NO PODEMOS
ESTAR CULPANDO A OTROS POR NUESTRAS MALAS DECISIONES Y POR NUESTRO PROPIO
PECADO.
IGLESIA DE
SANTA ROSA: UN SALUDO DE BIENVENIDA.
Salmo 37: 1-
5. 37:1 No te impacientes a causa de los malignos,
Ni tengas
envidia de los que hacen iniquidad.
37:2 Porque
como hierba serán pronto cortados,
Y como la
hierba verde se secarán.
37:3 Confía
en Jehová, y haz el bien;
Y habitarás
en la tierra, y te apacentarás de la verdad.
37:4
Deléitate asimismo en Jehová,
Y él te
concederá las peticiones de tu corazón.
37:5
Encomienda a Jehová tu camino,
Y confía en
él; y él hará.
Lectura
Bíblica: Santiago 1: 13- 16. 1:13 Cuando alguno es tentado, no diga que es
tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él
tienta a nadie;
1:14 sino
que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y
seducido.
1:15
Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el
pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.
1:16 Amados
hermanos míos, no erréis.
El diablo me
obligó!
Cada uno es
tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Santiago
1:14
En marzo de
2009, en el estado de Washington, una mujer de 62 años fue acusada de robar más
de 73.000 dólares de la iglesia donde asistía. Cuando los detectives la
interrogaron, dijo: «Satanás tuvo una gran participación en el robo». Suena
como si dijera que el diablo la obligó a hacerlo! Quizá Satanás haya
desempeñado su parte en las decisiones de esa mujer, pero ella tenía algunos
conceptos equivocados sobre la tentación y el pecado. El diablo tienta a los creyentes, pero no los
hace pecar. Santiago dice que tampoco hay que culpar a Dios: «Cuando alguno es
tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser
tentado por el mal, ni él tienta a nadie» (Santiago 1:13). El Señor es bueno y
santo. Entonces, ¿a quién debemos culpar por nuestro pecado? Santiago continua:
«Cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido»
(v. 14). Así como un pescador usa un cebo para atraer a su presa, nuestros
malos y descontrolados deseos nos llevan a ceder ante la tentación y el pecado.
Cuando pecamos desobedeciendo a Dios, no culpemos a otros, ni justifiquemos
nuestras acciones con la teología errónea que «el diablo me obligó a hacerlo».
En su lugar, asumamos toda la responsabilidad por nuestros actos, confesemos
nuestros pecados a un Dios de gracia y perdonador, y procuremos volver a vivir
una vida recta.
Reflexión:
Decide y determina en tu corazón ser cada día santo, como Dios es Santo. Luego
pídele ayuda a Dios para cumplir esta decisión en cada momento de tu vida.
La Fórmula
para la libertad y el dominio propio
1. Decida reflejar el carácter de
Cristo. (Ro. 8:29).
2. Porque a los que antes conoció,
también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo,
para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.
3. Decida cambiar sus antiguos hábitos
por otros nuevos. (Ro. 12:2).
4. No os conforméis a este siglo, sino
transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que
comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
Decida
confiar en la fortaleza de Cristo, no en sus propias fuerzas. (Fil. 4:13).
Todo lo
puedo en Cristo que me fortalece.
5. Decida hacer suyo el regalo divino
del dominio propio. (1 P. 1:13).
6. Por tanto, ceñid los lomos de vuestro
entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os
traerá cuando Jesucristo sea manifestado;
7. 1:14 como hijos obedientes, no os
conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia;
8. 1:15 sino, como aquel que os llamó es
santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir;
9. 1:16 porque escrito está: Sed santos,
porque yo soy santo.
Versículo
clave para memorizar: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no
os dejará ser tentados más de lo que
podéis resistir, sino que dará también
juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar”. (1 Co.
10:13)
Pasaje clave
para leer y meditar: Romanos 6.
6:1 ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?
6:2 En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?
6:3 ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?
6:4 Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.
6:5 Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección;
6:6 sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.
6:7 Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado.
6:8 Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él;
6:9 sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él.
6:10 Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive.
6:11 Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.
6:12 No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias;
6:13 ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.
6:14 Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.
6:15 ¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera.
6:16 ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?
6:17 Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados;
6:18 y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia.
6:19 Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia.
6:20 Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia.
6:21 ¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte.
6:22 Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.
6:23 Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
6:1 ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?
6:2 En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?
6:3 ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?
6:4 Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.
6:5 Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección;
6:6 sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.
6:7 Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado.
6:8 Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él;
6:9 sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él.
6:10 Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive.
6:11 Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.
6:12 No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias;
6:13 ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.
6:14 Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.
6:15 ¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera.
6:16 ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?
6:17 Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados;
6:18 y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia.
6:19 Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia.
6:20 Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia.
6:21 ¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte.
6:22 Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.
6:23 Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
PASTOR:
Rigoberto Gómez E
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