La Escritura
registra que semanas antes de ir a la cruz, Jesús lloró dos veces. La primera
vez ocurrió en Betania, cerca de Jerusalén, cuando se encontraba en la tumba de
Lázaro junto con sus amigas, María y Marta.
En esta
ocasión, Juan 11:35 registra simplemente: «Jesús lloró». Somos testigos mudos
de este momento tan privado en la vida de Jesús. La palabra que se utiliza aquí
para explicar la acción de llorar se emplea solo una vez en la Biblia y
significa «derramar lágrimas». Es una palabra que describe las lágrimas
discretas que ruedan por el rostro de una persona cuando está inmersa en dolor.
La palabra más común para llanto se utilizaba para indicar «una expresión
fuerte y audible de dolor, una lamentación». Juan 11:33 nos dice que María
lloraba de esta manera mientras se encontraba al lado de Jesús. Sin embargo,
las lágrimas de Jesús contenían un sentimiento diferente.
Jesús lloró
también el domingo de Ramos mientras realizaba Su entrada mesiánica a
Jerusalén, cinco días antes de enfrentar la muerte. Pero esta vez, Sus lágrimas
no fueron discretas. Lucas 19:41 nos dice que Él se lamentó de la misma forma
que María lo había hecho en la tumba de Lázaro.
¿Acaso lloró
porque sabía que ya había comenzado la cuenta regresiva hacia la cruz?
No, este
pensamiento no era algo nuevo para Jesús. Él sabía que desde antes de la
fundación del mundo ya se le había señalado Su muerte. Unos días antes, Él
había dicho a Sus discípulos que iba a morir en Jerusalén.
Entonces,
¿por qué lloró? Jesús lloró porque sabía lo que le esperaba a Jerusalén, la
ciudad que amaba. Él lloró por un pueblo, al que amaba aún más. Lloró porque
sabía cómo ese pueblo buscaba la salvación en todo lugar menos en el lugar
donde podrían encontrarla. Lloró al escuchar sus «Hosannas» porque sabía que no
comprendían su verdadero significado. La gente clamaba: «Bendito el que viene
en el nombre del Señor, Hosanna en las alturas». Sus palabras resonaron en el
Salmo 118:25-26 mientras buscaban libertad política y prosperidad en el Mesías.
Esperaban que el reino de Dios se presentara de manera inmediata aun cuando
Jesús les había enseñado lo contrario. Lo celebraban como el próximo rey pero
lo rechazaban como su Salvador. Tal vez la apasionante realidad de su rechazo y
todo lo que esto podría significar para su futuro lo abrumó mientras miraba la
ciudad.
En el
momento que usted cree que Él lloraría por Sí mismo, Jesús lloraba por las
ovejas que había venido a salvar pero que huían de Su rescate.
Carlos A.
Zazueta.
¿Por qué lloró Jesús? | 1 de Marzo, 2018 |
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