jueves, 1 de agosto de 2013

LA DOCTRINA DE LA JUSTIFICACIÓN POR FE EN NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.

LA  DOCTRINA DE LA JUSTIFICACIÓN POR FE.
IGLESIA SANTA ROSA DE OSOS.
A.      BIENVENIDA
B.      LECTURA BÍBLICA
C.      ORACIÓN
INTRODUCCIÓN:
Romanos  5:1 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.
Tito 3: 7.
3:7 para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna.

¿Cuál es el significado de justificación?.
 Los teólogos los confundirán, si les preguntan. Voy a hacer mi mejor esfuerzo para explicar la justificación de manera sencilla y simple, para que me entienda inclusive un niño. No hay tal cosa como una justificación que pueda ser obtenida en la tierra por los hombres, excepto de una sola manera. La justificación, ustedes saben, es un término forense; siempre es empleado en un sentido legal. Un prisionero es traído al tribunal de justicia para ser juzgado. Sólo hay una forma en que ese prisionero puede ser justificado; esto es, no debe ser encontrado culpable; y si no es encontrado culpable, entonces es justificado: esto es, se ha demostrado que es un hombre justo. Si ese hombre es encontrado culpable, no puede ser justificado. La Reina puede perdonarlo, pero ella no puede justificarlo. Sus hechos no son justificables, si fuera culpable de ellos; y él no puede ser justificado por ellos. Puede ser perdonado; pero ni la realeza misma podría jamás lavar el carácter de ese hombre. Es tan criminal cuando es perdonado como lo era antes de ser perdonado. No hay ningún medio entre los hombres de justificar a un hombre de una acusación que es levantada en su contra, excepto cuando se demuestra que no es culpable. Ahora, la maravilla de maravillas es que se ha demostrado que somos culpables, y sin embargo somos justificados: se ha leído el veredicto en contra nuestra de: culpables; y sin embargo, a pesar de ello, somos justificados. ¿Podría algún tribunal terrenal hacer eso? No, la redención de Cristo logró eso que es una imposibilidad para cualquier tribunal de la tierra. Todos nosotros somos culpables. Lean el versículo 23 que precede inmediatamente al texto: "por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios." Allí es presentado el veredicto de culpables, y sin embargo inmediatamente después se dice que somos justificados gratuitamente por Su gracia .Ahora, permítanme explicarles cómo justifica Dios al pecador. Voy a suponer un caso imposible. Un prisionero ha sido juzgado y condenado a muerte. Él es un hombre culpable; él no puede ser justificado porque es culpable. Pero ahora, supongan por un momento que pudiera ocurrir algo así: que alguien más pudiera participar, y que pudiera asumir toda la culpa de ese hombre, que pudiera ponerse en su lugar y por algún proceso misterioso, que por supuesto es imposible entre los hombres, se convirtiera en ese hombre; o tomara sobre sí el carácter de ese hombre; él, el hombre justo, pone al rebelde en su lugar, y convierte al rebelde en un hombre justo. Nosotros no podemos hacer eso en nuestras cortes. Si yo me presentara ante un juez, y él decidiera que debe encarcelarme durante un año en vez de un desgraciado que fue condenado ayer a un año de prisión, yo no podría asumir su culpa. Podría sufrir su castigo, pero no podría llevar su culpa. Ahora, lo que la carne y la sangre no pueden hacer, eso hizo Jesucristo mediante Su redención. Aquí estoy yo, el pecador. Yo me refiero a mí mismo como representando a todos ustedes. Estoy condenado a muerte. Dios dice: "Voy a condenar a ese hombre; debo, quiero y lo voy a castigar." Cristo interviene, me hace a un lado, y se pone en mi lugar. Cuando se pide que hable el reo, Cristo dice: "Culpable;" y hace que mi culpa sea suya. Cuando se va a aplicar el castigo, Cristo se presenta. Dice: "castígame a Mí," "he puesto mi justicia en ese hombre, y Yo he tomado sobre Mí los pecados de ese hombre. Padre, castígame a Mí y considera a ese hombre como si fuera Yo. Deja que él reine en el cielo; y que yo sufra sus miserias. Déjame que Yo soporte su maldición, y que él reciba mi bendición." Esta maravillosa doctrina del intercambio de lugares entre Cristo y los pobres pecadores, es una doctrina de revelación, pues no habría podido ser concebida por la naturaleza humana. Permítanme que lo explique de nuevo, no sea que no quedó muy claro. La forma en que Dios salva a un pecador no es, como dicen algunos, ignorando el castigo. No; el castigo ha sido cumplido por completo. Es colocando a otra persona en el lugar del rebelde. El rebelde debe morir; Dios dice que debe morir. Cristo dice: "Yo seré el sustituto del rebelde. El rebelde tomará mi lugar y Yo tomaré el suyo." Dios consiente a esto. Ningún monarca de la tierra tendría poder para dar su consentimiento a un cambio así. Pero el Dios del cielo tenía el derecho de hacer lo que Él quisiera. En su infinita misericordia dio su beneplácito al arreglo. "Hijo de mi amor," dijo, "debes colocarte en el lugar del pecador; debes sufrir lo que correspondía sufrir a él; debes ser considerado culpable, tanto como él fue considerado culpable; y después voy a ver al pecador bajo otra luz. Lo veré como si fuera Cristo; lo aceptaré como si fuera mi unigénito Hijo, lleno de gracia y de verdad. Le daré una corona en el cielo y lo llevaré en Mi corazón por toda la eternidad." Esta es la forma en que somos salvados, "siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús." Y ahora proseguimos a explicar algunas de las características de esta justificación. En el momento en que un pecador arrepentido es justificado, recuerden, él es justificado en relación a todos sus pecados. He aquí un hombre plenamente culpable. En el instante en que cree en Cristo, recibe su perdón de inmediato, y sus pecados ya no son más suyos; son arrojados a las profundidades del mar. Fueron puestos sobre los hombros de Cristo y han desaparecido. Ahora es un hombre justo a los ojos de Dios, y acepto en el Amado. "¡Cómo!", dicen, "¿quieres decir eso literalmente?" Así es, en efecto. Esa es la doctrina de la justificación por la fe.
EN CONCLUSIÓN, LO QUE DIOS HACE ES:
1. Justificar al impío.
2. Elimina nuestra culpa
3. No hace acepción de personas
4. La justificación por fe, confirma la ley
5. En Cristo Jesús no hay condenación
NOTAS ACLARATORIAS SOBRE LA JUSTIFICACIÓN.
Bildad suhita, otro de los amigos de Job, preguntó: «¿Cómo, pues, se justificará el hombre para con Dios?» ¿Cómo respondería usted a esta pregunta? (Job 25:4)

Lo primero es dejar de justificarse a uno mismo. «Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos», dijo el Señor Jesús a los fariseos, y en tanto que alguien haga esto, Dios no lo justificará. Cuando dejamos de tratar de justificarnos a nosotros mismos, justificamos entonces a Dios en Su juicio sobre nosotros debido al pecado. «Los publicanos justificaron a Dios», leemos, y esto era precisamente lo contrario a lo que estaban haciendo los fariseos. Condenarse uno mismo y justificar a Dios son así dos cosas que van juntas. Nos ponemos del lado de Dios contra nosotros mismos, y reconocemos la verdad de Su veredicto sobre nosotros como pecadores culpables, viles, merecedores del infierno. Este es el primer paso.

Además de esto, tenemos que apartar la mirada de nosotros mismos y dirigirla a Cristo. Creer en Jesús significa quedar justificado de todas las cosas (Ro. 3:26; Hch. 13:39). Cuando aprendemos lo que Su muerte ha cumplido por nosotros, y cómo Su resurrección nos absuelve de todo cargo, comprendemos lo que es estar justificados, y el bendito resultado de ello es «la paz con Dios» (Ro. 5:1).

Los cristianos, ¡triste es decirlo!, son a veces muy inconsecuentes en su manera de vivir. ¿Acaso estos cristianos siguen siendo personas justificadas?

Si solo aquellos cuya conducta fuese intachable fuesen los justificados, se tendría que buscar durante mucho tiempo antes de descubrir a un hombre justificado.

Pero veamos cómo se designa a los cristianos en Corinto. Su conducta distaba de ser perfecta. Habían merecido una reprensión pública acerca de cuestiones relacionadas con los principios morales más básicos. Sin embargo, y de la manera más incondicional, el apóstol Pablo podía decir de ellos: «ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados» (1 Co. 6:11). Observemos que estas palabras se dirigen a ellos inmediatamente después de una ácida reprensión por sus constantes contiendas. Cierto, se les recuerda que habían sido lavados, santificados y justificados a fin de que huyeran de aquellas cosas de las que habían sido lavados. Pero no se les dice, a la vista de su pecado, que tuvieran que volver a ser lavados otra vez, santificados de nuevo, y vueltos a justificar. Se menciona su justificación como algo que había sido cumplido una vez por todas, y esta realidad es la base sobre la que puede hacerse un llamamiento a vivir de una manera consecuente y piadosa.

¿Cómo puede uno saber de cierto que está justificado?

Un pasaje de las Escrituras al que ya nos hemos referido nos proporciona una respuesta clara y plena. Volvamos a Hechos 13:39, y leeremos estas palabras: «en él» (Jesús) «es justificado todo aquel que cree». No creo que ninguna de mis palabras lo podría expresar de una forma más clara que esta.
ESCRITURA:
Romanos 8:30c: “A los que justificó, a éstos también glorificó.”
TESORO BÍBLICO:
¿Qué significa ser justificado? Significa ser declarado justo. La justificación no es ser bueno, aún cuando el ser bueno glorifica a Dios. Cuando usted pone su fe en donde Dios pone sus pecados, Dios pone el sello de“Justo” sobre su nombre en el libro de la vida del Cordero. No es por lo que usted ha hecho o hará, sino por haber sido justificado. Ninguna corte humana lo puede justificar. Sin embargo, lo que Dios hace no es solamente tomar al pecador y perdonarle sus pecados, sino que hace al culpablejusto como si nunca jamás hubiera pecado. Eso es justificación.
PUNTO DE ACCIÓN:
Si usted viviera cada momento creyendo en la justificación que Dios le ha dado, ¿cómo se fortalecería su fe? ¿Tendría más disposición para compartir el regalo del amor de Dios?



PASTOR: Rigoberto Gómez E

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