jueves, 9 de mayo de 2013

ESTUDIO SOBRE LA SEGURIDAD DE TENER LA VIDA ETERNA: LA SALVACIÓN 6

6. DEBE DE PONER TODA SU FE SOLAMENTE EN JESÚS PARA SER SALVO/ SALVA
Apoc 3:20 He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.
Ro 10:9 que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. 
10:10 Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. 
Jn 20:30 Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. 
20:31 Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.
2 Co 6:1 Así, pues, nosotros, como colaboradores suyos, os exhortamos también a que no recibáis en vano la gracia de Dios. 
6:2 Porque dice: 
En tiempo aceptable te he oído, 
Y en día de salvación te he socorrido. 
He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación.
Jn 3:18 El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. 
3:36 El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.
Jn 1:12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; 
Lc 15:10 Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.
Fil 4:9 Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros.
4:10 En gran manera me gocé en el Señor de que ya al fin habéis revivido vuestro cuidado de mí; de lo cual también estabais solícitos, pero os faltaba la oportunidad. 
Jn 6:47 De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna. 
Jn 5:24 De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida. 
Jn 10:27 Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, 
10:28 y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. 
Jn 8:31 Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; 
8:32 y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. 
* ¿ Cuál es su decisión?
* ¿ Recibirá a Jesucristo por fe ó lo rechazará?
Jn  8:12 Otra vez Jesús les habló, diciendo:Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. 
UNA ORACIÓN OPORTUNA PARA RECIBIR AL SEÑOR JESUCRISTO COMO TU SALVADOR.
En forma sencilla, pero, tú puedes decirle. Señor Jesús ya se como recibir la Vida Eterna; soy un pecador que necesita de tú perdón, me arrepiento de todos mis pecados, examina mi corazón. Quiero que desde éste momento DIOS, tome el control de mi vida. Jesucristo es esa Luz que va a alumbrar mi camino para llegar al Cielo. Le recibo como mi SEÑOR Y salvador. Amén
AHORA LEA ÉSTE GRAN REGALO PARA USTED.
«LA NIÑA CIEGA»-Ó  «LA NIÑA QUE VE MÁS QUE NOSOTROS»

por Carlos Rey

¡Qué ciego es el mundo!, madre,
¡qué ciegos los hombres son!
Piensan, madre, que no existe
más luz que la luz del sol.
Madre, al cruzar los paseos
cuando por las calles voy,
oigo que hombres y mujeres
de mí tienen compasión;
que juntándose uno a otro
hablan bajando la voz,
y que dicen: «¡Pobre ciega!,
que no ve la luz del sol.»
Mas yo no soy ciega, madre;
no soy ciega, madre, no.
Hay en mí una Luz divina
que brilla en mi corazón.
El Sol que a mí me ilumina
es de eterno resplandor;
mis ojos, madre, son ciegos...,
pero mi espíritu... no.
Cristo es mi Luz, es el día
cuyo brillante arrebol
no se apaga de la noche
en el sombrío crespón.
Tal vez por eso no hiere
el mundo mi corazón
cuando dicen: «¡Pobre ciega!,
que no ve la luz del sol.»
Hay muchos que ven el cielo
y el transparente color
de las nubes, de los mares
la perpetua agitación,
mas cuyos ojos no alcanzan
a descubrir al Señor,
que tiene a leyes eternas
sujeta la creación.
No veo lo que ellos ven,
ni ellos lo que veo yo:
ellos ven la luz del mundo;
yo veo la luz de Dios.
Y siempre que ellos murmuran:
«¡Pobre ciega!», digo yo:
«¡Pobres ciegos!, que no ven
más luz que la luz del sol...
Este hermoso poema de autoría desconocida se titula «La niña ciega». Pero bien pudiera llevar por título «La niña vidente», pues nos abre los ojos a la dicha de la vista espiritual en contraste con la desdicha de la ceguera espiritual. Por lo general, los que no hemos perdido la vista pensamos únicamente en la función física de los ojos. Y sin embargo lo cierto es que es muy importante la vista espiritual.
Si bien la niña ciega identifica a Jesucristo como la Luz divina que brilla en su corazón, es porque Él mismo se identificó, cuando vivió entre nosotros, como la Luz del mundo. Cristo dijo: «Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.»1
Si queremos tener esa Luz de la vida, no tenemos siquiera que disfrutar de la vista física. Basta con que permitamos que Cristo nos ilumine, como el Sol al que se refiere la niña ciega, que nunca se oculta porque «es de eterno resplandor». Si le pedimos a Cristo que nos alumbre de este modo, y lo seguimos como Él nos invita a que lo hagamos, se cumplirá en nosotros su promesa de que no andaremos en tinieblas. Descubramos al Señor, como lo descubrió la niña ciega pero vidente. Así no nos importará si brillamos o no con luces propias, ya que tendremos la Luz más brillante del mundo, la Luz de la vida.

1Jn 8:12

No hay comentarios:

Publicar un comentario