miércoles, 4 de abril de 2018

LOS GRANDES DESEOS DE DIOS PARA SUS HIJOS.


LOS GRANDES DESEOS DE DIOS PARA SUS HIJOS.
1. LA PALABRA DE CRISTO MORE EN ABUNDANCIA.
2. LA PAZ DE DIOS GOBIERNE EN VUESTROS CORAZONES.
3. UNA PAZ ABUNDANTE.
4. BENDICIÓN.
¡Qué bendición y que alegría es escribirte y animarte con la Palabra de Dios! Permitir que Dios gobierne nuestra vida es una bendición. No es fácil lograr esto, pero Dios nos ha dejado la ayuda poderosa del Espíritu Santo, y la Palabra de Dios. Pablo nos aconseja: “Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos. La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros...” (Col.3:15,16) Cuando aplicamos esto, la paz inunda nuestra vida porque Cristo gobierna el corazón.
PAZ ABUNDANTE.
“Mucha paz tienen los que aman tu ley” (Sal. 119:165).
La sociedad en la que estamos padece de desasosiego. Los problemas que se presentan en todos los sentidos, llenan de inquietud. En alguna medida esto alcanza también a los creyentes, que somos llamados a vivir una continua experiencia de paz. Este es el tema de la penúltima estrofa del Salmo (vv. 161-168). Ella presenta tres pasos para la experiencia de tener “mucha paz”.
1. El primero es el de una elección correcta (vv. 161-164). Somos seres con capacidad para escoger. Una mala elección trajo el pecado y sus consecuencias, una decisión de fe, trae la salvación. La paz perfecta comienza por un modo sabio de elegir, que consiste en respetar reverentemente a Dios (v. 161). Por esa razón podemos ser perseguidos sin causa: calumnian sin causa, persiguen sin causa. Esto ha ocurrido con Jesús: “sin causa me aborrecieron” (Jn. 15:25), por nos dice: “Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán” (Jn. 15:20). En la persecución sin causa hay paz, porque “si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello” (1 P. 4:16). El cristiano deja de ocuparse del acosamiento para ocuparse de la Palabra (v. 162). Muchos se obsesionan con sus problemas, pero el creyente que se centra en la Biblia descubre quién es Dios, cómo actúa y cómo protege. En ella encuentra algo superior a muchos tesoros, lo que determina una valoración correcta de las cosas.
2. El segundo es limpieza personal (v. 163). Lo que amamos determina lo que aborrecemos. El cristiano no miente. No se trata solo de hacerlo con palabras, sino con apariencias engañosas, que la Biblia llama hipocresía. El salmista hace una elección aborrecer y abominar la mentira.
3. El tercero es ocuparse de la alabanza (v. 164). La alabanza no es una actividad, sino una actitud. Es con la vida personal que se alaba a Dios (Mt. 5:16). La alabanza forma parte de la oración, debemos alabar antes de pedir.
La bendición suprema se alcanza en los pasos anteriores, así lo indica el texto seleccionado: “Mucha paz tienen los que aman tu ley”. Por ella descubrimos una perfecta paz de relación con Dios, sin condenación alguna (Ro. 8:1); porque también nos revela la perfecta paz de comunión en medio de los conflictos de la vida, una paz que Jesús da, imposible de hallar en el mundo (Jn. 14:27); en ella encontramos la paz de la esperanza, en la promesa de Jesús de venir a buscarnos para que estemos siempre con Él (Jn. 14:1-4). Esta paz divina que “sobrepasa todo entendimiento, guardará nuestros corazones y pensamientos en Cristo Jesús” (Fil. 4:7). La mente llena de Dios, permite la paz de comunión con Él, sintiendo que “el Dios de paz, estará con vosotros”. En el conflicto sabemos que nuestra salvación está en Dios, y sabemos que Él tiene Su tiempo para actuar (v. 166). Por eso tenemos paz, porque sabemos que nuestros caminos están delante del Señor, que los conoce (v. 168).
Ciertamente necesito experimentar la paz de Dios en mi vida. Siento mi pequeñez y mi impotencia ante situaciones adversas, grandes conflictos y profundos problemas, mi camino es desconocido para mí, pero, “está delante de Él”. Tengo paz, porque Tú “me guiarás por sendas de justicia, por amor de tu nombre.”
 Autor: Samuel Pérez Millos.
BENDICIÓN ABUNDANTE.
“He aquí Yo pongo hoy delante de vosotros la bendición y la maldición: la bendición, si oyereis los mandamientos de Jehová vuestro Dios, que Yo os prescribo hoy, y la maldición, si no oyereis los mandamientos de Jehová vuestro Dios, y os apartareis del camino que Yo os ordeno hoy, para ir en pos de dioses ajenos que no habéis conocido” (Deuteronomio 11:26-28).
Dios pone delante de usted, este día, una bendición y una maldición. ¿Qué es lo que determina que usted reciba la bendición? Si usted obedece. ¿Qué es lo que determina si usted recibe o no una maldición? Si usted desobedece. Existen seis bendiciones que Dios quiere darle hoy a cambio de su obediencia:
1. Abundancia (Isaías 1:19-20) 1:19 Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra;
1:20 si no quisiereis y fuereis rebeldes, seréis consumidos a espada; porque la boca de Jehová lo ha dicho.
 2. Paz (Jeremías 26:13) 26:13 Mejorad ahora vuestros caminos y vuestras obras, y oíd la voz de Jehová vuestro Dios, y se arrepentirá Jehová del mal que ha hablado contra vosotros.
3. Protección (Éxodo 23:22) 23:22 Pero si en verdad oyeres su voz e hicieres todo lo que yo te dijere, seré enemigo de tus enemigos, y afligiré a los que te afligieren.
4. Poder (Hechos 5:32) 5:32 Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen.
5. Pureza (1 Pedro 1:22) Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro;
6. Y percepción (Salmo 119:100) 119:100 Más que los viejos he entendido,
Porque he guardado tus mandamientos;
¿Quiere que Jesús sea real para usted, y no sea solamente alguien sobre quien ha leído algo? Quizás usted quisiera algo más que “orar” a Él. Tal vez quisiera conversar con Él y relacionarse con Él. Bien puede hacerlo.
Juan 14:23. Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.
 ¿Qué es lo que Jesús dijo que sería el resultado de su amor por Él?
¿Y qué es lo que Dios ha prometido hacer, como resultado de su acción?

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