UN LLAMADO
DE DIOS EN LOS ÚLTIMOS TIEMPOS DE CANAS Y ARRUGAS.
DOS
HERMANOS: DOS CULTURAS.
“Tenía
Moisés ochenta años de edad, y Aarón ochenta y tres, cuando hablaron al faraón”
(Éxodo 7:7 RV).
Vivimos en
una cultura orientada a la juventud, donde se supone que alguien mayor de 65
años de edad cuelga su ética de trabajo y gasta cualesquier cantidad de años en
la persecución de una pequeña pelota blanca alrededor de un campo de golf. No
hay nada incorrecto con jugar golf,
usted lo sabe, pero cuando esto se convierte en nuestro único objetivo para
salir de la cama por la mañana, hemos perdido nuestra dirección.
Dios no nos
creó para servirnos a nosotros mismos. Somos hechos en la imagen del Creador, y
Dios nos ha llamado a ser socios en esa
búsqueda, a un grado o a otro; esa sociedad no se termina cuando nuestro
cabello se vuelve gris o nuestro paso reduce la marcha un poco debido a la
artritis, diabetes y reumatismo.
¿Me encanta
leer sobre Moisés y Aarón, ¿y a usted? Ellos estaban ya en sus años ochenta
cuando Dios los envió a encararse al hombre más poderoso en la tierra. Dios no
envió a hombres jóvenes en lo mejor de sus vidas para que pudieran usar sus
músculos y aporrear su pecho e intimidar al Faraón. Él no envió a gobernadores
ricos de otros países que podrían amenazarlo con sus ejércitos o sobornarlo con
sus riquezas. Él envió a dos hermanos que, entre ellos, habían vivido más de
160 años en esta tierra. Ninguno había experimentado una vida fácil, ya que
Aarón fue levantado como un esclavo hebreo, y Moisés, después de crecer en un
palacio, tuvo que escapar al desierto para salvar su vida. Y aunque Moisés al principio resistiera la llamada de Dios de ir al Faraón, él finalmente
aceptó, con su hermano mayor de su lado.
Podemos
aprender mucho por medio de la historia de Moisés y Aarón y su gran éxito en la conducción de los israelitas
cuando dejaron la esclavitud de Egipto.
Primero, mientras vivimos en esta tierra, nunca estamos demasiado viejos para
ser útiles a Dios. Segundo, si seguimos acompañando a Dios en el propósito que
Él tiene para nosotros, podemos experimentar tremendas victorias en cualquier
etapa de la vida. Y finalmente, aunque podamos considerarnos inconsecuentes en
el esquema de todas las cosas, Dios puede usarnos para efectuar cambios
poderosos en las vidas de los demás.
Así es que
dondequiera que usted este hoy e independientemente de lo que hace en su vida, escuche la voz de Dios. Pueda ser
que Él lo llame desde el arbusto ardiente o desde la quietud por el descanso de la etapa
de jubilación y enviarlo adelante en la mayor misión de su vida.
NO SE
ATEMORICE QUE DIOS HABLARÁ POR USTED.
“Jehová el
Señor me dio lengua de sabios, para saber hablar palabras al cansado;
despertará mañana tras mañana, despertará mi oído para que oiga como los
sabios” - (Isaías 50:4).
¿Tiene dificultad
recordando cosas? Una señora dijo: “Mi memoria es con lo que olvidé.”
Afortunadamente tenemos al Espíritu Santo quien ministra a nuestro
subconsciente. Él está allí no sólo para enseñarnos la verdad, sino también
para ayudarnos a recordar esa verdad y aplicar esa verdad en toda situación.
Una y otra vez el Espíritu Santo hizo eso en la vida de muchos pastores,
diáconos y otros servidores, en medio de su predicación, evangelización o
consejería.
El Señor ha
tenido a bien darle a usted una “lengua de sabios”. ¿No es eso maravilloso?
Pudiera ser que no tenga una educación formal, pero aun así puede ser un
consejero para otros en problemas. ¿Por qué? Porque si usted es salvo, Dios
vive en usted. Cuando usted camina en el Espíritu, Él le dará las palabras que
debe decir a alguien que está agobiado. Con todo, Él no se las puede traer a la
memoria, a menos que usted las aprenda primero.
¡Cómo
necesitamos abrir nuestro corazón a lo que el Bendito Espíritu está haciendo,
cuando trata de que Jesús sea real y vibrante en nuestras vidas!.
¿Está alguien
plagado (a) de dudas? ¿La depresión, la soledad y la inferioridad se mantienen
sobre el como una nube tenebrosa? ¿Crea la tensión diaria de la vida un pozo de
ira en lo íntimo de su ser? ¿Se encuentra paralizado (a) por el temor? ¿Está
experimentando la enfermedad de la amargura?. ¿ Sus emociones lo dominan.?.
¿Cuándo fue
la última vez que usted compartió su fe? Tal vez hoy usted pueda comenzar a
conversar con alguien, aunque sólo sea ofreciendo una palabra de ánimo. Quién
sabe hacia dónde le guiará esa chispa de verdad. Pídale a Dios que le dé la
oportunidad de guiar a alguien hacia el Señor Jesucristo.
EL QUE
QUIERE SERVIR A DIOS, BUSCA CRECER ESPÍRITUALMENTE.
El propósito
del crecimiento.
Todo aquel
que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo.
1 Juan 3:3
Segunda
Pedro 3:18 ordena a los creyentes que crezcan "en la gracia y el
conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo". Su respuesta a este versículo
es la acción o la inercia. Si desea crecer en Cristo, usted experimentará
bendición, provecho y victoria siguiendo la senda bíblica de glorificar a Dios.
Y como descubrió David, también usted sentirá alegría: "A Jehová he puesto
siempre delante de mí... Se alegró por tanto mi corazón" (Sal. 16:8, 9).
El apóstol
Juan resumió el objetivo del desarrollo espiritual cuando dijo "Amados,
ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero
sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos
tal como él es" (1 Jn. 3:2). El proceso del crecimiento terminará el día
que veamos a Jesucristo y seamos como Él. Ver a Jesucristo cara a cara es
nuestro objetivo,¿ pero lo es también para otras personas.?. Si no es
así entonces es el momento de responder al llamado de Dios. Unámonos pues a la Gran Comisión: Mateo 28: 18- 20.
28:18 Y
Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en
la tierra.
28:19 Por
tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;
28:20
enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy
con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.
SEÑOR ¿ QUÉ QUIERES
QUE YO HAGA?.
Hechos 9:6:
“Señor, ¿qué quieres que yo haga?”
Muchísimos
creyentes desean ser llenos del Espíritu Santo. No obstante, ¿alguna vez se han
preguntado por qué Dios debe llenarlos con su Espíritu? Imagínese a un hombre
que empuja un automóvil en una estación de servicio. Éste no tiene batería. El
coche tiene las cuatro llantas pinchadas, un agujero en el tanque de gas, y la
mitad de los alambres están desconectados. Un ayudante sale, mira la carcacha,
y pregunta: “¿Le puedo servir en algo?” Y el hombre responde: “Sí, llene el
tanque.” ¿Qué piensa que diría él? “¿Para qué?”
El pastor
Rogers pensaba que en ocasiones Dios dice:“¿Para qué?” Nosotros simplemente
necesitamos firmar el contrato al pie de la página y decir: “Señor, Tú
llénalo.”
Arrodíllese
ante el Señor, eleve sus manos y dígale: “Señor, todo en mi vida es tuyo. Sólo
soy un vaso para tu uso. Úsame como Tú desees.”.
ESTA ES LA
RESPUESTA PARA TÚ LLAMADO.
Isaías 6:8
Y oí la voz
del Señor que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces
respondí: Heme aquí; envíame a mí.
Hechos 9:10
Había en
Damasco cierto discípulo llamado Ananías; y el Señor le dijo en una visión:
Ananías. Y él dijo: Heme aquí, Señor.
¿ ACASO
USTED TIENE OBJECIONES O EXCUSAS PARA NO SERVIRLE A DIOS?.
Me
sorprenden mucho los diferentes llamamientos que Dios ha hecho en diferentes
ocasiones y a diferentes individuos. Casi todos siguen un esquema idéntico: la
presentación de Dios, el llamamiento específico, la objeción de parte del
escogido, las señales de Dios y la respuesta. Analicemos bajo estos cinco
puntos el llamamiento de Moisés:
1. LA
PRESENTACIÓN DE DIOS.
En Éxodo 3:6
Dios se presente como el padre de Abraham, Isaac y Jacob. Recordemos que Moisés
era el hijo de la hija del Faraón, era un príncipe egipcio y seguramente estos
nombres no tenían mucho valor para él, por lo menos hasta los 40 años de su
vida, ya que desde ese momento comenzó a ver las injusticias que se estaban
cometiendo con el pueblo hebreo (Éxodo 2:11, 12). Sacrificó su posición para
vivir en el exilio, como un simple fugitivo a quien querían matar.
Entonces
Dios se presenta a Moisés y él se da cuenta de que el único Dios verdadero es
el de los hebreos, no de los egipcios; se da cuenta de que el Dios de su pueblo
natal estaba con los débiles, con los pobres, con los oprimidos, con el
proletariado, con la chusma.
2. DIOS
LLAMA Y ENVÍA A MOISÉS.
Éxodo 3:7-10
informa que se le da a Moisés una misión: liberar a Israel de Egipto, aunque no
se veía como una tarea fácil. Imagínense, sacar a todos los que estaban
haciendo el trabajo duro para los egipcios, sacar a sus esposas, a sus hijos y
a su ganado, pero Moisés tenía que hacerlo (Éxodo 12:37, 38). ¿Cuántas veces
nosotros también nos sentimos inútiles de cumplir con nuestro ministerio?
Creemos que será imposible hacerlo bien y comenzamos a poner objeciones, tal
como Moisés comenzó a hacerlo.
3. LAS
OBJECIONES DE MOISÉS.
Fíjense en
la primera objeción (Éxodo 3:11). Gedeón dijo algo similar: ¿Cómo podré salvar
a Israel? Mi familia es la más pobre y yo el menor de todos (Jueces 6:15).
Quizá
podríamos decir que Moisés tenía en parte razón, porque él no había compartido
los sufrimientos ni los duros trabajos que habían hecho los hebreos, pero él no
se conforma con dar solamente aquella objeción.
Éxodo 3:13,
14. En una segunda objeción Moisés comienza a dudar que Dios fuera real y
verdadero. Entonces Dios comienza a dar algunos delineamientos a partir del
versículo 15, para que sepa las acciones que debía tomar.
El primer
paso era reunir a todos los ancianos y líderes del pueblo y explicarles el
apoyo que Dios ofrecía para la liberación de la esclavitud, y darles una tierra
que fluía leche y miel.
El segundo
paso era iniciar un proceso de reclamaciones ante el rey, para pedir tres días
de permiso y hacer un culto a Dios. Claro que la intención era salir
definitivamente de Egipto. Dios no quería reformas, él quería un cambio
radical, él sabía que el Faraón no iba a caer en una trampa tan obvia, pero al
menos era un comienzo.
El tercer
paso era aplicar medidas de fuerza para obligar al Faraón a dejarles salir de
Egipto. Dios estaba dispuesto a usar una mano fuerte y prodigios diversos para
presionar al rey.
El último
paso sería el despojo a los egipcios, es decir, ya no se contentarían con el
simple permiso para salir de Egipto, sino que debían salir con mucha riqueza,
en otras palabras, una justa liquidación y finiquito de sus haberes por tantos
años de trabajo. Sin embargo, Moisés duda y presenta una tercera objeción.
4. LAS
SEÑALES DE DIOS.
Éxodo 4:1.
Dios tiene que valerse de algunas señales: primero la vara que se convertiría
en serpiente, segundo que su mano al meter en su seno se volvía leprosa y que
al volverla a meter salía limpia y tercero que las aguas del río se convertirían
en sangre. Algo parecido sucedió con Gedeón (Jueces 6:36-40).
A pesar de
todo esto Moisés presenta una cuarta objeción en Éxodo 4:10. Cualquiera puede
imaginarse que un hombre que creció en el palacio del Faraón tendría una
educación suficiente como para hablar en cualquier momento y en forma precisa,
pero Moisés cree que no puede hacerlo.
Podemos
deducir que allí no radicaba el problema mayor, ya que más adelante se puede
ver que él sí pudo hablar con capacidad y en forma precisa, clara y firme. Su
duda mayor era si en realidad él estaba en la capacidad de sacar a un pueblo
entero de la opresión en que vivían. De ahí que presenta una quinta y última
objeción a Dios en Éxodo 4:13, 14a.
Se puede
notar que Moisés ya no tenía argumentos o pretextos para objetar el llamamiento
específico que Dios le estaba haciendo. Por último le dice: "Manda al que
debes enviar". La consecuencia fue que Dios se enojó. Ojalá que ninguno de
nosotros llegue hasta ese extremo de hacer enojar a Dios.
Vemos
posteriormente que Dios en su ira no descarta a Moisés sino que más bien le
ofrece un ayudante: Aarón. Ésta es la triste realidad de un hombre llamado por
Dios que no tenía una ayuda idónea como compañera. Finalmente Moisés acepto el
llamamiento de Dios.
5. LA RESPUESTA
DE MOISÉS.
En Éxodo
4:18 vemos que Moisés toma la iniciativa de regresar a Egipto, para saber en
qué situación estaba su pueblo, seguramente quería comprobar además, si Dios en
efecto estaba diciéndole la verdad.
Sabemos que
luego se dio una acción interminable de prodigios, plagas y señales contra el
Faraón y contra Egipto, hasta la liberación total de Israel. En definitiva,
Moisés se enfrentó como muchos hoy en día, con un llamamiento irresistible.
¿Qué de
nosotros? Con seguridad Dios se ha presentado de una manera viva y desafiante
en nuestra vida, para llamarnos a una misión o ministerio específico, pero
igual que Moisés quizá hemos puesto demasiadas objeciones para no obedecer.
¿Por qué yo
precisamente? ¿Qué les diré a los que me envías? ¿Con qué poder iré para que me
escuchen y sepan que yo soy llamado por ti? Además, no puedo expresarme bien,
no tengo una ayuda idónea, es preferible que llames a otra persona y no a mí.
Quizá nuestra lista de objeciones es interminable y tal vez ya hemos hecho
enojar a Dios.
Sin embargo,
con seguridad él nos ha dado suficientes señales para confirmar nuestro
llamamiento, a pesar de eso seguimos dudando y no queremos dar una respuesta
inmediata. Mientras tanto la gente sigue esperando su liberación, de aquella esclavitud
ocasionada por el enemigo.
Jesús dijo
muy claramente: "Yo he venido para dar buenas nuevas a los pobres, a sanar
a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos, a poner en
libertad a los oprimidos y a predicar el año agradable del Señor". (Lucas
4:18- 19).
Si nosotros
no estamos considerando nuestro llamamiento como un reto actual, debemos
empezar por ser obedientes al Señor y trabajar en el área en la cual él me está
llamando. Solo de esta manera estaremos obedeciendo el llamamiento irresistible
de parte de Dios hacia cada uno de nosotros.
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