miércoles, 9 de enero de 2013

DIOS CONOCE NUESTRO SUFRIMIENTO Y EL DOLOR

RUT Y NOEMI


Viviendo Honestamente Ante Dios



Me fui llena, con las manos vacías me devuelve Jehová. Rt. 1:21





 El retorno de Noemí a su tierra debería haber sido un feliz encuentro. Sus antiguas amistades la esperaban con mucha anticipación. Todos querían ponerse al día con las noticias de su familia. Pero al estar dándole la bienvenida, Noemí los detiene para decirles ¡No me llaméis Noemí (placentera, amable), sino llamadme Mara; porque el Todopoderoso me ha llenado de amargura! Me fui llena, con las manos vacías me devuelve Jehová. ¿Por qué aún me llamáis Noemí, si ya Jehová ha dado testimonio contra mí y el Todopoderoso me ha afligido (Rt. 1:20-21)? Véase Cadena #491 --Aflicción (3).



Muchas veces no hacemos sido justos con Noemí cuando hemos contado su relato. Su reputación era de ser una mujer amargada y mala. Nos cuestionamos por qué no podía ser como Rut quien confiaba en Dios en medio la de incertidumbre y tragedia. Pero al examinar el relato más de cerca, no podemos dejar de identificarnos con su dolor. Ella había perdido no tan solo a su esposo pero también a sus dos hijos. Esto en el mundo de antaño quería decir que no había esperanza de apoyo económico ni de nada. Ella se encontraba desdichada y amargada. Por lo tanto, ella declara sus verdaderos sentimientos ante sus viejas amistades como ante Dios.



Cuando nuestra vida está llena de incertidumbre, aflicción y tragedia, tenemos la tendencia de ocultar nuestros verdaderos sentimientos ante los demás. No queremos que nadie más sepa de nuestro dolor ni de nuestros sentimientos menos que perfectos hacia Dios. Pretendemos que todo está bien, aún ante Dios. Oramos “piadosamente” palabras que no son sinceras. Decimos las palabras correctas pero que no se acercan a nuestro dolor u aflicción. No le preguntamos a Dios ¿y por qué a mí? El relato de Rut y Noemí es tan bello porque contiene tanto del dolor real que sentimos pero el que tenemos miedo de expresar. El dolor y sufrimiento de Noemí era real. Sus sentimientos la acosaban, pero ninguno de esos sentimientos detuvo el amor inmensurable de Dios por ella. Dios oyó su rabia contra El pero proveyó gracia, sanidad y redención para ella.



Noemí no se encuentra sola en su dolor. La Biblia se encuentra llena de personas que reclaman a Dios. Los autores de los Salmos reconocen la realidad de las aflicciones y de la depresión (Sal. 66:11). Job en su confusión clama a Dios viendo la tragedia que le sobre vino (Job 6:4; 16:12). En la misma manera, Dios conoce y entiende nuestros sentimientos imperfectos también.





La verdadera libertad no existen en un mundo perfecto donde no hay duelo, ni perdidas o desilusiones ante Dios. La verdadera libertad existe en Cristo donde somos conocidos y amados a pesar de que no testificamos de la ayuda de Dios en nuestra dificultad. Dios entiende nuestros sentimientos en nuestros éxitos como en nuestras desilusiones. Nos confronta cuando sufrimos y puede reaccionar correctamente ante nuestros sentimientos menos que apropiados cuando son dirigidos hacia El. Esta es la libertad que encontramos al vivir honestamente ante Dios porque vemos su mano de gracia al redimirnos de una situación lúgubre. Cuando vivimos honestamente, otros pueden ver Su mano redentora en nosotros también. Así juntos podemos glorificar a Dios al verlo obrar sanando en nuestras vidas.



-- Maria Katrina Jauchen3353 – Rut (revisa tota la cadena) Devocionals Anteriores

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