lunes, 29 de marzo de 2010

EL LIDER DE DIOS PARA EL SIGLO XXI- II

Un líder de Dios para un tiempo como este
2da de Timoteo 2 (Segunda Parte)

La pasada semana estuvimos viendo la definición bíblica y el llamado de un líder. Su responsabilidad ante Dios. Tal como prometiéramos, hoy estaremos viendo "Las Características" de ese líder.



1.
Es un hombre llamado por Dios a servirle.- Dios siempre ha sido el buscador de sus líderes. Una persona puede tener los dones, la experiencia y los talentos, pero sin el llamado no podrá liderar Su pueblo. 1 Samuel 13:14, “El SEÑOR ha buscado para sí un hombre conforme a su corazón”. El Señor se da a la búsqueda y pone su llamado sobre ellos. El llamado que Dios hace es conforme a la necesidad de la hora y del lugar donde Dios le ha puesto. Cada líder recibe un llamado distinto, por eso es injusto comparar un lider con otro. Los llamados son individuales y cada quien tendrá que responder por la forma como llevó a cabo su propio llamado. Los verdaderos líderes reconocen su llamado y al conocer su llamado quieren aprender de otros líderes, pero no tratan de convertirse en esos otros.

2.
La segunda característica es que cuando Dios llama a una persona a liderar, esa persona en ese momento ni está equipada desde el punto de vista de habilidades, ni desde el punto de vista de la formación de su carácter. Con el llamado comienza la formación de ese carácter.

A lo largo de la historia de la Biblia podemos apreciar como comenzaron cada aquellos hombres escogidos por Dios. Por ejemplo, Abraham comenzó como un mentiroso; Jacob como un engañador; Moisés como un asesino; Pedro, Juan, Jacobo, como hombres impetuosos; Tomás como un hombre sin fe... “ver para creer”; Pablo como un cruel perseguidor. Y así sucesivamente. Entonces, podríamos pensar, ¿porqué fueron escogidos?, la respuesta es simple: Puramente por gracia. Nuestras incapacidades hacen brillar mejor el poder de Dios y nos dejan entender mejor que todo es de El y por El. Ciertamente su poder se perfecciona en la debilidad (2 Cor 12:9).

3.
La tercera característica es que un verdadero líder de Dios con un llamado, está dispuesto a dejar la seguridad de lo que él venía haciendo para abrazar el nuevo desafío de Dios con todos sus riesgos. Por ejemplo, Abraham dejó su tierra y su parentela, sin ninguna otra garantía que no fuera la voz de Dios. Moisés, dejó a un lado todos los tesoros de Egipto “escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los placeres temporales del pecado...”. Pedro, Juan y Jacobo por mencionar tres de los doce iniciales, dejaron sus redes sin ninguna garantía de sustento excepto, el llamado de Dios. Pablo, dejó el judaísmo, su posición de fariseo, su familia y sus tradiciones para abrazar el llamado de Cristo.

La pasión que lleva al líder a dejar a un lado lo que había abrazado, es su llamado, pero la seguridad del líder es el Señor del llamado.

¿Cómo sabe el líder que Dios le ha dado un llamado? A partir de cuando el llamado es recibido, ese líder sueña con hacer eso que Dios le ha puesto en el corazón y no puede vivir sin hacerlo. Cuando el líder puede vivir con gozo sin hacer lo que Dios le ha pedido que haga, él probablemente no tiene ese llamado. El llamado arropa la mente del que está siendo llamado. Eso que arropa su mente y que consume su corazón es lo que le hace dejar la seguridad de lo que venía haciendo para abrazar los riesgos inherentes del llamado.

El líder sabe que él ha sido llamado y, como ha sido llamado, él tiene una gran confianza en su llamado mas que en su persona; pero a pesar de la confianza que tiene de su llamado, un líder de Dios no es arrogante. El no siente orgullo ni de su llamado, ni de sus dones ni de sus talentos; ni de las oportunidades que Dios le provee. El líder de Dios desarrolla una confianza tal en su llamado que él no se siente amenazado por otros líderes. Por tanto, él tiene la confianza de invitar a otros líderes para que se unan al equipo de trabajo; y cuando lo hace, es porque todo buen líder reconoce sus fortalezas y las limitaciones de su llamado.

Usualmente el líder abraza el llamado y luego descubre lo monumental de su llamado y las dificultades de ese llamado. Los líderes deben entender a cabalidad la seriedad de su llamado, que es ministrar en nombre del Dios de lo alto, a ovejas compradas por el Hijo a precio de sangre, y habitadas por la tercera persona de la Trinidad.

4.
Un líder está dispuesto a sufrir penalidades por la causa de Cristo.

Las penalidades incluyen estrecheces, incomodidades, rechazos; el ser mal entendido, criticado y juzgado. Usted no puede ser un líder sin pasar por esas experiencias. El soldado cuando va a la guerra sabe que él puede ser herido y frecuentemente lo es y que puede perder su vida luchando. El soldado de Cristo, es herido con frecuencia emocionalmente; pero tiene que estar dispuesto a ser herido físicamente y perder su vida en el ejercicio de su llamado. Si un soldado no está dispuesto a hacer eso, nunca será un buen soldado.


En la segunda carta que el apostol Pablo le escribe a Timoteo, le habla acerca de "las responsabilidades que conlleva el liderazgo". De ellas estaremos hablando en detalle en nuestra próxima entrega.

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