LOS VALORES
PARA ESCOGER LA SABIDURÍA. Proverbio 16.
Los valores
de poder agradar al Señor y poder escoger la sabiduría. Mateo 11: 29- 30.
29. Llevad
mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y
hallaréis descanso para vuestras almas;
11:30 porque
mi yugo es fácil, y ligera mi carga.
Nadie es
humilde naturalmente. El corazón humano ha sido traspasado por el orgullo desde
la caída de Adán; sólo Cristo, quien mora en el creyente, puede desarrollar la
verdadera humildad en nuestras vidas. Esta humildad se manifiesta cuando
mostramos bondad para los que no son bondadosos, paciencia para los que nos
molestan, y amor para los que son desagradables. Somos inconsistentes al pensar
que «humildemente nos hemos entregado a Jesucristo» y al mismo tiempo actuamos
ásperamente contra otros.
El Señor
siempre nos guía a ver el resultado del
orgullo y la falsa humildad: «Antes del quebrantamiento es la soberbia (el
orgullo), y antes de la caída la altivez de espíritu. Mejor es humillar el
espíritu con los humildes que repartir despojos con los soberbios» (Proverbios
16:18-19).
Es natural
pensar que somos humildes, especialmente cuando estamos solos en oración
delante de Dios. Pero la humildad, o la falta de ella, son bien evidentes por
medio de nuestra actitud cuando estamos con alguien que nos irrita. Si nuestras
respuestas son expresadas de cualquier manera sin bondad, o por la forma
exterior de nuestras palabras o nuestras acciones o por la forma interior de
nuestros pensamientos, entonces nuestra «humildad» no es real, es meramente una
máscara (pretendiendo ser piadosos) para nuestro orgullo. Por conocer el
destructivo poder del orgullo, vamos a mirar a las personas que son difíciles de
amar como personas que son mandadas por Dios para darnos una oportunidad para
limpiarnos de nuestra santurronería personal (o falsa humildad) y expresar la
verdadera humildad de Cristo y el amor de Dios.
Los
creyentes que son verdaderamente humildes no sienten celo ni envidia cuando
ellos son ignorados mientras que otras personas son alabadas. Dios siempre nos
recuerda: «Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad,
estimando cada uno a los demás como superiores a (sí) mismos» (Filipenses 2:3).
La humildad
nos permite expresar la misma naturaleza de Cristo en nuestras vidas cuando
existen diferentes opiniones. La Palabra de Dios también nos amonesta:
«Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No
seáis sabios en vuestra propia opinión» (pensando que somos mejores que otras
personas) (Romanos 12:16).
DEBE REGIR
LA HUMILDAD.
No seáis
sabios en vuestra propia opinión.
Romanos
12:16
Los
cristianos presumidos y egoístas son una seria contradicción. Si hemos de
seguir a Cristo debemos someternos a la voluntad de Dios como se presenta en su
Palabra. Cualquier confianza que usted tenga en sí mismo, en su propia
sabiduría o en sus talentos naturales debe subordinarse a los mandatos del
Señor.
De ninguna
manera debe ser presumido, ni en ningún sentido considerarse mejor que los
demás creyentes. Más bien Dios quiere que usted acepte y abrace a cada miembro
del cuerpo de Cristo "No mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada
cual también por lo de los otros" (Fil. 2:4).
Cuando
llevamos la naturaleza de Jesucristo en nuestras vidas vemos a otras personas
tal y como Jesús los ve, y les damos la misma consideración, sin considerar su
raza, su posición, sus habilidades, sus riquezas, pues « . . . Dios no hace
acepción de personas» (Hechos 10:34).
NO SE
PERMITE EL FAVORITISMO.
Porque no
hay acepción de personas para con Dios.
Romanos 2:11
Es pecado
que un cristiano muestre favoritismo con las personas. Es decir, no debe estar
prejuiciado ni a favor ni en contra de otra persona basándose en posición
social, riqueza, influencia, popularidad o apariencia física.
La más clara
y más práctica enseñanza neotestamentario acerca de la imparcialidad está en la
carta de Santiago a los creyentes:
Hermanos
míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de
personas. Porque si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro y
con ropa espléndida, y también entra un pobre con vestido andrajoso, y miráis
con agrado al que trae la ropa espléndida... ¿no hacéis distinciones entre
vosotros mismos, y venís a ser jueces con malos pensamientos? ...pero si hacéis
acepción de personas, cometéis pecado, y quedáis convictos por la ley como
transgresores (2:1-4, 9).
Si Dios
nunca obra con favoritismo, ¿no debiera procurar usted el mismo carácter
virtuoso, "no haciendo nada con parcialidad" (1 Ti. 5:21)?
SENTIR
AFECTO POR LOS HUMILDES.
No altivos,
sino asociándoos con los humildes.
Romanos
12:16
No hay
aristocracia alguna en la iglesia, ni lugar para una clase eclesiástica que
merece toda la atención. Pero la Biblia no dice que usted nunca se asocie con
los ricos ni con las personas influyentes. Es sencillamente que debe sentir más
que una obligación el servir a los humildes porque son los más necesitados.
El Señor
Jesús ilustró debidamente esa verdad: "Cuando hagas comida o cena, no
llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos;
no sea que ellos a su vez te vuelvan a convidar, y seas recompensado. Mas
cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos;
y serás bienaventurado; porque ellos no te pueden recompensar, pero te será
recompensado en la resurrección de los justos" (Lc. 14:12-14).
No es nada
malo que invite a sus amigos y familiares a que coman en su casa. Pero es malo
hacerlo con motivos egoístas, con el propósito de ser recompensado, y sin
consideración alguna por los que no pueden darle nada a cambio.
COMPARTIR LA
TRISTEZA CON LOS DEMÁS.
Llorad con
los que lloran.
Romanos
12:15
Dios quiere
que sea sensible ante las tristezas o dificultades de los demás. Eso es
compasión, que por definición va más allá del deber de solidarizarse o
simpatizar con alguien. Quiere decir en realidad entrar en el sufrimiento ajeno.
Dios es un
Dios compasivo (Dt. 4:31), tanto que la Biblia dice que "nunca decayeron
sus misericordias. Nuevas son cada mañana" (Lm. 3:22-23). El Hijo de Dios
era genuinamente compasivo, mostrando la compasión del Padre cuando lloró con
María y Marta ante el sepulcro de su hermano Lázaro (Jn. 11:35).
Si usted es
hijo de Dios, ¿cómo puede menos que demostrar el carácter compasivo de su
Señor? "Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de
entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de
paciencia" (Col. 3:12).
COMPARTIR EL GOZO CON LOS DEMÁS.
COMPARTIR EL GOZO CON LOS DEMÁS.
Compartir el gozo de los demás
Gozaos con los que se gozan.
Romanos 12:15
A primera vista, el concepto de compartir el gozo de otra persona parece fácil de aceptar. Pero cuando las bendiciones, la honra y el bienestar de esa persona es a costa de usted o tal vez hagan aparecer insatisfactorias las circunstancias suyas por comparación, es lógico que se sienta resentido o celoso en vez de sentirse feliz.
Sin embargo, es una característica cristiana que usted se alegre de las buenas circunstancias o de las recompensas de los demás, sobre todo de otros cristianos, sin que importe cuál sea su propia situación. "Si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan" (1 Co. 12:26).
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