CRECIENDO
HACIA LA MADUREZ.
“Vosotros también, poniendo toda
diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud,
conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a
la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal,
amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar
ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo”. 2
Pedro 1:5-8.
Envejecer no
es un gran desafío. Lo único que hay que hacer es seguir respirando. No hay que
pensar, hacer ejercicios, leer, tomar algún curso especial, viajar o salir de
la casa. Lo único que debemos hacer, es existir. Envejecer ocurrirá
automáticamente. Créame. Envejeceremos sin ningún esfuerzo.
Madurar, sin
embargo es una jornada cuesta arriba. Tenemos que dar todo de nosotros. Para
comenzar, no podemos permitir que nuestra actitud tome el control. Si lo
hacemos, nos volveremos personas negativas y quejumbrosas. También, nuestro
sentido del humor se ahogará entre las malas noticias y las perspectivas
prejuiciosas. Encontraremos toda clase de personas de nuestra edad que han
optado por tener una cara larga que refleja sospecha, desánimo, monotonía,
resentimiento y temor al riesgo. Es más, si realmente nos comprometemos a
madurar, tendremos que enfrentar un hecho doloroso: podemos aprender mucho de
los que son más jóvenes, hasta de los niños.
Fomentar la
madurez y el cultivo del carácter es exactamente aquello que el Padre celestial
desea al mencionar estas características: “poniendo toda diligencia por esto
mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento,
dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la
piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor..” (2 Pedro 1:5-7)
La clave
para ser seguidores de Jesús maduros y eficaces es que estas virtudes estén en
nosotros y abunden (v.8). El objetivo no es solo alcanzar una meta, sino seguir
avanzando; no sólo ser cristianos, sino progresar en la madurez cristiana. Como
solía decir un amigo: “Cuando nos damos cuenta que estamos verdes, decidimos
crecer; y cuando vemos la necesidad de crecer y conocer más y mejor a Cristo es
que comenzamos a madurar.”
Noticias del
Instituto Bíblico de BBN.
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