viernes, 19 de enero de 2018

LA VIDA DE UN HOMBRE LLAMADO MOISÉS, AL SERVICIO DEL HOMBRE.

LA VIDA DE UN HOMBRE LLAMADO MOISÉS AL SERVICIO DE DIOS.
Las profecías de Jacob; la muerte de Jacob y de José; los hebreos son oprimidos en Egipto.
Después de la muerte de José, el privilegio que los israelitas tenían gradualmente desapareció. «Entretanto, se levantó sobre Egipto un nuevo rey que no conocía a José» (Éxodo 1:8), quien pensó no tener ninguna obligación con los descendientes de José. Este rey tenía miedo del gran número de israelitas, y les dijo a sus administradores: « . . . el pueblo de los hijos de Israel es mayor y más fuerte que nosotros. . . . (Y) acontezca que viniendo guerra, él también se una a nuestros enemigos y pelee contra nosotros, y se vaya de la tierra. Entonces pusieron sobre ellos comisarios de tributos que los molestasen con sus cargas . . . Pero cuanto más los oprimían, tanto más se multiplicaban y crecían, de manera que los egipcios temían a los hijos de Israel» (Éxodo 1:9-12). La palabra «temían» expresa una mezcla de odio y temor.
Desesperado por una respuesta a su dilema « . . . habló el rey de Egipto a las parteras hebreas (sobre los partos) . . . si es (un) hijo, matadlo» (Éxodo 1:15-16). Un tiempo después de este horrible edicto, «un varón de la familia de Leví fue y tomó por mujer a una hija de Leví; la que concibió, y dio a luz un hijo (Moisés) . . . (y) le tuvo escondido tres meses» (2:1-2). Pero entonces, por miedo de ser descubierta, « . . . tomó una arquilla . . . y colocó en ella al niño y lo puso en un carrizal a la orilla del río» (Éxodo 2:3).
Sin el cruel edicto del Faraón, Moisés nunca hubiese sido rescatado por la hija del Faraón, ni hubiese participado de todas las ventajas del mayor imperio mundial de aquel entonces. Dios estaba preparando a Moisés para llevar a los israelitas otra vez a la tierra prometida.
Nosotros también nos enfrentamos a sufrimientos, donde parece que estamos bajo el control de situaciones donde estamos sin poder, tal y como los israelitas. Puede que usted esté en una situación donde la muerte de una persona querida le ha dejado sin padres o sin cónyuge. Usted puede sentirse derrotado después de separarse su familia, o aún por recibir una diagnosis de muerte de su doctor. Todos nosotros tendremos que enfrentar muchos sufrimientos improvistos.
Cada creyente puede decir con el apóstol Pablo: «Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir . . . ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios» (Romanos 8:38-39).
El Dios Todo-suficiente no muestra parcialidad.
La vida de Moisés como niño; su viaje a Madián; la zarza que no se quemaba; su llamamiento a rescatar la nación de Israel; su regreso a Egipto.
Moisés, el hijo de un esclavo israelita, se gozaba del lujo de los palacios de los egipcios. «En aquellos días sucedió que crecido ya Moisés, salió a sus hermanos, y los vio en sus duras tareas, y observó a un egipcio que golpeaba a uno de los hebreos, sus hermanos. Entonces miró a todas partes, y viendo que no parecía nadie, mató al egipcio y lo escondió en la arena» (Éxodo 2:11-12).
Moisés tenía 40 años de edad cuando mató al cruel egipcio. Esto fue su derecho legal, pues él era de la casa real de Egipto, y posiblemente el segundo en mando después del Faraón en la administración de la ley. Moisés estaba en la primavera de su vida, y de un punto de vista humano, hubiese sido el ideal tiempo para que Dios lo usara para rescatar a Su pueblo de sus sufrimientos.
Pero Moisés huyó de Egipto. Esto continuó por 40 años de soledad en el desierto como pastor de ovejas. Le pareció a Moisés como 40 años perdidos, sin hacer nada de importancia. Pero, con el Señor, tal tiempo nunca es de pérdida. Fue en el desierto que el Señor se le apareció y le dijo: «No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es» (3:5). Moisés nunca hubiese aprendido lo que es ser humilde, o saber cómo «acercarse» a Dios en los palacios de Egipto. Allá él llegó a ser muy importante y siempre estaba ocupado. Pero estas dos experiencias fueron fundamentales para prepararlo a ser la persona que Dios podía usar para rescatar a Su pueblo de Egipto, y por las jornadas del desierto, y hasta el borde de la tierra prometida.
La sabiduría del mundo nunca nos puede capacitar para hacer las correctas decisiones en la vida. Debemos de ser enseñados por el Espíritu Santo mientras que leemos Su Palabra. Es la unción del Espíritu Santo en nuestras vidas, en lo que hacemos y decimos, que le da mérito al ser. Así, como Moisés, nuestra necesidad más básica es deshacernos de la autosuficiencia. Fue muy necesario para la vida espiritual de Moisés «(apacentar) . . . las ovejas a través del desierto» (3:1), y eliminar su propia voluntad hasta llegar a rendirse a la voluntad de Dios.
El apóstol Pablo, extremamente educado, escribió: «No que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, (o tomar decisiones sólo por nuestra sabiduría humana) sino que nuestra competencia proviene de Dios» (II de Corintios 3:5).
Usted es una parte esencial del plan de Dios para alcanzar a otras personas.
LA GRAN PRUEBA DE MOISÉS POR EL PECADO DE SU PUEBLO ISRAEL.
1MAS viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, allegóse entonces á Aarón, y dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, aquel varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido. 2Y Aarón les dijo: Apartad los zarcillos de oro que están en las orejas de vuestras mujeres, y de vuestros hijos, y de vuestras hijas, y traédmelos. 3Entonces todo el pueblo apartó los zarcillos de oro que tenían en sus orejas, y trajéronlos á Aarón: 4El cual los tomó de las manos de ellos, y formólo con buril, e hizo de ello un becerro de fundición. Entonces dijeron: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto. 5Y viendo esto Aarón, edificó un altar delante del becerro; y pregonó Aarón, y dijo: Mañana será fiesta á Jehová. 6Y el día siguiente madrugaron, y ofrecieron holocaustos, y presentaron pacíficos: y sentóse el pueblo á comer y á beber, y levantáronse á regocijarse. 7Entonces Jehová dijo á Moisés: Anda, desciende, porque tu pueblo que sacaste de tierra de Egipto se ha corrompido: 8Presto se han apartado del camino que yo les mandé, y se han hecho un becerro de fundición, y lo han adorado, y han sacrificado á él, y han dicho: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto. 9Dijo más Jehová a Moisés: Yo he visto á este pueblo, que por cierto es pueblo de dura cerviz: 10Ahora pues, déjame que se encienda mi furor en ellos, y los consuma: y a ti yo te pondré sobre gran gente. 11Entonces Moisés oró á la faz de Jehová su Dios, y dijo: Oh Jehová, ¿por qué se encenderá tu furor en tu pueblo, que tú sacaste de la tierra de Egipto con gran fortaleza, y con mano fuerte? 12¿Por qué han de hablar los Egipcios, diciendo: Para mal los sacó, para matarlos en los montes, y para raerlos de sobre la haz de la tierra? Vuélvete del furor de tu ira, y arrepiéntete del mal de tu pueblo. 13Acuérdate de Abraham, de Isaac, y de Israel tus siervos, á los cuales has jurado por ti mismo, y díjole: Yo multiplicaré vuestra simiente como las estrellas del cielo; y daré a vuestra simiente toda esta tierra que he dicho, y la tomarán por heredad para siempre. 14Entonces Jehová se arrepintió del mal que dijo que había de hacer á su pueblo. 15Y Volvióse Moisés, y descendió del monte trayendo en su mano las dos tablas del testimonio, las tablas escritas por ambos lados; de una parte y de otra estaban escritas. 16Y las tablas eran obra de Dios, y la escritura era escritura de Dios grabada sobre las tablas. 17Y oyendo Josué el clamor del pueblo que gritaba, dijo a Moisés: Alarido de pelea hay en el campo. 18Y él respondió: No es eco de algazara de fuertes, ni eco de alaridos de flacos: algazara de cantar oigo yo. 19Y aconteció, que como llegó él al campo, y vió el becerro y las danzas, enardeciósele la ira á Moisés, y arrojó las tablas de sus manos, y quebrólas al pie del monte. 20Y tomó el becerro que habían hecho, y quemólo en el fuego, y moliólo hasta reducirlo á polvo, que esparció sobre las aguas, y diólo á beber á los hijos de Israel. 21Y dijo Moisés á Aarón: ¿Qué te ha hecho este pueblo, que has traído sobre él tan gran pecado? 22Y respondió Aarón: No se enoje mi señor; tú conoces el pueblo, que es inclinado á mal. 23Porque me dijeron: Haznos dioses que vayan delante de nosotros, que á este Moisés, el varón que nos sacó de tierra de Egipto, no sabemos qué le ha acontecido. 24Y yo les respondí: ¿Quién tiene oro? Apartadlo. Y diéronmelo, y echélo en el fuego, y salió este becerro. 25Y viendo Moisés que el pueblo estaba despojado, porque Aarón lo había despojado para vergüenza entre sus enemigos, 26Púsose Moisés a la puerta del real, y dijo: ¿Quién es de Jehová? júntese conmigo. Y juntáronse con él todos los hijos de Leví. 27Y él les dijo: Así ha dicho Jehová, el Dios de Israel: Poned cada uno su espada sobre su muslo: pasad y volved de puerta a puerta por el campo, y matad cada uno á su hermano, y á su amigo, y a su pariente. 28Y los hijos de Leví lo hicieron conforme al dicho de Moisés: y cayeron del pueblo en aquel día como tres mil hombres. 29Entonces Moisés dijo: Hoy os habéis consagrado á Jehová, porque cada uno se ha consagrado en su hijo, y en su hermano, para que dé él hoy bendición sobre vosotros. 30Y aconteció que el día siguiente dijo Moisés al pueblo: Vosotros habéis cometido un gran pecado: más yo subiré ahora á Jehová; quizá le aplacaré acerca de vuestro pecado. 31Entonces volvió Moisés á Jehová, y dijo: Ruégote, pues este pueblo ha cometido un gran pecado, porque se hicieron dioses de oro, 32Que perdones ahora su pecado, y si no, ráeme ahora de tu libro que has escrito. 33Y Jehová respondió á Moisés: Al que pecare contra mí, á éste raeré yo de mi libro. 34Ve pues ahora, lleva á este pueblo donde te he dicho: he aquí mi ángel irá delante de ti; que en el día de mi visitación yo visitaré en ellos su pecado. 35Y Jehová hirió al pueblo, porque habían hecho el becerro que formó Aarón.
LA FE DE MOISÉS Y SU TESTIMONIO AL MUNDO.
Los dignos frutos de la fe, de la paciencia, y de la piedad; las advertencias contra la desobediencia; el servicio que agrada a Dios
La historia del pueblo de Dios confirma los muchos que tuvieron que soportar circunstancias hostiles y sufrimientos, pero aún se mantuvieron fieles y pudieron cumplir con la perfecta voluntad de Dios. En la famosa lista de los «héroes de la fe» (Hebreos 11:1-38), Dios nos da un repaso de muchos de ellos. «Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac . . . pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir . . . Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales (de corta duración) del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios» (11:17-26). Los hombres y las mujeres del Antiguo Testamento escritos en esta lista son ejemplos de personas que escogieron obedecer a Dios y vivir piadosamente, sin considerar las consecuencias.
Esto nos recuerda de lo mucho que nuestro Salvador ha dispuesto para nosotros por medio del Espíritu Santo que mora en nosotros y por medio del conocimiento completo de Su voluntad revelado en Su Palabra escrita. En verdad, «nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante» (12:1). Los corredores que ganan la carrera de la vida ponen «los ojos en Jesús, el Autor y Consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de Él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios» (12:2). La vida del creyente demanda negarse a sí mismo, la disciplina, y un corazón sincero y lleno de amor para con Dios y para Su Palabra. Estas características distinguen al creyente del desenfreno que se practica en el mundo. Tenemos que decidir por nuestra propia cuenta, por medio de la oración y la lectura de las Escrituras y una examinación personal, si hay algo en nuestras vidas que nos está estorbando que necesita ser eliminado.
«La carrera» de la cual el apóstol Pablo nos escribe es una vida de lealtad y de obediencia. «Y (Jesús) decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame» (Lucas 9:23).
DIOS NOS RECUERDA:
«Hijo mío . . . (que) tu corazón guarde Mis mandamientos; porque largura de días y años de vida y paz te aumentarán» (Proverbios 3:1-2)
PERO JESUCRISTO ES MAYOR QUE MOISÉS.
1POR tanto, hermanos santos, participantes de la vocación celestial, considerad al Apóstol y Pontífice de nuestra profesión, Cristo Jesús; 2El cual es fiel al que le constituyó, como también lo fue Moisés sobre toda su casa. 3Porque de tanta mayor gloria que Moisés éste es estimado digno, cuanto tiene mayor dignidad que la casa el que la fabricó. 4Porque toda casa es edificada de alguno: más el que crió todas las cosas es Dios. 5Y Moisés á la verdad fue fiel sobre toda su casa, como siervo, para testificar lo que se había de decir; 6Mas Cristo como hijo, sobre su casa; la cual casa somos nosotros, si hasta el cabo retuviéremos firme la confianza y la gloria de la esperanza. 7Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz, 8No endurezcáis vuestros corazones Como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto, 9Donde me tentaron vuestros padres; me probaron, Y vieron mis obras cuarenta años. 10A causa de lo cual me enemisté con esta generación, Y dije: Siempre divagan ellos de corazón, Y no han conocido mis caminos. 11Juré, pues, en mi ira: No entrarán en mi reposo. 12Mirad, hermanos, que en ninguno de vosotros haya corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo: 13Antes exhortaos los unos á los otros cada día, entre tanto que se dice Hoy; porque ninguno de vosotros se endurezca con engaño de pecado: 14Porque participantes de Cristo somos hechos, con tal que conservemos firme hasta el fin el principio de nuestra confianza; 15Entre tanto que se dice: Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación. 16Porque algunos de los que habían salido de Egipto con Moisés, habiendo oído, provocaron, aunque no todos. 17Mas ¿con cuáles estuvo enojado cuarenta años? ¿No fue con los que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto? 18¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a aquellos que no obedecieron? 19Y vemos que no pudieron entrar a causa de incredulidad.
Hebreos 4:1-13
1TEMAMOS, pues, que quedando aún la promesa de entrar en su reposo, parezca alguno de vosotros haberse apartado. 2Porque también á nosotros se nos ha evangelizado como a ellos; mas no les aprovechó el oír la palabra á los que la oyeron sin mezclar fe. 3Empero entramos en el reposo los que hemos creído, de la manera que dijo: Como juré en mi ira, No entrarán en mi reposo: aun acabadas las obras desde el principio del mundo. 4Porque en un cierto lugar dijo así del séptimo día: Y reposó Dios de todas sus obras en el séptimo día. 5Y otra vez aquí: No entrarán en mi reposo. 6Así que, pues que resta que algunos han de entrar en él, y aquellos a quienes primero fue anunciado no entraron por causa de desobediencia, 7Determina otra vez un cierto día, diciendo por David: Hoy, después de tanto tiempo; como está dicho: Si oyereis su voz hoy, No endurezcáis vuestros corazones. 8Porque si Josué les hubiera dado el reposo, no hablaría después de otro día. 9Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios. 10Porque el que ha entrado en su reposo, también él ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas. 11Procuremos pues de entrar en aquel reposo; que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia. 12Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más penetrante que toda espada de dos filos: y que alcanza hasta partir el alma, y aun el espíritu, y las coyunturas y tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. 13Y no hay cosa criada que no sea manifiesta en su presencia; antes todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.
El Nuevo Pacto; el perfecto sacrificio de Cristo comparado a los sacrificios temporales que estaban bajo la Ley; una súplica para mantenernos fieles.
El tabernáculo y el sistema de adoración para Israel le fue revelado a Moisés por Dios en el monte Sinaí. Esto consistía de muchos sacrificios, los cuales no podían limpiar a nadie del pecado sino que solamente «cubrían» a los oferentes temporalmente. Sin embargo, cada detalle de este gran sistema de adoración era simbólico del único sacrificio que vendría de Cristo en la cruz. Jesucristo tomó el lugar del sumo sacerdote de Israel, de los sacerdotes, y de todo el sistema del rito sacrificial de la adoración. Dios predijo por medio de Su profeta un Pacto futuro: «He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré Nuevo Pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá» (Jeremías 31:31; ver Hebreos 8:6-13).
Bajo el sistema de adoración del Antiguo Pacto, «la sangre de los becerros y de los machos cabríos» (9:12,19), los cuales eran animales inocentes, eran sacrificados diariamente por los pecados de los oferentes. Pero Jesucristo, quien es el Dios hecho Hombre, derramó Su propia sangre y entró una vez y para siempre, no en el Lugar Santísimo terrenal, pues «no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios» (9:24).
El Espíritu Santo guio al escritor de la epístola de Hebreos a señalar aquí que el Antiguo Pacto miraba hacia el futuro «por el más amplio y más perfecto tabernáculo» (9:10-11). La frase el «más perfecto tabernáculo» se refiere a la forma encarnada de Jesús, desde que el contenido del tabernáculo, y el mismo tabernáculo también, simbolizaban a Cristo, como también en Su vida, en Su ministerio, en Su muerte, y en todos los sacrificios del Antiguo Pacto. Los sacrificios de los animales ya no son aceptables porque «estando ya presente Cristo, Sumo Sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por Su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención (para nosotros)» (9:11-12).
La confesión de nuestra fe es una admisión de que hemos renunciado al mundo y a sus deseos y pasiones para mantenernos fieles a nuestro Señor y Salvador Jesucristo, quien ha hecho tanto por nosotros. «Mas Dios muestra Su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros» (Romanos 5:8).
Sí, Dios es todo Sabio (Omnisciente), Todopoderoso, y siempre está presente (Omnipresente). ¿Cómo es que podemos temer el futuro?
EL CONCEPTO QUE DIOS TIENE DE MOISÉS.
LOS CAMINOS DE DIOS.
CVC LA VOZ. Éxodo 33:17 “Jehová dijo a Moisés: También haré esto que has dicho, por cuanto has hallado gracia en mis ojos, y te he conocido por tu nombre”. (RVR1960)
Este versículo refleja el gran vínculo que existía entre Dios y Moisés, sencillamente parece haber algo especial en la relación entre ellos. Aquí Dios le está diciendo a Moisés; ve tranquilo, no te preocupes, yo voy a hacer todo lo que me has pedido, responderé positivamente a tu pedido e iré contigo. Que maravilloso seria poder escuchar las mismas palabras de parte de nuestro Padre Celestial, cuando nosotros también vamos a emprender algo nuevo en nuestra vida, carrera, ministerio, etc.
Lo que más llama la atención son las razones por las que Dios ha a contestado a Moisés de esta forma tan fascinante y las causas principales no son lo perfecto, apuesto, fiel o buen cristiano que ha sido Moisés, pues todos recordamos muy bien el hombre a quien este le quitó la vida y teniendo en cuenta que era nuestro personaje era un ser humano de carne y hueso, sabemos con toda certeza que tenía defectos y faltas, por lo cual no había nada que pudiese hacer para merecer tales beneficios.
La idea no es rebajar el nombre o prestigio de Moisés, pero para nuestro alivio resulta beneficioso entender que las razones son mucho más sencillas; en realidad no dependía de Moisés sino de Dios, sencillamente Dios le conocía por nombre y Moisés había hallado gracia ante sus ojos.
MOISÉS HALLÓ GRACIA DELANTE DE DIOS.
Pero una segunda pregunta resulta invertible, ¿cómo hizo Moisés para hallar gracia ante el Dios todopoderoso y como dejo de ser uno más del pueblo de Israel para convertirse en el Moisés con quien Dios hablaba como a un amigo?, la respuesta también es muy sencilla y la encontramos en Salmos 103:7 “Sus caminos notificó a Moisés, Y a los hijos de Israel sus obras”. (RVR1960). Moisés a diferencial del pueblo de Israel se preocupó en conocer los caminos de Dios, se preocupo en conocer la voluntad del Padre, sus planes y su corazón, mientras que el pueblo, se ocupada de las leyes, de los mandamientos, lo que tenían que hacer, vestir y decir. Israel no pudo experimentar la relación personal con Dios que disfrutó Moisés, ellos estaban más ocupados en lo que tenían que hacer que en aquel a quien debían conocer.
Hoy en día muchos vamos a la iglesia esperando aprender todas las reglas correctas para agradar a Dios, buscamos las palabras perfectas y los actos dignos de aquellos llamados “Cristianos”, pero nos frustramos al notar que nunca seremos lo suficientemente buenos para lograr esto. Debemos entender que Dios quiere relaciones y no tradiciones, Él desea que conozcamos sus caminos, sus planes y su corazón, Él simplemente no está interesado en religiones, costumbres o sacrificios, sino que nos ha llamado amigos.
Si deseas hallar gracia y disfrutar de una relación real con Dios es necesario que le conozcas, sólo eso hará la diferencia en tu vida. No depende de lo bueno, justo o santo que seas, sino del tiempo que le dediques a escuchar el corazón de tu Padre, a identificar lo que Él ama, busca y anhela. No nos conformemos con una lista de cosas a hacer, dejemos la religiosidad y busquemos un amor genuino como el que tuvo Moisés, aun a pesar de ser un hombre con defectos como los nuestros. CVC LA VOZ.
Salmos 25:4 “Muéstrame, oh Jehová, tus caminos; Enséñame tus sendas. (RVR1960)
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CRISTO ES MAYOR QUE LOS ÁNGELES Y MAYOR QUE MOISÉS.
La razón por qué Cristo asumió un cuerpo humano; la superioridad de Cristo a los ángeles y a Moisés; la salvación; Cristo, nuestro Sumo Sacerdote.
Fueron los ángeles los que rescataron a Lot de Sodoma (Génesis 19:1-26); los ángeles también le ministraron a Jesús al terminar Su ayuno de 40 días (Mateo 4:11); y fueron los ángeles los que rescataron a Pedro de la prisión. Pero, aun de más consuelo para nosotros es saber que los ángeles «son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación» (Hebreos 1:14). Pensemos un momento, eso incluye a todos los que son «herederos de la salvación». Aun cuando parece que Satanás ha arruinado nuestras vidas, Dios, quien creó y gobierna el universo, está convirtiendo aun las obras de Satanás y la ira de los hombres para continuar Su suma voluntad en cada una de nuestra vidas.
La importancia de los ángeles no se compara a la superioridad de Cristo. Pero, aún, a pesar de Su superioridad eterna como el Creador de los ángeles, por Su gran amor para con nosotros, Jesús voluntariamente «fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, (a quien ahora vemos) coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos. Porque convenía (fue justo) a Aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al Autor de la salvación de ellos. . . . Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham. Por lo cual debía (fue mejor) ser en todo semejante a Sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel Sumo Sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo» (2:9-10,16-17).
Consideremos los honores dotados a Moisés quien rescató a Israel de Egipto. Por medio de Moisés la orden levítica completa, el tabernáculo, y el antiguo sistema de adoración fueron instituidos; pero Cristo rescata a todos los que le reciben a Él del castigo de un infierno eterno (Juan 3:16).
«Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en Su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado. Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la Palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron. Pero los que hemos creído entramos en el reposo» (Hebreos 4:1-3).

Cuando Cristo, el Príncipe de Paz gobierne nuestros corazones, entonces es que no vamos a insistir en nuestros propios caminos.

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