LOS GRANDES
DESEOS DE DIOS PARA SUS HIJOS.
1. LA
PALABRA DE CRISTO MORE EN ABUNDANCIA.
2. LA PAZ DE
DIOS GOBIERNE EN VUESTROS CORAZONES.
3. UNA PAZ
ABUNDANTE.
4. BENDICIÓN.
¡Qué
bendición y que alegría es escribirte y animarte con la Palabra de Dios!
Permitir que Dios gobierne nuestra vida es una bendición. No es fácil lograr
esto, pero Dios nos ha dejado la ayuda poderosa del Espíritu Santo, y la
Palabra de Dios. Pablo nos aconseja: “Y la paz de Dios gobierne en vuestros
corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed
agradecidos. La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros...” (Col.3:15,16)
Cuando aplicamos esto, la paz inunda nuestra vida porque Cristo gobierna el
corazón.
PAZ
ABUNDANTE.
“Mucha paz
tienen los que aman tu ley” (Sal. 119:165).
La sociedad
en la que estamos padece de desasosiego. Los problemas que se presentan en
todos los sentidos, llenan de inquietud. En alguna medida esto alcanza también
a los creyentes, que somos llamados a vivir una continua experiencia de paz.
Este es el tema de la penúltima estrofa del Salmo (vv. 161-168). Ella presenta
tres pasos para la experiencia de tener “mucha paz”.
1. El
primero es el de una elección correcta (vv. 161-164). Somos seres con capacidad
para escoger. Una mala elección trajo el pecado y sus consecuencias, una
decisión de fe, trae la salvación. La paz perfecta comienza por un modo sabio
de elegir, que consiste en respetar reverentemente a Dios (v. 161). Por esa
razón podemos ser perseguidos sin causa: calumnian sin causa, persiguen sin
causa. Esto ha ocurrido con Jesús: “sin causa me aborrecieron” (Jn. 15:25), por
nos dice: “Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán” (Jn.
15:20). En la persecución sin causa hay paz, porque “si alguno padece como
cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello” (1 P. 4:16). El
cristiano deja de ocuparse del acosamiento para ocuparse de la Palabra (v.
162). Muchos se obsesionan con sus problemas, pero el creyente que se centra en
la Biblia descubre quién es Dios, cómo actúa y cómo protege. En ella encuentra
algo superior a muchos tesoros, lo que determina una valoración correcta de las
cosas.
2. El
segundo es limpieza personal (v. 163). Lo que amamos determina lo que
aborrecemos. El cristiano no miente. No se trata solo de hacerlo con palabras,
sino con apariencias engañosas, que la Biblia llama hipocresía. El salmista
hace una elección aborrecer y abominar la mentira.
3. El
tercero es ocuparse de la alabanza (v. 164). La alabanza no es una actividad,
sino una actitud. Es con la vida personal que se alaba a Dios (Mt. 5:16). La
alabanza forma parte de la oración, debemos alabar antes de pedir.
La bendición
suprema se alcanza en los pasos anteriores, así lo indica el texto
seleccionado: “Mucha paz tienen los que aman tu ley”. Por ella descubrimos una
perfecta paz de relación con Dios, sin condenación alguna (Ro. 8:1); porque
también nos revela la perfecta paz de comunión en medio de los conflictos de la
vida, una paz que Jesús da, imposible de hallar en el mundo (Jn. 14:27); en
ella encontramos la paz de la esperanza, en la promesa de Jesús de venir a
buscarnos para que estemos siempre con Él (Jn. 14:1-4). Esta paz divina que
“sobrepasa todo entendimiento, guardará nuestros corazones y pensamientos en
Cristo Jesús” (Fil. 4:7). La mente llena de Dios, permite la paz de comunión
con Él, sintiendo que “el Dios de paz, estará con vosotros”. En el conflicto
sabemos que nuestra salvación está en Dios, y sabemos que Él tiene Su tiempo
para actuar (v. 166). Por eso tenemos paz, porque sabemos que nuestros caminos
están delante del Señor, que los conoce (v. 168).
Ciertamente
necesito experimentar la paz de Dios en mi vida. Siento mi pequeñez y mi
impotencia ante situaciones adversas, grandes conflictos y profundos problemas,
mi camino es desconocido para mí, pero, “está delante de Él”. Tengo paz, porque
Tú “me guiarás por sendas de justicia, por amor de tu nombre.”
Autor: Samuel Pérez Millos.
BENDICIÓN
ABUNDANTE.
“He aquí Yo
pongo hoy delante de vosotros la bendición y la maldición: la bendición, si
oyereis los mandamientos de Jehová vuestro Dios, que Yo os prescribo hoy, y la
maldición, si no oyereis los mandamientos de Jehová vuestro Dios, y os
apartareis del camino que Yo os ordeno hoy, para ir en pos de dioses ajenos que
no habéis conocido” (Deuteronomio 11:26-28).
Dios pone
delante de usted, este día, una bendición y una maldición. ¿Qué es lo que
determina que usted reciba la bendición? Si usted obedece. ¿Qué es lo que
determina si usted recibe o no una maldición? Si usted desobedece. Existen seis
bendiciones que Dios quiere darle hoy a cambio de su obediencia:
1. Abundancia
(Isaías 1:19-20) 1:19 Si
quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra;
1:20 si no
quisiereis y fuereis rebeldes, seréis consumidos a espada; porque la boca de
Jehová lo ha dicho.
2. Paz (Jeremías 26:13) 26:13 Mejorad ahora vuestros caminos
y vuestras obras, y oíd la voz de Jehová vuestro Dios, y se arrepentirá Jehová
del mal que ha hablado contra vosotros.
3. Protección
(Éxodo 23:22) 23:22 Pero
si en verdad oyeres su voz e hicieres todo lo que yo te dijere, seré enemigo de
tus enemigos, y afligiré a los que te afligieren.
4. Poder
(Hechos 5:32) 5:32 Y
nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el
cual ha dado Dios a los que le obedecen.
5. Pureza (1
Pedro 1:22) Habiendo purificado
vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el
amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro;
6. Y
percepción (Salmo 119:100) 119:100 Más que los viejos he entendido,
Porque he
guardado tus mandamientos;
¿Quiere que
Jesús sea real para usted, y no sea solamente alguien sobre quien ha leído
algo? Quizás usted quisiera algo más que “orar” a Él. Tal vez quisiera
conversar con Él y relacionarse con Él. Bien puede hacerlo.
Juan 14:23.
Respondió Jesús y le dijo: El
que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y
haremos morada con él.
¿Qué es lo que Jesús dijo que sería el
resultado de su amor por Él?
¿Y qué es lo
que Dios ha prometido hacer, como resultado de su acción?
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