EL VERDADERO EVANGELIO ES DE DIOS Y
NO DE LOS HOMBRES.
Efesios 2:8:
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues
es don de Dios.”
¿Cómo puede
usted decir si tiene o no el verdadero evangelio? El apóstol Pablo nos da tres pruebas.
La primera es el origen del evangelio. ¿De dónde proviene éste? Dios lo dio. Es
revelación directa y divina. El evangelio es legitimado por su origen. La
segunda es por su salvación. Todo evangelio que no sea el evangelio de gracia
no es el verdadero evangelio. Usted no lo puede comprar, ni lo puede pedir
prestado, ni lo puede robar, ni se lo puede ganar. Éste fue comprado por Cristo
en la cruz. Es la obra sobrenatural de Dios. La tercera prueba es el tema. Éste
debe ser la gracia de Cristo. Jesús es el tema. Desde Génesis hasta
Apocalipsis, toda la Biblia es acerca de Jesús.
Dedique una
o dos horas esta semana y busque las profecías acerca de Jesús en el libro de
Isaías. Encuentre consuelo en saber que ¡Jesús es el que era, es, y ha de
venir!
Efesios
2:8-9: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de
vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.”
Si usted
piensa que llegará al cielo por medio de obras, le garantizamos que siempre se
preguntará si ha hecho suficiente. Usted no tendrá una salvación “que se
conoce”, sino una salvación “que se espera”. En lugar de estar erguido y
firmemente de pie como un signo de admiración, estará cabizbajo y dudoso como
un signo de interrogación. Y así estará hasta que entienda que la salvación es
exclusivamente por gracia. Suponga que todo el que quiera ser salvo, tenga que
correr alrededor de la cuadra. Algunos no pueden correr. ¿Cómo sería en el caso
que tuviera que leer un capítulo de la Biblia para ser salvo? Algunos no pueden
leer. Ahora bien, existe una cosa que asegura esa promesa y ésta es la gracia.
¿Con quién
puede usted compartir las Buenas Nuevas hoy? Piense en alguien y pídale a Dios
un amor valiente y una oportunidad divina para poder hacerlo.
Efesios 2:5:
“Aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo
(por gracia sois salvos).”
Supongamos
que su mejor amigo o amiga ofrece comprarle un vehículo. Y usted le explica que
no puede aceptar tal obsequio así porque así, entonces le propone ayudar a
pagar el coche, y le dice: “Aquí tienes 25 centavos. ¡Gracias!” Luego al estar
manejando usted felizmente, alguien le felicita por su nuevo carro y usted
contesta: “¡Gracias! Mi amigo y yo lo compramos.” ¿No sería esto ridículo? Eso
es lo que hacemos con Dios cuando añadimos nuestros paupérrimos esfuerzos a su
gracia. Si usted hace eso, está usurpando la gloria del Todopoderoso Dios.
Amigo, cuando llegue al cielo, lo único que podrá decir es: “Jesús lo pagó
todo.”
Tómese un
tiempo para leer Efesios capítulo 2 y alabe a Dios por su plan divino de
salvación.
LA FELICIDAD
ES RECIBIR LA SALVACIÓN.
Nos
convencemos a nosotros mismos de que la vida será mejor después de casarnos,
después de tener un hijo, y entonces después de tener otro.
Entonces nos
sentimos frustrados de que los hijos no son lo suficientemente grandes y que
seremos felices cuando lo sean.
Después de
eso nos frustramos porque son adolescentes (difíciles de tratar).Ciertamente
seremos más felices cuando salgan de esa etapa.
Nos decimos
que nuestra vida estará completa cuando a nuestro esposo o esposa le vaya
mejor, cuando tengamos un mejor auto o una mejor casa, cuando nos podamos ir de
vacaciones, cuando estemos retirados...
La verdad es
que no hay mejor momento para ser felices que AHORA.
Si no es
ahora? , Cuándo? Tu vida siempre estará llena de retos.
Es mejor
admitirlos y decidir ser felices de todas formas.
Una de mis
frases favorita es de Souza, dijo: "Por largo tiempo parecía para
mí que la
vida estaba a punto de comenzar, la vida de verdad. Pero siempre
había un
obstáculo en el camino, algo que resolver primero, algún asunto sin
terminar,
tiempo por pasar, una deuda que pagar, entonces la vida
comenzaría.
Hasta que me di cuenta que esos obstáculos eran mi vida."
Esta perspectiva
me ha ayudado a ver que no hay un camino a la felicidad.
La felicidad
es el camino.
Así que
atesora cada momento que tienes, y atesóralo más cuando lo compartiste con
"alguien especial", lo suficientemente especial para compartir tu
tiempo, y recuerda que el tiempo no espera por nadie...
Así que deja
de esperar hasta que termines la escuela, hasta que vuelvas a la escuela, hasta
que bajes 10 kilos, hasta que tus hijos se vayan de casa, hasta que te cases,
hasta que te divorcies, hasta el viernes por la noche, hasta el domingo por la
mañana, hasta la primavera, hasta el verano, o hasta que mueras, para decidir
que no hay mejor momento que este para ser feliz...
La felicidad
es un trayecto, no un destino.
Juan 10:10
Yo he venido
para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.
Efesios 5:20
Dando
siempre gracias a Dios por todo al Dios y Padre, en el nombre de Nuestro Señor
Jesucristo
Mateo 11:28
Venid a mí
todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar.
DESCANSA
CONFIANDO EN EL SEÑOR.
Descansa
Confiado.
Puedes
descansar confiado, porque Dios está contigo.
Salmo 4:8
En paz me
acostaré, y asimismo dormiré;
Porque solo
tú, Jehová, me haces vivir confiado.
Proverbios
6:10
Un poco de
dormir, un poco de dormitar, un poco de cruzar las manos para descansar,
Salmos 3:5
Yo me acosté
y me dormí; desperté, pues el SEÑOR me sostiene.
LA SALVACIÓN
ES POR GRACIA Y NO POR OBRAS.
SANTIAGO Y
PABLO.
Queda claro
que el tema de Santiago no fueron las obras sino la fe –que es el mismo tema
que trató Pablo; pero Santiago enfatizó lo que produce la fe. Tanto Santiago
como Pablo hablaron mucho sobre la fe y las obras, ellos presentaron los dos
aspectos de la justificación por la fe, los cuales se ven claramente en los
escritos de Pablo.
(1) En
primer lugar, en cuanto a la fe, diremos que no somos justificados por obras.
El apóstol Pablo escribió 8porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y
esto no de vosotros, pues es don de Dios. 9No por obras, para que nadie se
gloríe. (Efesios 2:8-9). Y el Apóstol Pablo también escribió: 5nos salvó, no
por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su
misericordia…(como podemos leer en Tito 3:5).
(2) En
segundo lugar y en cuanto a las obras, diremos que somos justificados para
obras. En el capítulo 3, de la epístola a Tito, versículo 8, Pablo escribió:
8Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para
que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Ahora, en su carta
a los Efesios, capítulo 2, versículo 10, el apóstol Pablo también escribió:
pues somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales
Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
La fe es la
raíz de la salvación. Y el apóstol Pablo enfatizó este aspecto. Las obras son
el fruto de la salvación -y esto fue lo que Santiago enfatizó. O, quizás
podemos expresarlo de esta manera: la fe es la causa de la salvación, y las
obras son el resultado de la salvación.
Cuando el
Apóstol Pablo dijo que las obras no lo salvarían a uno, él estaba hablando en
cuanto a las obras de la ley. Y cuando Santiago enfatizó que las obras eran
esenciales, él estaba hablando de las obras de la fe, no de las obras de la
ley. Él dijo, en su capítulo 2, versículo 18, 18Pero alguno dirá: Tú tienes fe
y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras y yo te mostraré mi fe por mis
obras. Dios nos observa y ve lo que hay en nuestro corazón y Él sabe si usted
cree o no cree, esto es justificación por fe. Pero su vecino no puede ver su
corazón, él solo puede juzgar por sus obras, el fruto de su fe. Ahora,
finalizando nuestra introducción, vamos a hablar sobre el Tema.
Consideramos
dos versículos como claves en esta epístola de Santiago. El primero de ellos lo
vemos en el primer capítulo, versículo 22, donde dice:
22Sed
hacedores de la palabra y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros
mismos.
Y el segundo
lo encontramos en el capítulo 2, versículo 20, que dice:
20¿Pero
quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras está muerta?
La Epístola
de Santiago trata sobre la ética del Cristianismo, y no sobre su doctrina. El
escritor iba a centrarse en el aspecto práctico, pero sin apartarse del tema de
la fe. Evidentemente, el apóstol Santiago era un hombre muy práctico. La
tradición cuenta que a él se le dio un sobrenombre, y ese sobrenombre fue
“rodillas de un viejo camello”, porque pasó mucho tiempo sobre sus rodillas en
oración.
Debido a su
naturaleza práctica, esta epístola ha sido comparada con el libro de
Proverbios, y también con el Sermón del Monte. El argumento de Santiago fue que
la justificación por la fe es demostrada por las obras; y la justificación por
la fe debe ser colocada en los tubos de ensayo de las obras (capítulos 1 y 2),
de las palabras (capítulo 3), de la mundanalidad (capítulo 4), e incluye
igualmente una advertencia para ricos (capítulo 5). Un breve bosquejo de esta
epístola la divide en las siguientes tres partes:
1. VERIFICACIÓN DE LA FE GENUINA. (Capítulos 1—3)
1. Dios
prueba la fe por las pruebas. 1:1—12. Hay un doble resultado: desarrollo de la
paciencia en esta vida (v. 3); recompensa en el más allá (v.12)
2. Dios no
prueba la fe con el mal. 1:13—21. El mal proviene de nuestro interior, de la
naturaleza pecaminosa, v. 14.
3. Dios
prueba la fe por medio de La Palabra, no por las palabras de los hombres,
1:22-37. Las acciones, no la doctrina, es la prueba final: porque el conocer,
no es suficiente.
4. Dios
prueba la fe por la actitud y la acción con respecto a las personas. 2:1—13.
5. Dios
prueba la fe por medio de las buenas obras, 2:14—26. Abraham fue una
ilustración de las obras, (v.21).
6. Dios
prueba la fe por medio de la lengua. Capítulo 3. Lo que se encuentra en el
corazón saldrá al exterior por la boca.
Santiago
2:26: “Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin
obras está muerta.”
Cuando le
pide algo a Dios, ¿se cruza de brazos y se dice: “Voy a mostrar mi fe al no
hacer nada.”? Al contrario, mostrará su fe al hacer algo. Porque la fe sin
obras ¿está qué? ¡Muerta! Sírvase leer Santiago 2:20.
¿Quiere una
casa? Pídala en oración. Luego diga “Amen” con martillo y serrucho en mano.
¿Anhela una esposa? Pídala en oración. Entonces, vaya aféitese, póngase
colonia, aprenda algunos modales y a ser atento y cariñoso.
¿Qué ha pedido ésta semana
fervientemente en oración? ¿Cuál es el deseo de su corazón? Ruéguele al
Espíritu Santo que le muestre cómo poner su oración en acción. Después, camine
por fe.
Romanos
4:16: “Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa
sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley,
sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos
nosotros.”
Existen casi
seis billones de personas sobre la faz de la tierra. Si usted extrae las
mejores características de cada individuo, y las ponemos en una sola persona,
ésta aún tendría que postrarse ante Dios y suplicar misericordia para ser
salvo. Tenemos que abandonar el concepto de alcanzar la salvación mediante
buenas obras o por llevar una vida moral... o por tratar de obedecer los Diez
Mandamientos. La ley ordena: “Si hace esto o aquello”, mientras que el
evangelio enseña: “Por tanto, es por fe.” La ley dice que debe ganarse la
salvación; el evangelio, por el contrario, asegura que es un regalo de Dios. La
ley demanda santidad, el evangelio la provee. La ley dice: “Corre”, pero no te
da piernas para hacerlo. El evangelio afirma: “Vuela”, y nos da alas de gracia
para remontarnos.
Por favor,
lea Romanos 10. ¿Qué aplicación puede obtener de éste que le sea de beneficio
para su vida?
Santiago
1:2-4: “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas
pruebas, sabiendo que las pruebas de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la
paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os
falte cosa alguna.”
¿Qué es lo
que Dios desea de usted? Él anhela que usted experimente la plenitud de Cristo
y el camino para ello es a través de pruebas y tribulaciones. ¿Puede usted ser
paciente durante este proceso? Si usted es como la mayoría de las personas, lo
más probable es que no. Llegamos a ser como niños que no saben la diferencia
entre “No” y “Todavía no”. Si usted les dice: “Espera un momento”, para ellos
significa: “No.” Ellos lo quieren en ese mismo instante. Pero Dios está interesado
en que usted madure. Un proverbio danés dice: “Dele a un cerdo cuando gruñe y a
un niño cuando llora y tendrá un cerdo bueno y un niño malcriado.” La
tribulación trae consigo paciencia y la paciencia nos hace madurar.
¿Qué es lo
que está esperando? ¿Con qué está luchando? Entréguelo a Jesús. Confíe en su
tiempo y en su provisión.
“Porque por
gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de
Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” - (Efesios 2:8-9).
El Diablo es
muy listo cuando se trata de nuestra fe. Le contaremos lo que le hizo al pastor
Rogers en una ocasión, y puede hacerle lo mismo a usted. Él comenzará a estar
de acuerdo con usted, para hacerle tropezar. Le dirá: “Claro, tú eres salvo por
fe en Cristo. Pero, ¿cómo sabes si tu fe es lo suficientemente buena y fuerte
para salvarte? ¿Qué tal si tu fe es débil? ¿Qué tal si no lo logras?” Él trató
de hacer que pusiera su fe en la fe, en vez de poner su fe en Cristo. ¿Ha oído
a alguna persona hablar de “fe salvadora”? Mi amigo, no existe tal cosa. Usted
es salvo porque Dios el Padre le ama de tal manera que envió a su Hijo para que
sufriera el dolor de la ira de Dios, en lugar suyo.
Usted es
salvo porque Dios lo hizo todo. Él le llamó (lea Romanos 8:30); Él le compró
(lea 1 Corintios 6:20), y Él lo guardará (lea Efesios 4:30).
“Así que,
hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor
siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano” - (1 Corintios
15:58).
¿Dónde están
los hijos valientes de Dios que hablarán de parte de su Padre? ¿Que hablen de
su verdad, su misericordia, su amor? El Salmo 119:46 dice: “Hablaré de tus
testimonios delante de los reyes, y no me avergonzaré.” En el campo existe un
decir: “Lo que hay en el pozo, sale en el balde.” ¿Qué sucede cuando se
encuentra contra la pared? ¿Permanece callado o niega su fe? ¿O se mantiene
firme a pesar de las agresiones verbales contra sus creencias?
¿Cuándo fue
la última vez que usted entabló una conversación profunda con alguien acerca de
Dios? ¿Qué le impide tener esa conversación esta semana? Si es porque no conoce
a nadie, entonces pídale a Dios que le envíe a alguien que necesita conocer a
Dios.
“Si
permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la
obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo,
aunque así como por fuego” (1 Corintios 3:14-15).
Creo que la
salvación se obtiene por gracia, mediante la fe. Esto no es retórica religiosa.
Es doctrina bíblica. Pero, ¿sabe usted lo que algunas personas hacen con eso?
Dicen: “¡Estupendo! No tengo que hacer nada para ser salvo. Puedo simplemente
ir tranquilo en un carro, chupándome el dedo, hasta que lleguemos a la nueva
Jerusalén.” Como quien dice, sólo súbase en el próximo vehículo a la gloria. A
estas personas no les gusta la idea de que nosotros, como creyentes, un día
estaremos ante el tribunal de Cristo. Y todos tendremos que dar cuentas de cómo
hemos utilizado nuestro tiempo, nuestros recursos y nuestra fe. No nos salvamos
por obras, pero seremos recompensados por lo que hemos hecho.
Lea Romanos
14:10-13. ¿Cómo usted intenta usar el día, conociendo esta verdad?
14:10 Pero
tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu
hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo.
14:11 Porque
escrito está:
Vivo yo,
dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla,
Y toda
lengua confesará a Dios.
14:12 De
manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí.
14:13 Así
que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no
poner tropiezo u ocasión de caer al hermano.
“Por tanto,
no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el
interior no obstante se renueva de día en día” (2 Corintios 4:16).
Muchas
personas piensan que no pueden hacer mucho por Dios cuando llegan al ocaso de
sus vidas. Dios no cambia sólo porque su salud no es buena, o se siente débil.
La fe que está dentro de usted no se ha debilitado, a menos que usted haya
dejado de alimentarla con obras de fe. Las cosas que Dios nos ha llamado ha
hacer en la vida, no dependen de su fortaleza física o financiera.
¿Sabe en
dónde reside una de las mayores fortalezas de la iglesia? En la gente “viejita”
que ha caminado con Dios por años y años. Con su reserva de sabiduría y su
fortaleza de fe, siguen asidos a Dios, y aunque sus cuerpos estén un poquito
“desgastados”, están tan fuertes como jamás lo fueron, porque Dios es su
fortaleza.
Douglas
MacArthur una vez dijo: “Usted es tan joven como su fe, tan viejo como sus
dudas, tan joven como su auto-confianza, tan viejo como sus temores, tan joven
como su esperanza y tan viejo como su desesperanza.”
Dios da
fortaleza que no se desvanece porque sus promesas no se desgastan.
¿Está usted
jubilado? ¿Cómo está utilizando todo ese tiempo que ahora tiene libre, para el
Señor? He aquí algunas cosas que debe pedirle a Dios que le ayude ha ejecutar,
para Su gloria: ser voluntario en albergues para desamparados, ir en viajes
misioneros, cantar en el coro, escribir cartas a presos y a huérfanos, enseñar
un estudio bíblico y pasar tiempo en oración intercesora por las necesidades de
su comunidad y del mundo.
“Más al que
no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por
justicia” (Romanos 4:5).
Justificación
es el acto de Dios por medio del cual Él declara a los que han confiado en
Cristo, que son justos, así como su Hijo es justo. La salvación no se basa en
nuestras obras.
¿Sabe qué es
lo que Dios ve cuando mira a uno de sus hijos (as)? Él ve a Jesucristo. Algunos
dirán: “¡Eso es arrogancia!” No. No lo es. Está en la Biblia. Un hijo (a) está
en Cristo y, por lo tanto, Dios no puede ver sus pecados (lea 1 Corintios
1:30). Él sólo ve la justicia de su Hijo.
Justificación
es mucho más que sólo un perdón. ¡Es una promoción! Dios no sólo perdona
nuestros pecados. Él nos hace justos. Sólo Dios puede tomar a alguien que es
culpable y declarar a esa persona justa. Es el trabajo salvador de Dios. ¿Cuál
es la base de nuestra justificación? ¡Su gracia!
La próxima
vez que pase frente a un espejo y alguien está con usted, comience una
conversación evangelizadora: “El otro día Dios me enseñó algo acerca de mi
reflejo. Cuando miramos al espejo, nos vemos a nosotros mismos. Pero cuando
Dios me mira, Él ve a su Hijo.” Vea cómo la otra persona reacciona y responde.
“Puestos los
ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto
delante de Él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la
diestra del trono de Dios” (Hebreos 12:2).
¿Qué
significa que Jesús es el “autor y consumador” de nuestra fe? La palabra griega
para autor es “archegos”, y quiere decir que Él es el Capitán, el Líder, el
Príncipe de nuestra fe. La palabra griega para consumador es “teleiotes”, y
significa que Él es quien “completa” nuestra fe. Jesús pagó el precio, para que
usted pudiera ser salvo. ¿Quiere saber cómo correr la carrera? Jesús es su
ejemplo. Fije sus ojos en Él. Él es el Salvador que no sólo le enseña cómo
correr la carrera, sino que entra en usted por medio del Espíritu Santo, y
corre la carrera a través de usted. ¡Alabado sea Dios, porque nunca estamos
solos!
Adore a Dios
en oración y alabanza porque no sólo es el autor de su fe al otorgársela como
un regalo no merecido, sino que también es el consumador de su fe al asegurar
su salvación en la sangre expiatoria de su Hijo.
“Estando
persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la
perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Filipenses 1:6).
“Concluimos,
pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley” (Romanos
3:28).
Si Dios el
Padre nos eligió y el Espíritu Santo nos separa para su santo propósito,
entonces, ¿qué parte tenemos usted y yo? Existe la soberanía divina y la
responsabilidad humana. Usted ha sido santificado para obedecer. La salvación
es gratis, pero usted debe obedecer. La soberanía divina de Dios en elegirnos
no nulifica nuestra responsabilidad a su llamado. Usted ha sido salvado de este
mundo, enviado de regreso al mundo a testificar al mundo, y esa es la única
labor que usted tiene en este mundo. Recuerde, usted no trabaja para lograr la
salvación, sino trabaja o sirve porque es salvo. Alguien bien dijo: “Yo no
trabajaré para salvar mi alma, esa labor la ha hecho mi Señor. Sin embargo,
trabajaré como un esclavo por amor al Hijo amado de Dios.”
Existen 24 horas
entre este instante y mañana a la misma hora. Ahora mismo, comprométase a usar
una de esas horas en oración por otros. Ruéguele a Dios que salve a aquellos
familiares que están perdidos, su vecindario, sus compañeros de estudio o
trabajo. Ore país por país, pidiéndole a Él que envíe misioneros y los capacite
para discipular a quienes Él salva.
Segunda
Timoteo 4:7: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado
la fe.”
Cuando Jesús
llegó al final de su vida dijo: “Yo te he glorificado en la tierra; he acabado
la obra que me diste que hiciese” (Juan 17:4). Él se mantuvo en el camino. Lo
mismo hizo Pablo. Ellos lograron lo que Dios les había mandado hacer. Todo hombre
tiene una carrera que debe correr. Toda mujer tiene una carrera por delante.
Dios sabe el curso. Y todo lo que Dios demande de usted, Él le dará el poder
para llevarlo a cabo. Ya sea que usted tenga nueve o noventa años, sea joven o
viejo, rico o pobre: ¡Dios posee un plan para su vida! ¡Dios tiene una carrera
que quiere que usted corra!
¿Cuál es la
carrera que Dios ha puesto ante usted? Dele gracias a Dios por el poder que le
da para terminar la trayectoria
LA
RESTAURACIÓN QUE DIOS HACE.
Joel 2:25:
“Y os restituiré los años que comió la oruga.”
El profeta
Oseas tuvo una esposa llamada Gomer. Ella no cometió únicamente inmoralidades,
sino que terminó de prostituta en las calles. Con el poder del Señor, Oseas fue
a ella, la buscó, la perdonó y la restituyó como su esposa.
¡Qué
ilustración de la restauración que el Señor hace en nosotros!
Dios ha
prometido sanar todos los dolores de nuestro pasado, los sufrimientos de las
relaciones deshechas, las luchas por salir de la derrota, las frustraciones de
nuestras vidas. En todas las ocasiones que nos hemos sentido quebrantados sin
esperanza de recuperarnos, Dios ha prometido restaurarnos. Dios está en el
negocio de restaurar a sus hijos para convertirlos en bellas obras de su
santidad.
¿Conoce a
alguien que se ha apartado de la fe y siente el abandono de su familia y sus
amigos? Si es así, acérquese a esa persona hoy y anímela en el amor del Señor
Jesús.
Santiago
1:4: “Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y
cabales, sin que os falte cosa alguna.”
La paciencia
trae la perfección. ¿Cuándo fue la última vez que le pidió a Dios que le
hiciera perfecto? Tal vez usted debió haber pedido por paciencia también, ya
que solamente a través de la paciencia, la fe y la confianza en el Señor es que
podemos llegar a ser perfectos. Ahora, mucha gente confunde la palabra
“perfecto” con “sin pecado”. En Santiago 1:4, la palabra griega para “perfecto”
es “Teleios” y se refiere al crecimiento para llegar a la madurez. Por ejemplo,
un roble es el “Teleios” de una bellota. Es la perfección de la bellota. Así
que, cuando se sienta desanimado y triste, fíjese en un roble fuerte y vea lo
que una nuez puede lograr.
Salga a
caminar esta semana y disfrute de los hermosos colores de otoño y pídale a Dios
que le dé la fe y la paciencia que puede convertir a una bellota en un gran
roble.
LEA LA
HISTORIA DEL GRAN PATRIARCA ABRAHAM.
Por la fe
habitó (Abraham) como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena,
morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque
esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es
Dios.
Hebreos
11:9-10 RV 1960
Estoy en
medio de escribir una novela sobre una
familia que se ha quedado sin casa, y esto realmente ha aumentado mi conciencia
del sentido de “casa”, y todo que va con ello.
Soy una
persona hogareña. Ah, me encanta viajar
a sitios de diversión, pero sinceramente, no hay ninguna parte donde prefiero estar más que en casa. Me gustan los
alrededores cómodos, el sitio familiar, el sentimiento de pertenencia, ¿verdad?
Y cuando investigo y escribo sobre la gente que ya no tiene un lugar que puedan
llamar casa, lucho con estar agradecida por todo lo que tengo atormentándome por aquellos que no
comparten mi bendición.
El gran
patriarca Abraham tenía un modo de poner todo esto en perspectiva. Indudablemente un hombre
acaudalado, viviendo una vida de
relativa facilidad Dios lo llamó
para dejar lo familiar y viajar a un destino desconocido, Abraham obedeció y
emprendió el camino a partes
desconocidas. Y no tenía un lugar que
pudiera llamar casa, cuando él y su familia se convirtieron en nómadas, viviendo en tiendas de campaña. Las
Escrituras nos dicen que él consideró su nueva vida como morando “en una tierra
extranjera” mientras “esperaba la ciudad
que tiene fundaciones, cuyo arquitecto y constructor es Dios.” Abraham sabía que la casa no era
tanto un lugar como era una Persona. El cielo, después de todo, es sólo el
cielo porque Dios está allí. La ausencia de Dios es lo que hace el infierno un
lugar donde nadie quiere ir.
El Doctor
Billy Graham acaba de cumplir 93 años y
acaba de publicar un libro llamado
Acercándose a Casa. Como Abraham, sabe que él mora en una tierra extranjera,
esperando la llamada “de venir a casa” para estar con su Salvador y Señor. “La
casa es donde está el corazón” no es sólo un viejo refrán; esto es una verdad
profundamente arraigada que dice mucho
sobre nosotros. ¿Dónde está nuestro corazón? ¿Está ello aquí, en las tierras de
oposición, desesperadamente tratando de agarrarse a cosas que no podemos
retener… o ya está en casa con Dios, esperando solamente liberar nuestro
espíritu para ir allí?
Ya sea que
vivimos en una mansión o una tienda de
campaña, o hasta en la calle, la casa espera. ¿Puede usted oír al Padre llamar?
Cuando se
puso el sol y todo estaba oscuro, apareció un horno humeante y una antorcha de
fuego que pasaba por entre los animales divididos. (Génesis 15:17 RV 1995).
Dios es
conocido por muchos nombres en las Escrituras, pero cuando leía Génesis 15:17 esta mañana, no pude menos que
pensar expresamente en dos de ellas: el Fuego de Toda-Consumación y la Luz del
Mundo. ¿No trae a la mente las referencias “un horno humeante” y “una antorcha
de fuego”?
Cuando
pienso en Dios como el Fuego de Toda-Consumación, no puedo menos que pensar en
el juicio — y con razón. Dios es ciertamente un Juez justo, y haríamos bien
en guardar esto en la mente. Al mismo
tiempo, Jesús se llamó a Sí mismo “la Luz del mundo,” y ¿no nos alegra eso? Él
salió a la luz en la misma forma que nos
libra del justo juicio de Dios — es el único camino, de acuerdo con el mismo
Cristo.
Cuando me
puse a pensar en esos nombres y sus implicaciones, no podía menos que imaginar el Fuego de Toda-Consumación (Dios
el Padre) y la Luz del Mundo (Dios el Hijo) pasando por los pedazos sangrientos
del sacrificio matado, haciendo un convenio el uno con el otro. A menudo nos
referimos a Génesis 15 como el capítulo donde Dios hizo el convenio con Abraham
(entonces todavía se llamaba Abram), pero Abraham no participó activamente en
aquel proceso que hizo el convenio,
¿verdad? Él simplemente aceptó los términos del convenio y cosechó los
beneficios.
¿Es eso algo
diferente con nosotros y el nuevo convenio establecido por el sacrificio
sangriento de Cristo, la Luz del mundo, el Cordero de Dios? Dios el Padre y
Dios el Hijo cortaron y sellaron el convenio; así como Abraham, nosotros simplemente aceptamos
la obra terminada y cosechamos los beneficios. No hay nada que podemos hacer
para lograr que el convenio sea mayor o menor, no podemos hacer nada para
cambiar los términos o el resultado.
Lo que
podemos hacer es cultivar una
apreciación fresca para el Fuego de Toda-Consumación y la Luz del Mundo quiénes
establecieron este convenio para
nosotros, y luego enviaron a Dios el
Espíritu Santo para permitirnos andar en ello. ¡Qué Dios tan fuerte y
misericordioso servimos!
Por la fe
Abraham, siendo llamado, obedeció; y salió sin saber a dónde iba. —Hebreos 11:8
¿Alguna vez
Dios te pidió que hicieras algo aparentemente irracional o que te llevara al
terreno de lo desconocido? ¿Qué pasaría si te pidiera que rechazaras un
largamente ansiado ascenso en el trabajo o una anhelada relación sentimental
con alguien? ¿Y si te llamara para ir a un lugar remoto de la tierra o te
pidiera dejar que tu hijo le sirva en un sitio lejano?
Lo
desconocido está lleno de interrogantes atormentadores, tales como: «¿Y si pasa
esto o aquello…?» Aun así, cuando seguimos al Señor, Él suele llamarnos a
recorrer territorio desconocido. Obedecer Sus mandamientos de perdonar,
entregar nuestros tesoros o abandonar las cosas que nos brindan seguridad y
placer nos deja a menudo en el terreno atemorizante del qué irá a pasar.
Imagínate cómo se habrá sentido Abraham cuando Dios le pidió que trasladara a
toda su familia y no le dijo adónde irían (Génesis 12:1-3). También le demandó
perseverancia; es decir, que se quedara en una tierra desconocida, aunque las
atractivas comodidades del pasado amenazaran seducirlos, tanto a él como a su
familia, al regresar al entorno seguro de Ur. El miedo a lo desconocido podría
impedir que siguiéramos la guía de Dios en los días que están por delante.
Pero, como Abraham, cuando nos aferramos a Aquel que sabe todas las cosas,
estamos en buenas manos… no importa el destino.
Nunca tengas
temor de confiarle el futuro desconocido al Dios omnisciente.