lunes, 26 de diciembre de 2011

El REGALO MÁS ESPLÉNDIDO ES JESUS

El REGALO MÁS ESPLÉNDIDO
"Por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos" 2 Corintios 8:9
Tengo un viejo pedazo de yeso en mi escritorio que proviene del antiguo sitio del Herodium en la tierra de Israel. Me recuerda la humildad de nuestro Señor Jesús.
El Herodium era una espléndida residencia que servía de palacio de verano al rey Herodes, una suntuosa villa con opulentos apartamentos amueblados para la familia real y sus invitados. Presumía de un baño romano con pozos de aguas calientes y frías, rodeados por jardines con columnatas.
Se dice que Herodes construyó su palacio para conmemorar una victoria en batalla, pero, conociendo la ambición egoísta de este rey, es posible que tuviera otro propósito en mente. Algunos han conjeturado que, a pesar de haber inquirido de los escribas (Mateo 2:4-6), Herodes sabía acerca de la predicción de Miqueas de que el “Mesías de Israel nacería en Belén”. (Puede que haya querido que el Rey de Israel naciera en su palacio.)
Sin embargo, el plan del Padre era que nuestro Señor no naciera en un castillo sino en una cueva. Fue en un humilde pesebre donde nació el pequeño, Jesús.
Esta es la gracia de nuestro Señor Jesucristo. “Por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos” (2 Corintios 8:9).
Este es el regalo de la espléndida salvación, de todos los regalos el más grande, que tú y yo jamás recibiremos.
Reflexión: La bondad y el amor de Dios se encarnaron en Belén y gracias a ese hecho hoy disfrutamos de Nuestro Salvador.




Los maravillosos contrastes de Cristo
La Biblia presenta muchos contrastes, pero ninguno más sorprendente que aquel que Cristo en su persona debería ser al mismo tiempo verdadero Dios y verdadero hombre. Las ilustraciones de estos contrastes en las Escrituras son muchas, por ejemplo:
- Él estuvo cansado (Jn. 4:6), y Él ofreció descanso a los que estaban trabajados y cargados (Mt.11:28).
- Él tuvo hambre (Mt. 4:2), y Él era «el pan de vida» (Jn. 6:35).
- Él tuvo sed (Jn.19:28), y Él era el agua de vida (Jn. 7:37).
- Él estuvo en agonía (Lc. 22:44), y curó toda clase de enfermedades y alivió todo dolor.
- Él existió desde la eternidad (Jn. 8:58), y creció «en edad» como crecen todos los hombres (Lc. 2:40).
- Él sufrió la tentación (Mt. 4:1) y, como Dios, no podía ser tentado.
- Él se limitó a si mismo en su conocimiento (Lc. 2: 52), aun cuando Él era la sabiduría de Dios.
- Él oraba (Le. 6: 12), y Él contestaba las oraciones (Hch. 10:31).
- Él lloró ante la tumba de Lázaro (Jn. 11: 35), y resucitó a los muertos (Jn. 11:43).
- Él cuando estaba en la cruz exclamó: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? (Mr. 15:34). Pero el mismo Dios quien así clamó, estaba en aquel momento en Cristo, reconciliando al mundo con sigo mismo. (2 Co. 5: 19).
- Él es la vida eterna; sin embargo, murió por nosotros.
- Él es el hombre ideal para Dios y el Dios ideal para el hombre.


Debido a todo esto recuerda que nuestro Cristo como dice la Escritura es “Poderoso” (He.2:17) y además podemos acudir a Él para toda necesidad: “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. (He. 4:15,16).”

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