sábado, 8 de agosto de 2015

EL VERDADERO SERVIDOR DEL SEÑOR JESUCRISTO.

EL VERDADERO SERVIDOR DEL SEÑOR.
Verdadero servicio.

Sirviendo al Señor.

Romanos 12:11

Todo lo que usted haga en la vida cristiana debe ser compatible con la Palabra de Dios y verdaderamente en su servicio y para su gloria. En Romanos 12:11, la palabra que Pablo empleó para describir el servicio cristiano se refiere al servicio de un esclavo, cuya única tarea era llevar a la práctica la voluntad de su amo. Así es como usted debe servir a Dios: como siervo de Jesucristo.

Pero no puede servir al Señor con sus propias fuerzas así como no pudo ir a Él por su propio poder y voluntad. El poder de servir a Cristo viene de Dios. "Para lo cual también trabajo", dijo Pablo, "luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí" (Col. 1:29).
UN AMOR QUE SOBREPASA FRONTERAS.
El amor fraternal.

Amaos los unos a los otros con amor fraternal.

Romanos 12:10

El amor fraternal revela el carácter de los cristianos. Por eso Pablo les recuerda a los creyentes que pongan en práctica esa virtud: "Acerca del amor fraternal no tenéis necesidad de que os escriba, porque vosotros mismos habéis aprendido de Dios que os améis unos a otros" (1 Ts. 4:9).

El verdadero discípulo de Jesucristo intuitivamente sabe que debe amar a sus hermanos y hermanas en Cristo. Como tienen el mismo Padre celestial, el amor entre los creyentes es tan normal como el afecto entre los miembros de una familia. Si es un verdadero discípulo, tal amor será verdaderamente suyo.
LA HONRA ES PARA LOS HERMANOS.
Honrarse los unos a los otros.

En cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros.

Romanos 12:10

Si usted está consagrado al amor fraternal, es obvio que usted les dará preferencia a los demás creyentes. Eso quiere decir que usted tendrá una genuina humildad y no tendrá "más alto concepto de sí que el que debe tener" (Ro. 12:3; vea también Fil. 2:3). También significa que usted dará honra a sus hermanos en Cristo y tomará la iniciativa de ponerlos en primer lugar.

No halagará a otro creyente simplemente con la esperanza de que lo halague a usted también o para congraciarse con él. Más bien le expresará sincero aprecio, respeto y amor como un hermano en la fe y miembro de la familia de Dios.
LA PRONTITUD PARA HACER LAS COSAS.TODO CON NEGLIGENCIA.
Muestre diligencia.

En lo que requiere diligencia, no perezosos.

Romanos 12:11

La diligencia se aplica a todo lo que usted hace en su vida cristiana. Cualquier cosa que se haga en el servicio del Señor es digna de entusiasmo y cuidado.

Jesús sabía que su tiempo de ministerio terrenal era limitado y que tenía que aprovechar cualquier oportunidad para servir a su Padre celestial. También nosotros tenemos que hacer "las obras... entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar" (Jn. 9:4). Y otros cristianos sin duda apreciaran nuestras diligentes buenas obras, como exhortó Pabl "Hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe" (Gá. 6:10).
ES AHORA Y NO MAÑANA.
No hay lugar para el letargo.

Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas.

Eclesiastés 9:10

No hay lugar para el letargo en la vida cristiana. Tal actitud no solo impide que usted haga lo bueno, sino que a veces significa que en realidad ha permitido que prospere el mal. Para que florezca la mala hierba, lo único que tiene que hacer el jardinero es dejar solo el jardín.

El autor de Hebreos se refirió a la recompensa que Dios tiene para quienes le sirven asiduamente: "Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún" (He. 6:10).
CON ACTITUD DE CORAZÓN.
La actitud entusiasta.

Fervientes en espíritu.

Romanos 12:11

Uno de los defectos más arraigados de la humanidad es la carencia de entusiasmo individual. A menudo, nuestros fracasos en lograr lo que deberíamos lograr, son resultado directo de la apatía y la falta de compromiso. Pero si usted es cristiano, eso no debe ser así.

El entusiasmo requiere resolución y persistencia respaldadas por el Espíritu, no simples buenas intenciones humanas. Henry Martyn, el incansable misionero de la India, dirigió su ministerio con entusiasmo y fervor bíblicos. Era su deseo "consumirse por Dios". Y el apóstol Pablo nos exhorta a que "no nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos" (Gá. 6:9).
UN VERDADERO SERVICIO.
Verdadero servicio.

Sirviendo al Señor.

Romanos 12:11

Todo lo que usted haga en la vida cristiana debe ser compatible con la Palabra de Dios y verdaderamente en su servicio y para su gloria. En Romanos 12:11, la palabra que Pablo empleó para describir el servicio cristiano se refiere al servicio de un esclavo, cuya única tarea era llevar a la práctica la voluntad de su amo. Así es como usted debe servir a Dios: como siervo de Jesucristo.

Pero no puede servir al Señor con sus propias fuerzas así como no pudo ir a Él por su propio poder y voluntad. El poder de servir a Cristo viene de Dios. "Para lo cual también trabajo", dijo Pablo, "luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí" (Col. 1:29).
EL CREYENTE QUE LE ORA A DIOS CON SINCERIDAD.
Oración genuina.

Constantes en la oración.

Romanos 12:12

Para los cristianos consagrados, la oración será tan constante en su vida espiritual como el respirar lo es en su vida física. Eso fue así con los primeros creyentes y cómo adoraron, antes y después de la llegada del Espíritu Santo en el día de Pentecostés (Hechos 1:14; 2:42). Al principio la iglesia designó diáconos para que los apóstoles pudieran dedicarse persistentemente a "la oración y [al] ministerio de la palabra" (Hch. 6:4).

Dios quiere que usted ore "con el espíritu, pero... también con el entendimiento" (1 Co. 14:15) y "sin cesar" (1 Ts. 5:17). Por eso Pablo exhortó a Timoteo a que hiciera que "los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas" (1 Ti. 2:8).
UN ESPÍRITU QUE COMPARTE.
El espíritu de compartir.

Compartiendo para las necesidades de los santos.

Romanos 12:13

La sociedad dice que cada uno de nosotros tiene determinadas posesiones, pero Dios dice que no tenemos nada. Somos sencillamente administradores de aquello con lo que Dios nos ha bendecido. Y parte de esa responsabilidad administrativa es a veces compartir los recursos personales con los hermanos necesitados.

El espíritu de compartir se vio de inmediato en la iglesia primitiva cuando los creyentes después de Pentecostés "perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones... todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas" (Hch. 2:42, 44; vea también 1 Ti. 6:17-18). Pídale al Señor que lo ayude a demostrar ese mismo espíritu de compartir.
UN CREYENTE QUE ES HOSPITALARIO.
La hospitalidad bíblica.

Practicando la hospitalidad.

Romanos 12:13

Los verdaderos discípulos de Cristo no solo deben satisfacer las necesidades de los creyentes y los incrédulos con los que se encuentran, sino también buscar oportunidades de ayudar a quienes no conocen. Esa es la definición bíblica de hospitalidad. Hebreos 13:2 nos dice: "No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles".

Usted debe considerar cualquier oportunidad de brindar hospitalidad como un feliz privilegio, no como una carga (1 P. 4:9). Sin duda Gayo tenía esa actitud correcta en su hospitalidad con los maestros que pasaban por su ciudad, ya que el apóstol Juan lo elogió: "Amado, fielmente te conduces cuando prestas algún servicio a los hermanos, especialmente a los desconocidos, los cuales han dado ante la iglesia testimonio de tu amor; y harás bien en encaminarlos como es digno de su servicio a Dios, para que continúen su viaje" (3 Jn. 5-6).
UN CREYENTE QUE AMA A SUS ENEMIGOS.
Ame a sus enemigos.

Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis.

Romanos 12:14

La Biblia nos ordena no solo a que no aborrezcamos ni nos venguemos de quienes puedan perjudicarnos, sino que nos dice que debemos ir más allá y bendecirlos. Eso es lo que les dijo Jesús a quienes oyeron su Sermón del Monte: "Pero a vosotros los que oís, os dig Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian" (Lc. 6:27-28).

Para amar verdaderamente a sus enemigos, debe tratarlos como si fueran sus amigos.
UN CREYENTE QUE SE GOZA CON TODOS.
Compartir el gozo de los demás.

Gozaos con los que se gozan.

Romanos 12:15

A primera vista, el concepto de compartir el gozo de otra persona parece fácil de aceptar. Pero cuando las bendiciones, la honra y el bienestar de esa persona es a costa de usted o tal vez hagan aparecer insatisfactorias las circunstancias suyas por comparación, es lógico que se sienta resentido o celoso en vez de sentirse feliz.

Sin embargo, es una característica cristiana que usted se alegre de las buenas circunstancias o de las recompensas de los demás, sobre todo de otros cristianos, sin que importe cuál sea su propia situación. "Si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan" (1 Co. 12:26).
UN CREYENTE QUE COMPARTE HASTA LAS TRISTEZAS.
Compartir la tristeza de los demás.

Llorad con los que lloran.

Romanos 12:15

Dios quiere que sea sensible ante las tristezas o dificultades de los demás. Eso es compasión, que por definición va más allá del deber de solidarizarse o simpatizar con alguien. Quiere decir en realidad entrar en el sufrimiento ajeno.

Dios es un Dios compasivo (Dt. 4:31), tanto que la Biblia dice que "nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana" (Lm. 3:22-23). El Hijo de Dios era genuinamente compasivo, mostrando la compasión del Padre cuando lloró con María y Marta ante el sepulcro de su hermano Lázaro (Jn. 11:35).

Si usted es hijo de Dios, ¿cómo puede menos que demostrar el carácter compasivo de su Señor? "Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia" (Col. 3:12).
UN CREYENTE QUE NO HACE DISTINCIÓN CON NADIE.
No se permite el favoritismo.

Porque no hay acepción de personas para con Dios.

Romanos 2:11

Es pecado que un cristiano muestre favoritismo con las personas. Es decir, no debe estar prejuiciado ni a favor ni en contra de otra persona basándose en posición social, riqueza, influencia, popularidad o apariencia física.

La más clara y más práctica enseñanza neo testamentaria acerca de la imparcialidad está en la carta de Santiago a los creyentes:

Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas. Porque si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro y con ropa espléndida, y también entra un pobre con vestido andrajoso, y miráis con agrado al que trae la ropa espléndida... ¿no hacéis distinciones entre vosotros mismos, y venís a ser jueces con malos pensamientos? ...pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado, y quedáis convictos por la ley como transgresores (2:1-4, 9).

Si Dios nunca obra con favoritismo, ¿no debiera procurar usted el mismo carácter virtuoso, "no haciendo nada con parcialidad" (1 Ti. 5:21)?
UN CREYENTE NO PUEDE SER ALTIVO.
Sentir afecto por los humildes.

No altivos, sino asociándoos con los humildes.

Romanos 12:16

No hay aristocracia alguna en la iglesia, ni lugar para una clase eclesiástica que merece toda la atención. Pero la Biblia no dice que usted nunca se asocie con los ricos ni con las personas influyentes. Es sencillamente que debe sentir más que una obligación el servir a los humildes porque son los más necesitados.

El Señor Jesús ilustró debidamente esa verdad: "Cuando hagas comida o cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos; no sea que ellos a su vez te vuelvan a convidar, y seas recompensado. Mas cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos; y serás bienaventurado; porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la resurrección de los justos" (Lc. 14:12-14).

No es nada malo que invite a sus amigos y familiares a que coman en su casa. Pero es malo hacerlo con motivos egoístas, con el propósito de ser recompensado, y sin consideración alguna por los que no pueden darle nada a cambio.
UN CREYENTE NO PUEDE SER ORGULLOSO, SINO HUMILDE.
Debe regir la humildad.

No seáis sabios en vuestra propia opinión.

Romanos 12:16

Los cristianos presumidos y egoístas son una seria contradicción. Si hemos de seguir a Cristo debemos someternos a la voluntad de Dios como se presenta en su Palabra. Cualquier confianza que usted tenga en sí mismo, en su propia sabiduría o en sus talentos naturales debe subordinarse a los mandatos del Señor.

De ninguna manera debe ser presumido, ni en ningún sentido considerarse mejor que los demás creyentes. Más bien Dios quiere que usted acepte y abrace a cada miembro del cuerpo de Cristo "No mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros" (Fil. 2:4).
EL MAL NO DEBERÁ ESTAR EN NUESTRA MENTE. SOLO EL BIEN
UN CREYENTE QUE NO HACE MAL A NADIE.
Nada de venganza.

No paguéis a nadie mal por mal.

Romanos 12:17

Algunos creen que la ley del Antiguo Testamento de "ojo por ojo, diente por diente" (Éx. 21:24) permite la venganza personal. Pero no se refiere a eso. En realidad quería decir que la severidad del castigo jurídico no debe exceder a la severidad de un delito. En otras palabras, si alguien le saca un ojo a otra persona, no se le puede castigar más allá de la pérdida de su propio ojo.

La autoridad para vengar injusticias civiles y criminales corresponde por mandato divino solamente a los gobiernos. Dios prohíbe que exijamos venganza personal. El apóstol Pedro resumió el principio de esta manera: "Finalmente, sed todos de un mismo sentir... no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición" (1 P. 3:8-9).
UN CREYENTE SOLO PIENSA EN LO BUENO.
Procure lo que es bueno.

Procurad lo bueno delante de todos los hombres.

Romanos 12:17

Si verdaderamente respeta a los demás, incluso a sus enemigos, estará predispuesto a hacer lo bueno con relación a ellos. Tal respeto lo ayuda a disciplinarse y prepararse antes de reaccionar en todas las situaciones de una manera agradable a Dios.

Comportarse de una manera que procura lo que es bueno y que muestra misericordia y perdón a los demás, incluso hacia sus enemigos, debe ser un testimonio positivo para ellos. Eso también adornará en todo "la doctrina de Dios nuestro Salvador" (Tit. 2:10).
LA IMPORTANCIA DE RELACIONARNOS COMO HERMANOS.
Relaciones apacibles.

Estad en paz con todos los hombres.

Romanos 12:18

Por definición, una relación apacible no puede tener un solo lado. Usted debe hacer su parte para cerciorarse de que su lado de una relación es correcta. Su deseo interior, con la ayuda de Dios, debe estar en paz con todo el mundo, aun con las personas más pecadoras y con quienes es más difícil llevarse bien.

Sin comprometer la Palabra de Dios, usted debe extenderse hasta edificar puentes de paz hacia quienes lo persiguen y lo odian. Si usted pone a un lado toda murmuración o cualquier amargura y con sinceridad de corazón perdona a sus enemigos, puede buscar sinceramente la reconciliación con ellos.
PRACTICAR SOLO LO BUENO CON LOS HERMANOS.
Vencer con el bien el mal.

No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.

Romanos 12:21

Devolver bien por mal es una de las obligaciones más difíciles de un cristiano. Pero desde la época del Antiguo Testamento, esa ha sido la orden de Dios para el creyente: "Si el que te aborrece tuviere hambre, dale de comer pan, y si tuviere sed, dale de beber agua; Porque ascuas amontonarás sobre su cabeza, y Jehová te lo pagará" (Pr. 25:21-22).

La expresión "ascuas amontonarás sobre su cabeza" se refería a una antigua costumbre egipcia. Una persona que quería mostrar arrepentimiento público llevaba sobre la cabeza una sartén de carbones encendidos para simbolizar el ardiente dolor de su vergüenza y de su culpa. Cuando usted ama a un enemigo tanto como para esforzarse por satisfacer sus necesidades, espera avergonzarlo por el odio que le tiene a usted.

A fin de evitar ser vencido por el mal que se le ha hecho, en primer lugar no debe dejar que lo agobie. En segundo lugar, no debe permitir que lo opriman sus propias reacciones indebidas. En ambos casos, el mal mismo debe ser vencido por el bien.
PREGÚNTESE QUIÉN ES SU PRÓJIMO.
¿Quién es su prójimo?.

Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

Mateo 22:39

Jesús respondió a la pregunta del abogado judío "¿Y quién es mi prójimo?" con la parábola del buen samaritano (Lc. 10:30-37). En esa conocida historia, a un judío se lo golpea y se lo deja por muerto en el camino. Un samaritano compasivo salva al hombre, aunque por lo regular los samaritanos y los judíos se odiaban.

La moraleja de la historia es que el prójimo es cualquiera que se cruza en nuestro camino con una necesidad. ¿Habría reaccionado usted cómo reaccionó el samaritano si se hubiera encontrado al hombre herido a la orilla del camino? Espero que usted no hubiera pasado de largo, como hicieron el sacerdote y el levita de la historia.

La lección de la parábola no es que usted se detenga y ayude a alguien a quien se le haya desinflado un neumático, o que tenga que darle dinero a todos los mendigos que se encuentre. Pero Dios quiere que sea sensible ante semejantes situaciones y esté dispuesto a ayudar si piensa que su ayuda es la única que la persona pueda recibir. En otras palabras, siga la regla de oro "Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos" (Mt. 7:12).
PROGRAME SU MENTE PARA ACTUAR BIEN.
Reprogramada para la justicia.

En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti.

Salmo 119:11

Una vez un hombre me dijo "Me entregué a Cristo, pero sigo teniendo mucha basura en mi mente. ¿Cómo puedo limpiarla?" Le respondí: "Su mente ha sido programada por el mundo durante mucho tiempo, de modo que está llena de suciedad. Por lo tanto, hay que reprogramarla, limpiarla por completo".

La única forma de reprogramar su mente con la justicia de Dios es leyendo la Palabra de Dios, estudiándola y meditando en ella. "La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales" (Col. 3:16).

Si usted es cristiano, y se somete al Espíritu Santo mientras estudia la Biblia, tendrá una mente reprogramada que se concentre en la justicia de Dios y que lo ayude a vivir conforme a ella (Ro. 12:1-2; Fil. 4:8).
TOME LA DECISIÓN DE SERVIR.
La gran decisión.

Escogeos hoy a quién sirváis.

Josué 24:15

El Sermón del Monte nos presenta la más importante de las decisiones espirituales. Sus verdades éticas bendicen a quienes creen y obedecen a Cristo, pero juzgan a quienes lo rechazan.

La decisión espiritual, que no se puede pasar por alto ni posponer, está relacionada con el camino de salvación. Hay un solo camino verdadero para ser justificados ante Dios, y hay muchos caminos falsos. Es equivocado decir que todos los caminos llevan al cielo; solamente hay uno. Hay que rechazar todos los caminos que son por obras y que se han inventado para llegar al cielo, y se debe aceptar el único camino que Dios mismo ha provisto la fe en su gracia salvadora como se revela en la muerte expiatoria de su Hijo (Hch. 4:12; 1 Ti. 2:5-6).
¿SERÁ QUÉ ESTAMOS EN DOS PENSAMIENTOS- EN DOS RELIGIONES?
Dos religiones.

¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos?

1 Reyes 18:21

La humanidad siempre ha tenido dos sistemas religiosos a su disposición. Uno es de Dios y se basa en su obra misericordiosa. El otro es de la humanidad y se basa en las obras de hombres y mujeres. Uno es únicamente de gracia soberana y se acepta por fe. El otro es únicamente de obras humanas y se efectúa en la carne. Uno brota de un corazón sincero, el otro de la hipocresía exterior.

Aun la ley de Moisés, aunque de Dios, no era un medio de salvación. Era un medio de mostrarles a las personas su necesidad de salvación. "Ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado" (Ro. 3:20). Cuando Jesucristo vino, nos enseñó que no podemos por nosotros mismos cumplir esa perfecta ley. Él puso en claro que debemos escoger la religión de la gracia y de la fe y no la religión de la ley y de las obras.
ELEGIR CUÁL DE LAS PUERTAS PARA ENTRAR.
La puerta estrecha.

Entrad por la puerta estrecha.

Mateo 7:13

Muchos han admirado los principios enseñados en el Sermón del Monte, pero la mayoría no ha seguido esos principios. Muchos han respetado a Jesús como un gran maestro pero nunca lo han recibido como Salvador y Señor. Eso es porque no han entrado por "la puerta estrecha"; la puerta de Dios, la única que lleva a la vida eterna.

El camino angosto de la vida cristiana es por la puerta estrecha de Cristo mismo. "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie llega al Padre sino por mí" (Jn. 14:6). ¿Ha entrado usted por la puerta estrecha?
EL VERDADERO SERVIDOR DE JESUCRISTO PRESENTA EL ÚNICO Y VERDADERO EVANGELIO.
El único evangelio.

Y en ningún otro hay salvación.

Hechos 4:12

Si usted da testimonio a otros de que el evangelio de Jesucristo es el único evangelio, el único camino a Dios, no está proclamando su propio punto de vista de la religión correcta, sino la revelación de la verdad de Dios. Usted no predica el evangelio de Cristo sencillamente porque lo conoce, porque se ajusta a su personalidad o porque quiere ser intolerante y exclusivo. Usted presenta el evangelio de Cristo porque es el único camino provisto por Dios para que las personas encuentren la salvación del pecado y de la muerte eterna.

Usted predica el evangelio de Cristo como el único evangelio porque Él dij "Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo" (Jn. 10:9). Usted da testimonio de ese evangelio porque está de acuerdo con el apóstol Pablo en que "hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre" (1 Ti. 2:5).

De modo que está en buena compañía y tiene un fundamento sólido cuando da testimonio a quienes no conocen a Jesucristo del único camino de salvación dado por Dios.
LA ENTRADA ES POR LA PUERTA CORRECTA.
Entrar por la puerta.

Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia.

Tito 3:5

Cuando usted entra por la puerta estrecha de la salvación, tiene que pasar solo. Tal vez una puerta de torniquete represente mejor el concepto de la puerta estrecha. Solo una persona a la vez, sin equipaje, puede pasar por una puerta de torniquete. Dios ha ordenado que las personas entren en su reino individualmente, no en grupos. Usted no puede aprovecharse de lo que haya logrado su iglesia, su familia o sus amigos, sin que importe cuán espirituales sean.

La puerta de Dios es tan angosta que además de pasar por ella solo, tiene que ir desnudo. No puede pasar por la puerta vestido de pecado y terquedad. Como dijera el himno "Nada en la mano llevo, sino que a tu cruz me aferro". Ese es el camino de la cruz, que es el evangelio. Y el evangelio es la puerta estrecha, que implica negación de sí mismo. Jesús dijo "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará" (Mt. 16:24-25).
UN GENUINO ARREPENTIMIENTO NOS LLEVA A ENTRAR POR LA PUERTA ESTRECHA.
No es optativo el arrepentimiento.

Arrepentíos, y creed en el evangelio.

Marcos 1:15

Si quiere entrar por la puerta estrecha, tiene que arrepentirse. Muchos judíos de la época de Jesús creían que el ser simplemente descendientes físicos de Abraham era suficiente para la entrada en el cielo. Y hoy muchos creen que con ir a la iglesia o ser moralmente buenos es suficiente para la salvación. Después de todo, piensan ellos, Dios es demasiado bueno para excluir a alguien que no sea tan malo.


Dios quiere que todos entren por la puerta estrecha porque Él "no [quiere] que ninguno perezca sino que todos procedan al arrepentimiento" (2 P. 3:9). Pero usted no pasará por la puerta estrecha a menos que siga el consejo de Carlos Spurgeon: "Usted y sus pecados se apartan o usted y su Dios nunca se juntarán. No puede mantener ningún pecado; tiene que abandonarlos todos, tiene que sacarlos como a los reyes cananeos de la cueva y ahorcarlos al sol".

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