SOMOS
EMBAJADORES DEL REY.
“Amados, yo
os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos
carnales que batallan contra el alma” (1 Pedro 2:11).
Dios le
salvó en este mundo y lo mantiene en este mundo para que le diga al mundo que
Jesús salva. Él lo derrama a usted como preciosa semilla. Usted es un embajador
del Rey de reyes en tierra extraña. Usted no sólo es derramado como preciosa
semilla, sino que también es derramado como un santo que persevera. Usted es un
extranjero en la tierra donde marcha a un ritmo de vida diferente. Usted no se
“radica” en este mundo, porque este mundo no es su hogar. Sólo somos peregrinos
aquí. Usted debería orar: “Señor, si estoy construyendo un nido, pon una espina
en él.” Si usted se entretiene y deleita en este mundo, aunque su ciudadanía
está en el cielo, usted tendrá un pie en el mundo y el otro en el cielo. O sea,
tendrá suficiente religión para sentirse miserable en el mundo, y tendrá lo
suficiente del mundo como para sentirse miserable en su vida espiritual.
¿Alguna vez
se ha sentido como un nómada? Tal vez usted está en el ejército, o en ventas, o
trabaja en la industria del transporte. A lo mejor ha tenido que cambiar de
lugar muchas veces por razones financieras o familiares. Dios quiere que sepa
que usted siempre tendrá un hogar con Él, dondequiera que esté. Lea 1 Pedro
1:12-21.
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