98:1 Cantad a Jehová cántico nuevo,
Porque ha hecho maravillas;
Su diestra lo ha salvado, y su santo brazo.
98:2 Jehová ha hecho notoria su salvación;
A vista de las naciones ha descubierto su justicia.
98:3 Se ha acordado de su misericordia y de su verdad para con la casa de Israel;
Todos los términos de la tierra han visto la salvación de nuestro Dios.
98:4 Cantad alegres a Jehová, toda la tierra;
Levantad la voz, y aplaudid, y cantad salmos.
98:5 Cantad salmos a Jehová con arpa;
Con arpa y voz de cántico.
98:6 Aclamad con trompetas y sonidos de bocina,
Delante del rey Jehová.
98:7 Brame el mar y su plenitud,
El mundo y los que en él habitan;
98:8 Los ríos batan las manos,
Los montes todos hagan regocijo
98:9 Delante de Jehová, porque vino a juzgar la tierra.
Juzgará al mundo con justicia,
Y a los pueblos con rectitud.
El día más extraordinario.
La Resurrección
Fue el amanecer que lo cambió todo.
Aunque ese domingo el sol salió sobre el horizonte al
noreste de Jerusalén como toda otra mañana antes y después, ese amanecer marcó
un nuevo día en la historia. Y mientras ese cementerio pudiera haber parecido
como cualquier otro cementerio judío de su día, fue terreno asombroso, santo,
de resurrección.
El plan que Dios Padre había puesto en su lugar desde antes
de la fundación del mundo, el plan de rescatar a la humanidad de su espiral
descendente, estaba plenamente en marcha. En caída libre desde ese día en el
huerto cuando Adán y Eva escogieron el pecado en vez de vivir con Dios, hemos
andado a tropezones en la oscuridad, distanciados de Dios. Pero el plan de Dios
era traernos de regreso; y el Domingo de Resurrección marca el suceso que lo
hizo posible.
La señal de que todo había cambiado fue cuando Jesucristo,
el Mesías, volvió a respirar el aire de la tierra. El prometido Salvador del
mundo estuvo al otro lado de la tumba. Su sufrimiento y la muerte en la cruz
absorbió la ira santa de Dios, que había sido derramada por completo sobre
Jesús, y la deuda justa que el pecado había producido quedó satisfecha. Jesús
era el único que podía haberla pagado, y en ese domingo por la mañana Su
victoria sobre la muerte demostró que Su sacrificio había sido aceptado. El
pecado ya no tenía secuestrada a la humanidad. La muerte ya no tenía la última
palabra. Jesús estaba vivo.
Sin duda esa mañana la celebración de todos los tiempos estalló
en el cielo mientras los ángeles se entusiasmaban en aleluyas asombrosos. El
infierno se quedó boquiabierto horrorizado. Irónicamente los únicos lentos para
entender lo que había sucedido fueron los receptores primarios de ese don, el
mayor acto de amor que el mundo jamás ha conocido.
Todavía estamos recuperando nuestro aliento.
Véase Juan 20:1-18; Romanos 1:4; 5:8; 1 Corintios 15:53-55;
y 1 Pedro 1:23
* Juan 20:1-18: 20:1 El primer día de la semana, María
Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro; y vio quitada la
piedra del sepulcro.
20:2 Entonces corrió, y fue a Simón Pedro y al otro
discípulo, aquel al que amaba Jesús, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al
Señor, y no sabemos dónde le han puesto.
20:3 Y salieron Pedro y el otro discípulo, y fueron al
sepulcro.
20:4 Corrían los dos juntos; pero el otro discípulo corrió
más aprisa que Pedro, y llegó primero al sepulcro.
20:5 Y bajándose a mirar, vio los lienzos puestos allí, pero
no entró.
20:6 Luego llegó Simón Pedro tras él, y entró en el
sepulcro, y vio los lienzos puestos allí,
20:7 y el sudario, que había estado sobre la cabeza de
Jesús, no puesto con los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte.
20:8 Entonces entró también el otro discípulo, que había
venido primero al sepulcro; y vio, y creyó.
20:9 Porque aún no habían entendido la Escritura, que era
necesario que él resucitase de los muertos.
20:10 Y volvieron los discípulos a los suyos.
20:11 Pero María estaba fuera llorando junto al sepulcro; y
mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro;
20:12 y vio a dos ángeles con vestiduras blancas, que
estaban sentados el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de
Jesús había sido puesto.
20:13 Y le dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Les dijo: Porque
se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto.
20:14 Cuando había dicho esto, se volvió, y vio a Jesús que
estaba allí; mas no sabía que era Jesús.
20:15 Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién
buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si tú lo has
llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré.
20:16 Jesús le dijo: ¡María! Volviéndose ella, le dijo:
¡Rabino! (que quiere decir, Maestro).
20:17 Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a
mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a
mi Dios y a vuestro Dios.
20:18 Fue entonces María Magdalena para dar a los discípulos
las nuevas de que había visto al Señor, y que él le había dicho estas cosas.
* Romanos 1:3-4; 5:6-8;: 1:3 acerca de su Hijo, nuestro
Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne,
1:4 que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el
Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos,
5:6 Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo
murió por los impíos.
5:7 Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con
todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.
5:8 Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que
siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
* 1 Corintios 15:53-55;:
15:53 Porque es necesario que esto corruptible se vista de
incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.
15:54 Y cuando esto corruptible se haya vestido de
incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se
cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria.
15:55 ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh
sepulcro, tu victoria?
* 1 Pedro 1:23:
1:23 siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de
incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.
IGLESIA LA CONFRATERNIDAD CRISTIANA DE SANTA ROSA DE OSOS
MARZO 2013
PASTOR: RIGOBERTO GÓMEZ E
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