lunes, 29 de marzo de 2010

LA ARMADURA DE DIOS III

En la segunda parte de este escrito, estuvimos viendo algunas piezas de la armadura de Dios. Hoy veremos la tercera y última parte de este escrito, titulado: La Armadura de Dios.

La Armadura de Dios (Tercera Parte)
Efesios 6:14-18

* El casco o el yelmo que protege la cabeza

La mente es donde se lleva a cabo la guerra espiritual. De manera que para pelear bien la guerra espiritual necesitamos proteger nuestra mente; nuestros pensamientos; las intenciones y motivaciones del corazón; los diálogos internos. Una de las estrategias vitales de esta guerra espiritual está definida en Filipenses 4:8… “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto meditad”.

El resultado de caminar de esa manera según el próximo versículo es que el Dios de paz estará con vosotros.

La mente es cardinal para la guerra espiritual. Si no pensamos bien, no podemos actuar bien. Nosotros solo conocemos lo que los demás nos permiten conocer cuando hablan. Pero no es tanto nuestro hablar lo que refleja lo que soy, sino mis pensamientos. “Pues como piensa dentro de sí, así es. El te dice: Come y bebe, pero su corazón no está contigo”, Proverbios 23:7. Si tú quieres saber como tú eres repasa tus pensamientos.

Nuestros pensamientos revelan si somos:

• Lujuriosos o recatados
• Enjuiciadores, acusadores o tolerantes
• Self-righteous (autojustos), orgullosos o humildes
• Condenadores o compasivos
• Rencorosos o perdonadores
• Avaros o dadivosos
• Disciplinados o permisivos
• Dado a los placeres o con dominio propio

Lo que pensamos eso es lo que somos. De ahí que en la guerra espiritual es esencial que cuide mi mente. Es increíble ver como nuestro estado de ánimo muchas veces depende de cómo estamos pensando y como un solo pensamiento negativo, nos puede restar tanta atención y concentración.

No podemos olvidar que Pedro nos llama en su primera carta en 5:8 y nos dice: “Sed de espíritu sobrio, estad alerta. Vuestro adversario, el diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar”.

Satanás como serpiente es un engañador y como león es un destructor. Ni te dejes engañar ni te dejes destruir; pero no permitas que él te use ni para desviar la atención de otro, ni para destruir a otro: su persona; su familia; su carácter o su reputación.



* Los calzados


Esta es la expresión: “calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz”.

Los calzados nos sirven para ir a la batalla; pero esos calzados aquí son definidos como el evangelio de la paz, porque es ese evangelio el poder de Dios para salvación. Nuestras palabras no tienen poder, pero su evangelio sí. Nuestras palabras no pueden cambiar a nadie; pero el evangelio sí. Cuando vamos a la batalla con otra cosa que no sea su evangelio, eso es una derrota segura.

* El escudo de la fe. ¿Qué tan importante es?


En cuanto a la Fe, debemos siempre recordar que:

• Todo lo que no es de fe es pecado
• Sin fe es imposible agradar a Dios

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