UNA RELACIÓN
DIARIA E ÍNTIMA CON NUESTRO CREADOR Y DIOS.
Deseo
animarte y desafiarte a darle más tiempo a Dios. Recuerda que no podemos ser
mejores cristianos, sino pasamos mejor tiempo con Él. Por otro lado no logramos
esto por medio de los sentimientos, o mejores intenciones. No podemos lograr
ser mejores para Dios sin amor hacia Él, sin perseverancia, y disciplina, es
decir sin cambios en nuestra vida. Cuando nos disciplinamos para conocerle,
esto nos fortalece, cambia nuestra perspectiva de vida y renueva nuestras
fuerzas. Nuestra calidad de vida como cristianos, efectividad, fervor y pasión
por Sus cosas, lo determina nuestro tiempo con Él y su Palabra. Sin esto muchas
veces nos deslizamos, nos vamos alejando, enfriando y hasta perdemos de vista
nuestro llamado. Cuídate mucho y no te apartes del estudio de la Palabra.
DIOS TODAVÍA
ES SOBERANO.
“Señor, mi
corazón no es soberbio, ni mis ojos altivos; no ando tras las grandezas, ni en
cosas demasiado difíciles para mí”. Salmos 131:1
El rey David
estaba preocupado por la cercanía de una insurrección rebelde. En vez de
enfrentarse a una guerra civil, David renunció y huyó con sus más leales
seguidores. Tan solo eso pudo haber sido humillante, pero lo que ocurrió
después fue peor aún.
Un hombre
llamado Simei aprovechó la oportunidad para maldecir al rey. Manteniéndose a
una distancia segura, Simei corre en forma paralela al desmoralizado ejército
de David, arrojando piedras al igual que insultos (2 Samuel 16:5-8,13). Vaya
tipejo, ¿cierto? Podemos contar con esto: siempre habrá un Simei que venga a
lanzarnos piedras mientras estamos en el suelo desmoralizados, diciendo lo que
piensa de nosotros.
Uno de los
soldados de David llamado Abisaí le pidió permiso a David para acabar con
Simei: «Le cortaré el cuello tan rápido que no se dará cuenta de lo que le
sucedió». El rey lo detuvo con las siguientes palabras sabias: «Déjalo que siga
maldiciendo, porque el Señor se lo ha dicho. Quizá el Señor mire mi aflicción y
me devuelva bien por su maldición de hoy» (2 Samuel 16:11-12).
La verdad es
que esa fue una respuesta llena de una teología sana. En vez de venganza o auto
conmiseración, David recordó que ni siquiera este evento había sido una
equivocación. El Señor no estaba ausente. Por el contrario, Dios tenía todo el
control. David enfrentó la prueba y rehusó tirar la toalla. ¿Cómo lo hizo? Lo
hizo recordando que Dios todavía es soberano.
Pocas
doctrinas traen mayor consuelo que la de la soberanía de Dios.
- Cuando no
puedo comprender la razón de algo, Dios es soberano.
- Cuando los
eventos, absolutamente desafían mi propia lógica, Dios es soberano.
- Cuando las
circunstancias, situaciones, necesidades, pruebas o enfermedades se salen de
nuestro control Dios continúa siendo soberano.
Y cuando el
dolor se intensifica a causa de los Simeis que nos lanzan piedras e insultos,
Dios todavía sigue realizando Su obra.
Como creyentes
en Cristo no olvidemos que el Señor nunca está ausente de los distintos
momentos de nuestra vida.
Autor.
Pastor C. Swindoll.
No hay comentarios:
Publicar un comentario