Tu Pastor, Aguas de Vida
Porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará
a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos. – Ap. 7:17
Porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará
a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos. – Ap. 7:17
Hno. Juan con Maria
Lo que comenzó como cualquier otro día en la pesada rutina de la vida, terminó siendo el comienzo de la eternidad para ella.
Ella había andado por esos caminos polvosos todos los días, por años. En una tierra donde la lluvia era escasa e impredecible, el pozo del pueblo era su medio de supervivencia. Ella y su familia hubieran muerto si el pozo alguna vez se hubiera secado. Sin agua, ¡la gente se muere!
Esta mujer había vivido una existencia triste y llena de dolor. Religiosa, pero no satisfecha. La religión por rutina nunca satisface nuestra necesidad. Viviendo en una relación pecaminosa, ella sentía la pesadez de la vida más aún. Cada día, lo mismo. ¿Había esperanza? ¿Había gozo? ¿Cuál era el propósito de su vida? Estas eran preguntas que no encontraba. La mujer estaba muriendo.
¡Hasta que conoció a Jesús! Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eternal (Jn. 4:13-14). ¡Vida! ¡Vida verdadera! ¡Una vida que merecía vivirse! ¡Con un propósito!
Muchos años más tarde, cuando el apóstol Juan tuvo la visión celestial, él debió recordar aquel día en el pozo. Aquel mismo que prometió a aquella mujer humilde, pecadora, y derrotada “una fuente de agua” algún día multiplicaría e intensificaría esa satisfacción aún más. Una fuente que se convertiría en “fuentes de aguas de vida.” ¡Indescriptible! Qué vida podemos tú y yo anticipar con Jesús. Cara a cara con Él. Por siempre.
Pero no sólo necesitamos esperar a llegar al cielo para probarlo. Querido amigo, la eternidad comienza hoy. Jesús, la fuente de esos manantiales de aguas de vida, está aquí. ¡Contigo! ¡Conmigo! El gozo, la satisfacción, el propósito y la pureza que prometió Jesús a esa mujer aldeana hace 2000 años ¡Son tuyos! ¡Hoy! Todo lo que tienes que hacer es pedirlo. Gustad, y ved que es bueno Jehová; Dichoso el hombre que confía en él (Sal. 34:8).
Ella había andado por esos caminos polvosos todos los días, por años. En una tierra donde la lluvia era escasa e impredecible, el pozo del pueblo era su medio de supervivencia. Ella y su familia hubieran muerto si el pozo alguna vez se hubiera secado. Sin agua, ¡la gente se muere!
Esta mujer había vivido una existencia triste y llena de dolor. Religiosa, pero no satisfecha. La religión por rutina nunca satisface nuestra necesidad. Viviendo en una relación pecaminosa, ella sentía la pesadez de la vida más aún. Cada día, lo mismo. ¿Había esperanza? ¿Había gozo? ¿Cuál era el propósito de su vida? Estas eran preguntas que no encontraba. La mujer estaba muriendo.
¡Hasta que conoció a Jesús! Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eternal (Jn. 4:13-14). ¡Vida! ¡Vida verdadera! ¡Una vida que merecía vivirse! ¡Con un propósito!
Muchos años más tarde, cuando el apóstol Juan tuvo la visión celestial, él debió recordar aquel día en el pozo. Aquel mismo que prometió a aquella mujer humilde, pecadora, y derrotada “una fuente de agua” algún día multiplicaría e intensificaría esa satisfacción aún más. Una fuente que se convertiría en “fuentes de aguas de vida.” ¡Indescriptible! Qué vida podemos tú y yo anticipar con Jesús. Cara a cara con Él. Por siempre.
Pero no sólo necesitamos esperar a llegar al cielo para probarlo. Querido amigo, la eternidad comienza hoy. Jesús, la fuente de esos manantiales de aguas de vida, está aquí. ¡Contigo! ¡Conmigo! El gozo, la satisfacción, el propósito y la pureza que prometió Jesús a esa mujer aldeana hace 2000 años ¡Son tuyos! ¡Hoy! Todo lo que tienes que hacer es pedirlo. Gustad, y ved que es bueno Jehová; Dichoso el hombre que confía en él (Sal. 34:8).
Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.
El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva (Jn. 7:37-38).
Amado Pastor Jesús, hoy me siento seco. La rutina de la vida es opresiva, difícil y no me llena. Tu dijiste que viniéramos a Ti. Así que vengo ahora mismo, pidiéndote que inundes mi alma con Tu Espíritu Santo hoy. Dame de Tu espíritu de gozo, contentamiento y propósito. Y úsame, como prometiste que lo harías, que yo sea un canal de Tu gracia, amor, misericordia y bendiciones a las demás personas que yo que conozca. Permite que Tus aguas se derramen a través de mí. Tú eres la fuente de aguas vivas, Jesús, y yo confío en Ti, Oh, Pastor que refresca, para que satisfagas mis necesidades. Amén.
-- Dr. Juan Jauchen
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