viernes, 28 de agosto de 2015

EL VERDADERO EVANGELIO ES DE DIOS Y NO DE LOS HOMBRES.

EL VERDADERO EVANGELIO ES DE DIOS Y NO DE LOS HOMBRES.
Efesios 2:8: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios.”
¿Cómo puede usted decir si tiene o no el verdadero evangelio? El apóstol Pablo nos da tres pruebas. La primera es el origen del evangelio. ¿De dónde proviene éste? Dios lo dio. Es revelación directa y divina. El evangelio es legitimado por su origen. La segunda es por su salvación. Todo evangelio que no sea el evangelio de gracia no es el verdadero evangelio. Usted no lo puede comprar, ni lo puede pedir prestado, ni lo puede robar, ni se lo puede ganar. Éste fue comprado por Cristo en la cruz. Es la obra sobrenatural de Dios. La tercera prueba es el tema. Éste debe ser la gracia de Cristo. Jesús es el tema. Desde Génesis hasta Apocalipsis, toda la Biblia es acerca de Jesús.
Dedique una o dos horas esta semana y busque las profecías acerca de Jesús en el libro de Isaías. Encuentre consuelo en saber que ¡Jesús es el que era, es, y ha de venir!
Efesios 2:8-9: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.”
Si usted piensa que llegará al cielo por medio de obras, le garantizamos que siempre se preguntará si ha hecho suficiente. Usted no tendrá una salvación “que se conoce”, sino una salvación “que se espera”. En lugar de estar erguido y firmemente de pie como un signo de admiración, estará cabizbajo y dudoso como un signo de interrogación. Y así estará hasta que entienda que la salvación es exclusivamente por gracia. Suponga que todo el que quiera ser salvo, tenga que correr alrededor de la cuadra. Algunos no pueden correr. ¿Cómo sería en el caso que tuviera que leer un capítulo de la Biblia para ser salvo? Algunos no pueden leer. Ahora bien, existe una cosa que asegura esa promesa y ésta es la gracia.
¿Con quién puede usted compartir las Buenas Nuevas hoy? Piense en alguien y pídale a Dios un amor valiente y una oportunidad divina para poder hacerlo.
Efesios 2:5: “Aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos).”
Supongamos que su mejor amigo o amiga ofrece comprarle un vehículo. Y usted le explica que no puede aceptar tal obsequio así porque así, entonces le propone ayudar a pagar el coche, y le dice: “Aquí tienes 25 centavos. ¡Gracias!” Luego al estar manejando usted felizmente, alguien le felicita por su nuevo carro y usted contesta: “¡Gracias! Mi amigo y yo lo compramos.” ¿No sería esto ridículo? Eso es lo que hacemos con Dios cuando añadimos nuestros paupérrimos esfuerzos a su gracia. Si usted hace eso, está usurpando la gloria del Todopoderoso Dios. Amigo, cuando llegue al cielo, lo único que podrá decir es: “Jesús lo pagó todo.”
Tómese un tiempo para leer Efesios capítulo 2 y alabe a Dios por su plan divino de salvación.
LA FELICIDAD ES RECIBIR LA SALVACIÓN.
Nos convencemos a nosotros mismos de que la vida será mejor después de casarnos, después de tener un hijo, y entonces después de tener otro.

Entonces nos sentimos frustrados de que los hijos no son lo suficientemente grandes y que seremos felices cuando lo sean.

Después de eso nos frustramos porque son adolescentes (difíciles de tratar).Ciertamente seremos más felices cuando salgan de esa etapa.

Nos decimos que nuestra vida estará completa cuando a nuestro esposo o esposa le vaya mejor, cuando tengamos un mejor auto o una mejor casa, cuando nos podamos ir de vacaciones, cuando estemos retirados...

La verdad es que no hay mejor momento para ser felices que AHORA.
Si no es ahora? , Cuándo? Tu vida siempre estará llena de retos.

Es mejor admitirlos y decidir ser felices de todas formas.
Una de mis frases favorita es de Souza, dijo: "Por largo tiempo parecía para
mí que la vida estaba a punto de comenzar, la vida de verdad. Pero siempre
había un obstáculo en el camino, algo que resolver primero, algún asunto sin
terminar, tiempo por pasar, una deuda que pagar, entonces la vida
comenzaría. Hasta que me di cuenta que esos obstáculos eran mi vida."

Esta perspectiva me ha ayudado a ver que no hay un camino a la felicidad.

La felicidad es el camino.

Así que atesora cada momento que tienes, y atesóralo más cuando lo compartiste con "alguien especial", lo suficientemente especial para compartir tu tiempo, y recuerda que el tiempo no espera por nadie...

Así que deja de esperar hasta que termines la escuela, hasta que vuelvas a la escuela, hasta que bajes 10 kilos, hasta que tus hijos se vayan de casa, hasta que te cases, hasta que te divorcies, hasta el viernes por la noche, hasta el domingo por la mañana, hasta la primavera, hasta el verano, o hasta que mueras, para decidir que no hay mejor momento que este para ser feliz...

La felicidad es un trayecto, no un destino.

Juan 10:10
Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.

Efesios 5:20
Dando siempre gracias a Dios por todo al Dios y Padre, en el nombre de Nuestro Señor Jesucristo

Mateo 11:28
Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar.
DESCANSA CONFIANDO EN EL SEÑOR.

Descansa Confiado.

Puedes descansar confiado, porque Dios está contigo.

Salmo 4:8

En paz me acostaré, y asimismo dormiré;
Porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado.


Proverbios 6:10
Un poco de dormir, un poco de dormitar, un poco de cruzar las manos para descansar,

Salmos 3:5
Yo me acosté y me dormí; desperté, pues el SEÑOR me sostiene.
LA SALVACIÓN ES POR GRACIA Y NO POR OBRAS.
SANTIAGO Y PABLO.
Queda claro que el tema de Santiago no fueron las obras sino la fe –que es el mismo tema que trató Pablo; pero Santiago enfatizó lo que produce la fe. Tanto Santiago como Pablo hablaron mucho sobre la fe y las obras, ellos presentaron los dos aspectos de la justificación por la fe, los cuales se ven claramente en los escritos de Pablo.
(1) En primer lugar, en cuanto a la fe, diremos que no somos justificados por obras. El apóstol Pablo escribió 8porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. 9No por obras, para que nadie se gloríe. (Efesios 2:8-9). Y el Apóstol Pablo también escribió: 5nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia…(como podemos leer en Tito 3:5).
(2) En segundo lugar y en cuanto a las obras, diremos que somos justificados para obras. En el capítulo 3, de la epístola a Tito, versículo 8, Pablo escribió: 8Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Ahora, en su carta a los Efesios, capítulo 2, versículo 10, el apóstol Pablo también escribió: pues somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
La fe es la raíz de la salvación. Y el apóstol Pablo enfatizó este aspecto. Las obras son el fruto de la salvación -y esto fue lo que Santiago enfatizó. O, quizás podemos expresarlo de esta manera: la fe es la causa de la salvación, y las obras son el resultado de la salvación.
Cuando el Apóstol Pablo dijo que las obras no lo salvarían a uno, él estaba hablando en cuanto a las obras de la ley. Y cuando Santiago enfatizó que las obras eran esenciales, él estaba hablando de las obras de la fe, no de las obras de la ley. Él dijo, en su capítulo 2, versículo 18, 18Pero alguno dirá: Tú tienes fe y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras y yo te mostraré mi fe por mis obras. Dios nos observa y ve lo que hay en nuestro corazón y Él sabe si usted cree o no cree, esto es justificación por fe. Pero su vecino no puede ver su corazón, él solo puede juzgar por sus obras, el fruto de su fe. Ahora, finalizando nuestra introducción, vamos a hablar sobre el Tema.
Consideramos dos versículos como claves en esta epístola de Santiago. El primero de ellos lo vemos en el primer capítulo, versículo 22, donde dice:
22Sed hacedores de la palabra y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.
Y el segundo lo encontramos en el capítulo 2, versículo 20, que dice:
20¿Pero quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras está muerta?
La Epístola de Santiago trata sobre la ética del Cristianismo, y no sobre su doctrina. El escritor iba a centrarse en el aspecto práctico, pero sin apartarse del tema de la fe. Evidentemente, el apóstol Santiago era un hombre muy práctico. La tradición cuenta que a él se le dio un sobrenombre, y ese sobrenombre fue “rodillas de un viejo camello”, porque pasó mucho tiempo sobre sus rodillas en oración.
Debido a su naturaleza práctica, esta epístola ha sido comparada con el libro de Proverbios, y también con el Sermón del Monte. El argumento de Santiago fue que la justificación por la fe es demostrada por las obras; y la justificación por la fe debe ser colocada en los tubos de ensayo de las obras (capítulos 1 y 2), de las palabras (capítulo 3), de la mundanalidad (capítulo 4), e incluye igualmente una advertencia para ricos (capítulo 5). Un breve bosquejo de esta epístola la divide en las siguientes tres partes:
1. VERIFICACIÓN DE LA FE GENUINA. (Capítulos 1—3)
1. Dios prueba la fe por las pruebas. 1:1—12. Hay un doble resultado: desarrollo de la paciencia en esta vida (v. 3); recompensa en el más allá (v.12)
2. Dios no prueba la fe con el mal. 1:13—21. El mal proviene de nuestro interior, de la naturaleza pecaminosa, v. 14.
3. Dios prueba la fe por medio de La Palabra, no por las palabras de los hombres, 1:22-37. Las acciones, no la doctrina, es la prueba final: porque el conocer, no es suficiente.
4. Dios prueba la fe por la actitud y la acción con respecto a las personas. 2:1—13.
5. Dios prueba la fe por medio de las buenas obras, 2:14—26. Abraham fue una ilustración de las obras, (v.21).
6. Dios prueba la fe por medio de la lengua. Capítulo 3. Lo que se encuentra en el corazón saldrá al exterior por la boca.
Santiago 2:26: “Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.”
Cuando le pide algo a Dios, ¿se cruza de brazos y se dice: “Voy a mostrar mi fe al no hacer nada.”? Al contrario, mostrará su fe al hacer algo. Porque la fe sin obras ¿está qué? ¡Muerta! Sírvase leer Santiago 2:20.

¿Quiere una casa? Pídala en oración. Luego diga “Amen” con martillo y serrucho en mano. ¿Anhela una esposa? Pídala en oración. Entonces, vaya aféitese, póngase colonia, aprenda algunos modales y a ser atento y cariñoso.
 ¿Qué ha pedido ésta semana fervientemente en oración? ¿Cuál es el deseo de su corazón? Ruéguele al Espíritu Santo que le muestre cómo poner su oración en acción. Después, camine por fe.
Romanos 4:16: “Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros.”
Existen casi seis billones de personas sobre la faz de la tierra. Si usted extrae las mejores características de cada individuo, y las ponemos en una sola persona, ésta aún tendría que postrarse ante Dios y suplicar misericordia para ser salvo. Tenemos que abandonar el concepto de alcanzar la salvación mediante buenas obras o por llevar una vida moral... o por tratar de obedecer los Diez Mandamientos. La ley ordena: “Si hace esto o aquello”, mientras que el evangelio enseña: “Por tanto, es por fe.” La ley dice que debe ganarse la salvación; el evangelio, por el contrario, asegura que es un regalo de Dios. La ley demanda santidad, el evangelio la provee. La ley dice: “Corre”, pero no te da piernas para hacerlo. El evangelio afirma: “Vuela”, y nos da alas de gracia para remontarnos.
Por favor, lea Romanos 10. ¿Qué aplicación puede obtener de éste que le sea de beneficio para su vida?
Santiago 1:2-4: “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que las pruebas de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.”
¿Qué es lo que Dios desea de usted? Él anhela que usted experimente la plenitud de Cristo y el camino para ello es a través de pruebas y tribulaciones. ¿Puede usted ser paciente durante este proceso? Si usted es como la mayoría de las personas, lo más probable es que no. Llegamos a ser como niños que no saben la diferencia entre “No” y “Todavía no”. Si usted les dice: “Espera un momento”, para ellos significa: “No.” Ellos lo quieren en ese mismo instante. Pero Dios está interesado en que usted madure. Un proverbio danés dice: “Dele a un cerdo cuando gruñe y a un niño cuando llora y tendrá un cerdo bueno y un niño malcriado.” La tribulación trae consigo paciencia y la paciencia nos hace madurar.
¿Qué es lo que está esperando? ¿Con qué está luchando? Entréguelo a Jesús. Confíe en su tiempo y en su provisión.
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” - (Efesios 2:8-9).
El Diablo es muy listo cuando se trata de nuestra fe. Le contaremos lo que le hizo al pastor Rogers en una ocasión, y puede hacerle lo mismo a usted. Él comenzará a estar de acuerdo con usted, para hacerle tropezar. Le dirá: “Claro, tú eres salvo por fe en Cristo. Pero, ¿cómo sabes si tu fe es lo suficientemente buena y fuerte para salvarte? ¿Qué tal si tu fe es débil? ¿Qué tal si no lo logras?” Él trató de hacer que pusiera su fe en la fe, en vez de poner su fe en Cristo. ¿Ha oído a alguna persona hablar de “fe salvadora”? Mi amigo, no existe tal cosa. Usted es salvo porque Dios el Padre le ama de tal manera que envió a su Hijo para que sufriera el dolor de la ira de Dios, en lugar suyo.
Usted es salvo porque Dios lo hizo todo. Él le llamó (lea Romanos 8:30); Él le compró (lea 1 Corintios 6:20), y Él lo guardará (lea Efesios 4:30).
“Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano” - (1 Corintios 15:58).
¿Dónde están los hijos valientes de Dios que hablarán de parte de su Padre? ¿Que hablen de su verdad, su misericordia, su amor? El Salmo 119:46 dice: “Hablaré de tus testimonios delante de los reyes, y no me avergonzaré.” En el campo existe un decir: “Lo que hay en el pozo, sale en el balde.” ¿Qué sucede cuando se encuentra contra la pared? ¿Permanece callado o niega su fe? ¿O se mantiene firme a pesar de las agresiones verbales contra sus creencias?
¿Cuándo fue la última vez que usted entabló una conversación profunda con alguien acerca de Dios? ¿Qué le impide tener esa conversación esta semana? Si es porque no conoce a nadie, entonces pídale a Dios que le envíe a alguien que necesita conocer a Dios.
“Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego” (1 Corintios 3:14-15).
Creo que la salvación se obtiene por gracia, mediante la fe. Esto no es retórica religiosa. Es doctrina bíblica. Pero, ¿sabe usted lo que algunas personas hacen con eso? Dicen: “¡Estupendo! No tengo que hacer nada para ser salvo. Puedo simplemente ir tranquilo en un carro, chupándome el dedo, hasta que lleguemos a la nueva Jerusalén.” Como quien dice, sólo súbase en el próximo vehículo a la gloria. A estas personas no les gusta la idea de que nosotros, como creyentes, un día estaremos ante el tribunal de Cristo. Y todos tendremos que dar cuentas de cómo hemos utilizado nuestro tiempo, nuestros recursos y nuestra fe. No nos salvamos por obras, pero seremos recompensados por lo que hemos hecho.
Lea Romanos 14:10-13. ¿Cómo usted intenta usar el día, conociendo esta verdad?
14:10 Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo.
14:11 Porque escrito está:
Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla,
Y toda lengua confesará a Dios.
14:12 De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí.
14:13 Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano.
“Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día” (2 Corintios 4:16).
Muchas personas piensan que no pueden hacer mucho por Dios cuando llegan al ocaso de sus vidas. Dios no cambia sólo porque su salud no es buena, o se siente débil. La fe que está dentro de usted no se ha debilitado, a menos que usted haya dejado de alimentarla con obras de fe. Las cosas que Dios nos ha llamado ha hacer en la vida, no dependen de su fortaleza física o financiera.

¿Sabe en dónde reside una de las mayores fortalezas de la iglesia? En la gente “viejita” que ha caminado con Dios por años y años. Con su reserva de sabiduría y su fortaleza de fe, siguen asidos a Dios, y aunque sus cuerpos estén un poquito “desgastados”, están tan fuertes como jamás lo fueron, porque Dios es su fortaleza.

Douglas MacArthur una vez dijo: “Usted es tan joven como su fe, tan viejo como sus dudas, tan joven como su auto-confianza, tan viejo como sus temores, tan joven como su esperanza y tan viejo como su desesperanza.”
Dios da fortaleza que no se desvanece porque sus promesas no se desgastan.
¿Está usted jubilado? ¿Cómo está utilizando todo ese tiempo que ahora tiene libre, para el Señor? He aquí algunas cosas que debe pedirle a Dios que le ayude ha ejecutar, para Su gloria: ser voluntario en albergues para desamparados, ir en viajes misioneros, cantar en el coro, escribir cartas a presos y a huérfanos, enseñar un estudio bíblico y pasar tiempo en oración intercesora por las necesidades de su comunidad y del mundo.
“Más al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia” (Romanos 4:5).
Justificación es el acto de Dios por medio del cual Él declara a los que han confiado en Cristo, que son justos, así como su Hijo es justo. La salvación no se basa en nuestras obras.

¿Sabe qué es lo que Dios ve cuando mira a uno de sus hijos (as)? Él ve a Jesucristo. Algunos dirán: “¡Eso es arrogancia!” No. No lo es. Está en la Biblia. Un hijo (a) está en Cristo y, por lo tanto, Dios no puede ver sus pecados (lea 1 Corintios 1:30). Él sólo ve la justicia de su Hijo.

Justificación es mucho más que sólo un perdón. ¡Es una promoción! Dios no sólo perdona nuestros pecados. Él nos hace justos. Sólo Dios puede tomar a alguien que es culpable y declarar a esa persona justa. Es el trabajo salvador de Dios. ¿Cuál es la base de nuestra justificación? ¡Su gracia!
La próxima vez que pase frente a un espejo y alguien está con usted, comience una conversación evangelizadora: “El otro día Dios me enseñó algo acerca de mi reflejo. Cuando miramos al espejo, nos vemos a nosotros mismos. Pero cuando Dios me mira, Él ve a su Hijo.” Vea cómo la otra persona reacciona y responde.
“Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de Él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios” (Hebreos 12:2).
¿Qué significa que Jesús es el “autor y consumador” de nuestra fe? La palabra griega para autor es “archegos”, y quiere decir que Él es el Capitán, el Líder, el Príncipe de nuestra fe. La palabra griega para consumador es “teleiotes”, y significa que Él es quien “completa” nuestra fe. Jesús pagó el precio, para que usted pudiera ser salvo. ¿Quiere saber cómo correr la carrera? Jesús es su ejemplo. Fije sus ojos en Él. Él es el Salvador que no sólo le enseña cómo correr la carrera, sino que entra en usted por medio del Espíritu Santo, y corre la carrera a través de usted. ¡Alabado sea Dios, porque nunca estamos solos!
Adore a Dios en oración y alabanza porque no sólo es el autor de su fe al otorgársela como un regalo no merecido, sino que también es el consumador de su fe al asegurar su salvación en la sangre expiatoria de su Hijo.
“Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Filipenses 1:6).
“Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley” (Romanos 3:28).
Si Dios el Padre nos eligió y el Espíritu Santo nos separa para su santo propósito, entonces, ¿qué parte tenemos usted y yo? Existe la soberanía divina y la responsabilidad humana. Usted ha sido santificado para obedecer. La salvación es gratis, pero usted debe obedecer. La soberanía divina de Dios en elegirnos no nulifica nuestra responsabilidad a su llamado. Usted ha sido salvado de este mundo, enviado de regreso al mundo a testificar al mundo, y esa es la única labor que usted tiene en este mundo. Recuerde, usted no trabaja para lograr la salvación, sino trabaja o sirve porque es salvo. Alguien bien dijo: “Yo no trabajaré para salvar mi alma, esa labor la ha hecho mi Señor. Sin embargo, trabajaré como un esclavo por amor al Hijo amado de Dios.”
Existen 24 horas entre este instante y mañana a la misma hora. Ahora mismo, comprométase a usar una de esas horas en oración por otros. Ruéguele a Dios que salve a aquellos familiares que están perdidos, su vecindario, sus compañeros de estudio o trabajo. Ore país por país, pidiéndole a Él que envíe misioneros y los capacite para discipular a quienes Él salva.
Segunda Timoteo 4:7: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.”
Cuando Jesús llegó al final de su vida dijo: “Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese” (Juan 17:4). Él se mantuvo en el camino. Lo mismo hizo Pablo. Ellos lograron lo que Dios les había mandado hacer. Todo hombre tiene una carrera que debe correr. Toda mujer tiene una carrera por delante. Dios sabe el curso. Y todo lo que Dios demande de usted, Él le dará el poder para llevarlo a cabo. Ya sea que usted tenga nueve o noventa años, sea joven o viejo, rico o pobre: ¡Dios posee un plan para su vida! ¡Dios tiene una carrera que quiere que usted corra!
¿Cuál es la carrera que Dios ha puesto ante usted? Dele gracias a Dios por el poder que le da para terminar la trayectoria
LA RESTAURACIÓN QUE DIOS HACE.
Joel 2:25: “Y os restituiré los años que comió la oruga.”
El profeta Oseas tuvo una esposa llamada Gomer. Ella no cometió únicamente inmoralidades, sino que terminó de prostituta en las calles. Con el poder del Señor, Oseas fue a ella, la buscó, la perdonó y la restituyó como su esposa.

¡Qué ilustración de la restauración que el Señor hace en nosotros!

Dios ha prometido sanar todos los dolores de nuestro pasado, los sufrimientos de las relaciones deshechas, las luchas por salir de la derrota, las frustraciones de nuestras vidas. En todas las ocasiones que nos hemos sentido quebrantados sin esperanza de recuperarnos, Dios ha prometido restaurarnos. Dios está en el negocio de restaurar a sus hijos para convertirlos en bellas obras de su santidad.
¿Conoce a alguien que se ha apartado de la fe y siente el abandono de su familia y sus amigos? Si es así, acérquese a esa persona hoy y anímela en el amor del Señor Jesús.
Santiago 1:4: “Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.”
La paciencia trae la perfección. ¿Cuándo fue la última vez que le pidió a Dios que le hiciera perfecto? Tal vez usted debió haber pedido por paciencia también, ya que solamente a través de la paciencia, la fe y la confianza en el Señor es que podemos llegar a ser perfectos. Ahora, mucha gente confunde la palabra “perfecto” con “sin pecado”. En Santiago 1:4, la palabra griega para “perfecto” es “Teleios” y se refiere al crecimiento para llegar a la madurez. Por ejemplo, un roble es el “Teleios” de una bellota. Es la perfección de la bellota. Así que, cuando se sienta desanimado y triste, fíjese en un roble fuerte y vea lo que una nuez puede lograr.
Salga a caminar esta semana y disfrute de los hermosos colores de otoño y pídale a Dios que le dé la fe y la paciencia que puede convertir a una bellota en un gran roble.
LEA LA HISTORIA DEL GRAN PATRIARCA ABRAHAM.
Por la fe habitó (Abraham) como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.
Hebreos 11:9-10 RV 1960

Estoy en medio de escribir  una novela sobre una familia que se ha quedado sin casa, y esto realmente ha aumentado mi conciencia del sentido de “casa”, y todo que va con ello.

Soy una persona hogareña. Ah, me encanta  viajar a sitios de diversión, pero sinceramente, no hay  ninguna parte donde  prefiero estar más que en casa. Me gustan los alrededores cómodos, el sitio familiar, el sentimiento de pertenencia, ¿verdad? Y cuando investigo y escribo sobre la gente que ya no tiene un lugar que puedan llamar casa, lucho con estar agradecida por todo lo  que tengo atormentándome por aquellos que no comparten mi bendición.

El gran patriarca Abraham tenía un modo de poner todo esto en  perspectiva. Indudablemente un hombre acaudalado, viviendo una vida de  relativa facilidad  Dios lo llamó para dejar lo familiar y viajar a un destino desconocido, Abraham obedeció y emprendió el camino a  partes desconocidas. Y no tenía  un lugar que pudiera llamar casa, cuando él y su familia se convirtieron en  nómadas, viviendo en tiendas de campaña. Las Escrituras nos dicen que él consideró su nueva vida como morando “en una tierra extranjera” mientras “esperaba  la ciudad que tiene fundaciones, cuyo arquitecto y constructor  es Dios.” Abraham sabía que la casa no era tanto un lugar como era una Persona. El cielo, después de todo, es sólo el cielo porque Dios está allí. La ausencia de Dios es lo que hace el infierno un lugar donde nadie quiere ir.

El Doctor Billy Graham acaba de cumplir 93 años  y acaba de publicar  un libro llamado Acercándose a Casa. Como Abraham, sabe que él mora en una tierra extranjera, esperando la llamada “de venir a casa” para estar con su Salvador y Señor. “La casa es donde está el corazón” no es sólo un viejo refrán; esto es una verdad profundamente arraigada que dice  mucho sobre nosotros. ¿Dónde está nuestro corazón? ¿Está ello aquí, en las tierras de oposición, desesperadamente tratando de agarrarse a cosas que no podemos retener… o ya está en casa con Dios, esperando solamente liberar nuestro espíritu para ir allí?

Ya sea que vivimos en una mansión  o una tienda de campaña, o hasta en la calle, la casa espera. ¿Puede usted oír al  Padre llamar?

Cuando se puso el sol y todo estaba oscuro, apareció un horno humeante y una antorcha de fuego que pasaba por entre los animales divididos. (Génesis 15:17 RV 1995).

Dios es conocido por muchos nombres en las Escrituras, pero cuando leía  Génesis 15:17 esta mañana, no pude menos que pensar expresamente en dos de ellas: el Fuego de Toda-Consumación y la Luz del Mundo. ¿No trae a la mente las referencias “un horno humeante” y “una antorcha de fuego”?

Cuando pienso en Dios como el Fuego de Toda-Consumación, no puedo menos que pensar en el juicio — y con razón. Dios es ciertamente un Juez justo, y haríamos bien en  guardar esto en la mente. Al mismo tiempo, Jesús se llamó a Sí mismo “la Luz del mundo,” y ¿no nos alegra eso? Él salió a la luz en la misma forma  que nos libra del justo juicio de Dios — es el único camino, de acuerdo con el mismo Cristo.

Cuando me puse a pensar en esos nombres y sus implicaciones, no podía menos que  imaginar el Fuego de Toda-Consumación (Dios el Padre) y la Luz del Mundo (Dios el Hijo) pasando por los pedazos sangrientos del sacrificio matado, haciendo un convenio el uno con el otro. A menudo nos referimos a Génesis 15 como el capítulo donde Dios hizo el convenio con Abraham (entonces todavía se llamaba Abram), pero Abraham no participó activamente en aquel proceso que hizo el  convenio, ¿verdad? Él simplemente aceptó los términos del convenio y cosechó los beneficios.

¿Es eso algo diferente con nosotros y el nuevo convenio establecido por el sacrificio sangriento de Cristo, la Luz del mundo, el Cordero de Dios? Dios el Padre y Dios el Hijo cortaron y sellaron el convenio; así  como Abraham, nosotros simplemente aceptamos la obra terminada y cosechamos los beneficios. No hay nada que podemos hacer para lograr que el convenio sea mayor o menor, no podemos hacer nada para cambiar los términos o el resultado.

Lo que podemos hacer es cultivar  una apreciación fresca para el Fuego de Toda-Consumación y la Luz del Mundo quiénes establecieron  este convenio para nosotros, y luego enviaron  a Dios el Espíritu Santo para permitirnos andar en ello. ¡Qué Dios tan fuerte y misericordioso servimos!


Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció; y salió sin saber a dónde iba. —Hebreos 11:8
¿Alguna vez Dios te pidió que hicieras algo aparentemente irracional o que te llevara al terreno de lo desconocido? ¿Qué pasaría si te pidiera que rechazaras un largamente ansiado ascenso en el trabajo o una anhelada relación sentimental con alguien? ¿Y si te llamara para ir a un lugar remoto de la tierra o te pidiera dejar que tu hijo le sirva en un sitio lejano?
Lo desconocido está lleno de interrogantes atormentadores, tales como: «¿Y si pasa esto o aquello…?» Aun así, cuando seguimos al Señor, Él suele llamarnos a recorrer territorio desconocido. Obedecer Sus mandamientos de perdonar, entregar nuestros tesoros o abandonar las cosas que nos brindan seguridad y placer nos deja a menudo en el terreno atemorizante del qué irá a pasar. Imagínate cómo se habrá sentido Abraham cuando Dios le pidió que trasladara a toda su familia y no le dijo adónde irían (Génesis 12:1-3). También le demandó perseverancia; es decir, que se quedara en una tierra desconocida, aunque las atractivas comodidades del pasado amenazaran seducirlos, tanto a él como a su familia, al regresar al entorno seguro de Ur. El miedo a lo desconocido podría impedir que siguiéramos la guía de Dios en los días que están por delante. Pero, como Abraham, cuando nos aferramos a Aquel que sabe todas las cosas, estamos en buenas manos… no importa el destino.
Nunca tengas temor de confiarle el futuro desconocido al Dios omnisciente.




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