ESTÉ SIEMPRE
ALERTA POR EL ENEMIGO NO SE DUERMA.
“Sed
sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda
alrededor buscando a quien devorar” - (1 Pedro 5:8).
Su
adversario el diablo está acechando como un león rugiente. No desestime su
poder. Satanás es un enemigo que necesita respetar, como un electricista tiene
respeto por los cables de alta tensión, que pueden ser mortales. Y sabe dónde
están los aisladores y sabe cómo manejar la electricidad. Si un electricista
pierde el respeto hacia ese poder, se encontrará en muy serios problemas.
Pudiera ser que todo está yendo muy bien para usted ahora. Tiene dinero en el
banco, un buen trabajo, excelente salud. Se podría decir que está bailando en
el bosque y recogiendo flores. Pero detrás de uno de esos matorrales, hay un
león tan mortífero que puede saltar sobre usted y comérselo entero. Amigo,
usted tiene que estar vigilante.
Primera
Corintios 10:12: “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga. ”¿Hay
alguna área sin protección en su vida, donde usted se siente súper confiado?
Sométase a Dios. Muera a sí mismo. Esté siempre alerta.
ES TIEMPO DE
BUSCAR LA AYUDA DE DIOS.
“He aquí os
doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo,
y nada os dañará” (Lucas 10:19).
La palabra
“potestad” en esta meditación bíblica se deriva del griego “exousia”,
significado autoridad. La palabra “fuerza”, también del griego es “dunamis”, de
donde se deriva la palabra “dinamita”. Jesús nos da autoridad sobre la fuerza
del enemigo. No derrotamos al diablo con fortaleza; lo derrotamos con
autoridad. ¿Es Satanás más sabio que usted? Sí, pero una sabiduría pervertida.
¿Es él más fuerte que usted? Sí, pero con una fortaleza malévola. ¿Es el diablo
más poderoso que usted? Sí, pero usted puede detenerlo, cuando lo enfrenta con
la autoridad que Dios le ha dado. Y el diablo sabe eso. Cuando usted empieza a
pelear sus batallas, no en su propia fuerza, sino en la fuerza de Dios,
entonces verá cómo Satanás se acobarda delante de usted.
¿Hay alguien en su vida que está
teniendo dificultades en superar cierta área de pecado? Ore por esa persona, y
envíele hoy esta meditación.
“Porque no
tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra
potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra
huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:12).
En ocasiones
tenemos un enfrentamiento con alguien y queremos discutir con esa persona, en
vez de atacar al diablo que causó el problema, en primer lugar. Quiera Dios que
tengamos la capacidad de ver que nuestra pelea no es contra sangre y carne ―aún
en sentido global― sino que nuestra batalla es con Satanás. Si no vemos eso,
vamos a perder la guerra, en un sentido personal y en un sentido global. No
estamos diciendo que nuestra nación no debe estar preparada y lista cuando
enfrentamos a un enemigo real, pero no podemos matar una idea con una bala. Lo
único que matará una idea o filosofía, es una idea mejor: el Evangelio de
salvación de Jesucristo. Martín Lutero escribió: “Y aunque este mundo, colmado
de demonios, amenazaran destruirnos. No temeremos, porque la voluntad de Dios
es que su verdad triunfe a través de nosotros: El príncipe de las tinieblas
hostiga, no nos atemorizamos por él; su furia podemos soportar, puesto que, su
condena es segura, una palabrita le aniquilará.”
Adore a Dios
cantando el himno: “Castillo fuerte es nuestro Dios”, de Martín Lutero.
“He aquí os
doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del
enemigo, y nada os dañará” (Lucas 10:19).
¿Alguna vez
ha pensado en “La Gran Comisión” como una misión imposible? Sin embargo, no lo
es debido a las bases sobre las cuales Jesús la dio. Verá, Jesús dijo que todo
poder, autoridad y dominio le fue dada en el cielo y en la tierra (ver Mateo
28:18-20). El dominio le fue dado primero al hombre, pero el hombre se lo
entregó al diablo en el Huerto de Edén. Jesús lo recibió de nuevo de su Padre,
y a todo creyente nos ha dado esa autoridad. ¿PoseeJesús autoridad sobre el
diablo? ¡Por supuesto! Por lo tanto, usted también la posee. ¿Tiene Jesús la
victoria? ¡Claro que sí! Entonces, usted también tiene la victoria. ¿Está Jesús
en el trono? ¡Absolutamente! Y usted también lo está. La victoria es nuestra
por medio de Jesucristo.
Pídale al
Espíritu Santo que le muestre cuáles son sus temores, y confiéselos como
pecado. Arrepiéntase, y extienda su mano para asir la mano de Jesús, que está
extendida para sostenerle y darle la victoria.
DIOS ES LA
FUERZA DE MI CORAZÓN.
DIOS NO TE
FALLARÁ.
Asaf un
sacerdote cantor de Israel, reconoció que perdió el equilibrio y estaba a punto
de caer porque la envidia se hizo parte de su vida al ver prosperar fácilmente
a los impíos. Ellos vivían con ausencia de preocupaciones, arrogancia, orgullo
en aparente felicidad. El detalle importante es que la “envidia” llenó su
corazón de amargura y lo destrozaba por dentro. El salmista pensó mucho en sus
angustias y no le encontraba salida posible, sus pensamientos se encontraban
cada vez mas encerrados en su limitada mente humana.
Él acudió al
santuario de Dios y la mano derecha del Altísimo lo guió y condujo a comprender
el fin de todo. Aprendió a pensar
humildemente de sí mismo y aprovechó esta oportunidad para reconocer su
dependencia de la gracia de Dios: “¿A quién tengo en el cielo sino a ti? Te
deseo más que cualquier cosa en la tierra.” Aquí tenemos el aliento de un alma
santificada por Dios y que encuentra en Él su reposo (Salmos 73).
Así como
Asaf cuando las circunstancias de nuestra vida aparentemente se vean sin
bendición ó sin frutos a comparación de “otras personas” acudamos al Santuario
de Dios, para refrescar y renovar la confianza en él.
No desviemos
nuestra vista, si no mantengámosla en Dios y recordemos a quien tenemos en el
Cielo, que ve y comprende por lo que estamos pasando y que también pronto
responderá a nuestra necesidad.
Lleguemos a afirmar con todo nuestro
ser: “Puede fallarme la salud y debilitarse mi espíritu, pero Dios sigues
siendo la fuerza de mi corazón”
Autor. contacto@cvclavoz.com.
SOMETÁMONOS
A DIOS Y A SU PALABRA.
RECUERDE QUE
AHORA, SOMOS UNO EN CRISTO.
“Ya no hay
judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos
vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gálatas 3:28).
Si queremos
aprender a sobrevivir durante los tiempos difíciles de nuestras vidas, debemos
aprender a someternos. Así es. Ahora, eso suena paradójico, pero permítanos
explicarle. La Palabra de Dios enseña que nadie es inferior a nadie. Somos uno
en Jesucristo. El sometimiento es algo que hacemos, unos a otros, “en el temor
de Dios” (Vea Efesios 5:21). A través de la sumisión viene el poder y la
victoria. ¿Quiere usted saber una buena definición de “sumisión”? Aquí está:
“La sumisión es uno igual voluntariamente poniéndose bajo otro igual, a fin de
que Dios pueda ser glorificado.” Nunca somos más como Jesús que cuando nos
sometemos. Y nunca somos más como el diablo, que cuando nos rebelamos.
¿Está usted
teniendo dificultades con alguien ahora mismo? ¿Podría ser que la respuesta
esté en su sometimiento? Pídale a Dios que le ayude, e irrumpa en la vida
abundante hoy mismo.
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