«AL APOYAR A
MI HIJA CON LA DENUNCIA».
Por Carlos
Rey.
«Estuve
casada por veinticuatro años con un hombre en el cual creí y amé sobre todas
las cosas. Tenemos una hija de diecinueve años y un hijo de dieciséis. Aunque
[durante] todos estos años [afrontamos] muchas situaciones difíciles y
conflictos en el matrimonio, igual quise salvar a mi familia. Hace un año, mi
hija me confesó que el padre había estado abusando de ella sexualmente desde su
adolescencia. Lo enfrenté, y me confesó lo sucedido. Mi hija lo denunció... [y]
él [ahora] está en prisión."
Hace unos días
conversé con él, y me dijo que él obró mal, pero que yo lo hice peor al
prestarme a denunciarlo.... (Ante la justicia, los familiares y amigos niegan
que él haya hecho eso.) Y se atrevió a pedirme que nos retractáramos de lo que
hicimos para poder salir de prisión, ya que él dice que le hemos hecho mucho
daño. ¿Hice lo correcto al apoyar a mi hija con la denuncia?»
Este es el
consejo que le dio mi esposa:
»Nos
alegramos de que nos haya contado su caso. Es obvio que usted se siente bajo
mucha presión de parte de casi todos los que la rodean. Esas personas
equivocadas y mal informadas la están haciendo dudar de la decisión que tomó.
La están confundiendo y llevándola a que ponga en tela de juicio hasta el haber
apoyado a su hija.
.»Su esposo
quiere que todo el mundo crea que él es la víctima en esta situación. Él está
tratando de lavarle el cerebro, y de echarle la culpa a usted por lo que hizo
él ¡No le haga caso! Él es un pervertido sexual y un pedófilo. Y le está
mintiendo a cualquiera que le crea (incluso a su familia y a sus amigos) a fin
de que lo apoyen en contra de usted. Mientras tanto, a su hija, que es la
verdadera víctima, le están diciendo que debe sentirse culpable por haber dicho
la verdad. ¡Estamos muy orgullosos de usted por el apoyo que le está dando a
ella! Es probable que ella afronte años, hasta décadas, de efectos secundarios
por lo que se le hizo. Pero al menos tuvo una madre que la apoyó. Eso le
servirá de mucho.
.»El apóstol
Pablo enseñó: “Entre ustedes ni siquiera debe mencionarse la inmoralidad
sexual”.1 Su esposo bien puede pedirle perdón a Dios en el nombre de Jesucristo
por sus pecados, y si es sincero, Dios lo perdonará por la eternidad. Sin
embargo, si él sigue mintiéndoles a los demás acerca de lo que hizo, es dudosa
su sinceridad. Y tal como sucede con cualquier otro pecado, de todos modos en
este mundo debe afrontar las consecuencias de sus malas acciones. Él merece
estar en prisión, así que ¡déjelo ahí!»
»Hay quienes
creen que la mejor manera de manejar situaciones como esta es que no salgan del
círculo familiar, y si la familia disfruta de relación alguna con Dios, algunos
aconsejarían que se consultara con la iglesia en lugar de hacerlo con las
autoridades judiciales. Los perpetradores apoyan y fomentan por conveniencia esas
opciones, como la forma de aminorar las consecuencias que deben pagar por sus
delitos. Eso es malo, y permite que los pervertidos sexuales sigan abusando de
otras víctimas.
1 Ef 5:3ª. Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun
se nombre entre vosotros, como conviene a santos;
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