NUESTRA VIDA DE ALEGRÍA.
Él ES
SUFICIENTE.
"No
tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy.." Hechos 3:6
¿Es Jesús
suficiente? Esa es una pregunta que muchos cristianos necesitamos hacernos,
porque por momentos no perece que lo fuera. Muchos cristianos a pesar de tener
posesiones materiales; viven vidas descontentas y buscando siempre más y más.
Me pregunto ¿dependen estos creyentes de Jesús o de sus cosas? ¿En que basan su
contentamiento?
Si bien las
Escrituras no condenan tener riquezas, en tanto se mantengan las prioridades en
orden. Aquello que Dios no acepta es el amor al dinero, el amor a las cosas o
posesiones (1 Ti. 6:10). Si esto acontece las riquezas llegan a ser nuestro amo
y señor (Mt. 6:24). Cuando esto sucede debemos recordar que el Señor Jesucristo
- y no las riquezas - es quien nos sustenta.
El apóstol
Pedro nos ayuda con esto al relatar la historia del cojo que pedía limosna en
la puerta del templo en Jerusalén. Este hombre le pidió dinero a Pedro, pero el
apóstol le respondió: «No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el
nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda» (Hechos 3:6). El hombre que
yacía a la puerta ese día pensó que el dinero era la respuesta a sus problemas,
pero Pedro le mostró que la respuesta era Jesús, porque este hombre tenía una
necesidad mayor. Y sigue siéndolo; el Señor Jesucristo, sigue siendo siempre
nuestra mayor necesidad, aun cuando le conozcamos, solo Cristo puede
satisfacer, nuestra insatisfacción.
Para Pablo
Cristo era su satisfacción. Filipenses 4:12-13 describe la actitud del apóstol
ante la vida: «Sé lo que es vivir en la pobreza, y lo que es vivir en la
abundancia. He aprendido a vivir en todas y cada una de las circunstancias,
tanto a quedar saciado como a pasar hambre, a tener de sobra como a sufrir
escasez. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (NVI). La comunión de Pablo
con Dios estaba por encima de cuanto tuviera y más allá de cuanto faltara. Su
contentamiento no dependía de las circunstancias, sino de su relación con
Cristo.
El apóstol
nos recuerda que el contentamiento no se produce de la noche a la mañana. Es
algo que se aprende. A medida que nuestra relación con Dios se desarrolla, con
el tiempo y las experiencias, aprendemos a confiar más en Él y menos en
nosotros. Pablo sabía que Cristo le daría fuerzas para perseverar en toda
situación en que se encontrara (v. 13).
Cualesquiera que sean las circunstancias que enfrentes hoy, mediante la
oración podrás recibir la fortaleza necesaria para estar contento y satisfecho
en Cristo, quien realmente te sustenta.
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