Un líder de Dios para un tiempo como este
2da de Timoteo 2
Esta semana daremos inicio al escrito titulado "Un líder de Dios para un tiempo como este". En ella veremos la perspectiva bíblica del liderazgo y las expectativas que el pueblo de Dios debe tener de la misma a la luz de la Palabra de Dios.
Un líder es una persona que tiene expectativas que llenar tanto de parte de Dios como de parte de la congregación. Muchas de esas expectativas son muy altas y muy reales, y otras son irreales. Líderes seculares como el pasado presidente de Estados Unidos, Bill Clinton y otros, han hecho la observación de que hoy en día es muy difícil para un líder llenar las expectativas de la población porque las necesidades que las personas entienden tener son mayores que las que cualquier presidente puede llenar; y eso es debido al egocentrismo de las poblaciones. Dentro del mundo cristiano, muchos han hecho la observación de que es extremadamente difícil en el mundo de hoy para un pastor llenar las expectativas de una congregacion cibernética que escucha los sermones de los grandes predicadores de todos los tiempos. Y luego el pastor de una pequeña comunidad que Dios le ha llamado a pastorear 50-100 ovejas es comparado con aquellos que han sido llamados a pastorear miles de ovejas y a ser pastor de pastores. Esas son las expectativas irreales, pero independientemente de esas expectativas irreales, las expectativas reales que Dios tiene de sus líderes son extremadamente altas.
Los líderes en las iglesias tienen una enorme responsabilidad sobre aquellos a quienes dirigen, porque eventualmente sus seguidores serán como ellos. No sé si esa realidad los estimula, los confronta o los atemoriza. Sea cual sea la reacción que usted está experientando en este momento, entienda que hay un grupo de personas que le siguen y que a lo largo del camino, decidirán ser como usted es. En el día final, una de las cosas por la que tendremos que rendir cuenta es por lo que nosotros reproducimos en otros.
Cuando revisamos la palabra de Dios, son muchas las personalidades que encontramos en los líderes de la historia bíblica. En ellos encontramos grandes similitudes y grandes diferencias. Entre los grandes líderes de la Biblia, nos encontramos a un Pedro que negó al Señor tres veces y sin embargo mereció el título de apóstol. Yo casi puedo oir los comentarios: bueno, “pero eso fue antes de la resurrección; pero Pedro luego fue transformado”. Sin lugar a dudas que el fue transformado, pero aún años mas tarde, el mismo apóstol con el nombre de Pedro fue confrontado por Pablo públicamente por hipócrita. En esa historia bíblica, nos encontramos con Juan y Jacobo, bautizados por Cristo con el nombre de hijos del trueno, hombres que estaban dispuesto a hacer llover fuego del cielo para consumir a toda una población por el simple hecho de que no querían recibirlos. Los mismos hombres que en la última cena tenían ansias de poder y querían ser sentados a la mano derecha y a la mano izquierda del Señor cuando El viniera en su trono. Esos dos hombres fueron líderes de la glesia primitva. Y así podemos mostrar a un grupo de otros líderes de la Biblia que en un momento no parecían dar la talla.
¿Qué tenían en común estos hombres?
En primer lugar, todos fueron llamados;
En segundo lugar, sus fallas no le descalificaron para su llamado;
En tercer lugar, la mayoría de estas fallas ocurrieron en una etapa temprana de su desarrollo como líderes.
La fidelidad de Dios a su propio llamado hizo que ellos no quedaran descalificados para su labor aun cuando flaquearon en sus diferentes momentos?. Recuerda, el llamado de Dios es mayor que las debilidades de su líder. De no ser así, todos hubiésemos quedado descalificados tempranamente.
Siganos en la segunda parte de este escrito donde estaremos hablando sobre las características de ese líder. ¡Les esperamos!.
ESTUDIO : EN BÚSQUEDA DE RÓDIGOS.
PRACTICANDO LA DOCTRINA BÍBLICA.
LA DISCIPLINA BÍBLICA.1 Corintios 5: 4- 5.
http://bbnradio.org.edgesuite.net/BBNOnDemand/htmfiles/spanish/S3SPEC.htm..
*.CUANDO ESTÁ BIEN JUZGAR.
¿DE DONDE VIENE LA AUTORIDAD A LA IGLESIA PARA JUZGAR A OTROS?
1. ESTA BIEN JUZGARNOS A NOSOTOS MISMOS CUANDO EVALUAMOS NUESTROS PROPIOS COMPORTAMIENTOS.
2. JUZGAR AL QUE ESTÁ VIVIENDO EN PECADO.
3. AL QUE JUZGA LAS SAGRADAS ESCRITURAS.
4. JUZGAR A NUESTRA CULTURA ATRAVEZ DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS.
5. ESTÁ MAL JUZGAR ANTES DE CONOCER LOS HECHOS Y LAS RAZONES. Mateo 7: 2.
Juan 8: 7-8
http://bbnradio.org.edgesuite.net/BBNOnDemand/htmfiles/spanish/S4SPEC.htm
lunes, 29 de marzo de 2010
EL LIDER DE DIOS PARA EL SIGLO XXI- II
Un líder de Dios para un tiempo como este
2da de Timoteo 2 (Segunda Parte)
La pasada semana estuvimos viendo la definición bíblica y el llamado de un líder. Su responsabilidad ante Dios. Tal como prometiéramos, hoy estaremos viendo "Las Características" de ese líder.
1.
Es un hombre llamado por Dios a servirle.- Dios siempre ha sido el buscador de sus líderes. Una persona puede tener los dones, la experiencia y los talentos, pero sin el llamado no podrá liderar Su pueblo. 1 Samuel 13:14, “El SEÑOR ha buscado para sí un hombre conforme a su corazón”. El Señor se da a la búsqueda y pone su llamado sobre ellos. El llamado que Dios hace es conforme a la necesidad de la hora y del lugar donde Dios le ha puesto. Cada líder recibe un llamado distinto, por eso es injusto comparar un lider con otro. Los llamados son individuales y cada quien tendrá que responder por la forma como llevó a cabo su propio llamado. Los verdaderos líderes reconocen su llamado y al conocer su llamado quieren aprender de otros líderes, pero no tratan de convertirse en esos otros.
2.
La segunda característica es que cuando Dios llama a una persona a liderar, esa persona en ese momento ni está equipada desde el punto de vista de habilidades, ni desde el punto de vista de la formación de su carácter. Con el llamado comienza la formación de ese carácter.
A lo largo de la historia de la Biblia podemos apreciar como comenzaron cada aquellos hombres escogidos por Dios. Por ejemplo, Abraham comenzó como un mentiroso; Jacob como un engañador; Moisés como un asesino; Pedro, Juan, Jacobo, como hombres impetuosos; Tomás como un hombre sin fe... “ver para creer”; Pablo como un cruel perseguidor. Y así sucesivamente. Entonces, podríamos pensar, ¿porqué fueron escogidos?, la respuesta es simple: Puramente por gracia. Nuestras incapacidades hacen brillar mejor el poder de Dios y nos dejan entender mejor que todo es de El y por El. Ciertamente su poder se perfecciona en la debilidad (2 Cor 12:9).
3.
La tercera característica es que un verdadero líder de Dios con un llamado, está dispuesto a dejar la seguridad de lo que él venía haciendo para abrazar el nuevo desafío de Dios con todos sus riesgos. Por ejemplo, Abraham dejó su tierra y su parentela, sin ninguna otra garantía que no fuera la voz de Dios. Moisés, dejó a un lado todos los tesoros de Egipto “escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los placeres temporales del pecado...”. Pedro, Juan y Jacobo por mencionar tres de los doce iniciales, dejaron sus redes sin ninguna garantía de sustento excepto, el llamado de Dios. Pablo, dejó el judaísmo, su posición de fariseo, su familia y sus tradiciones para abrazar el llamado de Cristo.
La pasión que lleva al líder a dejar a un lado lo que había abrazado, es su llamado, pero la seguridad del líder es el Señor del llamado.
¿Cómo sabe el líder que Dios le ha dado un llamado? A partir de cuando el llamado es recibido, ese líder sueña con hacer eso que Dios le ha puesto en el corazón y no puede vivir sin hacerlo. Cuando el líder puede vivir con gozo sin hacer lo que Dios le ha pedido que haga, él probablemente no tiene ese llamado. El llamado arropa la mente del que está siendo llamado. Eso que arropa su mente y que consume su corazón es lo que le hace dejar la seguridad de lo que venía haciendo para abrazar los riesgos inherentes del llamado.
El líder sabe que él ha sido llamado y, como ha sido llamado, él tiene una gran confianza en su llamado mas que en su persona; pero a pesar de la confianza que tiene de su llamado, un líder de Dios no es arrogante. El no siente orgullo ni de su llamado, ni de sus dones ni de sus talentos; ni de las oportunidades que Dios le provee. El líder de Dios desarrolla una confianza tal en su llamado que él no se siente amenazado por otros líderes. Por tanto, él tiene la confianza de invitar a otros líderes para que se unan al equipo de trabajo; y cuando lo hace, es porque todo buen líder reconoce sus fortalezas y las limitaciones de su llamado.
Usualmente el líder abraza el llamado y luego descubre lo monumental de su llamado y las dificultades de ese llamado. Los líderes deben entender a cabalidad la seriedad de su llamado, que es ministrar en nombre del Dios de lo alto, a ovejas compradas por el Hijo a precio de sangre, y habitadas por la tercera persona de la Trinidad.
4.
Un líder está dispuesto a sufrir penalidades por la causa de Cristo.
Las penalidades incluyen estrecheces, incomodidades, rechazos; el ser mal entendido, criticado y juzgado. Usted no puede ser un líder sin pasar por esas experiencias. El soldado cuando va a la guerra sabe que él puede ser herido y frecuentemente lo es y que puede perder su vida luchando. El soldado de Cristo, es herido con frecuencia emocionalmente; pero tiene que estar dispuesto a ser herido físicamente y perder su vida en el ejercicio de su llamado. Si un soldado no está dispuesto a hacer eso, nunca será un buen soldado.
En la segunda carta que el apostol Pablo le escribe a Timoteo, le habla acerca de "las responsabilidades que conlleva el liderazgo". De ellas estaremos hablando en detalle en nuestra próxima entrega.
2da de Timoteo 2 (Segunda Parte)
La pasada semana estuvimos viendo la definición bíblica y el llamado de un líder. Su responsabilidad ante Dios. Tal como prometiéramos, hoy estaremos viendo "Las Características" de ese líder.
1.
Es un hombre llamado por Dios a servirle.- Dios siempre ha sido el buscador de sus líderes. Una persona puede tener los dones, la experiencia y los talentos, pero sin el llamado no podrá liderar Su pueblo. 1 Samuel 13:14, “El SEÑOR ha buscado para sí un hombre conforme a su corazón”. El Señor se da a la búsqueda y pone su llamado sobre ellos. El llamado que Dios hace es conforme a la necesidad de la hora y del lugar donde Dios le ha puesto. Cada líder recibe un llamado distinto, por eso es injusto comparar un lider con otro. Los llamados son individuales y cada quien tendrá que responder por la forma como llevó a cabo su propio llamado. Los verdaderos líderes reconocen su llamado y al conocer su llamado quieren aprender de otros líderes, pero no tratan de convertirse en esos otros.
2.
La segunda característica es que cuando Dios llama a una persona a liderar, esa persona en ese momento ni está equipada desde el punto de vista de habilidades, ni desde el punto de vista de la formación de su carácter. Con el llamado comienza la formación de ese carácter.
A lo largo de la historia de la Biblia podemos apreciar como comenzaron cada aquellos hombres escogidos por Dios. Por ejemplo, Abraham comenzó como un mentiroso; Jacob como un engañador; Moisés como un asesino; Pedro, Juan, Jacobo, como hombres impetuosos; Tomás como un hombre sin fe... “ver para creer”; Pablo como un cruel perseguidor. Y así sucesivamente. Entonces, podríamos pensar, ¿porqué fueron escogidos?, la respuesta es simple: Puramente por gracia. Nuestras incapacidades hacen brillar mejor el poder de Dios y nos dejan entender mejor que todo es de El y por El. Ciertamente su poder se perfecciona en la debilidad (2 Cor 12:9).
3.
La tercera característica es que un verdadero líder de Dios con un llamado, está dispuesto a dejar la seguridad de lo que él venía haciendo para abrazar el nuevo desafío de Dios con todos sus riesgos. Por ejemplo, Abraham dejó su tierra y su parentela, sin ninguna otra garantía que no fuera la voz de Dios. Moisés, dejó a un lado todos los tesoros de Egipto “escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los placeres temporales del pecado...”. Pedro, Juan y Jacobo por mencionar tres de los doce iniciales, dejaron sus redes sin ninguna garantía de sustento excepto, el llamado de Dios. Pablo, dejó el judaísmo, su posición de fariseo, su familia y sus tradiciones para abrazar el llamado de Cristo.
La pasión que lleva al líder a dejar a un lado lo que había abrazado, es su llamado, pero la seguridad del líder es el Señor del llamado.
¿Cómo sabe el líder que Dios le ha dado un llamado? A partir de cuando el llamado es recibido, ese líder sueña con hacer eso que Dios le ha puesto en el corazón y no puede vivir sin hacerlo. Cuando el líder puede vivir con gozo sin hacer lo que Dios le ha pedido que haga, él probablemente no tiene ese llamado. El llamado arropa la mente del que está siendo llamado. Eso que arropa su mente y que consume su corazón es lo que le hace dejar la seguridad de lo que venía haciendo para abrazar los riesgos inherentes del llamado.
El líder sabe que él ha sido llamado y, como ha sido llamado, él tiene una gran confianza en su llamado mas que en su persona; pero a pesar de la confianza que tiene de su llamado, un líder de Dios no es arrogante. El no siente orgullo ni de su llamado, ni de sus dones ni de sus talentos; ni de las oportunidades que Dios le provee. El líder de Dios desarrolla una confianza tal en su llamado que él no se siente amenazado por otros líderes. Por tanto, él tiene la confianza de invitar a otros líderes para que se unan al equipo de trabajo; y cuando lo hace, es porque todo buen líder reconoce sus fortalezas y las limitaciones de su llamado.
Usualmente el líder abraza el llamado y luego descubre lo monumental de su llamado y las dificultades de ese llamado. Los líderes deben entender a cabalidad la seriedad de su llamado, que es ministrar en nombre del Dios de lo alto, a ovejas compradas por el Hijo a precio de sangre, y habitadas por la tercera persona de la Trinidad.
4.
Un líder está dispuesto a sufrir penalidades por la causa de Cristo.
Las penalidades incluyen estrecheces, incomodidades, rechazos; el ser mal entendido, criticado y juzgado. Usted no puede ser un líder sin pasar por esas experiencias. El soldado cuando va a la guerra sabe que él puede ser herido y frecuentemente lo es y que puede perder su vida luchando. El soldado de Cristo, es herido con frecuencia emocionalmente; pero tiene que estar dispuesto a ser herido físicamente y perder su vida en el ejercicio de su llamado. Si un soldado no está dispuesto a hacer eso, nunca será un buen soldado.
En la segunda carta que el apostol Pablo le escribe a Timoteo, le habla acerca de "las responsabilidades que conlleva el liderazgo". De ellas estaremos hablando en detalle en nuestra próxima entrega.
EL LIDER DE DIOS PARA EL SIGLO XXI- III
Un líder de Dios para tiempo como este
2da. de Timoteo (Tercera Parte)
En la segunda parte de este escrito, vimos "las características del líder de Dios". En esta tercera parte, veremos como Pablo utiliza varias ilustraciones para enseñarle a su discípulo Timoteo acerca de "las responsabilidades del liderazgo". En esta enseñanza vemos que un líder es:
Un maestro
El líder tiene la responsabilidad de enseñarle a otros, de duplicarse en otros y de moldear a otros. Pero, no podemos moldear a otros si nuestro carácter no ha sido moldeado primero. Un maestro es un estudiante y no solo un estudiante; sino un buen estudiante para poder enseñar a sus alumnos. Si a usted no le gusta estudiar, no podrá desempeñar bien su función de maestro. Pablo le habla a Timoteo de que tenemos que enseñar a otros y específicamente le habla de buscar a hombres idóneos en quien reproducir la enseñanza y en quien reproducirse. Un maestro, es diestro en el manejo de la información; está mas avanzado que aquellos a quienes él dirige; vive apasionado con aquello que él estudia para enseñar a otro y no tiene que ser empujado ni para estudiar, ni para enseñar.
Un maestro vive para enseñar. De hecho uno de los requisitos para ser anciano es la habilidad de enseñar, que sea un buen comunicador de Su verdad; un conocedor de su palabra; alguien que habla con convicción y autoridad.
Pero no puedo enseñar lo que no conozco; de manera que nosotros, los ancianos tenemos una enorme responsabilidad delante de la congregación de estudiar su palabra para poder enseñarla.
Un soldado
El líder de Dios no solo tiene que comportase como un maestro, sino también como un soldado: disciplinado, respetuoso, cumplidor de su deber; es una persona que reconoce las líneas de autoridad; sabe recibir órdenes y sabe cumplirlas.
El soldado sabe que él es un hombre de batalla. Un soldado del ejército no es una persona rebelde, porque si lo fuera lo expulsarían. De esa misma manera, antes de Dios usarnos, El tiene que romper en nosotros el espíritu de rebeldía, porque no hay nada mas llamativo y destructivo que un líder rebelde.
El texto de 2 Timoteo capítulo 2 al hablar de ese soldado, dice que un soldado no se enreda en los negocios de la vida diaria. Uno de los mejores comentarios consultados (THE EXPOSITOR’S COMMENTARY) habla de que el soldado para enlistarse en el ejército necesitaba dejar todas sus actividades seculares y que el ministro de Dios, el pastor, necesita tener la misma disposición. El dejar todas sus actividades seculares para abrazar la causa de Cristo.
Un atleta
Pablo no solo habla de que el líder de Dios debe ser un maestro y un soldado, sino también un atleta. Ser un atleta implica entrenamiento, sacrificios, horas de sueño no tomadas, esfuerzo extremo. El atleta al igual que el soldado es altamente disciplinado; y se familiariza con las reglas del juego para poder competir y no ser descalificado. Y Pablo hace mención de eso al hablar de que ese atleta no va a ganar el premio si no compite de acuerdo a las reglas de la carrera. En este caso las reglas para el líder es su palabra, pero especialmente aquellas cosas relacionadas con el llamado a liderar. Ese atleta que quiere participar en las olimpíadas somete su cuerpo a un entrenamiento riguroso y a todo tipo de sacrificio. Y de hecho Pablo hace alusión a eso cuando dice en 1 Corintios 9:27 “sino que golpeo mi cuerpo y lo hago mi esclavo, no sea que habiendo predicado a otros, yo mismo sea descalificado”. Esto hace alusión a los deseos de la carne; aquellas cosas que la carne te pide. Un líder de Dios no puede dejarse llevar por los deseos de la carne que siempre quiere irse por el camino de menor resistencia y el camino de la comodidad y la conveniencia. Un verdadero atleta no piensa, no corre y no compite de esa forma.
En la siguiente entrega de este escrito continuaremos viendo las ilustraciones usadas por el apóstol Pablo para enseñarle a su amado hijo Timoteo, "Qué es un líder"... ¡Los Esperamos!
2da. de Timoteo (Tercera Parte)
En la segunda parte de este escrito, vimos "las características del líder de Dios". En esta tercera parte, veremos como Pablo utiliza varias ilustraciones para enseñarle a su discípulo Timoteo acerca de "las responsabilidades del liderazgo". En esta enseñanza vemos que un líder es:
Un maestro
El líder tiene la responsabilidad de enseñarle a otros, de duplicarse en otros y de moldear a otros. Pero, no podemos moldear a otros si nuestro carácter no ha sido moldeado primero. Un maestro es un estudiante y no solo un estudiante; sino un buen estudiante para poder enseñar a sus alumnos. Si a usted no le gusta estudiar, no podrá desempeñar bien su función de maestro. Pablo le habla a Timoteo de que tenemos que enseñar a otros y específicamente le habla de buscar a hombres idóneos en quien reproducir la enseñanza y en quien reproducirse. Un maestro, es diestro en el manejo de la información; está mas avanzado que aquellos a quienes él dirige; vive apasionado con aquello que él estudia para enseñar a otro y no tiene que ser empujado ni para estudiar, ni para enseñar.
Un maestro vive para enseñar. De hecho uno de los requisitos para ser anciano es la habilidad de enseñar, que sea un buen comunicador de Su verdad; un conocedor de su palabra; alguien que habla con convicción y autoridad.
Pero no puedo enseñar lo que no conozco; de manera que nosotros, los ancianos tenemos una enorme responsabilidad delante de la congregación de estudiar su palabra para poder enseñarla.
Un soldado
El líder de Dios no solo tiene que comportase como un maestro, sino también como un soldado: disciplinado, respetuoso, cumplidor de su deber; es una persona que reconoce las líneas de autoridad; sabe recibir órdenes y sabe cumplirlas.
El soldado sabe que él es un hombre de batalla. Un soldado del ejército no es una persona rebelde, porque si lo fuera lo expulsarían. De esa misma manera, antes de Dios usarnos, El tiene que romper en nosotros el espíritu de rebeldía, porque no hay nada mas llamativo y destructivo que un líder rebelde.
El texto de 2 Timoteo capítulo 2 al hablar de ese soldado, dice que un soldado no se enreda en los negocios de la vida diaria. Uno de los mejores comentarios consultados (THE EXPOSITOR’S COMMENTARY) habla de que el soldado para enlistarse en el ejército necesitaba dejar todas sus actividades seculares y que el ministro de Dios, el pastor, necesita tener la misma disposición. El dejar todas sus actividades seculares para abrazar la causa de Cristo.
Un atleta
Pablo no solo habla de que el líder de Dios debe ser un maestro y un soldado, sino también un atleta. Ser un atleta implica entrenamiento, sacrificios, horas de sueño no tomadas, esfuerzo extremo. El atleta al igual que el soldado es altamente disciplinado; y se familiariza con las reglas del juego para poder competir y no ser descalificado. Y Pablo hace mención de eso al hablar de que ese atleta no va a ganar el premio si no compite de acuerdo a las reglas de la carrera. En este caso las reglas para el líder es su palabra, pero especialmente aquellas cosas relacionadas con el llamado a liderar. Ese atleta que quiere participar en las olimpíadas somete su cuerpo a un entrenamiento riguroso y a todo tipo de sacrificio. Y de hecho Pablo hace alusión a eso cuando dice en 1 Corintios 9:27 “sino que golpeo mi cuerpo y lo hago mi esclavo, no sea que habiendo predicado a otros, yo mismo sea descalificado”. Esto hace alusión a los deseos de la carne; aquellas cosas que la carne te pide. Un líder de Dios no puede dejarse llevar por los deseos de la carne que siempre quiere irse por el camino de menor resistencia y el camino de la comodidad y la conveniencia. Un verdadero atleta no piensa, no corre y no compite de esa forma.
En la siguiente entrega de este escrito continuaremos viendo las ilustraciones usadas por el apóstol Pablo para enseñarle a su amado hijo Timoteo, "Qué es un líder"... ¡Los Esperamos!
UN LIDER DE DIOS PARA EL SIGLO XXI- Iv
Un líder de Dios para tiempo como este
2da. de Timoteo (Cuarta Parte)
En la tercera parte de este escrito, estuvimos viendo "qué es un líder". En esta cuarta parte, seguiremos desarrollando el tema.
Un labrador
Cuando pensamos en un labrador en aquel tiempo y aún muchas veces hoy, eso nos trae a la mente la figura de un hombre que está sembrando con una semilla que no es de él, en un campo que tampoco es de él para un dueño que no es él. Así es nuestro trabajo; sembramos Su palabra en el corazón de hombres y mujeres que no nos pertenecen para que Dios coseche, para que Dios se glorifique. Pero a diferencia del labrador de la tierra, en nuestro caso la cosecha está garantizada, garantía que ningún labrador de la tierra puede tener.
Un obrero
El líder de Dios es un obrero que maneja con precisión la palabra de verdad. “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que maneja con precisión la palabra de verdad”. 2 Timoteo 2:15
Un siervo
La palabra para siervo en griego es duolos que significa un esclavo que ha permanecido esclavo por amor a su amo. El esclavo no tenía voluntad propia y estaba siempre a merced de su amo. El líder de Dios debe verse de esa manera. Hay una enorme diferencia entre el asalariado y el siervo o duolos.
En el mundo el asalariado piensa en términos de resultados y éxito. Sin embargo, El Siervo piensa en términos de obediencia y sometimiento. Con relación a la obediencia, debemos recordar que esta comienza en la mente como una decisión, pero termina en el corazón como un deseo y en la voluntad como una acción.
El asalariado piensa -> Felicidad. El Siervo piensa -> Santidad
El asalariado piensa -> Recibir. El Siervo piensa -> Dar.
El asalariado piensa -> Privilegios. El Siervo piensa -> Responsabilidades.
El asalariado no trabaja con tanto esmero cuando otros no lo hacen. El siervo no es motivado por el trabajo del otro, sino por el amor a su Señor.
Un vaso
Pablo usa una ilustración mas, ese líder de Dios es un vaso y agrega “que si uno se limpia de estas cosas, será un vaso para honra, santificado, útil para el Señor, preparado para toda buena obra”.
Decía Robert Murray (pastor prebisteriano de la primera mitad del siglo XIX) que: “el éxito está condicionado en buena medida a la pureza y perfección del instrumento. No es el talento lo que Dios más bendice, sino la semejanza con Cristo.”
Con esta ilustración del vaso que requiere ser limpiado, Pablo nos recuerda a nosotros los líderes que no hay forma de que Dios quiera usarnos si no nos santificamos primero. “Por tanto, si alguno se limpia de estas cosas , será un vaso para honra, santificado, útil para el Señor, preparado para toda buena obra”. 2Timoteo 2:21. La utilidad del vaso depende de la santificación del mismo. El uso que Dios quiera darme depende del grado de santificación que yo alcance. No hay nada que interfiera con los planes de Dios; pero si hay algo que impide que Dios haga algo con nosotros y es la presencia de pecado en nuestras vidas.
En la próxima semana veremos la quinta y última parte de este escrito. Permita Dios que en su pueblo se levanten líderes dispuestos a no sacrificar La Verdad ante las adversidades de este tiempo.
Este material puede ser usado libremente pero le pedimos que por favor cite la fuente del mismo al ser usado.
2da. de Timoteo (Cuarta Parte)
En la tercera parte de este escrito, estuvimos viendo "qué es un líder". En esta cuarta parte, seguiremos desarrollando el tema.
Un labrador
Cuando pensamos en un labrador en aquel tiempo y aún muchas veces hoy, eso nos trae a la mente la figura de un hombre que está sembrando con una semilla que no es de él, en un campo que tampoco es de él para un dueño que no es él. Así es nuestro trabajo; sembramos Su palabra en el corazón de hombres y mujeres que no nos pertenecen para que Dios coseche, para que Dios se glorifique. Pero a diferencia del labrador de la tierra, en nuestro caso la cosecha está garantizada, garantía que ningún labrador de la tierra puede tener.
Un obrero
El líder de Dios es un obrero que maneja con precisión la palabra de verdad. “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que maneja con precisión la palabra de verdad”. 2 Timoteo 2:15
Un siervo
La palabra para siervo en griego es duolos que significa un esclavo que ha permanecido esclavo por amor a su amo. El esclavo no tenía voluntad propia y estaba siempre a merced de su amo. El líder de Dios debe verse de esa manera. Hay una enorme diferencia entre el asalariado y el siervo o duolos.
En el mundo el asalariado piensa en términos de resultados y éxito. Sin embargo, El Siervo piensa en términos de obediencia y sometimiento. Con relación a la obediencia, debemos recordar que esta comienza en la mente como una decisión, pero termina en el corazón como un deseo y en la voluntad como una acción.
El asalariado piensa -> Felicidad. El Siervo piensa -> Santidad
El asalariado piensa -> Recibir. El Siervo piensa -> Dar.
El asalariado piensa -> Privilegios. El Siervo piensa -> Responsabilidades.
El asalariado no trabaja con tanto esmero cuando otros no lo hacen. El siervo no es motivado por el trabajo del otro, sino por el amor a su Señor.
Un vaso
Pablo usa una ilustración mas, ese líder de Dios es un vaso y agrega “que si uno se limpia de estas cosas, será un vaso para honra, santificado, útil para el Señor, preparado para toda buena obra”.
Decía Robert Murray (pastor prebisteriano de la primera mitad del siglo XIX) que: “el éxito está condicionado en buena medida a la pureza y perfección del instrumento. No es el talento lo que Dios más bendice, sino la semejanza con Cristo.”
Con esta ilustración del vaso que requiere ser limpiado, Pablo nos recuerda a nosotros los líderes que no hay forma de que Dios quiera usarnos si no nos santificamos primero. “Por tanto, si alguno se limpia de estas cosas , será un vaso para honra, santificado, útil para el Señor, preparado para toda buena obra”. 2Timoteo 2:21. La utilidad del vaso depende de la santificación del mismo. El uso que Dios quiera darme depende del grado de santificación que yo alcance. No hay nada que interfiera con los planes de Dios; pero si hay algo que impide que Dios haga algo con nosotros y es la presencia de pecado en nuestras vidas.
En la próxima semana veremos la quinta y última parte de este escrito. Permita Dios que en su pueblo se levanten líderes dispuestos a no sacrificar La Verdad ante las adversidades de este tiempo.
Este material puede ser usado libremente pero le pedimos que por favor cite la fuente del mismo al ser usado.
UN LIDER DE DIOS PARA EL SIGLO XXI- V
Un líder de Dios para un tiempo como este
2da. de Timoteo (Quinta Parte)
En el escrito anterior vimos “las características de un líder”. En este quinto y último escrito veremos el perfil de un "líder de integridad".
Un líder con prácticas pecaminosas en su vida deshonra a Dios; deshonra la verdad que predica y deshonra al pueblo que le ministra.
Un líder de integridad:
1. Es un hombre que no tenga nada que ocultar; nada que probar; nada que temer, ni nada que callar.
2. Es la misma persona en la luz y en la oscuridad.
3. No pretende tener virtudes o cualidades que no están presentes en el corazón.
4. Vive enfocado en el carácter y no en su reputación.
5. Mantiene su palabra. Cuando promete algo lo cumple y lo cumple en el plazo que se le ha pedido. Un líder de integridad no falta a sus compromisos y cuando falta hace lo indecible para hacer restituir el daño.
La falta de integridad implica un doble estándar; un doble ánimo o una falta a la palabra dada. Una falta de integridad muchas veces implica el decir una cosa hoy y otra mañana. El aparentar tener un carácter santo cuando otros saben que no lo tienes.
Ahora recuerda algo: el tener integridad no es lo mismo que ausencia de debilidades.Un líder puede ser íntegro y aún así tener debilidades. La debilidad del líder tiene que ver con su humanidad y no con su integridad.
Uno de los mitos acerca del liderazgo es que los grandes líderes de Dios no pueden darse el lujo de fallar y que por tanto NO pueden tener debilidades. En una ocasión Moisés acusa a Dios de tratarlo mal y se desilusiona tanto con ese mal trato de Dios para con El que le dice: si me vas a tratar así, te ruego que me mates. Por otro lado, Elías en un momento dado estaba tan cansado que le pidió a Dios que le quitara la vida también (1 Reyes 19:4). Ahora notemos que Moisés no salió a hablar mal de Dios con otros; ni le dijo a los demás una cosa y a Dios otra.
Un líder de integridad sabe donde ir cuando su carne flaquea. El no va a buscar el descanso que el mundo le puede ofrecer. El va directamente donde Dios y cuando va no trata de racionalizar las cosas con Dios, ni de dibujárselas o diluirlas. El habla con Dios y en su integridad le dice a Dios las cosas como son.
2da. de Timoteo (Quinta Parte)
En el escrito anterior vimos “las características de un líder”. En este quinto y último escrito veremos el perfil de un "líder de integridad".
Un líder con prácticas pecaminosas en su vida deshonra a Dios; deshonra la verdad que predica y deshonra al pueblo que le ministra.
Un líder de integridad:
1. Es un hombre que no tenga nada que ocultar; nada que probar; nada que temer, ni nada que callar.
2. Es la misma persona en la luz y en la oscuridad.
3. No pretende tener virtudes o cualidades que no están presentes en el corazón.
4. Vive enfocado en el carácter y no en su reputación.
5. Mantiene su palabra. Cuando promete algo lo cumple y lo cumple en el plazo que se le ha pedido. Un líder de integridad no falta a sus compromisos y cuando falta hace lo indecible para hacer restituir el daño.
La falta de integridad implica un doble estándar; un doble ánimo o una falta a la palabra dada. Una falta de integridad muchas veces implica el decir una cosa hoy y otra mañana. El aparentar tener un carácter santo cuando otros saben que no lo tienes.
Ahora recuerda algo: el tener integridad no es lo mismo que ausencia de debilidades.Un líder puede ser íntegro y aún así tener debilidades. La debilidad del líder tiene que ver con su humanidad y no con su integridad.
Uno de los mitos acerca del liderazgo es que los grandes líderes de Dios no pueden darse el lujo de fallar y que por tanto NO pueden tener debilidades. En una ocasión Moisés acusa a Dios de tratarlo mal y se desilusiona tanto con ese mal trato de Dios para con El que le dice: si me vas a tratar así, te ruego que me mates. Por otro lado, Elías en un momento dado estaba tan cansado que le pidió a Dios que le quitara la vida también (1 Reyes 19:4). Ahora notemos que Moisés no salió a hablar mal de Dios con otros; ni le dijo a los demás una cosa y a Dios otra.
Un líder de integridad sabe donde ir cuando su carne flaquea. El no va a buscar el descanso que el mundo le puede ofrecer. El va directamente donde Dios y cuando va no trata de racionalizar las cosas con Dios, ni de dibujárselas o diluirlas. El habla con Dios y en su integridad le dice a Dios las cosas como son.
LA ARMADURA DE DIOS I
La Armadura de Dios
Efesios 6:14-18
14 Estad, pues, firmes, CEÑIDA VUESTRA CINTURA CON LA VERDAD, REVESTIDOS CON LA CORAZA DE LA JUSTICIA, 15y calzados LOS PIES CON EL APRESTO DEL EVANGELIO DE LA PAZ; 16 en todo, tomando el escudo de la fe con el que podréis apagar todos los dardos encendidos del maligno. 17Tomad también el YELMO DE LA SALVACION, y la espada del Espíritu que es la palabra de Dios. 18Con toda oración y súplica orad en todo tiempo en el Espíritu, y así, velad con toda perseverancia y súplica por todos los santos
El Nuevo Testamento cuando se refiere a la guerra espiritual no hace énfasis en la parte ofensiva de la guerra, sino en la parte defensiva. Ahora bien, el hecho de que nuestro rol principal es defender nuestra posición, no implica esto que nuestro rol es simplemente pasivo. Nuestro rol es sumamente activo; pero no es la búsqueda de Satanás para pelear con él; ni la identificación continua de demonios como es la práctica de hoy en día; sino que nuestro llamado es a permanecer firmes en el poder del Señor. El día que Dios nos llamó, nos entregó una posición y ese día El nos vistió con su armadura y nos pidió que defendiéramos la posición que El nos entregó, usando la armadura que El nos otorgó. No tenemos que vencer a Satanás, porque el ya fue desarmado en la cruz. Colosenses 2:15. Este es el texto completo: “Y habiendo despojado a los poderes y autoridades, hizo de ellos un espectáculo público, triunfando sobre ellos por medio de El”. No tenemos que ganar la guerra; la guerra está ganada. Lo único que debemos hacer es defender nuestra posición de los ataques de un enemigo que rehúsa aceptar su derrota. Nuestro llamado es a estar firmes: en Su palabra, en voluntad, en la fe depositada en El y en Su cuidado soberano.
No tenemos que vivir cuidándonos del enemigo constantemente, porque Dios es nuestro escudo.
2 Tesalonicenses 3:3 “Pero fiel es el Señor quien os fortalecerá y protegerá del maligno”.
Pablo pone el énfasis no en la fortaleza del maligno, sino en la fidelidad del Señor; en la grandeza de su carácter. Dios promete no solo fortalecernos, sino protegernos del enemigo. En el libro de Josué 23:10 nos dice: “un solo hombre de vosotros hace huir a mil, porque el Señor vuestro Dios es quien pelea por vosotros. .
La protección de Dios es tal que veamos lo que Juan dice en su primera carta: “Sabemos que todo el que ha nacido de Dios, no peca; sino que aquel que nació de Dios lo guarda y el maligno no lo toca”. 1 Juan 5:18. La palabra de Dios afirma que Dios guarda a todo aquel que es nacido de nuevo hasta el punto que Satanás no lo toca, si Dios no se lo permite.
• La naturaleza de la armadura de Dios
Mientras analizamos en que consiste la armadura, debemos remontarnos al primer siglo y pensar como lucía un uniforme de soldado de ese entonces para entender qué es lo que esta armadura está supuesta a hacer, e identificar claramente sus piezas.
El texto de Efesios 6 identifica:
a) Un cinturón
b) Y una espada
c) Una coraza que cubría el tórax
d) Un yelmo o casco
e) Calzados
f) Un escudo
En la segunda parte, estaremos viendo en detalles cada una de estas piezas y lo que nos dice el Señor acerca de ellas en Su Palabra.
Efesios 6:14-18
14 Estad, pues, firmes, CEÑIDA VUESTRA CINTURA CON LA VERDAD, REVESTIDOS CON LA CORAZA DE LA JUSTICIA, 15y calzados LOS PIES CON EL APRESTO DEL EVANGELIO DE LA PAZ; 16 en todo, tomando el escudo de la fe con el que podréis apagar todos los dardos encendidos del maligno. 17Tomad también el YELMO DE LA SALVACION, y la espada del Espíritu que es la palabra de Dios. 18Con toda oración y súplica orad en todo tiempo en el Espíritu, y así, velad con toda perseverancia y súplica por todos los santos
El Nuevo Testamento cuando se refiere a la guerra espiritual no hace énfasis en la parte ofensiva de la guerra, sino en la parte defensiva. Ahora bien, el hecho de que nuestro rol principal es defender nuestra posición, no implica esto que nuestro rol es simplemente pasivo. Nuestro rol es sumamente activo; pero no es la búsqueda de Satanás para pelear con él; ni la identificación continua de demonios como es la práctica de hoy en día; sino que nuestro llamado es a permanecer firmes en el poder del Señor. El día que Dios nos llamó, nos entregó una posición y ese día El nos vistió con su armadura y nos pidió que defendiéramos la posición que El nos entregó, usando la armadura que El nos otorgó. No tenemos que vencer a Satanás, porque el ya fue desarmado en la cruz. Colosenses 2:15. Este es el texto completo: “Y habiendo despojado a los poderes y autoridades, hizo de ellos un espectáculo público, triunfando sobre ellos por medio de El”. No tenemos que ganar la guerra; la guerra está ganada. Lo único que debemos hacer es defender nuestra posición de los ataques de un enemigo que rehúsa aceptar su derrota. Nuestro llamado es a estar firmes: en Su palabra, en voluntad, en la fe depositada en El y en Su cuidado soberano.
No tenemos que vivir cuidándonos del enemigo constantemente, porque Dios es nuestro escudo.
2 Tesalonicenses 3:3 “Pero fiel es el Señor quien os fortalecerá y protegerá del maligno”.
Pablo pone el énfasis no en la fortaleza del maligno, sino en la fidelidad del Señor; en la grandeza de su carácter. Dios promete no solo fortalecernos, sino protegernos del enemigo. En el libro de Josué 23:10 nos dice: “un solo hombre de vosotros hace huir a mil, porque el Señor vuestro Dios es quien pelea por vosotros. .
La protección de Dios es tal que veamos lo que Juan dice en su primera carta: “Sabemos que todo el que ha nacido de Dios, no peca; sino que aquel que nació de Dios lo guarda y el maligno no lo toca”. 1 Juan 5:18. La palabra de Dios afirma que Dios guarda a todo aquel que es nacido de nuevo hasta el punto que Satanás no lo toca, si Dios no se lo permite.
• La naturaleza de la armadura de Dios
Mientras analizamos en que consiste la armadura, debemos remontarnos al primer siglo y pensar como lucía un uniforme de soldado de ese entonces para entender qué es lo que esta armadura está supuesta a hacer, e identificar claramente sus piezas.
El texto de Efesios 6 identifica:
a) Un cinturón
b) Y una espada
c) Una coraza que cubría el tórax
d) Un yelmo o casco
e) Calzados
f) Un escudo
En la segunda parte, estaremos viendo en detalles cada una de estas piezas y lo que nos dice el Señor acerca de ellas en Su Palabra.
LA ARMADURA DE DIOS II
La Armadura de Dios (Segunda Parte)
Efesios 6:14-18
En la primera parte de este artículo estuvimos viendo el énfasis hecho por el Nuevo Testamento respecto a la guerra espiritual. La protección de Dios como nuestro escudo (2 Tesalonicenses 3:3) ha de darnos la seguridad de que como hijos suyo que somos, en Sus manos estamos más que seguros.
¿En qué consiste la armadura de Dios? Para responder a esta pregunta, nos vamos a remontar al primer siglo y veremos cómo lucía un uniforme de soldado para ese entonces.
* Un cinturón
El soldado Romano, tenía una túnica larga y cuando iba a la batalla, tenía que levantarse la túnica y colocársela por dentro del cinturón para que no fuera a pisarse la túnica al correr o luchar. Ese cinturón era cardinal porque sostenía todo el uniforme en su posición. La túnica era colocada por dentro de ese cinturón; la espada colgaba del cinturón y la coraza que protegía el tórax también estaba conectada con el cinturón de alguna manera. De tal forma que si el cinturón no estaba bien puesto, había posibilidad de que al soldado no le fuera tan bien en su batalla. En nuestro caso el texto nos llama a ceñirnos la cintura con la verdad. De manera que la verdad es lo que va a sostener toda mi armadura.
El salmo 51:6 dice: “He aquí, tú deseas la verdad en lo más íntimo, y en lo secreto me harás conocer sabiduría”. Dios no está interesado en que en la interioridad de mi corazón haya integridad. Dios sopesa mis intenciones; mis pensamientos; la razón por la que hice lo que hice o dije lo que dije. Y luego El decide si me halló en verdad.
El salmo 86:11 dice: “Enséñame, oh Señor, tu camino; andaré en tu verdad; unifica mi corazón para que tema tu nombre”. Un corazón dividido no es un corazón íntegro y si no es un corazón íntegro, esa armadura se me va a caer en la primera batalla que sostenga. Cuando mi corazón tiene alianzas divididas con el reino de las tinieblas y con el reino de la luz, esa persona es considerada por Santiago, el autor del libro que lleva su nombre, una persona de doble ánimo, a quien el mismo Santiago califica de inestable en todos sus caminos. Una persona inestable en su caminar no está lista para guerrear con nadie; fácilmente es empujado al suelo y derribado.
* La espada
En el cinturón de la verdad era donde el soldado romano colocaba su espada. Y esa espada es definida como la palabra de Dios. Pero resulta que la palabra de Dios es conocida como Su verdad. De manera que en la guerra espiritual yo necesito no solo conocer Su verdad, sino que tengo que vivir en verdad.
A lo largo de la historia el pueblo de Dios ha sufrido de dos males con relación a la palabra de Dios:
1) Falta de conocimiento
“Mi pueblo es destruido por falta de conocimiento” (énfasis agregado). Oseas 4:6
2) Conocimiento de la ley sin práctica de la ley; ortodoxia sin ortopraxis.
Santiago 1:22-25 “Sed hacedores de la palabra y no solamente oidores (énfasis agregado) que se engañan a sí mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra, y no hacedor, es semejante a un hombre que mira su rostro natural en un espejo; pues después de mirarse a sí mismo e irse, inmediatamente se olvida de qué clase de persona es. Pero el que mira atentamente a la ley perfecta, la ley de la libertad, y permanece en ella, no habiéndose vuelto un oidor olvidadizo sino un hacedor eficaz, éste será bienaventurado en lo que hace”.
Santiago llama a la Ley de Dios, la ley de la libertad y no la ley de la esclavitud y eso se debe a que ciertamente Dios no nos dio su palabra para que fuera gravosa sobre nosotros, sino para libertarnos del yugo del pecado. Es la observancia de la ley que nos permite vivir en completa libertad de patrones de conducta que nos producen ansiedad, desvelo, inseguridad. Nuestras vidas pueden ser construidas para resistir la prueba si hemos observado la ley de Dios. El estar firme implica conocer la ley de Dios y practicarla.
La Palabra hace algo más y es que impide que yo me desvíe. “Afirma mis pasos en tu palabra” (V133a). Otras traducciones dicen: “ordena mis pasos con tu palabra”. Una vida desorganizada es una vida que no vive conforme a la Palabra de Dios. El salmista dice: “ordena mis pasos con tu palabra”. La Palabra organiza y ordena la mente del cristiano y la vida del cristiano.
La segunda parte del versículo 133 dice: “y que ninguna iniquidad me domine”. Otra de las cosas que la Palabra hace, es que me da dominio propio. El salmista está pidiendo que ningún hábito pecaminoso se apodere de sí; pero la forma como eso va a ocurrir es si la Palabra ordena nuestros pasos.
El instrumento que Dios eligió para desplazar los poderes de las tinieblas fue la predicación de la palabra. La predicación de la Palabra ha derrumbado a príncipes; ha derrumbado gobiernos; ha derrumbado imperios; ha derrumbado sistemas religiosos y al presente sigue derrumbando al mismo Satanás.
* La coraza de justicia
La palabra justicia hace referencia a la perfección moral de Dios cuando se refiere a El o a nuestra rectitud moral al caminar cuando se refiere a nosotros. La coraza de justicia hace alusión directa a nuestra vida de santidad; y tanto la espada del Espíritu como el cinturón de la verdad están relacionados también a nuestra vida de santidad y obediencia. Esta coraza de justicia o de rectitud moral habla de nuestra integridad.
Nuestra sociedad se encuentra inmersa en una crisis moral, social y espiritual de la cual hablan las estadísticas del mundo que nos ha tocado vivir. La integridad bíblicamente hablando pudiéramos definirla como el vivir conforme a la Palabra de Dios internamente y externamente. Una persona íntegra es alguien cuyas palabras y estilo de vida son congruentes y cuya vida está alineada con la verdad de Dios expresada en su Palabra. Es alguien que no tiene “grietas” en su vida, de ahí que se le considere completo.
En la tercera y última parte de este artículo, continuaremos analizando las demás piezas de la armadura.
Efesios 6:14-18
En la primera parte de este artículo estuvimos viendo el énfasis hecho por el Nuevo Testamento respecto a la guerra espiritual. La protección de Dios como nuestro escudo (2 Tesalonicenses 3:3) ha de darnos la seguridad de que como hijos suyo que somos, en Sus manos estamos más que seguros.
¿En qué consiste la armadura de Dios? Para responder a esta pregunta, nos vamos a remontar al primer siglo y veremos cómo lucía un uniforme de soldado para ese entonces.
* Un cinturón
El soldado Romano, tenía una túnica larga y cuando iba a la batalla, tenía que levantarse la túnica y colocársela por dentro del cinturón para que no fuera a pisarse la túnica al correr o luchar. Ese cinturón era cardinal porque sostenía todo el uniforme en su posición. La túnica era colocada por dentro de ese cinturón; la espada colgaba del cinturón y la coraza que protegía el tórax también estaba conectada con el cinturón de alguna manera. De tal forma que si el cinturón no estaba bien puesto, había posibilidad de que al soldado no le fuera tan bien en su batalla. En nuestro caso el texto nos llama a ceñirnos la cintura con la verdad. De manera que la verdad es lo que va a sostener toda mi armadura.
El salmo 51:6 dice: “He aquí, tú deseas la verdad en lo más íntimo, y en lo secreto me harás conocer sabiduría”. Dios no está interesado en que en la interioridad de mi corazón haya integridad. Dios sopesa mis intenciones; mis pensamientos; la razón por la que hice lo que hice o dije lo que dije. Y luego El decide si me halló en verdad.
El salmo 86:11 dice: “Enséñame, oh Señor, tu camino; andaré en tu verdad; unifica mi corazón para que tema tu nombre”. Un corazón dividido no es un corazón íntegro y si no es un corazón íntegro, esa armadura se me va a caer en la primera batalla que sostenga. Cuando mi corazón tiene alianzas divididas con el reino de las tinieblas y con el reino de la luz, esa persona es considerada por Santiago, el autor del libro que lleva su nombre, una persona de doble ánimo, a quien el mismo Santiago califica de inestable en todos sus caminos. Una persona inestable en su caminar no está lista para guerrear con nadie; fácilmente es empujado al suelo y derribado.
* La espada
En el cinturón de la verdad era donde el soldado romano colocaba su espada. Y esa espada es definida como la palabra de Dios. Pero resulta que la palabra de Dios es conocida como Su verdad. De manera que en la guerra espiritual yo necesito no solo conocer Su verdad, sino que tengo que vivir en verdad.
A lo largo de la historia el pueblo de Dios ha sufrido de dos males con relación a la palabra de Dios:
1) Falta de conocimiento
“Mi pueblo es destruido por falta de conocimiento” (énfasis agregado). Oseas 4:6
2) Conocimiento de la ley sin práctica de la ley; ortodoxia sin ortopraxis.
Santiago 1:22-25 “Sed hacedores de la palabra y no solamente oidores (énfasis agregado) que se engañan a sí mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra, y no hacedor, es semejante a un hombre que mira su rostro natural en un espejo; pues después de mirarse a sí mismo e irse, inmediatamente se olvida de qué clase de persona es. Pero el que mira atentamente a la ley perfecta, la ley de la libertad, y permanece en ella, no habiéndose vuelto un oidor olvidadizo sino un hacedor eficaz, éste será bienaventurado en lo que hace”.
Santiago llama a la Ley de Dios, la ley de la libertad y no la ley de la esclavitud y eso se debe a que ciertamente Dios no nos dio su palabra para que fuera gravosa sobre nosotros, sino para libertarnos del yugo del pecado. Es la observancia de la ley que nos permite vivir en completa libertad de patrones de conducta que nos producen ansiedad, desvelo, inseguridad. Nuestras vidas pueden ser construidas para resistir la prueba si hemos observado la ley de Dios. El estar firme implica conocer la ley de Dios y practicarla.
La Palabra hace algo más y es que impide que yo me desvíe. “Afirma mis pasos en tu palabra” (V133a). Otras traducciones dicen: “ordena mis pasos con tu palabra”. Una vida desorganizada es una vida que no vive conforme a la Palabra de Dios. El salmista dice: “ordena mis pasos con tu palabra”. La Palabra organiza y ordena la mente del cristiano y la vida del cristiano.
La segunda parte del versículo 133 dice: “y que ninguna iniquidad me domine”. Otra de las cosas que la Palabra hace, es que me da dominio propio. El salmista está pidiendo que ningún hábito pecaminoso se apodere de sí; pero la forma como eso va a ocurrir es si la Palabra ordena nuestros pasos.
El instrumento que Dios eligió para desplazar los poderes de las tinieblas fue la predicación de la palabra. La predicación de la Palabra ha derrumbado a príncipes; ha derrumbado gobiernos; ha derrumbado imperios; ha derrumbado sistemas religiosos y al presente sigue derrumbando al mismo Satanás.
* La coraza de justicia
La palabra justicia hace referencia a la perfección moral de Dios cuando se refiere a El o a nuestra rectitud moral al caminar cuando se refiere a nosotros. La coraza de justicia hace alusión directa a nuestra vida de santidad; y tanto la espada del Espíritu como el cinturón de la verdad están relacionados también a nuestra vida de santidad y obediencia. Esta coraza de justicia o de rectitud moral habla de nuestra integridad.
Nuestra sociedad se encuentra inmersa en una crisis moral, social y espiritual de la cual hablan las estadísticas del mundo que nos ha tocado vivir. La integridad bíblicamente hablando pudiéramos definirla como el vivir conforme a la Palabra de Dios internamente y externamente. Una persona íntegra es alguien cuyas palabras y estilo de vida son congruentes y cuya vida está alineada con la verdad de Dios expresada en su Palabra. Es alguien que no tiene “grietas” en su vida, de ahí que se le considere completo.
En la tercera y última parte de este artículo, continuaremos analizando las demás piezas de la armadura.
LA ARMADURA DE DIOS III
En la segunda parte de este escrito, estuvimos viendo algunas piezas de la armadura de Dios. Hoy veremos la tercera y última parte de este escrito, titulado: La Armadura de Dios.
La Armadura de Dios (Tercera Parte)
Efesios 6:14-18
* El casco o el yelmo que protege la cabeza
La mente es donde se lleva a cabo la guerra espiritual. De manera que para pelear bien la guerra espiritual necesitamos proteger nuestra mente; nuestros pensamientos; las intenciones y motivaciones del corazón; los diálogos internos. Una de las estrategias vitales de esta guerra espiritual está definida en Filipenses 4:8… “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto meditad”.
El resultado de caminar de esa manera según el próximo versículo es que el Dios de paz estará con vosotros.
La mente es cardinal para la guerra espiritual. Si no pensamos bien, no podemos actuar bien. Nosotros solo conocemos lo que los demás nos permiten conocer cuando hablan. Pero no es tanto nuestro hablar lo que refleja lo que soy, sino mis pensamientos. “Pues como piensa dentro de sí, así es. El te dice: Come y bebe, pero su corazón no está contigo”, Proverbios 23:7. Si tú quieres saber como tú eres repasa tus pensamientos.
Nuestros pensamientos revelan si somos:
• Lujuriosos o recatados
• Enjuiciadores, acusadores o tolerantes
• Self-righteous (autojustos), orgullosos o humildes
• Condenadores o compasivos
• Rencorosos o perdonadores
• Avaros o dadivosos
• Disciplinados o permisivos
• Dado a los placeres o con dominio propio
Lo que pensamos eso es lo que somos. De ahí que en la guerra espiritual es esencial que cuide mi mente. Es increíble ver como nuestro estado de ánimo muchas veces depende de cómo estamos pensando y como un solo pensamiento negativo, nos puede restar tanta atención y concentración.
No podemos olvidar que Pedro nos llama en su primera carta en 5:8 y nos dice: “Sed de espíritu sobrio, estad alerta. Vuestro adversario, el diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar”.
Satanás como serpiente es un engañador y como león es un destructor. Ni te dejes engañar ni te dejes destruir; pero no permitas que él te use ni para desviar la atención de otro, ni para destruir a otro: su persona; su familia; su carácter o su reputación.
* Los calzados
Esta es la expresión: “calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz”.
Los calzados nos sirven para ir a la batalla; pero esos calzados aquí son definidos como el evangelio de la paz, porque es ese evangelio el poder de Dios para salvación. Nuestras palabras no tienen poder, pero su evangelio sí. Nuestras palabras no pueden cambiar a nadie; pero el evangelio sí. Cuando vamos a la batalla con otra cosa que no sea su evangelio, eso es una derrota segura.
* El escudo de la fe. ¿Qué tan importante es?
En cuanto a la Fe, debemos siempre recordar que:
• Todo lo que no es de fe es pecado
• Sin fe es imposible agradar a Dios
La Armadura de Dios (Tercera Parte)
Efesios 6:14-18
* El casco o el yelmo que protege la cabeza
La mente es donde se lleva a cabo la guerra espiritual. De manera que para pelear bien la guerra espiritual necesitamos proteger nuestra mente; nuestros pensamientos; las intenciones y motivaciones del corazón; los diálogos internos. Una de las estrategias vitales de esta guerra espiritual está definida en Filipenses 4:8… “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto meditad”.
El resultado de caminar de esa manera según el próximo versículo es que el Dios de paz estará con vosotros.
La mente es cardinal para la guerra espiritual. Si no pensamos bien, no podemos actuar bien. Nosotros solo conocemos lo que los demás nos permiten conocer cuando hablan. Pero no es tanto nuestro hablar lo que refleja lo que soy, sino mis pensamientos. “Pues como piensa dentro de sí, así es. El te dice: Come y bebe, pero su corazón no está contigo”, Proverbios 23:7. Si tú quieres saber como tú eres repasa tus pensamientos.
Nuestros pensamientos revelan si somos:
• Lujuriosos o recatados
• Enjuiciadores, acusadores o tolerantes
• Self-righteous (autojustos), orgullosos o humildes
• Condenadores o compasivos
• Rencorosos o perdonadores
• Avaros o dadivosos
• Disciplinados o permisivos
• Dado a los placeres o con dominio propio
Lo que pensamos eso es lo que somos. De ahí que en la guerra espiritual es esencial que cuide mi mente. Es increíble ver como nuestro estado de ánimo muchas veces depende de cómo estamos pensando y como un solo pensamiento negativo, nos puede restar tanta atención y concentración.
No podemos olvidar que Pedro nos llama en su primera carta en 5:8 y nos dice: “Sed de espíritu sobrio, estad alerta. Vuestro adversario, el diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar”.
Satanás como serpiente es un engañador y como león es un destructor. Ni te dejes engañar ni te dejes destruir; pero no permitas que él te use ni para desviar la atención de otro, ni para destruir a otro: su persona; su familia; su carácter o su reputación.
* Los calzados
Esta es la expresión: “calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz”.
Los calzados nos sirven para ir a la batalla; pero esos calzados aquí son definidos como el evangelio de la paz, porque es ese evangelio el poder de Dios para salvación. Nuestras palabras no tienen poder, pero su evangelio sí. Nuestras palabras no pueden cambiar a nadie; pero el evangelio sí. Cuando vamos a la batalla con otra cosa que no sea su evangelio, eso es una derrota segura.
* El escudo de la fe. ¿Qué tan importante es?
En cuanto a la Fe, debemos siempre recordar que:
• Todo lo que no es de fe es pecado
• Sin fe es imposible agradar a Dios
UNA VIDA DE PIEDAD
Nuestra mayor riqueza: Una vida de piedad
“ 6Pero la piedad, en efecto, es un medio de gran ganancia cuando va acompañada de contentamiento. 7Porque nada hemos traído al mundo, así que nada podemos sacar de él. 8Y si tenemos qué comer y con qué cubrirnos, con eso estaremos contentos. 9Pero los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo y en muchos deseos necios y dañosos que hunden a los hombres en la ruina y en la perdición. 10Porque la raíz de todos los males es el amor al dinero, por el cual, codiciándolo algunos, se extraviaron de la fe y se torturaron con muchos Dolores ”.
1 Timoteo 6:6-10
Hoy en día la Iglesia de Cristo se ha materializado y el evangelio de Cristo se ha distorsionado. Mientras el énfasis de la iglesia primitiva estuvo en sacrificarse por la causa de Cristo; en el dar, en el compartir y en el estar satisfecho con lo que se tenía, fuera mucho o poco; el énfasis de la iglesia de hoy parece estar en las riquezas y en la acumulación de cosas materiales. El cristiano de hoy es estimulado a no conformarse con lo que tiene, sino a acumular más y más porque muchos entienden que Dios sólo se glorifica en la riqueza y en el bienestar, a pesar de la evidencia de lo contrario en dos mil años de historia de la Iglesia.
Dios puede glorificarse en la abundancia y en la escasez y la historia está ahí para probarlo; al igual que su Palabra:
Proverbios 22:1 dice que: “más vale el buen nombre que las muchas riquezas”.
Proverbios 28:6 dice: “mejor es el pobre que anda en su integridad, que el que es torcido aunque sea rico”.
Proverbios 15:16 dice: “mejor es lo poco con el temor del Señor, que gran tesoro y turbación con él”.
Salmo 37:16 dice: “mejor es lo poco del justo que la abundancia de muchos impíos”.
Y encontramos una idea similar en Proverbios 16:8; 19:1; 19:22; 21:9 y 21:19.
Cuando leemos las palabras del apóstol Pablo en su primera carta a Timoteo 6:6-10, encontramos varias lecciones:
1) La piedad (o la santidad) es de gran ganancia (o de gran valor) si va acompañada de contentamiento (v.6). El apóstol Pablo está enfatizándole a su discípulo Timoteo que de nada le vale querer una vida santa, si por otro lado no va estar contento con lo que Dios provee. La ausencia de contentamiento es ingratitud; es una forma de decirle a Dios que estamos airados porque Él no ha provisto tanto como nos merecemos recibir. Cuando en realidad independientemente de la situación en que estemos; estamos mejor de lo que merecemos. Un hijo de Dios debe ser una persona agradecida y si es agradecida va a estar contento en la situación donde Dios lo tenga. El estar satisfecho, contento o agradecido, es sinónimo con ser cristiano.
La próxima pregunta sería, cuánto debemos tener para estar contentos y satisfechos delante de Dios. El versículo 8 del texto que citamos al inicio nos da la respuesta: “Y si tenemos qué comer y con qué cubrirnos, con eso estaremos contentos”. Hoy día decir eso en muchas iglesias sería una herejía porque el cristiano está siendo enseñado a pensar y a manejar su dinero como lo maneja el mundo secular. El cristiano a veces piensa, gana, ahorra y gasta su dinero como lo gana, lo invierte y lo gasta el resto del mundo. Tenemos que enseñarles a nuestras ovejas que la fe cristiana es contracultural y que cada vez que el mundo y la Iglesia están hablando un mismo lenguaje, eso es señal de que la Iglesia se ha corrompido.
Tenemos que enseñarle a nuestras ovejas que el favor de Dios no puede ser comprado con dinero. Que no podemos perseguir las bendiciones de Dios en base a dar mucho dinero porque eso sería poder comprar el favor de Dios. Dios bendice en respuesta a nuestra obediencia y no en base a nuestro dinero.
2) En segundo lugar, Pablo nos dice que aquellos que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo y en muchos deseos necios y dañosos (v.9). A veces hemos tomado ese versículo y se lo aplicamos a las personas que tienen mucho dinero; pero en realidad, el texto no dice que esto le va a pasar a los ricos, sino que le va a pasar a todo el que quiera poner su énfasis en el dinero. Hoy se predica que la iglesia bendecida es la iglesia adinerada. Y sin embargo, cuando llegamos al libro de Apocalipsis, y vemos a Cristo pasándole revista a sus iglesias, nos encontramos con que esto es lo que Él le dice a la iglesia de Esmirna: “Yo conozco tu tribulación y tu pobreza (pero tú eres rico)....” (Apoc. 2:9a). Obviamente cuando Cristo le dice a una iglesia pobre que es rica está haciendo referencia a que esa iglesia cuenta con las riquezas en gloria del Señor; que de una u otra forma cuenta con su favor y su aprobación. Esto que acabamos de citar con relación a la iglesia de Esmirna contradice mucho de lo que oímos hoy a través de la televisión. Por otro lado, Cristo le dice a la iglesia de Laodicea: “Porque dices: Soy rico, me he enriquecido y de nada tengo necesidad”; y no sabes que eres un miserable y digno de lástima, y pobre, ciego, y desnudo” (Apoc. 3:17). De nuevo, es obvio que aún en ese tiempo había una iglesia que pensaba que las riquezas son sinónimo del favor de Dios y Cristo viene y le pasa revista a esa iglesia y le dice que sus riquezas no valen dos centavos para Él porque no están acompañadas obviamente de una vida de santidad.
Es interesante que la iglesia que Cristo considera bendecida es la pobre y la iglesia que Cristo considera bajo juicio es la rica. Eso nos da una idea de que la bendición de una iglesia o de una persona no puede ser medida por el grado de riquezas de sus miembros o de la iglesia. Hermanos, la iglesia que Dios ha puesto en nuestras manos es una iglesia de un nivel económico considerable y sin embargo, continuamente le recordamos a nuestras ovejas que la bendición de Dios no radica en la acumulación de bienes, sino en andar en integridad de corazón delante de Dios.
Pablo le recuerda a Timoteo que muchos cristianos que han “querido enriquecerse han caído en tentación y lazo, y se han extraviado de la fe y terminaron torturándose con muchos dolores…”(v.10); porque la raíz de todos los males es el amor al dinero. Cada vez que encendemos la televisión nos encontramos con otro sermón acerca de cómo acumular riquezas. Mientras a la iglesia primitiva se les enseñó a amar la cruz, a la iglesia de hoy se les enseña cómo amar los bienes materiales; y justificamos nuestras compras y nuestros gastos de mil formas diferentes, creyendo a veces que una vez que damos el diezmo ya estamos libres de hacer lo que queramos con nuestro dinero, olvidando que nuestro dinero no es nuestro... Nuestro dinero es SU DINERO (de Dios). Nosotros simplemente somos sus administradores.
La promesa de Cristo antes de partir fue esta: “recibiréis poder cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros...” (Hch. 1:8) La promesa no fue: “recibiréis dinero cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros”.
La promesa fue que Dios levantaría su Iglesia por medio de su Espíritu. La iglesia primitiva fue una iglesia pobre, sin ninguna de las cosas que nosotros tenemos hoy y sin embargo fue esa iglesia que logró derrumbar el imperio Romano. “Buscad el reino de Dios primero y el resto se os dará por añadidura” (Mt. 6:33).
“ 6Pero la piedad, en efecto, es un medio de gran ganancia cuando va acompañada de contentamiento. 7Porque nada hemos traído al mundo, así que nada podemos sacar de él. 8Y si tenemos qué comer y con qué cubrirnos, con eso estaremos contentos. 9Pero los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo y en muchos deseos necios y dañosos que hunden a los hombres en la ruina y en la perdición. 10Porque la raíz de todos los males es el amor al dinero, por el cual, codiciándolo algunos, se extraviaron de la fe y se torturaron con muchos Dolores ”.
1 Timoteo 6:6-10
Hoy en día la Iglesia de Cristo se ha materializado y el evangelio de Cristo se ha distorsionado. Mientras el énfasis de la iglesia primitiva estuvo en sacrificarse por la causa de Cristo; en el dar, en el compartir y en el estar satisfecho con lo que se tenía, fuera mucho o poco; el énfasis de la iglesia de hoy parece estar en las riquezas y en la acumulación de cosas materiales. El cristiano de hoy es estimulado a no conformarse con lo que tiene, sino a acumular más y más porque muchos entienden que Dios sólo se glorifica en la riqueza y en el bienestar, a pesar de la evidencia de lo contrario en dos mil años de historia de la Iglesia.
Dios puede glorificarse en la abundancia y en la escasez y la historia está ahí para probarlo; al igual que su Palabra:
Proverbios 22:1 dice que: “más vale el buen nombre que las muchas riquezas”.
Proverbios 28:6 dice: “mejor es el pobre que anda en su integridad, que el que es torcido aunque sea rico”.
Proverbios 15:16 dice: “mejor es lo poco con el temor del Señor, que gran tesoro y turbación con él”.
Salmo 37:16 dice: “mejor es lo poco del justo que la abundancia de muchos impíos”.
Y encontramos una idea similar en Proverbios 16:8; 19:1; 19:22; 21:9 y 21:19.
Cuando leemos las palabras del apóstol Pablo en su primera carta a Timoteo 6:6-10, encontramos varias lecciones:
1) La piedad (o la santidad) es de gran ganancia (o de gran valor) si va acompañada de contentamiento (v.6). El apóstol Pablo está enfatizándole a su discípulo Timoteo que de nada le vale querer una vida santa, si por otro lado no va estar contento con lo que Dios provee. La ausencia de contentamiento es ingratitud; es una forma de decirle a Dios que estamos airados porque Él no ha provisto tanto como nos merecemos recibir. Cuando en realidad independientemente de la situación en que estemos; estamos mejor de lo que merecemos. Un hijo de Dios debe ser una persona agradecida y si es agradecida va a estar contento en la situación donde Dios lo tenga. El estar satisfecho, contento o agradecido, es sinónimo con ser cristiano.
La próxima pregunta sería, cuánto debemos tener para estar contentos y satisfechos delante de Dios. El versículo 8 del texto que citamos al inicio nos da la respuesta: “Y si tenemos qué comer y con qué cubrirnos, con eso estaremos contentos”. Hoy día decir eso en muchas iglesias sería una herejía porque el cristiano está siendo enseñado a pensar y a manejar su dinero como lo maneja el mundo secular. El cristiano a veces piensa, gana, ahorra y gasta su dinero como lo gana, lo invierte y lo gasta el resto del mundo. Tenemos que enseñarles a nuestras ovejas que la fe cristiana es contracultural y que cada vez que el mundo y la Iglesia están hablando un mismo lenguaje, eso es señal de que la Iglesia se ha corrompido.
Tenemos que enseñarle a nuestras ovejas que el favor de Dios no puede ser comprado con dinero. Que no podemos perseguir las bendiciones de Dios en base a dar mucho dinero porque eso sería poder comprar el favor de Dios. Dios bendice en respuesta a nuestra obediencia y no en base a nuestro dinero.
2) En segundo lugar, Pablo nos dice que aquellos que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo y en muchos deseos necios y dañosos (v.9). A veces hemos tomado ese versículo y se lo aplicamos a las personas que tienen mucho dinero; pero en realidad, el texto no dice que esto le va a pasar a los ricos, sino que le va a pasar a todo el que quiera poner su énfasis en el dinero. Hoy se predica que la iglesia bendecida es la iglesia adinerada. Y sin embargo, cuando llegamos al libro de Apocalipsis, y vemos a Cristo pasándole revista a sus iglesias, nos encontramos con que esto es lo que Él le dice a la iglesia de Esmirna: “Yo conozco tu tribulación y tu pobreza (pero tú eres rico)....” (Apoc. 2:9a). Obviamente cuando Cristo le dice a una iglesia pobre que es rica está haciendo referencia a que esa iglesia cuenta con las riquezas en gloria del Señor; que de una u otra forma cuenta con su favor y su aprobación. Esto que acabamos de citar con relación a la iglesia de Esmirna contradice mucho de lo que oímos hoy a través de la televisión. Por otro lado, Cristo le dice a la iglesia de Laodicea: “Porque dices: Soy rico, me he enriquecido y de nada tengo necesidad”; y no sabes que eres un miserable y digno de lástima, y pobre, ciego, y desnudo” (Apoc. 3:17). De nuevo, es obvio que aún en ese tiempo había una iglesia que pensaba que las riquezas son sinónimo del favor de Dios y Cristo viene y le pasa revista a esa iglesia y le dice que sus riquezas no valen dos centavos para Él porque no están acompañadas obviamente de una vida de santidad.
Es interesante que la iglesia que Cristo considera bendecida es la pobre y la iglesia que Cristo considera bajo juicio es la rica. Eso nos da una idea de que la bendición de una iglesia o de una persona no puede ser medida por el grado de riquezas de sus miembros o de la iglesia. Hermanos, la iglesia que Dios ha puesto en nuestras manos es una iglesia de un nivel económico considerable y sin embargo, continuamente le recordamos a nuestras ovejas que la bendición de Dios no radica en la acumulación de bienes, sino en andar en integridad de corazón delante de Dios.
Pablo le recuerda a Timoteo que muchos cristianos que han “querido enriquecerse han caído en tentación y lazo, y se han extraviado de la fe y terminaron torturándose con muchos dolores…”(v.10); porque la raíz de todos los males es el amor al dinero. Cada vez que encendemos la televisión nos encontramos con otro sermón acerca de cómo acumular riquezas. Mientras a la iglesia primitiva se les enseñó a amar la cruz, a la iglesia de hoy se les enseña cómo amar los bienes materiales; y justificamos nuestras compras y nuestros gastos de mil formas diferentes, creyendo a veces que una vez que damos el diezmo ya estamos libres de hacer lo que queramos con nuestro dinero, olvidando que nuestro dinero no es nuestro... Nuestro dinero es SU DINERO (de Dios). Nosotros simplemente somos sus administradores.
La promesa de Cristo antes de partir fue esta: “recibiréis poder cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros...” (Hch. 1:8) La promesa no fue: “recibiréis dinero cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros”.
La promesa fue que Dios levantaría su Iglesia por medio de su Espíritu. La iglesia primitiva fue una iglesia pobre, sin ninguna de las cosas que nosotros tenemos hoy y sin embargo fue esa iglesia que logró derrumbar el imperio Romano. “Buscad el reino de Dios primero y el resto se os dará por añadidura” (Mt. 6:33).
QUE ES LA PIEDAD SEGUN LA BIBLIA.
La piedad es una acción que practico nuestro Señor Jesucristo cuando vino al mundo por primera vez, él se apiado de los ciegos devolviéndoles la vista, de los leprosos sanándoles su piel y así sucesivamente libro a muchas personas de sus enfermedades. En el antiguo testamento generalmente se lee a la piedad como sinónimo de compasión, misericordia de parte de Dios para los hombres, sin embargo, en el nuevo testamento especialmente en las epístolas de Pablo esta palabra piedad ya tiene un segundo significado que es la dedicación a Dios, la devoción a Dios cumpliendo todos sus mandatos, especialmente los mandatos que Dios transfirió al mundo a través de Cristo. Otro significado de la palabra “Piedad” es el énfasis de la cristiandad hacia la vida práctica. "La doctrina que es conforme a la piedad" (Véase 1 Ti. 3:16). O sea, que la piedad es la doctrina cristiana puesta en acción, vivida, y practicada.
EL AMOR POR EL HERMANO I
El amor por el hermano como Prueba de mi Conversión
1 Juan 2:7-11
7 Amados, no os escribo un mandamiento nuevo, sino un mandamiento antiguo, que habéis tenido desde el principio; el mandamiento antiguo es la palabra que habéis oído. 8 Por otra parte, os escribo un mandamiento nuevo, el cual es verdadero en El y en vosotros, porque las tinieblas van pasando, y la luz verdadera ya está alumbrando. 9 El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está aún en tinieblas. 10 El que ama a su hermano, permanece en la luz y no hay causa de tropiezo en él. 11 Pero el que aborrece a su hermano, está en tinieblas y anda en tinieblas, y no sabe adónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos.
La pregunta que quisiera responder hoy es ¿qué significa amar al hermano y qué no lo es?
En los versos anteriores, Juan parece preocupado con algunas personas que decían ser creyentes, pero que no estaban dando evidencias de serlo al no amar a su hermano en la fe. Es posible que de manera principal Juan estuviera pensando en aquellos gnósticos que decían ser creyentes en Cristo mientras, a su vez, negaban que Jesús hubiese venido en la carne. Ese grupo de personas entendían que ellos pertenecían a una élite capaz de alcanzar conocimientos secretos a los que no todos tenían acceso. Es posible que en ese elitismo, ellos estuvieran rechazando o aún odiando a personas que ciertamente estaban en la fe. De manera secundaria, Juan pudo haber tenido en mente a personas dentro de la iglesia primitiva que no estaban dentro del grupo gnóstico pero que, llamándose hermanos, no manifestaban el amor por su hermano que debe caracterizar a verdadero cristiano.
El amor que tengo o no tengo por mi hermano habla a favor o en contra de mi conversión. A lo largo de su evangelio y a lo largo de esta carta, Juan usa la palabra “luz” para referirse al que ha experimentado el “nuevo nacimiento” y las palabras “oscuridad o tinieblas” para referirse al mundo de pecado; al reino de Satanás, o al estado de incredulidad de aquel que aún no ha creído.
Por eso, aquí una vez más Juan habla de que: “El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está aún en tinieblas”. Que es otra manera de decir que, el que dice ser creyente y aborrece a su hermano, está dando evidencia de no serlo. Juan, entonces, de una manera positiva afirma lo mismo al decir que: “El que ama a su hermano, permanece en la luz”. El que aborrece a su hermano no es creyente y el que lo ama, permanece en la luz que equivale a decir, ha llegado a creer.
En los próximos escritos, continuaremos revisando este y otros pasajes que nos hablan de la validez de nuestra fe relacionada con el amor que manifestamos por el hermano.
1 Juan 2:7-11
7 Amados, no os escribo un mandamiento nuevo, sino un mandamiento antiguo, que habéis tenido desde el principio; el mandamiento antiguo es la palabra que habéis oído. 8 Por otra parte, os escribo un mandamiento nuevo, el cual es verdadero en El y en vosotros, porque las tinieblas van pasando, y la luz verdadera ya está alumbrando. 9 El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está aún en tinieblas. 10 El que ama a su hermano, permanece en la luz y no hay causa de tropiezo en él. 11 Pero el que aborrece a su hermano, está en tinieblas y anda en tinieblas, y no sabe adónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos.
La pregunta que quisiera responder hoy es ¿qué significa amar al hermano y qué no lo es?
En los versos anteriores, Juan parece preocupado con algunas personas que decían ser creyentes, pero que no estaban dando evidencias de serlo al no amar a su hermano en la fe. Es posible que de manera principal Juan estuviera pensando en aquellos gnósticos que decían ser creyentes en Cristo mientras, a su vez, negaban que Jesús hubiese venido en la carne. Ese grupo de personas entendían que ellos pertenecían a una élite capaz de alcanzar conocimientos secretos a los que no todos tenían acceso. Es posible que en ese elitismo, ellos estuvieran rechazando o aún odiando a personas que ciertamente estaban en la fe. De manera secundaria, Juan pudo haber tenido en mente a personas dentro de la iglesia primitiva que no estaban dentro del grupo gnóstico pero que, llamándose hermanos, no manifestaban el amor por su hermano que debe caracterizar a verdadero cristiano.
El amor que tengo o no tengo por mi hermano habla a favor o en contra de mi conversión. A lo largo de su evangelio y a lo largo de esta carta, Juan usa la palabra “luz” para referirse al que ha experimentado el “nuevo nacimiento” y las palabras “oscuridad o tinieblas” para referirse al mundo de pecado; al reino de Satanás, o al estado de incredulidad de aquel que aún no ha creído.
Por eso, aquí una vez más Juan habla de que: “El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está aún en tinieblas”. Que es otra manera de decir que, el que dice ser creyente y aborrece a su hermano, está dando evidencia de no serlo. Juan, entonces, de una manera positiva afirma lo mismo al decir que: “El que ama a su hermano, permanece en la luz”. El que aborrece a su hermano no es creyente y el que lo ama, permanece en la luz que equivale a decir, ha llegado a creer.
En los próximos escritos, continuaremos revisando este y otros pasajes que nos hablan de la validez de nuestra fe relacionada con el amor que manifestamos por el hermano.
EL AMOR POR EL HERMANO II
El amor por el hermano como Prueba de mi Conversión (Segunda Parte)
1 Juan 2:7-11
Continuamos con la pregunta: ¿Qué significa amar al hermano y qué no lo es?
John Phillips, en su comentario acerca de la primera carta de Juan, habla de que la palabra usada para permanecer es meno, que significa: “permanecer o continuar”. Phillips agrega que esta palabra ocurre 41 veces en el evangelio de Juan y 26 veces en sus cartas y eso nos da una idea de cuan importante es para Juan esta idea de permanencia.
En el capítulo 15 del evangelio de Juan, el Señor Jesús usó el concepto de una manera similar: (Juan 15:4-5) “Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer”.
“Permanecer” es sinónimo de creyente y “no permanecer” es sinónimo de nunca haber creído. En el mundo cristiano, muchos tienen la idea de que alguien se perdió porque no recibió suficiente atención; pero para Juan, las cosas son de otro modo. La falta de permanencia es indicativa de una sola cosa y es falta de una genuina transformación. En esta primera carta de Juan, él menciona no menos de 10 veces la idea de permanencia como evidencia de que hemos nacido de nuevo.
Con relación al amor por el hermano como una clara evidencia de nuestra conversión, Juan dice más adelante: 1 Juan 3:14 “Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida porque amamos a los hermanos. El que no ama permanece en muerte”.
Al comenzar el párrafo inicial, Juan parece estar contradiciéndose en la superficie. Primero, dice que “no os escribo un mandamiento nuevo” y luego dice que “por otra parte, os escribo un mandamiento nuevo”. El mandamiento no era nuevo; ellos conocían lo que enseñaba Levítico 19:18: “amarás a tu prójimo como a ti mismo”; pero no lo creían. De hecho, los judíos creían que Dios había creado a los gentiles para mantener vivo el fuego del infierno. De manera que hablar de amar al hermano no era nuevo; pero Juan habla aquí después de decirnos que el mandamiento no es nuevo, que este mandamiento es verdadero en Él, refiriéndose a Cristo y en vosotros.
De manera que Juan parece estar sugiriendo que el mandamiento antiguo adquirió una nueva connotación en Cristo, quien en la cruz manifestó su amor por toda la humanidad de una manera increíble y más aún, la manera especial como Él manifestó su amor por sus elegidos. Por eso Juan 13:1 habla, de cómo Jesús “sabiendo que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin”. Hasta el fin de la vida terrenal de Jesús y hasta el fin de su fortaleza cuando entregó sus vidas en rescate por muchos. Esa demostración de amor, era nueva para ellos y en base a esa demostración de amor, Jesús ahora le estaría pidiendo a sus seguidores que se amaran unos con otros.
Nosotros vemos esa demostración de amor en la iglesia primitiva y lo vemos en las vidas de muchos creyentes, pero no lo vemos en las vidas de otros que asisten a la misma iglesia. Y la razón, según Juan, es falta de conversión. Si alguno está en Cristo, nueva criatura es. Esa nueva criatura, por haber sido recreada, de alguna manera es distinta al hombre viejo y una de las diferencias a la que Juan está haciendo alusión es que el Nuevo Nacimiento resulta en un nuevo amor y ese nuevo amor es evidencia de mi conversión.
Para entender lo que es el amor a veces es conveniente, revisar lo que el amor no es:
Lo que el amor NO es:
- Amar no es decir que no puedo estar sin ti… eso es amarme a mí mismo y en mi amor por mí mismo, mi “yo” no tolera estar sin tu presencia.
- Amar no es decir, te necesito; eso es amarme a mí mismo, porque mi “yo” tiene necesidades que tú puedes llenar.
- Amar no es llenar mis responsabilidades porque eso no es amar sino sentido del deber.
La definición bíblica del amor: Dios mismo define para nosotros lo que es amor. Lamentablemente lo que Dios define como amor, no es lo que la sociedad entiende que es el amor. El amor que exige lo que yo quiero, cuando yo lo quiero, como yo lo quiero sin considerar los deseos del otro, no es amor, es egoísmo. El amor no demanda; el amor da. La Palabra no dice que “tanto amó Dios al mundo que demandó que lo siguieran”, sino que dice que “tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo”. De igual manera cuando un hermano verdaderamente ama al otro, él no hace demanda sobre el otro. Las demandas que hacemos sobre el otro solo hablan de mis inseguridades. Intento sentirme seguro, intento sentirme seguro, intento de nuevo sentirme seguro y cuando ya no puedo más, entonces demando que hagas ciertas cosas y que las hagas a mi manera para yo sentirme seguro. Creo que eso se ve más y mejor en el ámbito del matrimonio. El amor verdadero no demanda; sino que da y al dar le sirve al otro.
En el texto que leímos al principio, Juan dice en el versículo 10 que no solo que el que ama permanece en la luz, sino que el que ama no es causa de tropiezo para el otro. De manera que si mañana mi acción, te es causa de tropiezo, yo estoy mostrándote que no te amo. Y ¿por qué no te amo? Porque no te estoy teniendo consideración y la manera como te muestro eso es actuando de una manera que te hace caer.
¿Has hecho tropezar a tu hermano alguna vez con tu ira, con tu manera de hablar, con tu comportamiento, con tu forma de vestir, con tus demandas, con tu manera de ser, con tu forma poca considerada hacia su persona? Si los has hecho, no lo amaste. El que ama a su hermano, no hay causa de tropiezo en él. Amamos tanto al yo que hacemos tropezar al hermano para satisfacer el “yo” y mi “yo” se siente tan bien, que no me importa su suerte.
1 Juan 2:7-11
Continuamos con la pregunta: ¿Qué significa amar al hermano y qué no lo es?
John Phillips, en su comentario acerca de la primera carta de Juan, habla de que la palabra usada para permanecer es meno, que significa: “permanecer o continuar”. Phillips agrega que esta palabra ocurre 41 veces en el evangelio de Juan y 26 veces en sus cartas y eso nos da una idea de cuan importante es para Juan esta idea de permanencia.
En el capítulo 15 del evangelio de Juan, el Señor Jesús usó el concepto de una manera similar: (Juan 15:4-5) “Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer”.
“Permanecer” es sinónimo de creyente y “no permanecer” es sinónimo de nunca haber creído. En el mundo cristiano, muchos tienen la idea de que alguien se perdió porque no recibió suficiente atención; pero para Juan, las cosas son de otro modo. La falta de permanencia es indicativa de una sola cosa y es falta de una genuina transformación. En esta primera carta de Juan, él menciona no menos de 10 veces la idea de permanencia como evidencia de que hemos nacido de nuevo.
Con relación al amor por el hermano como una clara evidencia de nuestra conversión, Juan dice más adelante: 1 Juan 3:14 “Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida porque amamos a los hermanos. El que no ama permanece en muerte”.
Al comenzar el párrafo inicial, Juan parece estar contradiciéndose en la superficie. Primero, dice que “no os escribo un mandamiento nuevo” y luego dice que “por otra parte, os escribo un mandamiento nuevo”. El mandamiento no era nuevo; ellos conocían lo que enseñaba Levítico 19:18: “amarás a tu prójimo como a ti mismo”; pero no lo creían. De hecho, los judíos creían que Dios había creado a los gentiles para mantener vivo el fuego del infierno. De manera que hablar de amar al hermano no era nuevo; pero Juan habla aquí después de decirnos que el mandamiento no es nuevo, que este mandamiento es verdadero en Él, refiriéndose a Cristo y en vosotros.
De manera que Juan parece estar sugiriendo que el mandamiento antiguo adquirió una nueva connotación en Cristo, quien en la cruz manifestó su amor por toda la humanidad de una manera increíble y más aún, la manera especial como Él manifestó su amor por sus elegidos. Por eso Juan 13:1 habla, de cómo Jesús “sabiendo que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin”. Hasta el fin de la vida terrenal de Jesús y hasta el fin de su fortaleza cuando entregó sus vidas en rescate por muchos. Esa demostración de amor, era nueva para ellos y en base a esa demostración de amor, Jesús ahora le estaría pidiendo a sus seguidores que se amaran unos con otros.
Nosotros vemos esa demostración de amor en la iglesia primitiva y lo vemos en las vidas de muchos creyentes, pero no lo vemos en las vidas de otros que asisten a la misma iglesia. Y la razón, según Juan, es falta de conversión. Si alguno está en Cristo, nueva criatura es. Esa nueva criatura, por haber sido recreada, de alguna manera es distinta al hombre viejo y una de las diferencias a la que Juan está haciendo alusión es que el Nuevo Nacimiento resulta en un nuevo amor y ese nuevo amor es evidencia de mi conversión.
Para entender lo que es el amor a veces es conveniente, revisar lo que el amor no es:
Lo que el amor NO es:
- Amar no es decir que no puedo estar sin ti… eso es amarme a mí mismo y en mi amor por mí mismo, mi “yo” no tolera estar sin tu presencia.
- Amar no es decir, te necesito; eso es amarme a mí mismo, porque mi “yo” tiene necesidades que tú puedes llenar.
- Amar no es llenar mis responsabilidades porque eso no es amar sino sentido del deber.
La definición bíblica del amor: Dios mismo define para nosotros lo que es amor. Lamentablemente lo que Dios define como amor, no es lo que la sociedad entiende que es el amor. El amor que exige lo que yo quiero, cuando yo lo quiero, como yo lo quiero sin considerar los deseos del otro, no es amor, es egoísmo. El amor no demanda; el amor da. La Palabra no dice que “tanto amó Dios al mundo que demandó que lo siguieran”, sino que dice que “tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo”. De igual manera cuando un hermano verdaderamente ama al otro, él no hace demanda sobre el otro. Las demandas que hacemos sobre el otro solo hablan de mis inseguridades. Intento sentirme seguro, intento sentirme seguro, intento de nuevo sentirme seguro y cuando ya no puedo más, entonces demando que hagas ciertas cosas y que las hagas a mi manera para yo sentirme seguro. Creo que eso se ve más y mejor en el ámbito del matrimonio. El amor verdadero no demanda; sino que da y al dar le sirve al otro.
En el texto que leímos al principio, Juan dice en el versículo 10 que no solo que el que ama permanece en la luz, sino que el que ama no es causa de tropiezo para el otro. De manera que si mañana mi acción, te es causa de tropiezo, yo estoy mostrándote que no te amo. Y ¿por qué no te amo? Porque no te estoy teniendo consideración y la manera como te muestro eso es actuando de una manera que te hace caer.
¿Has hecho tropezar a tu hermano alguna vez con tu ira, con tu manera de hablar, con tu comportamiento, con tu forma de vestir, con tus demandas, con tu manera de ser, con tu forma poca considerada hacia su persona? Si los has hecho, no lo amaste. El que ama a su hermano, no hay causa de tropiezo en él. Amamos tanto al yo que hacemos tropezar al hermano para satisfacer el “yo” y mi “yo” se siente tan bien, que no me importa su suerte.
EL AMOR POR EL HERMANO III
El amor por el hermano como Prueba de mi Conversión (Tercera Parte)
1 Juan 2:7-11
Revisemos un poco más lo que significa amar al hermano, ahora a la luz del capítulo más conocido en la Biblia relacionado con el amor.
Todos nosotros estamos familiarizados con el texto de 1 Corintios 13, donde Dios define el verdadero amor para nosotros. Esa definición del amor no se nos da en el contexto del matrimonio, sino que el contexto tiene que ver con el cuerpo de Cristo; con el comportamiento de los hermanos en la iglesia y el uso de sus dones. Dios decidió definir para mí lo que es el verdadero amor en el contexto de mi hermano en la iglesia.
Pablo comienza a definir lo que es el amor a partir del verso 4 de 1 Corintios 13 y lo primero que él dice es que el amor es paciente. La palabra aquí en el original es makro thumeo que es una palabra compuesta de dos palabras que significan “permanecer debajo del calor por mucho tiempo; soportar el calor”. En este caso, cuando hablamos de paciencia, estamos hablando de esperar por largo tiempo bajo el calor, el calor es representativo de las situaciones difíciles de la vida que nos toca vivir.
Bajo esas circunstancias yo puedo esperar de dos maneras: con una buena actitud o con una mala actitud. El verdadero amor espera con buena actitud; espera sin demandar cambiar, espera sin impacientarse y espera sin airarse. Paciencia es sinónimo de amor de la forma que Pablo lo plantea cuando dice que el amor es paciente. Nadie ama más que nuestro Padre y nadie es más paciente que nuestro Dios. Mi impaciencia puede ser causa de tropiezo para el otro porque mi impaciencia puede llevar al otro a actuar de una manera torpe y en su torpeza sufrir consecuencias y cuando eso ocurre, yo le serví de tropiezo a ese otro y al servirle de tropiezo mostré mi falta de amor.
El amor no solo es paciente, sino que también es bondadoso según la definición de 1 Corintios13. Eso implica que el verdadero amor siempre anda en busca de llenar una necesidad en otro. Cuando yo quiero que sea el otro que llene mi necesidad, no estoy amando, sino que de nuevo me estoy queriendo a mí mismo. La persona bondadosa inicia la acción antes deque le pidan que lo haga. La razón por la que muchos de nosotros esperamos a que se nos pida hacer algo o dar algo antes de nosotros voluntariamente dar es porque no somos bondadosos y si no somos bondadosos es porque no amamos porque el amor es bondadoso. El diccionario de la Real Academia define la bondad como “la inclinación natural a hacer el bien”. ¿Es mi inclinación natural hacer el bien o es mas bien mi inclinación natural el auto-protegerme?.
El amor no tiene envidia o celos dependiendo de la traducción. En el hebreo la palabra para celos es “qua nah” que significa “estar intensamente rojo”. Cuando envidio algo es porque quiero el privilegio que otro tiene. El mejor antídoto para la envidia es estar contento con lo que Dios me da y entonces no tengo que desear lo que el otro tiene. En su última expresión, la envidia es ingratitud hacia Dios. Si tengo gratitud hacia Dios no tengo porqué envidiar o querer lo que el otro tiene.
El amor tampoco es jactancioso, ni arrogante. Cuando la mayoría de mis conversaciones comienzan con “yo”, cuando yo siempre tengo que hablar de mí, de lo que soy, de lo herido que estoy o de lo ofendido que estoy, estoy siendo jactancioso. La jactancia no está centrada en el otro, sino en mí. El amor de acuerdo a Pablo, no celebra lo mío, sino que celebra lo del otro. El jactancioso no escucha al otro porque siempre está hablando de sí mismo.
Hasta ahora hemos revisado 4 de las 12 cualidades en las que Primera de Corintios 13 presenta el amor al hermano. Tomémonos uno minutos y evaluemos si estas características son evidentes en nuestras acciones externas e intensiones del corazón. Oremos a Dios y pidamos por un amor como este.
1 Juan 2:7-11
Revisemos un poco más lo que significa amar al hermano, ahora a la luz del capítulo más conocido en la Biblia relacionado con el amor.
Todos nosotros estamos familiarizados con el texto de 1 Corintios 13, donde Dios define el verdadero amor para nosotros. Esa definición del amor no se nos da en el contexto del matrimonio, sino que el contexto tiene que ver con el cuerpo de Cristo; con el comportamiento de los hermanos en la iglesia y el uso de sus dones. Dios decidió definir para mí lo que es el verdadero amor en el contexto de mi hermano en la iglesia.
Pablo comienza a definir lo que es el amor a partir del verso 4 de 1 Corintios 13 y lo primero que él dice es que el amor es paciente. La palabra aquí en el original es makro thumeo que es una palabra compuesta de dos palabras que significan “permanecer debajo del calor por mucho tiempo; soportar el calor”. En este caso, cuando hablamos de paciencia, estamos hablando de esperar por largo tiempo bajo el calor, el calor es representativo de las situaciones difíciles de la vida que nos toca vivir.
Bajo esas circunstancias yo puedo esperar de dos maneras: con una buena actitud o con una mala actitud. El verdadero amor espera con buena actitud; espera sin demandar cambiar, espera sin impacientarse y espera sin airarse. Paciencia es sinónimo de amor de la forma que Pablo lo plantea cuando dice que el amor es paciente. Nadie ama más que nuestro Padre y nadie es más paciente que nuestro Dios. Mi impaciencia puede ser causa de tropiezo para el otro porque mi impaciencia puede llevar al otro a actuar de una manera torpe y en su torpeza sufrir consecuencias y cuando eso ocurre, yo le serví de tropiezo a ese otro y al servirle de tropiezo mostré mi falta de amor.
El amor no solo es paciente, sino que también es bondadoso según la definición de 1 Corintios13. Eso implica que el verdadero amor siempre anda en busca de llenar una necesidad en otro. Cuando yo quiero que sea el otro que llene mi necesidad, no estoy amando, sino que de nuevo me estoy queriendo a mí mismo. La persona bondadosa inicia la acción antes deque le pidan que lo haga. La razón por la que muchos de nosotros esperamos a que se nos pida hacer algo o dar algo antes de nosotros voluntariamente dar es porque no somos bondadosos y si no somos bondadosos es porque no amamos porque el amor es bondadoso. El diccionario de la Real Academia define la bondad como “la inclinación natural a hacer el bien”. ¿Es mi inclinación natural hacer el bien o es mas bien mi inclinación natural el auto-protegerme?.
El amor no tiene envidia o celos dependiendo de la traducción. En el hebreo la palabra para celos es “qua nah” que significa “estar intensamente rojo”. Cuando envidio algo es porque quiero el privilegio que otro tiene. El mejor antídoto para la envidia es estar contento con lo que Dios me da y entonces no tengo que desear lo que el otro tiene. En su última expresión, la envidia es ingratitud hacia Dios. Si tengo gratitud hacia Dios no tengo porqué envidiar o querer lo que el otro tiene.
El amor tampoco es jactancioso, ni arrogante. Cuando la mayoría de mis conversaciones comienzan con “yo”, cuando yo siempre tengo que hablar de mí, de lo que soy, de lo herido que estoy o de lo ofendido que estoy, estoy siendo jactancioso. La jactancia no está centrada en el otro, sino en mí. El amor de acuerdo a Pablo, no celebra lo mío, sino que celebra lo del otro. El jactancioso no escucha al otro porque siempre está hablando de sí mismo.
Hasta ahora hemos revisado 4 de las 12 cualidades en las que Primera de Corintios 13 presenta el amor al hermano. Tomémonos uno minutos y evaluemos si estas características son evidentes en nuestras acciones externas e intensiones del corazón. Oremos a Dios y pidamos por un amor como este.
EL AMOR POR EL HERMANO IV
El amor por el hermano como Prueba de mi Conversión (Segunda Parte)
1 Juan 2:7-11
Hasta ahora hemos revisado 4 de las 12 cualidades en las que Primera de Corintios 13 presenta el amor al hermano. En esta semana reflexionaremos acerca de las 8 restantes para concluir con este importante tema de “El amor por el hermano como Prueba de mi Conversión”.
Pablo continúa y dice que el amor no se porta indecorosamente. Esto implica que el amor no pronuncia palabras hirientes;no es cruel; no es grosero; no es áspero. No le habla mal al otro porque cuando le hablamos mal a la otra persona, nos estamos portando indecorosamente. No ser indecoroso es: no perder los estribos y no ofender a la otra persona, no decirle palabras indebidas y no menos preciar al otro. Cuando actuamos indecorosamente, nos parecemos a los niños de dos años. Un niño de dos años dice:
Si me gusta algo, es mío.
Si algo está en mi mano, es mío
Si puedo quitártelo de la mano, es mío
Si lo tenía hace un rato, es mío
Si es mío, nunca debe parecer como que es tuyo
Si estoy haciendo algo o construyendo algo, todas las piezas son mías
Si luce como el mío, es mío
Si pienso que es mío, es mío.
El amor no busca lo suyo; el amor no tiene nada que ver conmigo; tiene que ver con el otro. El amor es un siervo, y por tanto le sirve al otro. Si tienes un problema en servir, tienes un problema de amor.El siervo busca servir antes deque se le pida. Cuando tú sirves, solo cuando alguien te pide servir, no eres tanto un siervo,sino un trabajador. Pastor, ¿y si mi pareja no aprecia lo que hago? Recuerda que el siervo no sirve para la persona, sino que sirve para Dios.¿Cómo aprendo a servir? Aprendiendo a amar.
El amor no se irrita. La facilidad con la que yo me irrito habla de mi poco amor hacia los demás.Muchos piensan que el irritarse fácilmente era un problema de temperamento o de personalidad, pero Pablo dice que no, que es un problema de amor.
El amor no toma en cuenta el mal recibido. La idea aquí es que el amor no guarda rencor. Cuando decido perdonar, decido no vengarme, decido olvidar, decido no recordar cosas del pasado que son hirientes para el otro y decido mirar hacia delante y no mirar hacia atrás. La falta de perdón es una falta de amor. El mantener la cuenta del pasado viva en la memoria es una falta de amor.
En 2 Corintios 5:19, Pablo hace referencia a que el amor de Cristo se manifestó no tomando en cuenta las transgresiones del hombre. Esto no significa que el amor nunca “saca cuentas”.Cuando alguien peca, hay que “sacarle cuentas”; pero, a lo que se refiere es que una vez la persona es perdonada, el que ama no mantiene la cuenta abierta, sino que la cierra.
El amor no se regocija en la injusticia, es decir, que el verdadero amor evita todo pecado contra el otro porque no se regocija en lo que es injusto y porque solo se regocijaron en la verdad.
Mientras más amo a la otra persona, menos poder tienen las tentaciones sobre mí. El amor verdadero debilita el poder de mis tentaciones porque el amor no se regocija en lo que es injusto. La razón número uno por la que pecamos contra el otro, lo que implica un regocijarnos en la injusticia, es porque no amamos como debiéramos. Pero el amor del que Pablo habla solo se regocijaron una cosa: con la verdad.Ese amor no se siente bien a menos que esté caminando con la verdad. Amar también implica decir la verdad siempre, pero sin destruir al otro.
El verso 7 termina diciendo: El amor todo lo sufre: esto implica que soporta en silencio todas las molestias e incomodidades por el beneficio del otro; el amor todo lo cree:que implica que el amorno es desconfiado, piensa siempre que el otro está haciendo algo por algún interés, y no anda buscando siempre una explicación detrás de la acción del otro;el amor todo lo espera y todo lo soporta:el amor de que Dios habla sabe esperar y sabe sufrir por beneficio de la otra persona continuamente. Después que Pablo termina de describir todo lo que el amor implica, llegamos a entender que la mayoría de nuestros problemas no son más que falta de amor por el otro y un amor desmedido por el mí mismo.
Oremos a Dios por un amor como este. Solo Él puede ser el autor y productor de este amor. Un amor que llevó a su Hijo a la Cruz.Un amor que confirma que somos sus discípulos.
1 Juan 2:7-11
Hasta ahora hemos revisado 4 de las 12 cualidades en las que Primera de Corintios 13 presenta el amor al hermano. En esta semana reflexionaremos acerca de las 8 restantes para concluir con este importante tema de “El amor por el hermano como Prueba de mi Conversión”.
Pablo continúa y dice que el amor no se porta indecorosamente. Esto implica que el amor no pronuncia palabras hirientes;no es cruel; no es grosero; no es áspero. No le habla mal al otro porque cuando le hablamos mal a la otra persona, nos estamos portando indecorosamente. No ser indecoroso es: no perder los estribos y no ofender a la otra persona, no decirle palabras indebidas y no menos preciar al otro. Cuando actuamos indecorosamente, nos parecemos a los niños de dos años. Un niño de dos años dice:
Si me gusta algo, es mío.
Si algo está en mi mano, es mío
Si puedo quitártelo de la mano, es mío
Si lo tenía hace un rato, es mío
Si es mío, nunca debe parecer como que es tuyo
Si estoy haciendo algo o construyendo algo, todas las piezas son mías
Si luce como el mío, es mío
Si pienso que es mío, es mío.
El amor no busca lo suyo; el amor no tiene nada que ver conmigo; tiene que ver con el otro. El amor es un siervo, y por tanto le sirve al otro. Si tienes un problema en servir, tienes un problema de amor.El siervo busca servir antes deque se le pida. Cuando tú sirves, solo cuando alguien te pide servir, no eres tanto un siervo,sino un trabajador. Pastor, ¿y si mi pareja no aprecia lo que hago? Recuerda que el siervo no sirve para la persona, sino que sirve para Dios.¿Cómo aprendo a servir? Aprendiendo a amar.
El amor no se irrita. La facilidad con la que yo me irrito habla de mi poco amor hacia los demás.Muchos piensan que el irritarse fácilmente era un problema de temperamento o de personalidad, pero Pablo dice que no, que es un problema de amor.
El amor no toma en cuenta el mal recibido. La idea aquí es que el amor no guarda rencor. Cuando decido perdonar, decido no vengarme, decido olvidar, decido no recordar cosas del pasado que son hirientes para el otro y decido mirar hacia delante y no mirar hacia atrás. La falta de perdón es una falta de amor. El mantener la cuenta del pasado viva en la memoria es una falta de amor.
En 2 Corintios 5:19, Pablo hace referencia a que el amor de Cristo se manifestó no tomando en cuenta las transgresiones del hombre. Esto no significa que el amor nunca “saca cuentas”.Cuando alguien peca, hay que “sacarle cuentas”; pero, a lo que se refiere es que una vez la persona es perdonada, el que ama no mantiene la cuenta abierta, sino que la cierra.
El amor no se regocija en la injusticia, es decir, que el verdadero amor evita todo pecado contra el otro porque no se regocija en lo que es injusto y porque solo se regocijaron en la verdad.
Mientras más amo a la otra persona, menos poder tienen las tentaciones sobre mí. El amor verdadero debilita el poder de mis tentaciones porque el amor no se regocija en lo que es injusto. La razón número uno por la que pecamos contra el otro, lo que implica un regocijarnos en la injusticia, es porque no amamos como debiéramos. Pero el amor del que Pablo habla solo se regocijaron una cosa: con la verdad.Ese amor no se siente bien a menos que esté caminando con la verdad. Amar también implica decir la verdad siempre, pero sin destruir al otro.
El verso 7 termina diciendo: El amor todo lo sufre: esto implica que soporta en silencio todas las molestias e incomodidades por el beneficio del otro; el amor todo lo cree:que implica que el amorno es desconfiado, piensa siempre que el otro está haciendo algo por algún interés, y no anda buscando siempre una explicación detrás de la acción del otro;el amor todo lo espera y todo lo soporta:el amor de que Dios habla sabe esperar y sabe sufrir por beneficio de la otra persona continuamente. Después que Pablo termina de describir todo lo que el amor implica, llegamos a entender que la mayoría de nuestros problemas no son más que falta de amor por el otro y un amor desmedido por el mí mismo.
Oremos a Dios por un amor como este. Solo Él puede ser el autor y productor de este amor. Un amor que llevó a su Hijo a la Cruz.Un amor que confirma que somos sus discípulos.
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