¿ QUÉ
SIGNIFICA LA IGLESIA COMO LUGAR DE ADORACIÓN PARA DIOS?.
El motivo de
la iglesia.
A él sea
gloria en la iglesia.
Efesios 3:21
Si se fuera
a entrevistar a un grupo de personas y pedirles que mencionen el propósito
fundamental de la iglesia, es probable que se obtengan muchas respuestas
diferentes.
Algunas
pudieran sugerir que la iglesia es un lugar para hacer amistades con personas
espirituales. Es donde los creyentes se fortalecen los unos a los otros en la
fe y donde se cultiva y se expresa el amor.
Otros
pudieran sugerir que la misión de la iglesia es enseñar la Palabra, preparar a
los creyentes para diversas responsabilidades e instruir a los niños y a los
jóvenes con el propósito de ayudarlos a crecer en Cristo.
Aun otras
pudieran decir que otro propósito de la iglesia es alabar a Dios. La iglesia es
una comunidad de alabanza que exalta a Dios por lo que es y por lo que ha
hecho. Algunas personas sugerirían que como la alabanza es la actividad
principal del cielo, debe ser la responsabilidad primordial de los que están en
la tierra.
Pero tan
importante como son la comunión, la enseñanza y la alabanza, el motivo
principal de la iglesia es glorificar a Dios. El apóstol Pablo describió la
salvación como "para alabanza de la gloria de su gracia" (Ef. 1:6).
JUNTOS, EN
ARMONÍA Y CON UN SOLO CORAZÓN. Salmo 133. 1- 3.
133:1 ¡Mirad
cuán bueno y cuán delicioso es
Habitar los
hermanos juntos en armonía!
133:2 Es
como el buen óleo sobre la cabeza,
El cual
desciende sobre la barba,
La barba de
Aarón,
Y baja hasta
el borde de sus vestiduras;
133:3 Como
el rocío de Hermón,
Que
desciende sobre los montes de Sion;
Porque allí
envía Jehová bendición,
Y vida
eterna.
LA VERDADERA
RELIGIÓN ES ESTA:
Santiago
1:26
Si alguno se
cree religioso, pero no refrena su lengua, sino que engaña a su propio corazón,
la religión del tal es vana.
Santiago
1:27
La religión
pura y sin mácula delante de nuestro Dios y Padre es ésta: visitar a los
huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y guardarse sin mancha del mundo.
ADORACIÓN Y
SANTIDAD: DOS PALABRAS QUE SE COMPLEMENTAN.
“Porque
escrito está: Sed santos, porque Yo soy Santo” - (1 Pedro 1:16).
¿Por qué
usted y yo debemos escoger el vivir una vida santa? Una razón es que
anticipamos la segunda venida de Jesucristo. Cuando estamos esperando el
regreso de Cristo en cualquier momento, debemos anhelar el ser limpios y
santos, en preparación para verle. Por ejemplo, si usted supiera que Cristo
regresa esta tarde, ¿piensa que se pondría en paz con Él? ¿Habría alguna
persona con quien usted está disgustado, y desea reconciliarse? ¿Habría algunos
pecados en su vida de los cuales debe arrepentirse?
Si su
respuesta es afirmativa a cualquiera de esas preguntas, entonces actúe en fe,
trayendo gloria a Dios por su obediencia. Si su respuesta es afirmativa a cualquiera de esas preguntas,
entonces actúe en fe, trayendo gloria a Dios por su obediencia. Si su respuesta es afirmativa a
cualquiera de esas preguntas, entonces actúe en fe, trayendo gloria a Dios por
su obediencia.
BUSCAR EL
ROSTRO DEL SEÑOR.
Lo que dice
la Biblia:
El corazón
me dice: "¡Busca su rostro!" Y yo, Señor, tu rostro busco (Salmos
27:8).
El verdadero
cristiano no es aquel que realiza rituales sofisticados cada domingo, sino el
que busca una relación con Dios. Seamos claros. No estamos diciendo que debemos
dejar de congregarnos los domingos, o dejar de cantar alabanzas, o dejar de
celebrar la Cena del Señor cada mes. Se trata de entender que todo esto se hace
como motivación, recordatorio o inspiración para… ¡Buscar Su Rostro! El
versículo de Salmos 27:8 indica que una fuerza interna, el corazón, nos conmina
a buscar al Señor. El corazón puede haber sido inspirado por testimonios de la
iglesia, por oraciones de los hermanos, por alabanzas llenas de emoción, por
predicaciones del pastor, etc., todo eso está bien, pero la clave es que radica
dentro de nosotros mismos la misión fundamental e individual de buscar Su
rostro.
A veces
perdemos inercia y la rutina nos hace ignorar ese llamado del corazón. Si eso
nos llega a pasar, hagamos un esfuerzo por recordar nuestro primer amor. Ese
tiempo cuando en medio de nuestros problemas por fin comprendimos que Jesús nos
estaba llamando. Ese tiempo en que ansiábamos que llegara el domingo para
aprender más de Dios y compartir con los hermanos esa nueva realidad. Ese
tiempo en que anhelábamos leer Su Palabra y el tiempo de oración era dulce y
reconfortante.
“Y yo,
Señor, tu rostro busco,” debe ser una realidad nuevamente y de aquí en
adelante. No malgastemos nuestro tiempo y esfuerzo en alcanzar metas
intrascendentes. No cuando tenemos una gran misión a lograr enfrente de
nosotros. Una misión que nos da vida plena mientras la buscamos y vida eterna
cuando la logramos: ¡Buscar Su Rostro!
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