lunes, 15 de enero de 2018

LA INVITACIÓN DEL QUE LE SIRVE A JESUCRISTO ES SUFRIR PENALIDADES Y GOZAR POR LOS QUE SE BENEFICIAN.

LA INVITACIÓN DEL QUE LE SIRVE A JESUCRISTO ES SUFRIR PENALIDADES Y GOZAR POR LOS QUE SE BENEFICIAN.
“Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo” (2 Timoteo 2:3).
Muchos de nosotros sabemos hablar muy bien religiosamente. Somos como el jovencito que llamó a su enamorada para decirle: “Cariño, tú eres preciosa para mí. Te amo tanto que pelearía con bestias salvajes con tal de estar a tu lado. Caminaría sobre vidrios rotos con tal de sostener tu mano...Y si es que no llueve, te iré a ver mañana por la noche.” Muchos creyentes son intensamente sentimentales, pero pobres en cuanto a sacrificio. No sabemos lo que es luchar por el Señor Jesucristo. Si usted está buscando una manera fácil de servir al Señor, ¡olvídelo! Somos llamados a soportar penalidades como buenos soldados de la cruz. ¿Cuántas penalidades soportaría usted?
He aquí una pequeña prueba: ¿Cuándo fue la última vez que usted ayunó? ¿Cuándo fue la última vez que usted pasó una hora en oración? ¿Cuándo fue la última vez que usted pasó sus vacaciones en un corto viaje misionero? ¿Cuándo fue la última vez que usted fue perseguido por su fe? ¿Cuándo fue la última vez que pasó una noche encarcelado por haber compartido su fe? ¿Cuándo fue la última vez que prestó un servicio?
EL SERVICIO A DIOS POR MEDIO DE” UN GESTO DE AMOR”
El alma generosa será prosperada, el que sacie a otros será también saciado. - Proverbios 11:25.
Llovía fuerte y era de noche, cuando Renato se dio cuenta que una señora, de avanzada edad, estaba con su coche parado al costado de la carretera necesitando ayuda. Así que, inmediatamente, detuvo su vehículo y se acercó. La señora pensó, que podía tratarse de un ladrón, pues él no inspiraba confianza, tenía el aspecto de un hombre pobre y hambriento. Renato rápidamente percibió el temor de la mujer y le dijo: “Estoy aquí para ayudarla, no se preocupe. ¿Por qué no entra a su auto mientras lo reviso? Le extendió la mano y le dijo: un gusto, mi nombre es Renato”.
Al inspeccionar lo que pasaba, inmediatamente se dio cuenta, que la rueda estaba pinchada entonces se agachó, colocó el gato mecánico, levantó el coche, cambió la rueda y cuando estaba en la tarea de apretar las tuercas, ella abrió la ventana y comenzó a conversar con él. Le contó que no era del lugar, que sólo estaba de paso por allí y de lo agradecida que estaba por su valiosa ayuda. Renato apenas sonrió mientras se levantaba. Ella le preguntó cuánto le debía, reflexionando íntimamente en todas las cosas terribles que podían haber pasado si él no se hubiese detenido para socorrerla. Renato era un hombre que no pensaba solo en el dinero, le gustaba ayudar a las personas. Este era su modo de vivir. Y le respondió: “Si realmente quisiera pagarme, la próxima vez que se encuentre con alguien que tiene una necesidad, bríndele a esa persona la ayuda que necesite y en dicho momento, acuérdese de mí”.
Después de andar algunos kilómetros, bajo una lluvia torrencial, la anciana decidió parar en un pequeño restaurant al costado del camino. Rápidamente se le acercó una  camarera quien le trajo una toalla limpia para que pudiera secar su cabello. La señora notó que la joven que la atendía, estaba con casi ocho meses de embarazo, pero a pesar de eso, tenía una muy buena actitud de amoroso servicio. Esto despertó la curiosidad de la señora, quien se preguntó, ¿cuál será la razón, para que ésta joven que no me conoce, me trate tan bien? En ese instante vino a su mente la imagen de Renato y lo bien que él había procedido con ella.
Al terminar de comer, y mientras la camarera buscaba el cambio, la señora se retiró. Cuando la joven volvió, ya no la encontró y mientras empezaba a preparar la mesa para el próximo cliente, encontró una nota en la servilleta y 4 billetes de 1.000 euros. Entre sorprendida y conmovida por semejante generosidad, sus lágrimas comenzaron a bañar sus ojos, mientras leía lo que la señora tiernamente le había escrito: “Hoy tuve un problema y alguien me ayudó, de la misma forma yo quiero ayudarte a tí. Si tú realmente quisieras reembolsarme este dinero, no dejes que este círculo de amor termine contigo, ayuda también a alguien más y acuérdate de mí”.
Aquella noche, la joven llegó a su casa cansada, después de un largo día de trabajo, se acostó y mientras observaba a su esposo quien ya se había dormido, se quedó pensando en el dinero, en las palabras que le había escrito la señora y en lo bien que les venía este regalo, porque el nacimiento de su hijo sería aproximadamente en un mes. Se dibujó en su rostro una gran sonrisa, agradeció a Dios, se volvió hacia su esposo que dormía a su lado, le dio un beso suave y susurró: -Todo estará bien: ¡Te Amo Renato!
Esta es la actitud que deberíamos tener todas las personas que hemos recibido a Jesús en nuestro corazón, como nuestro único Señor y Salvador, porque aun enfrentando momentos difíciles en nuestras vidas, deberíamos tener una sonrisa en nuestros labios y paz en nuestros corazones, porque Dios prometió estar con nosotros todos los días de nuestras vidas y jamás desampararnos.
Jamás olvidemos que todo lo que damos, vuelve a nosotros. Si sembramos el bien, eso mismo recogeremos. Acordémonos de Renato.
Autora. Brisna Bustamante S.
Sub Coordinadora Call Center.
DIOS NOS HA DADO EL PODER PARA SERVIRLE A ÉL Y A LOS HOMBRES.
“He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará” (Lucas 10:19).
¿Alguna vez ha pensado en “La Gran Comisión” como una misión imposible? Sin embargo, no lo es debido a las bases sobre las cuales Jesús la dio. Verá, Jesús dijo que todo poder, autoridad y dominio le fue dada en el cielo y en la tierra (ver Mateo 28:18-20). El dominio le fue dado primero al hombre, pero el hombre se lo entregó al diablo en el Huerto de Edén. Jesús lo recibió de nuevo de su Padre, y a todo creyente nos ha dado esa autoridad. ¿Posee Jesús autoridad sobre el diablo? ¡Por supuesto! Por lo tanto, usted también la posee. ¿Tiene Jesús la victoria? ¡Claro que sí! Entonces, usted también tiene la victoria. ¿Está Jesús en el trono? ¡Absolutamente! Y usted también lo está. La victoria es nuestra por medio de Jesucristo.
Pídale al Espíritu Santo que le muestre cuáles son sus temores, y confiéselos como pecado. Arrepiéntase, y extienda su mano para asir la mano de Jesús, que está extendida para sostenerle y darle la victoria.
EL SERVICIO A DIOS PUEDE COMENZAR ANDANDO Y LLORANDO.
Salmos 126:6: “Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; más volverá a venir con REGOCIJO, trayendo sus gavillas.”
¿Sabe lo que hace en la mañana cuando tiene un tiempo a solas con el Señor? Está desyerbando su jardín. Está limpiando de malezas el jardín de su mente para que la BUENA SEMILLA de la Palabra de Dios pueda multiplicarse. Ahora, el próximo paso es plantar la semilla y cultivar la cosecha de Dios. Y cuando vaya a ganar almas, riegue los cultivos con sus lágrimas. Lea en Juan 17 cómo el corazón del Señor se quebrantó por las personas que Él anhelaba abrazar y amar. Aprenda este tipo de compasión en el jardín que Dios le ha dado a cultivar para su Reino.
Pídale a Dios que le ponga en sus campos de servicio. Ruéguele que le haga firme, pero compasivo y sabio para compartir sus Buenas Nuevas.
DIOS NOS LLAMA A SER DISCIPULOS, PARA HACER DISCIPULOS,
EN UNA COMPLETA COMUNIÓN CON CRISTO.
Primera Corintios 1:9: “Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor.”
Juan Calvino fue uno de los más grandes teólogos que hayan vivido. Él dijo: “He dejado todo por Cristo, y ¿qué he encontrado? He encontrado todo en Cristo.” ¿Desearía usted poder decir lo mismo? Usted puede. Solamente no se confunda con lo que significa “dejarlo todo” por encontrar a Cristo. Tantos piensan que ser discípulos significa unirse a algún movimiento, o ir al campo misionero, o estudiar en un seminario. Amigo (a), ser un discípulo es tener comunión con el Señor Jesucristo. Es conocer a Jesús íntimamente y seguirle doquiera Él le guíe. La comunión con Cristo precede el servicio por Jesús. Antes de poder ministrar a otra persona debemos tener comunión con Jesús.
¿Está usted orando para saber dónde calza como discípulo en el cuerpo de Cristo? Dedique algún tiempo esta semana para estar en comunión con Cristo y la respuesta vendrá.
EL SERVICIO ES PREOCUPARNOS POR OTROS.
Nehemías era la clase de persona que sí se preocupaba por otros y manifestó su actitud de interés en cuatro formas diferentes. Veamos la primera:
Nehemías: Se preocupó lo suficiente como para preguntar (Neh. 1:1-3).
Nehemías era un laico, un copero del gran rey "Artajerjes Longimano", que reinó en Persia desde el año 464 al 423 A.c. Aparece identificado como el hijo de Hacalías con el fin de distinguirlo de otros judíos con el mismo nombre (Neh. 3:16; Esd. 2:2). Nehemías significa "Jehová consuela". Un copero era mucho más que un simple " criado que servía el vino" (véase Gn. 40). Era una posición de gran responsabilidad y privilegio. Probaba el vino del rey en cada comida para estar seguro de que no estaba envenenado. Un hombre que estaba tan cerca del rey en público tenía que ser bien parecido, culto, conocedor de las normas de la corte y capaz de conversar con el rey y aconsejarle si se lo pedía (véase Gn. 41:1-13). Debido a su relación con el rey, el copero era un hombre de gran influencia que podía usarla para bien o para mal.
Que Nehemías, un judío, disfrutara de esa posición importante en el palacio habla bien de su carácter y habilidad (Dn. 1:1-4). Un remanente judío había regresado a su propia tierra y llevaba viviendo allí casi un siglo. Nehemías pudo haberse unido a ellos, pero prefirió permanecer en el palacio.
Resultó que Dios tenía una tarea para que él la hiciera que no podía realizarla en ninguna otra parte. Dios puso a Nehemías en Susa como lo había hecho con Ester.
¿Por qué iba Nehemías a preguntar acerca de un remanente que vivía a cientos de kilómetros de distancia? Después de todo, él era el copero del rey y disfrutaba de comodidad y seguridad en su propia vida. No era su culpa que sus antepasados hubieran pecado contra Dios y fueran los causantes del juicio divino contra la ciudad de Jerusalén y el reino de Judá. ¡Nehemías era el hombre escogido por Dios para hacer exactamente eso! Nehemías preguntó acerca de Jerusalén y de los judíos que vivían allí porque tenía un corazón que se interesaba por las personas.
Cuando de verdad nos preocupamos por las personas, queremos conocer los hechos, sin importar cuán dolorosos pueden ser. Cerrar nuestros ojos y oídos a la verdad puede ser el primer paso hacia la tragedia para nosotros y también para otros.
Autor: W. Wiersbe.
EL SALMO 97 Y EL 100 NOS INVITAN SERVIR A DIOS CON ALEGRÍA.
“Alegraos, justos, en Jehová, y alabad la memoria de su santidad” - (Salmo 97:12).
Años atrás, la revista Selecciones publicó un artículo en el que se decía que para que una persona sea feliz y tenga satisfacción, tres cosas eran necesarias.
1. Primero, necesitaban algo en qué creer.
 2. Segundo, necesitaban alguien a quien amar
3. y, tercero, necesitaban algo que valga la pena realizar.
 Eso es verdad, no porque la revista lo haya mencionado, sino porque la Palabra de Dios lo afirma. Debe haber algo más en la vida que el siguiente aliento o el próximo paso. Y su nombre es Jesucristo.
Él es, por cierto, el cumplimiento de esas tres necesidades.
1. Jesús es el único en quien creer,
2. Él es a quien debemos amar,
3. Y a quien vale la pena servir.
 ¿Usted anhela la felicidad? Jesucristo satisface toda necesidad en su vida.
¿En qué gastó sus energías la semana pasada, tratando de ser feliz? ¿En los centros comerciales? ¿En el estadio de fútbol? ¿En la playa o en las montañas? No hay nada de malo en estas cosas si están balanceadas por una vida de oración, de estudio de la Palabra de Dios y de servicio a otros menos afortunados que usted, o evangelizando a los perdidos. Haga un compromiso hoy de re-dedicar su vida a Dios.
PRIMERO AMAR A DIOS PARA SERVIRLE.
“Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él” - (1 Juan 4:16).
Si usted le pregunta a un hermano o hermana creyente porqué Dios nos creó, ellos probablemente responderán que fuimos hechos para servir a Dios. Pero, no lo crea. Si Dios quisiera sirvientes, Él podría tener mucho más que los simples mortales a su servicio. Cuando los escribas le preguntaron a Jesús que cuál era el primer mandamiento, “Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento” (Marcos 12:29-30). El primer mandamiento no es hacer algo para Dios, sino amar a Dios. Él nos hizo a usted y a mí a su imagen, para que Él pudiese tener compañerismo con nosotros y que le adoremos.
¿Cómo define usted la palabra “amor”? ¿Es un verbo o un sustantivo?  ¿Qué está haciendo ahora mismo para demostrarle a Dios que usted le ama?
“Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor” (1 Corintios 1:9).
Discipulado es compañerismo con Cristo, conocer a Cristo, amar a Cristo, morar en Cristo. Muchos se han unido al movimiento llamado cristianismo, en vez de haberse rendido al hombre que es la causa del cristianismo. Estas personas están “haciendo cosas por Cristo”, en vez de estar a los pies de Cristo, escuchándole. Ahora, no hay nada de malo en el servicio y por cierto debemos servir a Dios, pero necesitamos aprender que debemos ministrar a Jesucristo, como sus discípulos, antes de que podamos ministrar a otros. Jesús valora el tiempo que usted pasa con Él mucho más que las cosas que puede hacer por Él. ¿Sabía usted eso?

Antes de que salga esta mañana o antes de que se acueste esta noche, asegúrese tener una cita con Jesús: siéntese con Él, piense acerca de su amor por usted, y hable con Él.

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