EL TEMOR
DEBE SER SOLO A DIOS, SOLO A DIOS SANTIFICAMOS.
Un temor que
ayuda.
Ni temáis lo
que ellos temen, ni tengáis miedo. A Jehová de los ejércitos, a él santificad;
sea él vuestro temor, y él sea vuestro miedo.
Isaías
8:12-13
En la época
del profeta Isaías, Acaz rey de Judá se enfrentó a una crisis en la inminente
invasión del ejército asirio. Cuando Acaz se negó a hacer alianza con los reyes
de Israel y Siria contra Asiria, también amenazaron con invadir Judá. Entre
bastidores Acaz se había aliado con Asiria. Isaías advirtió a Acaz contra esa
alianza impía, pero le dijo que no temiera. El rey solamente debía temer al
Señor y no preocuparse.
En igual
sentido, un cristiano no ha de estremecerse por ninguna hostilidad que lo
amenace. El temor al Señor lo ayudará a afrontar con valor la oposición y a ver
el sufrimiento como una oportunidad de bendiciones espirituales, no como una
oportunidad de comprometer su fe delante del mundo que cree.
Consagrarse
al Señor ante la persecución exige que la mente y los afectos se concentren en
los valores eternos, no en los terrenales. Si usted se preocupa por los bienes,
los placeres y la popularidad, temerá los ataques del enemigo. Pero si tiene
puesta su mirada en el cielo, se regocijará cuando tenga que pasar por pruebas.
EL MÁS
GRANDE DE TODOS ERÉS TÚ MÍ DIOS. A ÉL QUIERO CONOCER, AMAR Y HONRAR Y SERVIRLE.
“Desde el
principio Tú fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos” - (Salmos
102:25).
El pastor
Adrián Rogers en una ocasión dijo: “He predicado el Evangelio del Señor
Jesucristo por más de 50 años, pero siento que sólo estoy en el umbral de
descubrir a Jesús. Quiero acercarme más y más a Él y aprender más y más de Él.”
¿Sabe usted
lo que Pablo dijo al final de su ministerio? “Que pudiera conocer a Dios”(vea
Filipenses 3:10). ¿Conoció él a Dios? Sí, pero sabía tan poco acerca de Él.
Permítame hacerle una pregunta: ¿Descubrió Cristóbal Colón América? Bueno, él
desembarcó en las playas de América. Con todo, aún hoy en día hay miles de
lagos sin nombres, bosques y muchos sitios que todavía no han sido
completamente explorados. Existe tantísimo en Cristo. Usted puede haber
“tocado” a Cristo, pero el plan de Dios es que usted le conozca a Él cada día
más y más.
Conozca a
Dios hoy. ¿Cómo hacerlo? Usted puede salir y descubrir a Dios afuera, en su
creación. Usted puede profundizar en su Palabra leyendo tal vez uno de los
profetas menores en el Antiguo Testamento. Usted puede sentarse ante Él, en
silencio reverente, mientras medita en su santidad.
Entre delante
de su presencia en Oración y manifieste con sus labios lo agradecido que está
por su Salvación, cante, alabe a Dios con todas sus fuerzas, dígale que usted
lo Ama y pídale perdón por sus pecados; deje que Jesucristo sea su Fuerza,
Esperanza, Castillo, Pastor y Rey.
ES
NECESARIO, CONOCER, CREER, HONRAR Y SERVIR A DIOS; COMO TAMBIÉN DAR GLORIA A SU
NOMBRE Y NO DEJAR DE TESTIFICAR.
Hechos 3: 1-
26.
3:1 Pedro y
Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración.
3:2 Y era
traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del
templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en
el templo.
3:3 Este,
cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba que le
diesen limosna.
3:4 Pedro,
con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: Míranos.
3:5 Entonces
él les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo.
3:6 Mas
Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de
Jesucristo de Nazaret, levántate y anda.
3:7 Y
tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies
y tobillos;
3:8 y
saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y
saltando, y alabando a Dios.
3:9 Y todo
el pueblo le vio andar y alabar a Dios.
3:10 Y le
reconocían que era el que se sentaba a pedir limosna a la puerta del templo, la
Hermosa; y se llenaron de asombro y espanto por lo que le había sucedido.
3:11 Y
teniendo asidos a Pedro y a Juan el cojo que había sido sanado, todo el pueblo,
atónito, concurrió a ellos al pórtico que se llama de Salomón.
3:12 Viendo
esto Pedro, respondió al pueblo: Varones israelitas, ¿por qué os maravilláis de
esto? ¿o por qué ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro poder o
piedad hubiésemos hecho andar a éste?
3:13 El Dios
de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a
su Hijo Jesús, a quien vosotros entregasteis y negasteis delante de Pilato,
cuando éste había resuelto ponerle en libertad.
3:14 Más
vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os diese un
homicida,
3:15 y
matasteis al Autor de la vida, a quien Dios ha resucitado de los muertos, de lo
cual nosotros somos testigos.
3:16 Y por
la fe en su nombre, a éste, que vosotros veis y conocéis, le ha confirmado su
nombre; y la fe que es por él ha dado a éste esta completa sanidad en presencia de todos
vosotros.
3:17 Mas
ahora, hermanos, sé que por ignorancia lo habéis hecho, como también vuestros
gobernantes.
3:18 Pero
Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos sus
profetas, que su Cristo había de padecer.
3:19 Así
que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para
que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio,
3:20 y él
envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado;
3:21 a quien
de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración
de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han
sido desde tiempo antiguo.
3:22 Porque
Moisés dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os levantará profeta de entre
vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis en todas las cosas que os hable;
3:23 y toda
alma que no oiga a aquel profeta, será desarraigada del pueblo.
3:24 Y todos
los profetas desde Samuel en adelante, cuantos han hablado, también han
anunciado estos días.
3:25
Vosotros sois los hijos de los profetas, y del pacto que Dios hizo con nuestros
padres, diciendo a Abraham: En tu simiente serán benditas todas las familias de
la tierra.
3:26 A
vosotros primeramente, Dios, habiendo levantado a su Hijo, lo envió para que os
bendijese, a fin de que cada uno se convierta de su maldad.
Hechos
4:1-22
1Mientras
ellos hablaban al pueblo, se les echaron encima los sacerdotes, el capitán de
la guardia del templo, y los saduceos, 2indignados porque enseñaban al pueblo,
y anunciaban en Jesús la resurrección de entre los muertos. 3Les echaron mano,
y los pusieron en la cárcel hasta el día siguiente, pues ya era tarde. 4Pero
muchos de los que habían oído el mensaje creyeron, llegando el número de los
hombres como a cinco mil. 5Y sucedió que al día siguiente se reunieron en
Jerusalén sus gobernantes, ancianos y escribas; 6estaban allí el sumo sacerdote
Anás, Caifás, Juan y Alejandro, y todos los que eran del linaje de los sumos
sacerdotes. 7Y habiéndolos puesto en medio de ellos, les interrogaban: ¿Con qué
poder, o en qué nombre, habéis hecho esto? 8Entonces Pedro, lleno del Espíritu
Santo, les dijo: Gobernantes y ancianos del pueblo , 9si se nos está
interrogando hoy por causa del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué
manera éste ha sido sanado, 10sabed todos vosotros, y todo el pueblo de Israel,
que en el nombre de Jesucristo el Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a
quien Dios resucitó de entre los muertos, por El, este hombre se halla aquí
sano delante de vosotros. 11Este Jesús es la PIEDRA DESECHADA por vosotros LOS
CONSTRUCTORES, pero QUE HA VENIDO A SER LA PIEDRA ANGULAR. 12Y en ningún otro
hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres, en
el cual podamos ser salvos. 13Al ver la confianza de Pedro y de Juan, y dándose
cuenta de que eran hombres sin letras y sin preparación, se maravillaban, y
reconocían que ellos habían estado con Jesús. 14Y viendo junto a ellos de pie
al hombre que había sido sanado, no tenían nada que decir en contra. 15Pero
habiéndoles ordenado salir fuera del concilio, deliberaban entre sí,
16diciendo: ¿Qué haremos con estos hombres? Porque el hecho de que un milagro
notable ha sido realizado por medio de ellos es evidente a todos los que viven
en Jerusalén, y no podemos negarlo. 17Mas a fin de que no se divulgue más entre
el pueblo, amenacémosles para que no hablen más a hombre alguno en este nombre.
18Cuando los llamaron, les ordenaron no hablar ni enseñar en el nombre de
Jesús. 19 Mas respondiendo Pedro y Juan, les dijeron: Vosotros mismos juzgad si
es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; 20porque
nosotros no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído. 21Y ellos,
después de amenazarlos otra vez, los dejaron ir (no hallando la manera de
castigarlos) por causa del pueblo, porque todos glorificaban a Dios por lo que
había acontecido; 22porque el hombre en quien se había realizado este milagro
de sanidad tenía más de cuarenta años.
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