miércoles, 28 de enero de 2015

LA INVITACIÓN QUE NOS HACE DIOS ES A RECIBIRLO, ACEPTARLO Y VIVIR CON ÉL Y PARA ÉL.

LA INVITACIÓN QUE NOS HACE DIOS ES A RECIBIRLO, ACEPTARLO Y VIVIR CON ÉL Y PARA ÉL.
LA CAJA DE LA HUMANIDAD.

PORQUE EN ÉL HABITA CORPORALMENTE TODA LA PLENITUD DE LA DEIDAD. JESUCRISTO ES DIOS CON TODO EL PODER Y LA GLORIA QUE EL PADRE CELESTIAL LE HA DADO.
Colosenses 2:9

Si consideráramos este mundo como una dimensión de tiempo y espacio, entonces una caja cerrada pudiera representarlo, con Dios fuera de la caja. Es imposible que la humanidad escape de la caja porque, por definición, lo natural no puede entrar en lo sobrenatural. Lo que está confinado al tiempo y al espacio no puede escapar a la eternidad ni a lo infinito.

Como hay algo dentro del hombre que anhela saber lo que hay fuera de la caja, él inventa deidades, que es la forma en la que proliferan las religiones. Las distintas religiones se convierten en una extensión del deseo del hombre de escapar de su caja, pero el anhelo del hombre de trascender la caja no puede resolverse porque él está confinado a la caja por su propia naturaleza.

¿Hay una forma de escapar de esa caja? Sí, las buenas noticias son que hay una manera, y es por medio de Cristo. El cristianismo reconoce que usted no puede salir de su caja, pero proclama que Dios ha invadido la caja desde afuera. Jesucristo ha entrado en su mundo para mostrarle cómo puede morar con Dios para siempre. ¿No aceptará su invitación?.
¿ CUÁL DEBE SER LA RESPUESTA A ESA INVITACIÓN?.
Hechos 9:6: “Señor, ¿qué quieres que yo haga?”.
Muchísimos creyentes desean ser llenos del Espíritu Santo. No obstante, ¿alguna vez se han preguntado por qué Dios debe llenarlos con su Espíritu? Imagínese a un hombre que empuja un automóvil en una estación de servicio. Éste no tiene batería. El coche tiene las cuatro llantas pinchadas, un agujero en el tanque de gas, y la mitad de los alambres están desconectados. Un ayudante sale, mira la carcacha, y pregunta: “¿Le puedo servir en algo?” Y el hombre responde: “Sí, llene el tanque.” ¿Qué piensa que diría él? “¿Para qué?”
El pastor Rogers pensaba que en ocasiones Dios dice: “¿Para qué?” Nosotros simplemente necesitamos firmar el contrato al pie de la página y decir: “Señor, Tú llénalo.
” Arrodíllese ante el Señor, eleve sus manos y dígale: “Señor, todo en mi vida es tuyo. Sólo soy un vaso para tu uso. Úsame como Tú desees.”

LA OBEDIENCIA ES UN PRINCIPIO QUE AGRADA A DIOS.
“Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros” (1 Samuel 15:22).

El gozo y la obediencia están intrínsecamente juntos. Cuando usted aprende a obedecer al Señor, usted tendrá el gozo del Señor. Es como John Sammis lo dice en su himno: “Confiar y obedecer, no hay ningún otro camino. Para ser felices con Jesús, hay que confiar y obedecer.” Confianza y obediencia son las dos manos que sostienen las promesas de Dios. Son los dos pies que le mantienen caminando en el camino del Rey. Son los oídos que le capacitan para escuchar la verdad de la Palabra de Dios. ¿Quiere usted experimentar el dulce gozo y contentamiento que Pablo tuvo en lo profundo de una prisión romana, o que Corrie Ten Boom tuvo en los oscuros confines de un campo de concentración nazi? Entonces, confíe y obedezca.

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