¿USTED SE VA
POR LA GRACIA O POR EL LEGALISMO?.
La Ley del
Legalismo.
Gálatas
3:2-3
¡La gracia
es fantástica! Yo no sé por qué algunas personas prefieren una relación con
Dios llena de reglas y normas. Sin embargo, muchos cristianos, de hecho la gran
mayoría viven así; bajo una lista de qué hacer y qué no hacer creyendo que al
obedecerla agradarán a Dios. Muchos reducen la honradez y la rectitud a un
montón de reglas y normas; las cuales reflejan preferencias personales y
tradiciones pero no tienen nada que ver con mandatos bíblicos.
Hoy por hoy,
hay muchos en la comunidad evangélica que le dirán: "Soy salvo por gracia,
pero me mantengo salvo haciendo buenas obras".
El apóstol
Pablo dijo lo siguiente en Gálatas 3:2-3,
"Sólo
quiero que me respondan a esto ¿Recibieron el Espíritu por las obras que
demandaba la ley, o por la fe con que aceptaron el mensaje? ¿Tan torpes son?
Después de haber comenzado con el Espíritu, ¿Pretenden ahora perfeccionarse con
esfuerzos humanos?"
No falle en
comprender lo que San Pablo está diciendo. Está diciendo, "¿A quién
quieres engañar? Si todos los días nos quedamos cortos del glorioso estándar de
Dios y no hay ningún esfuerzo humano que nos gane méritos con El".
El legalismo
toma forma de todos colores y todos sabores pero siempre se fija en cosas
exteriores como evidencia de madurez espiritual. No obstante, la verdadera
prueba de espiritualidad no es que tan "puro" usted es sino lo
consiente que está de su impureza. Es estar consciente de que aún está en
necesidad a causa de su pecado, y que necesita la gracia de Dios.
El legalismo
cree lo siguiente: "Porque haga ciertas cosas o no haga ciertas cosas
estoy agradando a Dios. Si yo pudiera hacer o dejar de hacer esto o lo u otro,
tendría favor con Dios. Estas cosas que yo hago o dejo de hacer me gana el amor
de Dios".
Todo eso se
puede resumir en una palabra: orgullo.
El orgullo es el núcleo, el corazón del legalismo, enmascarado de
espiritualidad. Es exaltarse a sí mismo, creerse superior a otros y ganar
méritos.
El legalismo
es alimentado por el orgullo y comparaciones superficiales. Comparamos estilos
de música e instrumentos, creyendo que unos son más espirituales que otros.
Comparamos ingresos y decidimos que ciertos niveles de vida son más
espirituales que otros. ¿De dónde viene eso? Jesucristo jamás juzgó a sus
amigos basándose en dónde vivían o de dónde venían.
Necesitamos
entender que nuestra rectitud y nuestra espiritualidad no se manifiestan en el
auto que conducimos. Nuestra rectitud no se manifiesta en lo que usted lleva
puesto o no lleva puesto. Nuestra espiritualidad no se manifiesta en cuántas
horas oramos al día, si vamos o no a la iglesia, o en ninguna otra cosa
externa. La espiritualidad es buscar la pureza interna.
“Más ahora
que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por
vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna”- (Romanos 6:22).
En primera
de Samuel 15, leemos la historia de cómo Saúl fracasó en destruir los animales
que Dios había ordenado fueran aniquilados. Samuel confrontó a Saúl sobre este
asunto, y Saúl mintió diciendo que sacrificaría a los animales, pero nunca lo
hizo. Y Samuel le dijo: “¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y
víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el
obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de
los carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e
idolatría la obstinación” (1 Sam.15:22,23ª).
El rebelarse
contra Dios es como el pecado de hechicería porque lo pone a usted en los
dominios del diablo. Cuando Dios da un claro mandamiento en su Palabra, no
debemos hacerlo pasar por el filtro juzgador de nuestro humano entendimiento.
Debemos obedecerlo sea que lo entendamos o no, sea que estemos de acuerdo o no.
O es la Palabra de Dios que debe obedecer o no lo es.
¿Hay alguna
verdad en la Palabra de Dios que no entiende? Pídale a Él que le dé
entendimiento. ¿Hay alguna verdad a la cual usted no se ha rendido en
obediencia? Pida que Dios le perdone, y que le derrita y le moldee como su
siervo, para su gloria.
LA GRACIA
PRODUCE MÁS GRACIA.
La emoción
de la gracia.
Porque de su
plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia.
Juan 1:16
¿Es la
experiencia de la gracia de Dios en su vida algo emocionante? ¡Lo es para mí!
Es conmovedor el solo pensar en el hecho de que Dios, por su propio plan
soberano, decidió tener misericordia conmigo.
Él derramó
su gracia sobre mí. Él perdonó todos mis pecados. Me dio la presencia interior
del Espíritu Santo. Me dio el entendimiento de su Palabra. Me llamó al
ministerio espiritual. Todos los días me da abundante comunión con los santos,
y me gozo en ser parte de su pueblo redimido. Él me permite ver el mundo como
la obra de sus manos. Soy su hijo, y Él me ama de una forma personal.
No hay nada
mejor que recibir gracia sobre gracia. Pido a Dios que esa sea la experiencia
de usted.
“Sabiendo
que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de
vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la
sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación” -
(1 Pedro 1:18-19). ¡Emancipación!
¿Qué cuadro le trae a la mente esa palabra? Muchos piensan en los esclavos.
Pero, ¿sabía que la cruz de Jesucristo ha emancipado a cada creyente? En 1
Pedro 1:18 la palabra rescatados es la misma palabra usada para emancipar a un
esclavo. Jesucristo le ha redimido y le ha “rescatado de vuestra vana manera de
vivir”, eso significa “de su vida vacía”: respirar y ganar un salario, sin
interesarse seriamente en esto que se llama “la vida cristiana”. Mi amigo, es
hora de que usted experimente la emocionante vida a la cual Dios le ha llamado.
La abundante vida por lo cual murió Jesús para dársela. Es extraordinario el servir
a Aquel que nos ha redimido con la plata de sus lágrimas y el oro de su sangre.
¿Está usted
sirviendo a Dios hoy? Usted es un ministro, un sacerdote. Usted es las manos,
los pies y la boca de Jesús en un mundo que necesita de un Salvador.
Pídale a Dios
que le use hoy, y marche, en fe, hacia las maravillas que Él haga.
1 Pedro 4:10
Según cada
uno ha recibido un don especial, úselo sirviéndoos los unos a los otros como buenos administradores de la multiforme
gracia de Dios.
“Quien nos
salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según
el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los
tiempos de los siglos” - (2 Timoteo 1:9).
Usted
conocerá la gloria y el honor que Dios ha preparado para usted, sólo cuando
conozca a Jesús como su Salvador y Señor personal. El hombre fue coronado con
gloria y cargado con culpa, pero puede ser cambiado por gracia. Cuando usted es
salvo, Dios no lo pone únicamente de regreso a lo que era antes de ser perdido.
Usted ha ganado mucho más en Jesús que lo que perdió en Adán (su vieja
naturaleza). Adán fue inocente. Ustedes positivamente justo. Adán podía perder
su relación con Dios. Usted nunca podrá perder su relación con Dios. Ni
siquiera los ángeles comprenden el extraordinario gozo de un pecador salvado
por gracia. ¡Y lo mejor está aún por venir!.
Separe un
tiempo, ahora mismo, para meditar en por qué Dios le ha salvado. ¿Ha puesto Él
en su corazón algún ministerio especial? ¿Le ha dado algunas amistades que
necesitan conocer a Jesucristo? ¿Es usted creativo y puede utilizar sus dones
testificando, evangelizando, o ministrando? Él le ha salvado para traer gloria
para sí mismo.
AQUÍ LE
PRESENTO UNA HISTORIA QUE NOS CONTÓ EL HERMANO PABLO.
«YO MATÉ A
UN HOMBRE»
Por el
Hermano Pablo.
Hace veinte
años, yo maté a un hombre. No, no es cierto. Sólo es alegoría. Pero permítame
seguir con la figura.
Me
descubrieron con el arma en la mano y el cuerpo del delito a mis pies. Como no
tenía coartada alguna, me llevaron de inmediato a la cárcel. El juez no tardó
en seguir el proceso jurídico, y el jurado me halló culpable.
Ahora tenía
que pagar el precio de mi maldad porque fui yo quien cometió el delito. Sólo
esperaba la hora de mi ejecución.
El día
designado, y a la hora precisa, el carcelero llegó a mi celda, metió la llave
en el cerrojo y abrió la puerta. El chillido de hierro contra hierro me hizo
sentir aún más terror. Pero sucedió algo extraño.
El carcelero
me dijo:
—Señor,
usted está libre. Puede irse.
—No juegue
con mi vida —le respondí—. Yo sé a qué ha venido.
—Señor
—repitió el carcelero—, usted está libre.
Dicho esto,
se fue, dejando abierta la puerta de mi celda, así que me asomé a la puerta. El
patio de la cárcel estaba vacío. Con cierto temor crucé el patio y me encaminé
hacia la calle. Varios oficiales me vieron, pero nadie dijo nada. Recuerdo
haber escuchado unos balazos cuando llegué a la calle, pero nadie me detuvo.
Cuando
llegué a casa me explicaron que mi defensor había indagado en libros jurídicos
antiguos y había descubierto que otra persona podía tomar el lugar del
culpable. Así que había hecho correr la noticia, y un joven se había ofrecido
para que se le aplicara mi sentencia.
Si bien este
relato es alegórico, lo cierto es que ilustra algo que no lo es. Yo, como todo
ser humano, soy pecador. Mi pecado merece el infierno. No hay nada que yo pueda
hacer para librarme de esa pena. Estoy eternamente condenado, y eso no es
alegoría.
Un día Dios,
en la persona de Jesucristo, vino al mundo. Aunque Jesús llevó una vida santa,
lo acusaron de malhechor y lo condenaron a morir en una cruz. Pero su muerte
fue sustitutiva. Él murió en mi lugar, y eso no es alegoría.
«Gracia» es
una palabra que no cabe en la mente humana. Quiere decir perdón inmerecido,
amor incondicional, salvación sólo por el favor de Dios. El apóstol Pablo
explica que Dios ofreció a su Hijo Jesucristo como un sacrificio de expiación
que se recibe por la fe en su sangre, y que es por su gracia divina que nos
justifica gratuitamente mediante esa redención (Romanos 3:24,25).
Aunque
nuestra vida sea un desastre, podemos ser salvos mediante la muerte de Cristo
en nuestro lugar. Lo único que tenemos que hacer es rendirnos a sus pies. Él
pagó el precio de nuestro pecado. El castigo que era nuestro, Jesús lo tomó.
Ahora sólo tenemos que creer en Cristo y recibirlo como Señor y Salvador. Ese
es el significado de la cruz del Calvario. No rechacemos el amor de Dios.
EL EVANGELIO
NOS HABLA NO SOLO DE GRACIA, SINO DE MULTIGRACIA.
“Cada uno
según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos
administradores de la multiforme gracia de Dios” (1 Pedro 4:10).
La Biblia
habla de “la multiforme gracia de Dios”. ¿Qué significa eso? Significa que
podemos experimentar la gracia de Dios en muchas formas. Por ejemplo, existe
“la gracia que canta”. Cuando Pablo y Silas estuvieron en prisión, Dios les dio
la gracia para cantar (vea Hechos 16:25). Existe también “gracia al hablar”.
Colosenses 4:6 dice: “Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal,
para que sepáis cómo debéis responder a cada uno.” Dios le dará la habilidad de
hablar de sus problemas con su gracia. Dios da también “gracia fortalecedora”.
Timoteo era enfermizo. Pablo le dijo: “Esfuérzate en la gracia que es en Cristo
Jesús” (2 Timoteo 2:1). Cuando usted invierte tiempo en la Palabra de Dios,
puede tomar de la “multiforme gracia de Dios”.
Lea acerca
de otros “multiformes” caminos que Dios ha provisto para sus hijos: Nehemías
9:19; Salmo 104:24; Lucas 18:29-30 y Efesios 3:8-12.
Nehemías 9:
19.
9:19 tú, con
todo, por tus muchas misericordias no los abandonaste en el desierto. La
columna de nube no se apartó de ellos de día, para guiarlos por el camino, ni
de noche la columna de fuego, para alumbrarles el camino por el cual habían de
ir.
Salmo 104.
24.
104:24 ¡Cuán
innumerables son tus obras, oh Jehová!
Hiciste
todas ellas con sabiduría;
La tierra
está llena de tus beneficios.
Lucas 18:
29- 30.
18:29 Y él
les dijo: De cierto os digo, que no hay nadie que haya dejado casa, o padres, o
hermanos, o mujer, o hijos, por el reino de Dios,
18:30 que no
haya de recibir mucho más en este tiempo, y en el siglo venidero la vida
eterna.
Efesios 3:
8- 12.
3:8 A mí,
que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia
de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de
Cristo,
3:9 y de
aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio escondido desde los
siglos en Dios, que creó todas las cosas;
3:10 para
que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la
iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales,
3:11
conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor,
3:12 en
quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en él;
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