martes, 24 de abril de 2018

ESTÉ SIEMPRE ALERTA POR EL ENEMIGO NO SE DUERMA.


ESTÉ SIEMPRE ALERTA POR EL ENEMIGO NO SE DUERMA.
“Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” - (1 Pedro 5:8).
Su adversario el diablo está acechando como un león rugiente. No desestime su poder. Satanás es un enemigo que necesita respetar, como un electricista tiene respeto por los cables de alta tensión, que pueden ser mortales. Y sabe dónde están los aisladores y sabe cómo manejar la electricidad. Si un electricista pierde el respeto hacia ese poder, se encontrará en muy serios problemas. Pudiera ser que todo está yendo muy bien para usted ahora. Tiene dinero en el banco, un buen trabajo, excelente salud. Se podría decir que está bailando en el bosque y recogiendo flores. Pero detrás de uno de esos matorrales, hay un león tan mortífero que puede saltar sobre usted y comérselo entero. Amigo, usted tiene que estar vigilante.
Primera Corintios 10:12: “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga. ”¿Hay alguna área sin protección en su vida, donde usted se siente súper confiado? Sométase a Dios. Muera a sí mismo. Esté siempre alerta.
ES TIEMPO DE BUSCAR LA AYUDA DE DIOS.
“He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará” (Lucas 10:19).
La palabra “potestad” en esta meditación bíblica se deriva del griego “exousia”, significado autoridad. La palabra “fuerza”, también del griego es “dunamis”, de donde se deriva la palabra “dinamita”. Jesús nos da autoridad sobre la fuerza del enemigo. No derrotamos al diablo con fortaleza; lo derrotamos con autoridad. ¿Es Satanás más sabio que usted? Sí, pero una sabiduría pervertida. ¿Es él más fuerte que usted? Sí, pero con una fortaleza malévola. ¿Es el diablo más poderoso que usted? Sí, pero usted puede detenerlo, cuando lo enfrenta con la autoridad que Dios le ha dado. Y el diablo sabe eso. Cuando usted empieza a pelear sus batallas, no en su propia fuerza, sino en la fuerza de Dios, entonces verá cómo Satanás se acobarda delante de usted.
 ¿Hay alguien en su vida que está teniendo dificultades en superar cierta área de pecado? Ore por esa persona, y envíele hoy esta meditación.
“Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:12).
En ocasiones tenemos un enfrentamiento con alguien y queremos discutir con esa persona, en vez de atacar al diablo que causó el problema, en primer lugar. Quiera Dios que tengamos la capacidad de ver que nuestra pelea no es contra sangre y carne ―aún en sentido global― sino que nuestra batalla es con Satanás. Si no vemos eso, vamos a perder la guerra, en un sentido personal y en un sentido global. No estamos diciendo que nuestra nación no debe estar preparada y lista cuando enfrentamos a un enemigo real, pero no podemos matar una idea con una bala. Lo único que matará una idea o filosofía, es una idea mejor: el Evangelio de salvación de Jesucristo. Martín Lutero escribió: “Y aunque este mundo, colmado de demonios, amenazaran destruirnos. No temeremos, porque la voluntad de Dios es que su verdad triunfe a través de nosotros: El príncipe de las tinieblas hostiga, no nos atemorizamos por él; su furia podemos soportar, puesto que, su condena es segura, una palabrita le aniquilará.”
Adore a Dios cantando el himno: “Castillo fuerte es nuestro Dios”, de Martín Lutero.
“He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará” (Lucas 10:19).
¿Alguna vez ha pensado en “La Gran Comisión” como una misión imposible? Sin embargo, no lo es debido a las bases sobre las cuales Jesús la dio. Verá, Jesús dijo que todo poder, autoridad y dominio le fue dada en el cielo y en la tierra (ver Mateo 28:18-20). El dominio le fue dado primero al hombre, pero el hombre se lo entregó al diablo en el Huerto de Edén. Jesús lo recibió de nuevo de su Padre, y a todo creyente nos ha dado esa autoridad. ¿PoseeJesús autoridad sobre el diablo? ¡Por supuesto! Por lo tanto, usted también la posee. ¿Tiene Jesús la victoria? ¡Claro que sí! Entonces, usted también tiene la victoria. ¿Está Jesús en el trono? ¡Absolutamente! Y usted también lo está. La victoria es nuestra por medio de Jesucristo.
Pídale al Espíritu Santo que le muestre cuáles son sus temores, y confiéselos como pecado. Arrepiéntase, y extienda su mano para asir la mano de Jesús, que está extendida para sostenerle y darle la victoria.
DIOS ES LA FUERZA DE MI CORAZÓN.
DIOS NO TE FALLARÁ.
Asaf un sacerdote cantor de Israel, reconoció que perdió el equilibrio y estaba a punto de caer porque la envidia se hizo parte de su vida al ver prosperar fácilmente a los impíos. Ellos vivían con ausencia de preocupaciones, arrogancia, orgullo en aparente felicidad. El detalle importante es que la “envidia” llenó su corazón de amargura y lo destrozaba por dentro. El salmista pensó mucho en sus angustias y no le encontraba salida posible, sus pensamientos se encontraban cada vez mas encerrados en su limitada mente humana.
Él acudió al santuario de Dios y la mano derecha del Altísimo lo guió y condujo a comprender el fin de todo.  Aprendió a pensar humildemente de sí mismo y aprovechó esta oportunidad para reconocer su dependencia de la gracia de Dios: “¿A quién tengo en el cielo sino a ti? Te deseo más que cualquier cosa en la tierra.” Aquí tenemos el aliento de un alma santificada por Dios y que encuentra en Él su reposo (Salmos 73).
Así como Asaf cuando las circunstancias de nuestra vida aparentemente se vean sin bendición ó sin frutos a comparación de “otras personas” acudamos al Santuario de Dios, para refrescar y renovar la confianza en él.
No desviemos nuestra vista, si no mantengámosla en Dios y recordemos a quien tenemos en el Cielo, que ve y comprende por lo que estamos pasando y que también pronto responderá a nuestra necesidad.
 Lleguemos a afirmar con todo nuestro ser: “Puede fallarme la salud y debilitarse mi espíritu, pero Dios sigues siendo la fuerza de mi corazón”
SOMETÁMONOS A DIOS Y A SU PALABRA.
RECUERDE QUE AHORA, SOMOS UNO EN CRISTO.
“Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gálatas 3:28).
Si queremos aprender a sobrevivir durante los tiempos difíciles de nuestras vidas, debemos aprender a someternos. Así es. Ahora, eso suena paradójico, pero permítanos explicarle. La Palabra de Dios enseña que nadie es inferior a nadie. Somos uno en Jesucristo. El sometimiento es algo que hacemos, unos a otros, “en el temor de Dios” (Vea Efesios 5:21). A través de la sumisión viene el poder y la victoria. ¿Quiere usted saber una buena definición de “sumisión”? Aquí está: “La sumisión es uno igual voluntariamente poniéndose bajo otro igual, a fin de que Dios pueda ser glorificado.” Nunca somos más como Jesús que cuando nos sometemos. Y nunca somos más como el diablo, que cuando nos rebelamos.
¿Está usted teniendo dificultades con alguien ahora mismo? ¿Podría ser que la respuesta esté en su sometimiento? Pídale a Dios que le ayude, e irrumpa en la vida abundante hoy mismo.


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