viernes, 13 de febrero de 2015

UN CORAZÓN SANO PARA DIOS ES LO QUE DEBO OFRECER.


Pr 23:2627. Dame, hijo mío, tu corazón,
Y miren tus ojos por mis caminos.
23:27. Porque abismo profundo es la ramera,
Y pozo angosto la extraña.
7:2427. Ahora pues, hijos, oídme,
Y estad atentos a las razones de mi boca.
7:25. No se aparte tu corazón a sus caminos;
No yerres en sus veredas.
7:26. Porque a muchos ha hecho caer heridos,
Y aun los más fuertes han sido muertos por ella.
7:27. Camino al Seol es su casa,
Que conduce a las cámaras de la muerte.
4:23.Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón;
Porque de él mana la vida.
4:24. Aparta de ti la perversidad de la boca,
Y aleja de ti la iniquidad de los labios.
4:25. Tus ojos miren lo recto,
Y diríjanse tus párpados hacia lo que tienes delante.
4:26. Examina la senda de tus pies,
Y todos tus caminos sean rectos.
4:27. No te desvíes a la derecha ni a la izquierda;
Aparta tu pie del mal.
CORAZONES ENFERMOS
Por Carlos Rey.

En Valparaíso, república de Chile, un hombre de apenas veintiocho años de edad, debido al rechazo de parte de la mujer a la que amaba, decidió quitarse la vida. El hecho no hubiera sido notable de no haber sido por una oferta que hizo el hombre. «Quiero que mi muerte no sea en vano —anunció—. Quiero dar mi corazón a una enferma que lo necesite.»

Había, por cierto, una mujer enferma del corazón que se encontraba en esos momentos al borde de la muerte, y un nuevo corazón podía haberle salvado la vida. Pero los médicos que la atendían rechazaron la oferta del decepcionado hombre y ordenaron que se le pusiera bajo vigilancia por tratarse de un posible suicida.

El hombre le había ofrecido a su amada el corazón, como lo hace todo hombre enamorado, pero decepcionado al no ser correspondido, se lo había ofrecido luego a otra. La oferta que le había hecho a su amada era, por supuesto, simbólica. «Mi corazón es tuyo», le había dicho. Sin embargo, para la enferma desconocida la oferta del corazón era física y por lo tanto real.

Es importante reconocer que este suceso fue noticia por la reacción desproporcionada del romántico hombre, ya que desde tiempos antiguos ha habido innumerables casos de rechazo por parte de una mujer hacia su enamorado. El hombre común y corriente, frente al rechazo de su amada, quiere mostrarle a ella que ha cometido un tremendo error. Pero en vez de determinar que será un hombre ejemplar de tanto éxito que ella, a la larga, se lamentará de haberlo rechazado, por lo general se deprime o se enoja y decide darle una lección.

En casos excepcionales parecidos al del hombre de Valparaíso, el hombre rechazado se hiere él mismo, al extremo de procurar suicidarse. En el peor de los casos hiere física, verbal o emocionalmente a la mujer que no lo acepta, al extremo de querer matarla. Pero en la mayoría de los casos el hombre rechazado, al igual que el hombre de Valparaíso, busca a otra mujer para ofrecerle su corazón quebrantado en un acto físico y no simbólico, sólo que a diferencia de aquel hombre chileno, no busca a una mujer enferma en lo físico sino en lo moral. Y lo hace para que su amada se dé cuenta de cómo lo ha obligado a lanzarse a los brazos de una mujer mil veces menos digna de su amor que ella.

Es precisamente a tal hombre al que le dirige la palabra el sabio maestro del libro de los Proverbios. «Dame, hijo mío, tu corazón y no pierdas de vista mis caminos —le aconseja—. Porque fosa profunda es la prostituta, y estrecho pozo, la mujer ajena.... No desvíes tu corazón hacia sus sendas, ni te extravíes por sus caminos, pues muchos han muerto por su causa; sus víctimas han sido innumerables. Su casa lleva derecho al sepulcro; ¡conduce al reino de la muerte!... Por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida.».
DIOS QUIERE SANAR EL CORAZÓN, LA MENTE, TODO EL CUERPO; DARLE UN ESPÍRITU NUEVO Y UNA NUEVA RAZÓN PARA VIVIR.
¿POR QUÉ NO VIENES A ÉL Y LE PIDES PERDÓN? Juan 3: 16 -21.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
3:17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.
3:18 El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.
3:19 Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.
3:20 Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas.
3:21 Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.
RECUERDE QUE EL PECADO MÁS GRANDE ES LA INCREDULIDAD.
EL NO CREER EN JESUCRISTO COMO SEÑOR, SALVADOR Y DIOS.


No hay comentarios:

Publicar un comentario