martes, 13 de agosto de 2013

¿ CÓMO TE VES CUANDO TE MIRAS AL ESPEJO.? ! REFLEXIONA !




LO QUE TE DIGA EL ESPEJO...
por Carlos Rey

En un muladar un día
cierta vieja sevillana,
buscando trapos y lana,
su ordinaria granjería,
por acaso vino a hallarse
el pedazo de un espejo,
y con un trapillo viejo
lo limpió para mirarse.
Viendo en él aquellas feas
quijadas de desconsuelo,
dando con él en el suelo,
le dijo: —¡Maldito seas,
y en quién me vine a mirar!
¡A fe, loco antojadizo,
que supo bien lo que hizo
quien te echó en el muladar!
¡Qué fácil es identificarnos con la anciana de este amargo romancillo escrito con singular acierto por el célebre poeta sevillano Baltasar de Alcázar! Sin duda todos alguna vez hemos querido tirar a la basura un espejo insufrible de nuestra vida. Por eso otro poeta llamó al espejo: «Testigo mudo, confidente helado.» Porque si bien el espejo se compra en sentido literal, no se puede comprar en sentido figurado, ya que no admite arreglo alguno. De ahí que diga el refrán: «Lo que te diga el espejo, no te lo dirá el concejo.»1
Afortunadamente para nosotros, cuando nos mira Dios como nuestro Creador, no nos ve como nos vemos nosotros frente a un espejo. Él no se fija en nuestras imperfecciones externas sino en nuestro fuero interno,2 porque a Él le importa lo que somos y no lo que parecemos ser. Y por si eso fuera poco, cuando nos mira Dios como nuestro Padre celestial, nos ve así como los padres aquí en esta tierra vemos a nuestros hijos recién nacidos: ¡como las criaturas más bellas del mundo! Esa tendencia a ver el atractivo en nuestros hijos la heredamos de Él, ya que nos creó a imagen y semejanza suya.
Sin embargo, el que Dios nos mire con buenos ojos no quiere decir que no haya nada en nosotros que Él no quiera cambiar. Al contrario, como Él nos conoce a fondo, quiere transformar nuestra naturaleza pecaminosa para que ésta no le impida ver reflejada en nosotros su propia naturaleza. Por eso nos envió a su Hijo Jesucristo, quien se hizo como un espejo para nosotros a fin de que nosotros pudiéramos ser como Él.3
De modo que podemos tomar a Cristo como nuestro espejo divino, sólo que, a diferencia de los demás espejos, Él no reproduce una imagen desagradable como la nuestra sino su propia imagen atractiva. Y lejos de ser un espejo común y corriente, que no perdona, Él perdonó hasta a quienes lo clavaron en la cruz, donde selló nuestro perdón de una vez y para siempre.4
Como espejo perfecto que es, Cristo nos ama con un amor perfecto.5 Pero no condiciona ese amor a que nosotros seamos perfectos, sino que nos lo muestra cuando más imperfectos nos vemos.6 Por eso nos mira y nos dice: «¡Lo que más vale no es que seas perfecto sino perdonado. Acepta el perdón que te ofrezco, y te transformaré a mi semejanza de modo que reflejes mi gloria.»7

1Luis Junceda, Del dicho al hecho (Barcelona: Ediciones Obelisco, 1991), p. 171.
21S 16:7.
16:7 Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón. 
3Ro 8:29;.
8:29 Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. 
 Jn 1:14.
1:14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. 
4Lc 23:34.
23:34 Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes.
51Jn 3:16;.
3:16 En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. 
 1Jn  4:9‑10.
4:9 En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. 
4:10 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. 
6Ro 5:8.
5:8 Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. 
72Co 3:18.
3:18 Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.
Medios para la Santificación
1. La Palabra de Dios. Ya hemos observado que el Señor oró para que el Padre santificara a los creyentes por medio de la Palabra (Jn. 17: 17). La iglesia primitiva consideró de gran importancia el continuar en la doctrina de los apóstoles (Hch. 2:42). Nuestro Señor mismo sirve del mejor ejemplo de la necesidad de usar debidamente la Palabra para enfrentarse con la tentación (Mt. 4: 1-1 1). El centro de los viajes misioneros de San Pablo fue siempre la predicación de la Palabra de Dios (Hch. 1 3:5, 44, 46; 17:2; 1 8:4; 20:32). Para la santificación, el uso de la Palabra es básico y crucial.
2. La oración. Un segundo medio de santificación es la oración. También fue esta una de las características de la iglesia primitiva (Hch. 2:42; cp. 3:1; 4:24; 6:4; 9:40; 10:4,31; 12:5; 13:3; 16:13,16; y 28:8) y es mandada a los creyentes actuales. Habló nuestro Señor « sobre la necesidad de orar siempre y no desmayar» (Lc.18: 1). La palabra desmayar significa « descorazonarse o cansarse». El apóstol Pablo mandó: « Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias» (Col. 4:2). También dijo: «Orad sin cesar» (1 Ts. 5:17).
Ezequel 33: 31-33.
33:31 Y vendrán a ti como viene el pueblo, y estarán delante de ti como pueblo mío, y oirán tus palabras, y no las pondrán por obra; antes hacen halagos con sus bocas, y el corazón de ellos anda en pos de su avaricia.
33:32 Y he aquí que tú eres a ellos como cantor de amores, hermoso de voz y que canta bien; y oirán tus palabras, pero no las pondrán por obra.
33:33 Pero cuando ello viniere (y viene ya), sabrán que hubo profeta entre ellos.

PASTOR: Rigoberto Gómez E

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