lunes, 29 de marzo de 2010

EL AMOR POR EL HERMANO II

El amor por el hermano como Prueba de mi Conversión (Segunda Parte)
1 Juan 2:7-11

Continuamos con la pregunta: ¿Qué significa amar al hermano y qué no lo es?

John Phillips, en su comentario acerca de la primera carta de Juan, habla de que la palabra usada para permanecer es meno, que significa: “permanecer o continuar”. Phillips agrega que esta palabra ocurre 41 veces en el evangelio de Juan y 26 veces en sus cartas y eso nos da una idea de cuan importante es para Juan esta idea de permanencia.

En el capítulo 15 del evangelio de Juan, el Señor Jesús usó el concepto de una manera similar: (Juan 15:4-5) “Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer”.

“Permanecer” es sinónimo de creyente y “no permanecer” es sinónimo de nunca haber creído. En el mundo cristiano, muchos tienen la idea de que alguien se perdió porque no recibió suficiente atención; pero para Juan, las cosas son de otro modo. La falta de permanencia es indicativa de una sola cosa y es falta de una genuina transformación. En esta primera carta de Juan, él menciona no menos de 10 veces la idea de permanencia como evidencia de que hemos nacido de nuevo.

Con relación al amor por el hermano como una clara evidencia de nuestra conversión, Juan dice más adelante: 1 Juan 3:14 “Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida porque amamos a los hermanos. El que no ama permanece en muerte”.

Al comenzar el párrafo inicial, Juan parece estar contradiciéndose en la superficie. Primero, dice que “no os escribo un mandamiento nuevo” y luego dice que “por otra parte, os escribo un mandamiento nuevo”. El mandamiento no era nuevo; ellos conocían lo que enseñaba Levítico 19:18: “amarás a tu prójimo como a ti mismo”; pero no lo creían. De hecho, los judíos creían que Dios había creado a los gentiles para mantener vivo el fuego del infierno. De manera que hablar de amar al hermano no era nuevo; pero Juan habla aquí después de decirnos que el mandamiento no es nuevo, que este mandamiento es verdadero en Él, refiriéndose a Cristo y en vosotros.

De manera que Juan parece estar sugiriendo que el mandamiento antiguo adquirió una nueva connotación en Cristo, quien en la cruz manifestó su amor por toda la humanidad de una manera increíble y más aún, la manera especial como Él manifestó su amor por sus elegidos. Por eso Juan 13:1 habla, de cómo Jesús “sabiendo que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin”. Hasta el fin de la vida terrenal de Jesús y hasta el fin de su fortaleza cuando entregó sus vidas en rescate por muchos. Esa demostración de amor, era nueva para ellos y en base a esa demostración de amor, Jesús ahora le estaría pidiendo a sus seguidores que se amaran unos con otros.

Nosotros vemos esa demostración de amor en la iglesia primitiva y lo vemos en las vidas de muchos creyentes, pero no lo vemos en las vidas de otros que asisten a la misma iglesia. Y la razón, según Juan, es falta de conversión. Si alguno está en Cristo, nueva criatura es. Esa nueva criatura, por haber sido recreada, de alguna manera es distinta al hombre viejo y una de las diferencias a la que Juan está haciendo alusión es que el Nuevo Nacimiento resulta en un nuevo amor y ese nuevo amor es evidencia de mi conversión.

Para entender lo que es el amor a veces es conveniente, revisar lo que el amor no es:

Lo que el amor NO es:

- Amar no es decir que no puedo estar sin ti… eso es amarme a mí mismo y en mi amor por mí mismo, mi “yo” no tolera estar sin tu presencia.

- Amar no es decir, te necesito; eso es amarme a mí mismo, porque mi “yo” tiene necesidades que tú puedes llenar.

- Amar no es llenar mis responsabilidades porque eso no es amar sino sentido del deber.

La definición bíblica del amor: Dios mismo define para nosotros lo que es amor. Lamentablemente lo que Dios define como amor, no es lo que la sociedad entiende que es el amor. El amor que exige lo que yo quiero, cuando yo lo quiero, como yo lo quiero sin considerar los deseos del otro, no es amor, es egoísmo. El amor no demanda; el amor da. La Palabra no dice que “tanto amó Dios al mundo que demandó que lo siguieran”, sino que dice que “tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo”. De igual manera cuando un hermano verdaderamente ama al otro, él no hace demanda sobre el otro. Las demandas que hacemos sobre el otro solo hablan de mis inseguridades. Intento sentirme seguro, intento sentirme seguro, intento de nuevo sentirme seguro y cuando ya no puedo más, entonces demando que hagas ciertas cosas y que las hagas a mi manera para yo sentirme seguro. Creo que eso se ve más y mejor en el ámbito del matrimonio. El amor verdadero no demanda; sino que da y al dar le sirve al otro.

En el texto que leímos al principio, Juan dice en el versículo 10 que no solo que el que ama permanece en la luz, sino que el que ama no es causa de tropiezo para el otro. De manera que si mañana mi acción, te es causa de tropiezo, yo estoy mostrándote que no te amo. Y ¿por qué no te amo? Porque no te estoy teniendo consideración y la manera como te muestro eso es actuando de una manera que te hace caer.

¿Has hecho tropezar a tu hermano alguna vez con tu ira, con tu manera de hablar, con tu comportamiento, con tu forma de vestir, con tus demandas, con tu manera de ser, con tu forma poca considerada hacia su persona? Si los has hecho, no lo amaste. El que ama a su hermano, no hay causa de tropiezo en él. Amamos tanto al yo que hacemos tropezar al hermano para satisfacer el “yo” y mi “yo” se siente tan bien, que no me importa su suerte.

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